Chapter 7 - 7

Necesitaba desahogarme con alguien y llamé a mi mejor amigo para que nos encontráramos, le conté todo lo que había ocurrido entre los dos y se veía molesto.

—Necesito buscar una forma de hablar con ella, pero no sé qué más hacer.

—¿Hubiera hecho una diferencia si ella te hubiera contado?

—¿A qué te refieres?

—¿La hubieras escogido a ella por encima de a Valentina?

—Yo… — no sabía la respuesta a esa pregunta.

—¿Realmente quieres saber mi opinión sobre esto?

—Sí, quiero saberla.

—Eres un idiota, eso es lo que pienso.

—Lo sé, pero quería arreglar las cosas con ella. La he llamado, le he escrito, pero no responde.

—¿Y qué esperabas, que te respondiera y te dijera que siente mucho lo que pasó y quiere casarse contigo otra vez? Eres mi amigo y todo, pero tu estupidez es tan grande, que me irrita. Siempre te he dicho que a ella le gustas y siempre hablabas de Valentina, jamás la mencionabas a ella, a no ser para quejarte de su forma de ser. Para mí siempre ha estado claro. Yo siendo ella, hace mucho me hubiera largado a la mierda y me conseguía a otro. Son 21 años que tienen de conocidos; esperar 21 años por una persona, para que venga a decirte que esta enamorado de otra, y que para completar, se arrepiente de haberse casado conmigo, realmente yo te hubiera mandado a la mierda hace mucho. Es más, hasta siento ganas de golpearte. En vez de hacerle una escena en su matrimonio, te la hubieras llevado en ese momento y a la mierda todo; fuiste un cobarde incluso para eso. A ti se te nota que te ha estado gustado también, quizá solo para la cama, pero por algo se empieza. Estoy seguro que en ese momento que te preguntó eso, era porque tenía la esperanza de que le dijeras que te gustaba y que querías estar con ella. Son simples cosas, que para una mujer, lo es todo. Aún no comprendes los sentimientos de una chica, ¿ y así planeas estar con una? Creo que debiste meterte a maricón. Lo único que puedes hacer para arreglar esta cagada que hiciste, es esperando a que regrese.

—Pero ¿Y Valentina?

—Y otra vez con la Valentina. ¿Te das cuenta? Mejor déjala ser feliz con ese tipo. Tú no estás del todo claro en qué demonios es lo que quieres con tu vida. Esa inseguridad que tienes, a ella ni a nadie le va a gustar. Si ni tu mismo tienes claro tus sentimientos, ¿Para qué la vas a buscar? ¿Qué le dirás cuando la veas? Me gustas, pero ¿amo a Valentina? Es que me sorprende tu estupidez, hermano. Si sigues amando a tu Valentina, olvídate de arreglar las cosas con Ariannita. Decídete qué harás, porque mientras vas perdiendo este tiempo pensando, alguien más la irá conquistando y luego te quedarás sin la soga y sin la cabra.

—¿Qué me recomiendas hacer?

—Habla con Valentina y aclara las cosas con ella, quizá viéndola te ayude aclarar tus pensamientos y a decidirte por quien quieres realmente. A quien escojas, recuerda que debes serle fiel solo a una, porque a ninguna le gustaría que estés en contacto con la otra.

—Tienes razón, hablaré con Valentina.

Eso mismo es lo que debía hacer.

La cité en mi apartamento, era el mejor lugar para hablar sobre este tema, pues es tranquilo y estaríamos a solas.

—Te ves preocupado, ¿Te ocurre algo, Bruce? — me preguntó preocupada.

—Valentina, quiero que hablemos de lo nuestro. ¿Tú realmente me amas todavía?

—Claro que sí, siempre lo he hecho. Sé que la última vez me dejé llevar por un impulso y los celos, terminé haciéndote enojar. Yo no quería hacer eso, es que me sentía insegura. Luego de que mencionaste el nombre de esa mujer, yo me sentía muy herida. Imaginar que quizá había pasado algo entre ustedes y por eso mencionaste su nombre, me hizo molestar. Yo quiero que arreglemos lo nuestro, que podamos ser unidos como antes. Sé que nuestros padres no quieren que estemos juntos, pero como tú dijiste, podemos defender lo nuestro de todos. Aún nos queremos, ¿no?

—¿Tú estarías dispuesta a irte conmigo? ¿A renunciar a todo y empezar de cero? Quizás, en otro lugar lejos de aquí.

—Claro que sí.

—Estás consciente que nos iríamos sin nada, ¿Lo sabes?

—¿A qué te refieres?

—A la que renuncie a todo, tengo que dejar la empresa, todo el dinero que le pertenece a mi padre y todo por hacer ese sacrificio de irnos e ir en contra de él. La pregunta es, ¿Estás dispuesta a renunciar a todo y apoyarme aún en los malos momentos? —en realidad eso que dije no era cierto, pero quería ponerla a prueba. Se quedó un instante en silencio—. ¿Sí o no?— insistí.

—Sí, claro que sí.

—¿Por qué dudaste tanto en responder?

—Me pareció muy extraña tu pregunta, eso es todo.

—O sea, que si te digo que nos vayamos ahora, ¿Lo harías sin dudar?

—Claro — tartamudeó.

—Vayámonos juntos ahora.

—¿No te estás precipitando demasiado?

—Cuando hay amor e interés, no hace falta pensar las cosas tanto.

—Tendría que despedirme de mi familia al menos.

—Hazlo por teléfono. Si le adviertes, no podríamos irnos. Dime la verdad, ¿Por qué dudas, Valentina? Yo soy quien pierde más y no dudaría, en cambio tú, estás dudando. ¿El amor no es suficiente?

—No es eso, es solo que mi mamá está algo delicada de salud y no puedo dejarla sola.

—Ah, ¿es eso? — caminé hacia ella y sujeté su mentón—.¿Me amas, Valentina?

—Claro, Bruce — tartamudeó, y la besé, pero nada era lo mismo. Ni siquiera sentí esas mariposas estúpidas que antes sentía.

—Definitivamente acabo de confirmarlo, Valentina.

—¿Qué cosa?

—¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y Arianna?

—¿Otra vez la mencionas?

—En que ella no se hubiera echado para atrás en los momentos difíciles, al contrario, me hubiera ayudado a salir de ellos y apoyado hasta el final. En cambio tú, acabas de demostrar tu verdadera cara. Yo tampoco sería capaz de dejarlo todo por ti. Gracias por hacer las cosas más fáciles y de hacerme dar cuenta, que en la dirección que estaba era la incorrecta, que a la única persona que si vale la pena conservar es Arianna, no tu. Es una lastima que haya perdido el tiempo y haya herido a alguien que si me quiso de verdad, por una interesada como tú.

—Eso no es cierto, Bruce.

—Si lo es. Lárgate de mi apartamento y no regreses nunca. No te quiero volver a ver la cara nunca más en lo que me resta de vida — le agarré el brazo y la saqué del apartamento. 

Cerré la puerta y caminé a mi cuarto para tirarme en la cama. Miré mi teléfono y aún no había respondido. No sé porqué aún guardo la esperanza de que lo haga.

Arianna

—Me sorprende lo que hiciste, Arianna. Te revolcaste como una zorra anoche con ese tipo y luego hablas de mi — dijo Omar.

—Lo que haga o no haga, no es tu problema. No es como que estemos casados por amor, ni nada parecido—Omar agarró mi brazo bruscamente y me acercó a él.

—Lo que hagas me tiene sin cuidado, pero no te olvides que al que van a tildar de cornudo es a mi. No es algo que me haga muy feliz que digamos, así que controla tus puterías y compórtate como una mujer decente. Es solo un año, pero durante ese año te va a tocar comportarte como mi esposa y atenderme como se supone.

—Te equivocas —me solté de su agarre y lo empujé—, y que sea la última vez que me agarres de esa forma; y segundo, haré lo que yo quiera, no es como que lo que yo hago te importe, ni mucho menos te afecte, ¿Por qué te va afectar lo que digan los demás? Esa fama que tienes es suficiente para acabar con tu reputación. Por otra parte, tú puedes hacer lo que te plazca. Acuéstate con quien quieras, me da lo mismo, pero no sueñes con que me tendrás en tu cama. Se te paga por los papeles, no por acostarme conmigo. No confundas las cosas, Omarcito. 

—Ya veremos qué pasa. Veamos cuánto puedes aguantarte, sin caer rendida a mis pies.

—Eres tan presumido, que me repugnas. Jamás caería a tus pies, ni en esta vida ni en la siguiente. Podrás tener un cuerpo muy sexy, pero dicen que entre más músculos, menos pinga, ¿Es eso cierto? — arqueó una ceja y sonrió.

—¿Quieres comprobarlo, querida esposa?

—No estoy interesada en nueces, como podrás ver, me gusta la carne y tú no entras en ese menú.

—¿El virgencito sí? No sabía que tenías esos gustos tan patéticos, Arianna.

—¿Tienes celos? Ese virgencito es mucho más hombre que tú y lo hace exquisito, no le llegas ni a los talones. Así que bájale dos a esa actitud estúpida, porque en realidad por presumir no te va a crecer. Anótate esa, idiota— me fui al cuarto y lo dejé a solas.

Me acosté en la cama y miré mi teléfono. No puedo entender a Bruce, solo hace que me confundas más, no sé si deba responderle.

Bruce

Sin darme cuenta había llegado al apartamento de Arianna. No sé qué demonios hago aquí. De alguna forma necesitaba de ella, quería escucharla o al menos verla, así fuera de lejos o en los brazos de alguien más. Caminé a su cuarto y me quedé pensando, se sentía muy solitario este lugar, es porque falta ella. No sé qué hacer ahora que no está. Siento que necesito buscarla y hablar las cosas, pero no sé dónde puede estar. Es desesperante ese sentimiento de culpa. La he cagado con ella siempre y ahora es que me doy cuenta de eso. Caminé a cama con la intención de sentarme, pero vi un retrato boca abajo en la mesa de noche, me estuvo raro porque no lo había visto cuando dejó la nota. Lo levanté y vi una foto de nosotros cuando niños, eso fue hace mucho tiempo. Solíamos salir acampar con nuestros padres y visitamos muchas veces ese lago para quedarnos ahí por una noche. Recuerdo cómo se burlaba de mí por tenerle miedo al agua. Decía que quizá debajo del agua había un cocodrilo, y como yo era más cobarde para ese entonces, dudaba en entrar. Las veces que entramos, siempre fue acompañado de ella. Recuerdo que nos sujetábamos por ambas manos para mantenernos flotando y no hundirme. A pesar de siempre asustarme con eso, ella buscaba calmarme mientras estábamos en el agua. Ella siempre ha sido más valiente y fuerte que yo. En la escuela era igual, siempre me defendió de todo. Se burlaban mucho de mí por ser muy estudioso, pasaba las clases metido en libros. Ella siempre que veía a alguien acercarse a mi, ella lo espantaba. Incluso en la intermedia, cuando me golpearon un grupo de estudiantes, que eran mucho mayores que yo, ella se metió a darles una paliza. No lo pensó dos veces para atacarlos. Gritó en medio de todo el pasillo, que solo ella tenía el privilegio de golpearme. La suspendieron por una semana, y aún cuando regresó, ella se metía en más problemas por mi. Era problemática, mal hablada y enojona. Me peleaba mucho por no defenderme; decía que era un cobarde y que no andaría detrás de mí cubriéndome el trasero, pero aún así siempre hacía. Eso no lo ha cambiado todavía. Fui tan idiota que no me di cuenta de nada. Lo menos que pensé era que ella podría estar enamorada de mi. Esa forma de tratarme, solo me hacía pensar que me odiaba y no soportaba tenerme cerca. No sé qué hubiera hecho si lo hubiera sabido de su boca. En realidad no sé qué es lo que siento, pero cuando estoy con ella, puedo ser yo y me siento cómodo. Cuando estoy con ella me divierto, incluso sin hablar. Cuando estoy con ella me siento completo. Antes sólo la veía como un problema del cual me tenía que deshacer, pero ahora ya no puedo verla así. No sé en qué momento comencé a verla de otra forma. No sé si es amor, deseo o costumbre, pero lo único seguro es que la extraño y quiero seguir teniéndola cerca; aunque esté consciente que no la merezco, yo tengo ese deseo egoísta de tenerla solo para mí. La idea de imaginarla con ese tipo, me da rabia. Saber que está sola con él, me desespera. Solo yo quiero verla de la misma forma que la vi ayer; solo yo quiero ser quien la toque y la desee. No sé en qué momento me volví tan egoísta. Otra vez sentí esa presión en el pecho. Me recosté en la cama y apreté el retrato contra mi pecho. No sé porqué hago esto, pero quiero quedarme así por unos instantes; eso sólo hizo que todo empeorara. Lágrimas bajaron por mis mejillas y no me explicaba cómo pasó, ni siquiera entendía porque estaba llorando, pero pensar en ella, hizo que ese dolor en el pecho se agudizara y ese nudo que tenía en la garganta empeorara. Por más que secaba mis lágrimas, más salían; era como si necesitara descargar de una vez esa presión y tristeza que sentía por dentro.

Alcancé la sábana para acercarla a mí y fue cuando me di cuenta de una mancha en la cama. No la había visto antes, ¿De dónde salió? No era mucho, pero me llamó la atención en el área que estaba. Parecía sangre. ¿Esto qué significa? No recuerdo que eso haya estado ahí anoche, tampoco creo que haya sido yo. Escribirle a mi amigo Jeffrey sobre esto, sería muy raro. ¿Y a quién rayos le pregunto? Busqué mi teléfono e hice una búsqueda, pero no sabía qué escribir. No creo que haya sido por haber perdido la virginidad anoche, no creo que yo haya sangrado por eso. Por otro lado, ella estaba bien anoche. Le pregunté al buscador si el sexo causaba sangrado; por supuesto, es una pregunta muy estúpida, pero no me pasaba nada más por la mente. Minutos después me arrepentí de buscarlo. Habían tantas causas, que me confundieron más. La más común, según la búsqueda, es la falta de lubricación, pero que yo sepa hubo bastante, creo. Ella se veía algo dolorida. ¿Será que si la lastimé?

Terminé con el cerebro quemado, la última opción que tuve fue llamar a mi mejor amigo.

—Necesito una consulta de tu parte. Eres un mujeriego y acostumbras acostarte con muchas chicas. Tienes más experiencia que yo, y que cualquier hombre en este mundo, ¿Es normal sangrar luego de tener sexo? — escuché que escupió lo que estaba tomando.

—¿Me llamas a esta hora para hacerme esa pregunta tan estúpida? ¿Realmente tienes algo de cerebro, hermano? Creo que el amor te está afectando esas neuronas.

—Realmente necesito saber. No tengo a nadie más para preguntarle y Google no me ayuda a un carajo, solo me confunde.

—Acabas de espantarme un polvo y creo que no se me va a volver a parar en unos días. Nunca me habían hecho una pregunta de ese tipo. ¿Realmente crees que te va a sangrar la punta por perder la virginidad, estúpido? ¿En qué cabeza cabe?

—No me expliqué bien, perdóname— le conté lo que había encontrado y escuché que comenzó a reír como un demente.

—Juro que debería grabar tu maldita llamada y ponerla en todos los medios, ¿Realmente eres un hombre?

—¿Por qué dices eso?

—Esa sangre no es tuya. Está más que claro que  te sacaste la lotería, amigo. En tu primera vez lo hiciste con una virgen, eso es un logro, muy pocos hombres logran eso.

—¿Virgen? ¿Hablas de una santa?

—¿No puedes ser más idiota? Gracias a Dios no le estás preguntando esto a ella. Conociéndola, creo que te hubiera pateado hace rato. Yo no lo he hecho porque no te tengo en frente. Quiero decir, que fue su primera vez también, brucito. La Ariannita resultó ser una caja de sorpresas, yo que creí que ya había tenido a muchos hombres y resulta que fuiste tú el primero. Felicitaciones. 

—Eso no puede ser.

—Ahí está la prueba. Si no fue su menstruación, está claro que fue su primera vez, no hay de otra. Solo lo confirmarás cuando la veas.

No puedo creerlo. Ahora entiendo muchas cosas, lo ajustada y sus expresiones. Por eso se veía que le estaba doliendo y ni siquiera me lo dijo. Fui tan idiota que no me di cuenta tampoco. Sus gemidos al principio parecían de dolor. La lastimé doblemente sin querer. ¿Cómo es que soportó ese dolor sin decir nada? Es muy orgullosa. Si me hubiera dicho, yo la hubiera tratado mejor. Estoy seguro que lo hizo para que no me burlara de ella o algo parecido; aunque jamás lo hubiera hecho. No puedo negar que me siento algo afortunado. Saber que fui el primero también, me hace sentir bien, pero no hubiera querido lastimarla. Ella se avergüenza fácilmente, me pregunto si podré hacer que me responda con esto.

Le envié varias fotos de su apartamento y la foto que tenía de nosotros, junto a un mensaje que decía:

«Que lindo está tu cuarto»

No pasó ni 30 segundos, cuando el teléfono sonó.

—¿Así que estabas leyendo mis mensajes, pero los estabas ignorando? — dije riendo.

—¿Qué haces en mi apartamento? Sal de ahí.

—Aún nada. Voy a ir buscando gaveta por gaveta a ver cuántas fotos más tienes de nosotros por ahí — hice ruido con la gaveta y se alteró.

—No te atrevas, Bruce. ¡Respeta mi privacidad!

—No debo respetar nada, pues no estás aquí. ¿Acaso estás enamorada de mi y por eso guardas tantas fotos de nosotros? No sabía que tenías una obsesión conmigo.

—¿Qué demonios dices?— tartamudeó, y traté de taparme la boca para no reír.

—Veamos qué ropa interior puedo usar para masturbarme a tu nombre. Está rosada se ve bien, lastima que se va a manchar muy pronto.

—¡Maldito pervertido! ¡Ya verás! — colgó la llamada y reí.

Conociéndola, lo más probable llame a la policía para que me saquen. Se escuchaba tan desesperada y nerviosa. Me quedé acostado en la cama riendo cada vez que me acordaba de su voz entrecortada. Ya encontré su debilidad.

No sé cuánto tiempo transcurrió, pero escuché la puerta cuando la abrieron bruscamente y miré a la puerta del cuarto. Vi a Arianna molesta y se paró frente a la cama.

—¡Eres un pervertido!— me gritó molesta. No imaginé que vendría personalmente.

—No pensé que vendrías, pero ya que estás aquí, ¿por qué no arreglamos las cosas?

—No tengo nada que arreglar contigo. Solo vine a sacarte de mi apartamento. Dame las llaves.

—Quítamelas— se las mostré y las sacudí.

—¡Ya verás! — se subió sobre mí, tratando de quitármelas.

—No sabía que te gustaba así, Arianna. ¿Me estás provocando?

—¿Qué estás diciendo, estúpido?

—¿No te has dado cuenta de dónde estás? —Arianna miró, y al darse cuenta, se levantó de la cama.

—Vete de mi apartamento.

—Sácame.

—Eres un idiota. ¿Qué hacías aquí?

—Quería verte, y pensé que te encontraría aquí, pero no. Me topé con esto y me sorprendió mucho — le mostré la ropa de cama y se sorprendió.

—¿Qué haces con eso?— me la arrebató de las manos y la tiró al piso.

—¿Me vas a decir porqué no me dijiste que eras virgen?

—¿Estás loco? ¿De qué estás hablando? — se puso muy nerviosa.

—Responde o posteare todas las fotos en tu perfil.

—¿Me estás amenazando, idiota?

—Sí, lo estoy haciendo. Diré que manchas la cama con tu regla— sonreí y ella desvió la mirada—; a menos que me digas la verdad de esa mancha. ¿Qué te cuesta decirme que eres una mentirosa y que nunca habías estado con nadie? Creo que el apodo de virgencita te queda a ti.

—¿Por qué te interesa tanto saberlo?

—Quiero saber si realmente fui el primero y por qué no me dijiste nada sobre eso.

—No voy a decirte nada.

—De acuerdo — cogí mi teléfono y fingí que estaba marcando.

—¿Qué haces?— se acercó a querer quitármelo y lo alejé.

—Postearlo en Facebook y en Instagram. Joder, si que tienes muchos seguidores.

—Dame acá.

—No.

—¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué haces esto, Bruce?

—Estoy molesto porque te casaste con otro, aún estando casada conmigo. Este será mi desquite y estaremos a mano.

—No seas tan tonto, eso no es para tanto.

—A mí sí me importa mucho—solté, y se quedo en silencio.

—¿Y si así fuera qué? — sonreí al ver que no podía aguantar la vergüenza.

Me levanté para acercarme a ella y sujeté su mentón, haciéndola mirarme.

—¿No te gustaría volver a sentirme? — traté de no reírme al ver su expresión de asombro y vergüenza. Ahora entiendo lo que siente ella al molestarme.

—No es gracioso, idiota — me empujó la mano y caminó a otro lado del cuarto.

—Había estado pensando en qué debía decir cuando te volviera a ver, pero no esperaba que te fuera a ver hoy mismo. Arianna, perdóname por todo lo malo que te he hecho, por ser un idiota y no darme cuenta de las cosas. Sé que solo la he cagado contigo y te he lastimado mucho, pero no quiero que las cosas entre los dos se acaben.

—¿A qué te refieres con cosas entre los dos? ¿Al sexo?

—No, no hablo solo de eso. Me refiero a nuestra amistad.

—¿Por qué?

—Porque no quiero perderte.

—Antes hacías todo para sacarme de tu vida, ¿Por qué ahora ese cambio?

—Me di cuenta de muchas cosas mientras no estabas, una de ellas es que, me haces falta y… — hice una pausa.

—¿Y la otra?

—Quiero que te quedes a mi lado, aunque no seamos nada y me detestes por mi forma de ser y mi estupidez, yo no quiero que te alejes de mi.

—¿Y cuándo me he alejado de ti?

—Hoy, y dolió mucho.

—¿Así que no puedes vivir sin mi? —  soltó una risita divertida y desvié la mirada.

—Supongo que es eso.

—Estás muy directo, ¿Qué pasó mientras no estaba?

—Tu ausencia me chocó fuerte, supongo que ahora quiero aprovechar cada segundo que tengo contigo.

—Yo me tengo que ir con mi esposo.

—Eso es otra cosa. ¿Cómo es que dejas a tu supuesto esposo en plena luna de miel para ir a verte con tu amante? ¿Acaso es que no lo quieres de verdad?

—Tú no eres mi amante.

—Si lo soy, ¿Te recuerdo lo que sucedió ayer a solo horas de tu matrimonio? —me acerqué a ella y sonreí—. No lo negaste.

—Tú no eres mi amante.

—¿Y qué soy?

—Un idiota pervertido.

—Y tu verdadero esposo, aunque no te guste escucharlo. Eso es otra cosa de lo que te iba hablar — la agarré por la cintura y la acerqué a mi—. Ese matrimonio estúpido que tuviste, no va a durar mucho. Me voy a encargar de hacer todo lo posible por anularlo. Es una farsa, aún sigues casada conmigo. Por ende, no dejaré que mi esposa siga conviviendo con otro hombre en mis narices. Voy hablar con mi abogado para mostrarle los documentos y mi firma, para que así vea que no es igual. Cometiste un crimen y ahora te toca pagar las consecuencias, lo cual es seguir siendo mi esposa y terminar con ese imbécil. Anoche consumamos el matrimonio, así que oficialmente eres mi esposa y nadie puede decir lo contrario, ni siquiera tu.

—¿Desdé cuándo te volviste así, Bruce?

—Eso no importa, lo importante es que entiendas la situación en la que estás, Arianna. Conozco mis derechos y los haré valer. Si quieres el divorcio realmente luego de que se arregle la situación, te lo daré, pero mientras tanto, seguirás siendo mi esposa y tendrás que mudarte conmigo.

—¿Estás demente?

—Sí, Ariannita. Quiero que dejes a ese imbécil y vengas a vivir conmigo otra vez. No prometo que no hayan peleas o discusiones entre nosotros, porque sé que ambos estamos acostumbrados a eso, pero te aseguro que trataré de no llevarte la contraria, no voy a discutir a menos que digas algo que realmente me moleste, voy a cumplirte como esposo, te llevaré a donde quieras, cargaré las malditas bolsas, te acompañaré a la barra que te gusta tanto e iremos con tus amigas a tomar o hacer el amor cada vez que te desees y estés de humor. Todo lo que quieras voy hacer, pero regresa conmigo.

—Eso suena a una declaración.

—Quiero decir… — no encontraba qué decir, caí en cuenta tarde. Me dejé llevar por la rabia de saber que está viviendo con otro, que no medí lo que estaba diciendo—, no es que seamos novios o algo así, pero al menos no estarás en las manos de ese tipo.

—¿Por qué tienes interés en arreglar la situación? ¿Qué le dirás a Valentina?

—Valentina y yo terminamos.

—¿Te dejó?

—No, yo la dejé.

—¿Tú?

—No quiero decir las razones, pero sí, la dejé.

—¿No era ella a quien amabas? ¿No me digas que la dejaste por haber tenido algo conmigo?

—No, no fue eso. Ella no sabe que tuvimos algo.

—Estabas muy enamorado de ella, ¿Qué fue lo que pasó? Dime que no tengo la culpa de eso.

—No la tienes, la tengo yo porque me sentía confundido.

—Si la dejaste por confusión, regresa con ella —Arianna me empujó—. Lo que pasó entre los dos, no significó nada. No dejes que te afecte.

—Tú no lo entiendes. Desde antes que eso pasara, ya yo estaba confundido.

—No dejes que una simple confusión te haga perder lo que tanto quieres. Arregla las cosas con ella y sé feliz. Llévatela lejos, yo puedo ayudarte a que vuelvan.

—No, yo no quiero volver con ella. Es cierto que estaba confundido al principio, pero me di cuenta de muchas cosas, y entre ellas, era que a quien quería conservar es a ti.

—No lo entiendo. ¿Por qué piensas eso? — me acerqué a ella nuevamente y la abracé—. ¿Qué haces?

No quería que viera mi rostro. Sabía que iba a sentirme avergonzado luego de decir lo que tenía en mente. La apreté fuertemente y cerré los ojos.

—Arianna, creo que me gustas— le susurré en el oído. 

—Eso no es cierto, no digas esas cosas de la nada— tartamudeó—. Estás confundido, eso es todo — me empujó y caminó a otra parte del cuarto y se quedó de espalda a mi.

—Hablo en serio, Arianna.

—Siempre has sido alguien inseguro, y estoy segura que ahora lo estás. Ya te conozco. Lo más probable crees que porque pasó eso entre los dos, tienes que hacerte responsable de mi y no es así.

—Eso no es cierto.

—Si lo es, solo estás haciendo esto para reemplazar a Valentina, no porque realmente te guste — su cuerpo se veía tembloroso.

—¿Estás bien, Arianna?

—Sí, te pido que no vuelvas a decir eso. Entiendo que estés confundido, pero no digas algo de ese tamaño solo por confusión. Hace días dabas todo por defender tu amor por Valentina, y ahora de la nada dices que yo te gusto. No se deja de querer a una persona de un día para otro.

—Esto no fue de hace un día para otro, Arianna.

—Lo fue. Ayer mismo dijiste que no sabías lo que querías, ni siquiera pudiste responder la pregunta que te hice cuando apareciste en mi boda. No juegues conmigo solo por olvidarla a ella— su voz se escuchaba extraña.

—¿Realmente estás bien? — traté de acercarme, pero ella se alejó.

—Viviste enamorado de ella por muchos años, no es posible que ya la hayas olvidado y yo te guste. Solo me estás utilizando para olvidarla, pero yo no quiero ser su reemplazo.

—Yo no te veo como eso.

—Sin darte cuenta, lo haces. Como te dije, no dejes que te afecte lo que pasó entre los dos. Fue algo que yo quise que sucediera, aún sabiendo que la amabas a ella— subió sus manos a la cara y luego se giró—. Con ella eres compatible, no conmigo.

—Lo que dije fue en serio, aunque no me creas. Es cierto que no sé con certeza lo que siento, quizá porque soy muy inseguro, como tú muy bien dijiste, pero lo único seguro es que algo siento por ti. Es cierto que la quería mucho y deseaba tener una vida con ella, pero las cosas cambiaron. No puedo mentirme a mi mismo. Es por eso que quiero que de alguna manera podamos arreglar nuestra mala relación y descubrir qué es lo que siento.

—Tu experimento va a causarme daño, ¿No te importa?

Muy el fondo lo sé y no quisiera causarle más daño, pero yo no quiero que se aleje de mi.

—Quiero tenerte cerca, eso va a ayudarnos a aclarar las cosas.

—Yo no tengo que aclarar nada. A diferencia de ti, yo sí tengo las cosas muy claras. Yo me tengo que ir. Nos vemos en una semana.

—No, no dejaré que te vayas. Lo permití mientras estabas en tu boda, pero ese error no lo cometeré dos veces.

—Tú no me puedes obligar a quedarme aquí contigo. Deja la ridiculez. Yo regresaré en una semana. Que te sirva para aclarar tus sentimientos hacia Valentina o hacia mí — trató de irse y la abracé por la espalda. Sentía que si la dejaba ir, me iba a terminar arrepintiendo. No quería sentirme otra vez solo, solo deseaba que se quedara.

—No vas a irte otra vez. Quédate conmigo por esta noche. Te juro que no voy a decir ni hacer nada que no quieras, pero quédate conmigo.

—Bruce…

—Sé que no estamos en buenos términos ahora, pero quiero que te quedes conmigo y me hagas compañía, no quiero que te vayas y me dejes solo otra vez. La soledad no es para nada divertida. Insúltame, trátame mal, haz lo que quieras conmigo, pero quédate—se quedó en silencio por unos instantes ante mi petición.

—Solo por esta noche — su voz se escuchaba entrecortada.

La solté y nos dirigimos a la cama. Nos quedamos en silencio y vi que se giró hacia el lado contrario mío. Ver su hombro y cuello al descubierto, no pude evitar acercarme. Quería oler su dulce perfume, sentir su suave y delicada piel, sentir la temperatura de su cuerpo. Es difícil tenerla tan cerca, y a la vez tan lejos. Estoy consciente que no es el momento de pensar en esto, pero no puedo evitarlo. Ese deseo se estaba desbordando, tanto que me estaba haciendo perder la razón. Quería creer que tenerla a mi lado iba a ser suficiente, pero no es así. Deseo su cuerpo, sus besos, sentirla. Estaba en ese trance donde solamente podía verla a ella. Recordar todo lo que hicimos en esta misma cama anoche, no me ayudaba a calmar ese deseo. No quiero que piense que solo la quiero para esto, eso es lo único que me frena de tocarla o besarla, pero no sé cuánto dure aguantándome. Sus caderas se veían tan anchas y ese pantalón ajustado hacía que resaltara su trasero. Quería golpearme a ver si despertaba de esos pensamientos depravados que estaba teniendo, que no ayudan en nada en este momento. Me quedé observando su pelo, tratando de calmar mi erección y fue cuando vi que su mano acarició su cuello. Me está provocando y ella ni cuenta se da. No pude contenerme más. Me acerqué a ella lo más que pude y puse mi mano alrededor de su cintura, acercando mi boca a su hombro y lo besé. Su cuerpo se estremeció y pude notarlo.

—¿Es eso el control remoto o es algo más? — preguntó, y reí.

—No lo sé, tócalo y tú dime.