Subí a mi oficina y me senté en la silla. Otra vez me dedicó esa maldita sonrisa fingida. Odio cuando hace eso y más porque no la entiendo. Le escribí un mensaje de texto, esperando que respondiera.
Mensajes de texto:
—Disculpa por lo que pasó hace un momento.
—¿Por qué te disculpas? No has hecho nada malo, Bruce.
—Aún así, siento que debo hacerlo.
—No lo hagas. Alégrate de que por fin diste un buen paso, virgencito. Ese beso fue como de película. Estás más cerca de mojar el Nugget, como dice tu amigo—reí al leer su mensaje.
—Eso no va a pasar nunca.
—¿Por qué?
Porque mi mente solo te registra a ti, bruja. Era un pensamiento que jamás podría decirle, y es mejor no decir una tontería como esa.
—Porque no es el momento.
—Ponte a trabajar y deja de estar testeando. Nos vemos el viernes.
—Sí, el viernes.
Viernes:
Arianna
—No quiero que le digas a nadie sobre esto, papá—le pedí.
—¿Por qué quieres ocultarlo, hija?
—Solo traería problemas.
—Todos van a enterarse tarde o temprano de que mañana te casas.
—Que no sea por nuestra boca.
—Esta bien, no diré nada sobre esto.
—Gracias, papá.
Bruce
Los días pasaron rápido, sin darme cuenta, había marcado en todos los calendarios el día de hoy. Supongo que al tener mala memoria, quise asegurarme de no olvidarme. Ella misma también me lo ha venido acordando. Me pregunto si es por la misma razón que yo. Por otra parte, Valentina y yo hemos estado peleados, hablamos de vez en cuando por teléfono, pero las cosas no son igual que antes. La molestia aún no se me quita, ella trata de hacer de cuenta que nada pasó. La quiero mucho, pero lo que hizo, no me gustó en lo más mínimo.
Estuve en la empresa todo el día y pendiente a la hora para no pasarme, quedamos en que la recogería a las 7. Me fui a mi apartamento a bañarme y estuve pendiente al teléfono.
Cuando dio la hora, fui a recoger a Arianna. Se veía totalmente distinta.
—Te ves muy distinta — desvié la mirada y sonreí.
—¿Distinta bien o distinta mal?
—Bien, muy bien.
—Te ves nervioso, ¿Te sucede algo?
—¿No van a estar tus amistades esperándonos allá?
—No, esta vez estaremos solos.
—Ya veo.
Llegamos al circo y no tuvimos que pagar las entradas; al parecer era de gratis. No sé cómo funcionan estos lugares, pues es la primera vez que vengo a uno. No soy muy fanático de los lugares donde hay tanta gente y no soporto mucho los ruidos.
—Ven por aquí — Arianna me agarró la mano haciéndome caminar a su paso. Me quedé mirándola sorprendido al ver que hizo eso.
Entramos a una carpa gigante, había mucha gente, y al parecer, estaba a punto de comenzar el espectáculo. Nos sentamos algo cerca, ella se veía muy energética. Se escucharon unas voces y salieron unas personas al medio del círculo. Al ver los animales que salieron junto a ellos, miré a Arianna. Se veía muy feliz al verlos, siempre ha sido muy amante a los animales. Hicieron un espectáculo en grande, pero no podía concentrarme en ellos, más bien me sentía más a gusto mirando las expresiones de Arianna. Parecía una niña dulce. Nunca había visto esas expresiones en ella antes. Su sonrisa se veía más sincera que las últimas que ha estado mostrando. Fueron varias horas dentro de ese lugar y se pasaron muy rápido; era como si el tiempo volara.
Salimos de ese lugar y caminamos por donde habían varias diversiones y máquinas para jugar.
—¿Te estás divirtiendo?— me preguntó.
—Sí, ¿Y tu?
—Sí.
Jugamos en varias máquinas. Logramos sacar varios peluches y dejé que se quedará con todos. Al final, ella siempre le han gustado mucho. Ella le daría más uso, de lo que le podría dar yo.
—¿Quieres comer algo?— le pregunté.
—Más bien tomar algo — sonrió, y caminamos a una de las mini tiendas y compramos algo de tomar. Ha estado en silencio y lucía pensativa.
—¿Te pasa algo?
—¿Podemos ir a mi apartamento? Me siento algo incómoda.
—Claro, yo te llevo.
La llevé a su apartamento y quiso que me bajara con ella.
—Quiero que hablemos en unos minutos, pero primero voy a bañarme— me dijo caminando al cuarto. Se veía seria, supongo que debe ser algo muy importante.
—De acuerdo.
El tiempo pasó más rápido de lo que creía, quería que durara un poco más. Supongo que al no estar acostumbrado a esto, por eso sucede. Minutos después, escuché la voz de Arianna.
—Ven, Bruce — me levanté del sofá y caminé a su cuarto. Al verla, estaba en medio de la habitación, solo vistiendo la toalla.
—¿Qué estás haciendo?— desvié la mirada pensando que se molestaría si me le quedo viendo.
—Voy ayudarte con tu problema, Bruce— se acercó a mí y sujetó mi mentón, haciéndome mirarla —. ¿No quieres?
—Es una broma, ¿Cierto?
—Si te digo que no, ¿Me harías el amor ahora o vas a rechazarme? — jamás podría rechazarla y menos cuando está así de cerca.
—Sin dudarlo te lo haría.
Sonrió ante mi respuesta y se quitó la toalla. Al ver su cuerpo desnudo, todo se descontroló dentro de mi. No sabía cuán hermosa podía lucir, hasta ahora. No dudé en llevarla a la cama y me subí sobre ella, contemplando su desnudo cuerpo debajo del mío. Esto era lo que necesitaba para sentirme completo. La besé sin pensarlo dos veces, sus labios eran muy suaves y jugar con su lengua era fascinante; estos besos eran lo que buscaba tan desesperadamente, los que extrañaba desde ese día.
No pude controlar las ganas de tocarla. Deseaba tocar su cuerpo, pues jamás pensé que la vería así. Sujeté ambos senos, y aunque no podía cubrirlos con mis manos, era increíble la suavidad y la sensación que se sentía. Daba suaves masajes en sus senos, era como si no pudiera tener suficiente de esto; es imposible que me canse de tocarla. Acerqué mi boca a su pezón izquierdo y al lamerlo, escuché un quejido de Arianna.
—¿Te lastimé? —Arianna soltó una risita burlona.
—¿Realmente crees que ese gemido fue por eso?
—No lo sé, tú dime.
—Eres tan lindo.
—¿Qué dijiste?
—Que eres muy inocente—desvió la mirada.
—¿Realmente me consideras lindo?
—¿Podrías callarte y continuar?
—Lo siento— es la primera vez que dice eso, es claro que me iba a sorprender.
Continué lamiendo y dando suaves chupones en sus pezones, se endurecían cada vez que lo hacía, y escuchar sus suaves gemidos me tenía muy caliente. No pensé que iba a escucharla así algún día; era como un sueño hecho realidad. Ya me la había comido varias veces en pensamientos, pero no pensé que sería mucho mejor escucharla, que imaginarla. Arianna me hizo detenerme y me ayudó a quitar la camisa, no pude esperar más para quitarme el pantalón de paso. Se sentía muy ajustado tenerlo puesto mientras tenía esa erección. Ella es la primera que me ve desnuda, creí que se burlaría de mi delgado cuerpo, pero no. De hecho, se veía concentrada mirándome. Sus suaves manos acariciaron mi torso y un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo; ella se dio cuenta y sonrió. Se trató de levantar y agarré su mano.
—¿A dónde vas? — creí que planeaba dejarme alborotado.
—Hacerte sentir mejor — lamió sus labios y sonrió.
—Yo no puedo esperar más, Arianna. Quiero estar dentro de ti. Recuéstate.
—De acuerdo — ella se recostó y abrió sus piernas para mí.
Al verla con sus piernas abiertas, tragué saliva. Podía verla clara y completamente desde ese ángulo. Se podía ver muy húmeda. Me provocó demasiado verla así. Sentí un hormigueo en la punta de mi pene y traté de calmarme, creí que me vendría solo de verla.
—¿Estás bien?— creo que Arianna se dio cuenta y por eso preguntó.
Me acerqué a su vagina, quería verla más de cerca y apreciar esos fluidos que estaban saliendo de ella. Me pregunto si es por mi o es normal que esté así. Llevé mi dedo a tocarla, y al hacerlo, su cuerpo se estremeció. Toqué su humedad y llevé mi dedo a mi boca; tenía un sabor muy delicioso y adictivo. Quería probar más, así que acerqué mi boca y la lamí, ella estaba jadeante y me percaté de sus piernas temblorosas; eso me hizo sentir más caliente de lo que ya estaba. Con mis dedos abrí esos suaves labios y lamí alrededor. Entre más lamía, más húmeda se veía. Es mucho más de lo que puedo soportar, ya quería estar dentro de ella. Me detuve y me subí sobre ella, acomodándome entre sus piernas. Sujeté mi erección y la acerqué a su vagina. Ella bajó su mano y lo agarró, colocándolo así en la entrada de su vagina.
—¿Estás seguro de querer perderla conmigo? Siempre dijiste que querías hacerlo con alguien que quisieras mucho.
—¿Crees que ahora que hemos llegado hasta aquí, voy a detenerme? Te equivocas.
—Pensé que dirías eso.
Forcé mi entrada en ella y ambos nos quejamos a la vez, tuve que quedarme quieto, no lo había entrado completo, pero se sentía tan ajustado y húmedo a la vez, que dolió un poco. Sentía que si me movía, iba a terminar corriéndome. Ese hormigueo estaba en la punta otra vez. Sería una vergüenza que me corra sin haberla penetrado completamente. Permanecí un tiempo sin moverme y cuando sentí que ese hormigueo se había calmado, traté de meterlo más. Su interior se sentía muy caliente, húmedo y ajustado; era como si me estuviera tragando, y pensar en ese hecho, me excitó más. Su expresión lucía como si estuviera adolorida y me preocupé.
—¿Te sientes bien?
—Sí, puedes moverte más ahora — puso sus manos alrededor de mi cuello y sonrió.
Me moví lentamente y se sentía muy rico. La humedad estaba haciendo que entrara con más facilidad; era como si cada vez que entraba en ella, su interior se ajustara a mi. Quería sentir y escuchar de ella mucho más. Traté de hacerlo más rápido y sus gemidos comenzaron a ser más fuertes y constantes. Bajó sus manos de mi cuello a mi espalda y se aferró a ella; sus uñas suavemente se clavaron ahí, y ver esa expresión de que lo estaba disfrutando, me hacía querer más de ella. Quería apreciar cada expresión que hacía, de alguna forma me gustaba mirarla.
—Oficialmente ya no eres virgen — susurró en mi oído.
—Se siente tan bien estar dentro de ti — musité jadeante. Ella desvió la mirada algo avergonzada y reí.
Acerqué mi boca a su cuello y lo besé. Recordé lo que había ocurrido aquel día en la barra, quería volverlo hacer porque me gustó mucho lo que sentí ese día.
Me detuve y la miré, nuestras miradas se cruzaron como hace mucho no sucedía. Sentía esas ganas de acariciar su mejilla y lo hice, me dejé llevar por las ganas y el deseo, que terminé besándola. Los besos fueron más apasionados que los otros. Un calor incontrolable nos arropaba, tanto por dentro como por fuera.
Ella puso sus piernas alrededor de mi y un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo; era como si estuviera llegando a su límite. Se sentía tan bien, que quería permanecer así de profundo en ella. Sentí ese hormigueo más fuerte en la punta y por más que quería evitar correrme, no podía dejar de moverme. Se sentía tan bien que quería continuar, pero ocurrió lo inevitable; eran muchas las sensaciones juntas, esos besos tan intensos, sus uñas en mi espalda, sus piernas aferradas a mi, sin intención de dejarme ir o incluso, sus fuertes gemidos al sentirme dentro de ella, todo eso culminó con todo lo que había estado reteniendo. No tuve tiempo de salir de ella, y aunque lo hubiera querido hacer, cosa que no quería, ella no iba a permitirlo; terminé en los más profundo de ella. Nuestros cuerpos estaban temblando y nuestros jadeos eran incontrolables; era como si no dejara de salir. Jamás había sentido algo tan excitante en mi vida. Correrme jamás había sido tan excitante como ahora. Ambos nos miramos y sonreímos. Es la primera vez que siento que de alguna forma, nos entendemos sin siquiera hablar.
Nos quedamos así por unos instantes, ambos desviamos la mirada al caer en cuenta que nos estuvimos mirando por ese tiempo. No entiendo cómo luego de esto, aún sentimos vergüenza.
Ella quitó sus piernas de alrededor de mi y me acosté a su lado. El ambiente se siente algo extraño ahora. Estuvimos en silencio unos instantes, hasta que ella se giró hacia mí. Pensé que sería para burlarse o algo, pero no. Me cubrió con parte de su sábana y puso su mano en mi pecho.
—Te vas a resfriar— sonrió, y cerró sus ojos.
Al verla con los ojos cerrados y con intención de dormir, me giré hacia ella.
—Podemos usarla los dos — la cubrí con la otra parte de la sábana y ella aún con los ojos cerrados, sonrió.
¿No se supone que luego de esto, allá algún acercamiento? No sé, creo que en el fondo esperaba algo más; aunque no estaba seguro de que podía ser. Sin darme cuenta, me acerqué más a ella y tenía la intención de acariciar su mejilla, mi mano estaba a centímetros de su rostro, pero no me atreví. Me quedé observándola por un tiempo y luego no sé en qué momento me quedé dormido.
A la mañana siguiente:
Al despertar, ella no estaba en la cama, miré alrededor, pero no había rastros de ella. Me levanté, y fue cuando vi una nota encima de la mesa de noche y junto a ella, las llaves de su apartamento.
"Gracias por lo de anoche. Me divertí mucho"
¿Eso qué demonios significa? ¿Realmente se fue sin decirme nada más? Me sentía molesto, creo que más bien utilizado.
Me levanté de la cama, y al salir del cuarto, vi en la cocina que dejó el café preparado en la cafetera. Me acerqué y me di cuenta que aún estaba caliente; significa que no hace mucho se fue, pero ¿para dónde? Busqué mi teléfono y la llamé, pero no respondió.
Terminé de preparar el café y lo serví en una taza, y así mismo me lo llevé. Fui a mi apartamento y me di un buen baño, no podía dejar de pensar en lo de anoche. Fui a su empresa, pensando que quizás estaba ahí, pero me encontré con la secretaria.
—Ella no está y no vendrá por unas semanas.
—¿Cómo que no vendrá? — pregunté preocupado.
—No, estará fuera de aquí en la luna de miel con su esposo.
—¿De qué estás hablando?
—¿No lo sabía, Sr. Bruce? La Srta. Arianna se está casando hoy con su prometido.
—¿Dónde mierdas está?
—No sé si deba decirle.
—Tienes que decirme y es ya.
—No sé si pueda dar esa información.
—Vas a tener que dármela o aquí mismo haré un escándalo y haré que la despidan.
—Debe estar con su abogado, el Sr. Philip, ahí es donde se iba a casar.
—¡Maldita descarada!— salí como alma que lleva el diablo.
¿Así que solo quiso burlarse de mí, para así hoy casarse? ¡Esto no se va a quedar así!
Tuve que ir de inmediato. Estaba tan molesto de que me haya utilizado así y ahora que se vaya a casar con ese tipo. ¿Cómo se atreve a jugar conmigo así? Me usa y luego me tira. Llegué donde el abogado y vi varios autos afuera, fui directo donde la asistente.
—¿Dónde están realizando la boda de Arianna y Omar?
—Ellos ya se casaron, pero aún están compartiendo con sus familiares.
—Llévame a dónde están ahora.
—Sí, señor.
Me llevó donde estaban todos. Ahí vi a Arianna agarrada de mano con Omar. Estaba tan molesto que no pensé dos veces para acercarme a ella.
—¿Me vas a decir que demonios es esto, Arianna? — ella se quedó sorprendida al verme.
—¿Qué haces aquí, Bruce?
—Eso no viene al caso. ¿Me vas a decir cómo te atreviste a jugar conmigo?
—Bruce, tienes que irte de aquí — me pidió.
—¿Irme de aquí? Fíjate que no lo haré. ¿Luego de que juegas conmigo, ahora vienes a casarte? ¿Para eso hiciste todo eso anoche?
—No sé de qué hablas, Bruce — desvió la mirada.
—¿No sabes de lo que hablo? ¿Ahora te harás la loca?
—Cuidado como le hablas a mí esposa, Bruce. Tú no tienes nada que hacer aquí — añadió Omar.
Escuchar eso me molestó más de lo que estaba. Tiré los papeles que estaban en la mesa al suelo, no encontraba qué decir para evitarlo, dije lo primero que se me pasó por la mente.
—¿Esposa? Está boda es una farsa, ni siquiera se ha divorciado de mi— todo el mundo se quedó mirándome, pero no me importó.
—¿Qué demonios estás diciendo, Bruce? Tú y yo nos divorciamos hace tiempo.
—No, Arianna. Tú falsificaste ese documento con mi firma. Tú muy bien lo sabes.
—¿Cómo es posible que digas esa tontería de mi hija? No tienes ninguna derecho de estar aquí— Peter se paró frente a mi.
—Lo tengo. Ella sigue casada conmigo, así que esta boda no es válida; no, hasta que no se resuelva ese problemita.
—Esto es ilógico. ¿Ya no sabes qué más inventar? — me gritó Arianna.
—Podemos confirmarlo con el abogado si quieres. ¿Sabes lo que significa falsificar un documento tan importante como ese, Arianna? Yo no estaba dispuesto a divorciarme ese día y fuiste tú quien lo firmó por mí para salir del paso. Te advertí que habías falsificado la firma, y aún así no te importó.
—No te permito que le hables así de mi hija. No me hagas olvidarme de todo lo que he hecho por ti y por tu padre, muchacho — añadió Peter.
—Ya, no vale la pena— Arianna me miró—. No sé porque vienes hacer este drama ahora. Nunca quisiste casarte conmigo en primer lugar, y el divorcio me lo pediste en varias ocasiones, porque querías irte a los brazos de tu amada Valentina. Con ella era que te querías casar, no conmigo. ¿Por qué estás tan desesperado para acabar con mi matrimonio, Bruce? ¿Alejarte de mí no era lo que querías? No me soportabas, y deseabas casarte con ella tan pronto te divorciaras de mi. ¿Tu libertad no era lo que pedías a gritos? Ahí la tienes, disfrútala, pero no te metas en mis asuntos ahora. Tú y yo no somos compatibles, tú mismo lo dijiste. ¿Ahora qué quieres de mí?
Ni yo mismo sé qué hago aquí o porqué me siento tan molesto con lo que está pasando. Al final, ella tiene razón. Quería divorciarme desde un principio, y ahora no se porqué siento que no debí hacerlo.
—Dime por qué haces todo esto, y quizá pueda entenderte.
—No lo sé, Arianna.
—No puedes responderme eso, ¿Cierto? Entonces no tienes nada que hacer aquí. Vete, por favor.
—Solo quisiste jugar conmigo, ¿No es así? Quisiste vengarte anoche por todo lo pasó entre nosotros.
—Si así lo quieres ver, pues sí, eso fue lo que hice.
—¿Qué pasó anoche entre ustedes? — preguntó Omar.
—Nada que te importe— respondí.
—Ya vete, Bruce — me pidió Arianna.
—No significó nada para ti, ¿verdad?— le pregunté.
Quería escuchar su respuesta, y más luego de este dolor que sentía en el pecho. No sé qué me pasa con ella, pero no me gusta este sentimiento. Sé que yo estoy sobrando aquí, pero no quería que las cosas terminaran así.
—¿Por qué debería significar algo para mí? Fue algo que no debió ocurrir, pero sucedió. Te ayudé para que no tuvieras más el mismo problema, solo eso.
—Me ha quedado muy claro. Que les vaya bien.
—Igual a ti con Valentina, ella si es compatible contigo.
Ellos salieron de ahí juntos y me quedé en silencio por unos instantes. Sentía un dolor en el pecho y un nudo en mi garganta, quería creer que era por la rabia.
Peter se acercó a mí y señaló a la puerta.
—Vete de aquí, Bruce. No te acerques más a mi hija. Él sí podrá darle lo que tú por estúpido no le diste. La despreciaste por esa tal Valentina. No mereces a mi hija. Es una lastima que se haya enamorado de alguien como tú. Teniendo tantas oportunidades y mejores, le dio con enamorarse del peor de todos.
—¿De qué está hablando?
—¿Te harás el imbécil? Mi hija ha estado enamorada de ti desde que era una niña. He sido el único que ha presenciado cómo la has ido lastimando todo este tiempo. Eres un maldito cobarde. Lárgate de aquí.
¿Arianna enamorada de mi?
Claro, ahora entiendo. Todas sus palabras, en especial esas sonrisas fingidas, cruzaron por mi cabeza en un milésimo segundo y salí corriendo a buscarla, necesitaba que me lo dijera ella misma, pero al salir ya se había ido.
—¿A dónde es que van? — le pregunté a Peter cuando salió a buscarme.
—No te voy a decir. No vas a seguir lastimando a mi hija, muchacho. Ya fue suficiente. Sólo eres un inmaduro e idiota, que no supo valorar lo que tenía. Este es tu castigo ahora, Bruce. Espero no vuelvas a lastimarla o no respondo. Querías casarte con esa otra mujer, es el momento de que la busques y hagas tu vida. Con mi hija no te quiero volver a ver, ¿Te ha quedado claro?
Por más que le rogué al Sr. Peter no quiso decirme. Le pregunté a algunas personas que aún quedaban en el lugar, pero ninguna me supo decir. Al parecer, solo ellos y Peter lo saben. No pude convencerlo de que me dijera. La había llamado y enviado mensajes, pero no respondía. Me sentía algo desesperado e inquieto. Fui un completo idiota. Ella y todos tenían razón. Me di cuenta muy tarde.
Esa culpa y ese dolor me estaba consumiendo por dentro. Tenía ganas de verla otra vez y que me respondiera eso, quería saber porqué me ocultó esto, tenía tantas cosas en la cabeza que la sentía a punto de explotar.