Desperté al sentir afiladas gotas de agua cayendo en mi rostro. ¿Lluvia? Me dije a mi mismo al enfocar mi visión.
- Con que este sigue vivo- Dijo una ronca y gastada voz.
A unos cuantos metros, un anciano con una cicatriz rasgando su ojo, cargaba y amontonaba una pila de cuerpos. Portaba unos obscuros harapos y una prominente barba gris que dejaba ver el lento paso del tiempo.
- Parece que tu día de suerte te acompaña con el paso de las corrientes, joven. – dijo mientras miraba hacia el techo de donde las gotas caían.
Pilas de cuerpos, montes de ellos, como montículos esparciéndose por esta planicie rocosa. Este sitió lo rodeaba un aire aún más espeso, sin hablar del podrido hedor de la muerte, provocando que mis piernas temblaran.
- Eso debería ser todo por hoy. – dijo a la vez que cargaba un cuerpo de su carreta y lo tiraba en el montículo a mi costado.
- ¿en dónde me encuentro?
- ¿Qué tanto dices? ¿Acaso has visto otro lugar donde en vez de pilas de hermosas mujeres encuentras pilas de muertos? No lo creo, hasta yo desearía que fuera así. - dijo mientras se quedaba pensativo, sonriéndose a sí mismo.
- De todos modos- espabiló- debes irte de aquí. Como debes saber, la pila de los muertos no es lugar para dar una caminata romántica. Los de piel de penumbra pasan por aquí justamente con la esperanza de encontrar a sobrevivientes como tú. Si te encuentran, bueno, digamos que formaras parte del club como aquí Kevin mi querido amigo de charla- dijo mientras le picaba con su pala a un cuerpo.
- ¿Piel de penumbra?
- Bueno, espero no nos volvamos a ver, y si lo hacemos, no te atrevas a saludarme como costumbran los que logran salir de aquí- dijo mientras agarraba su carreta y se perdía en las montañas de cuerpos.
Sin realmente saber a lo que se refería el anciano, decidí seguir su consejo y descender por el desfiladero. Las chozas de madera y barro empezaron a surgir paulatinamente creando estos angostos y ocultos rincones.
- ¡Ayuda!
Dentro de las sombras, observé por unos segundos el aterrado rostro de una hermosa mujer, y poco después, sus ojos vacíos de vida llenos de sangre. A su lado se formó una densa y negra figura, esta volteó su cabeza hacia mí y reveló su rosto cubierto por una máscara blanca hecha de hueso. Al verme, dejo caer su mandíbula permitiendo salir el vapor y la espesa saliva que caía de sus afilados dientes.
- No, no otra vez...
La figura se alzó y empezó acercarse a la luz; media al menos unos dos metros, llevaba una larga túnica obscura y un bastón negro sostenido por una de sus largas extremidades mostrando la piel del color de la más densa penumbra. Como un gran árbol, se detuvo enfrente de mi sin decir ninguna palabra, clavándome esos ojos que parecían envolverlo todo en sombras.
Sentí un vapor ardiente recorriendo mi cuerpo, y antes de poder notarlo me hallaba corriendo a la dirección opuesta. Corrí y corrí, pasando por los diferentes pasillos y calles de este pueblo. Guiándome tan solo con la luz de las vetas del otro extremo de la ciudad; que parecían cada vez más lejanas a la vez que las estructuras de madera y piedra lo dejaban todo a obscuras. De repente, como abriendo una gran cortina, la luz de las vetas lleno el ambiente al salir de los pasillos.
Me encontré arriba de uno de los puentes de madera que conectaban los bordes del río que había visto con Aurora. La luz anaranjada carmesí de las vetas penetraba brillantemente, y tan solo escuchaba la corriente del río y mi agitada respiración recuperándose poco a poco.
- ¡Quien este Skuldur!
Una banda de niños me rodeaba por los dos lados del puente, la mayoría de sus cuerpos se hallaban arañados y cubiertos de armas. El más grande de todos tendría alrededor de 14 años y una vez que se acercó a mí me golpeó con el palo de madera en su mano.
- Esto no es personal amigo, pero debemos darle a la piel de penumbra un sacrificio, si no lo hacemos vendrán a devorar a todo el pueblo. Nos ayudaras, ¿verdad? - dijo mientras pisaba mi cabeza con su pie.
- Por-por favor…déjenme.
- No me hables con palabras extrañas. "Por- fagor", ¿O que fue lo que dijiste?
- Seguro de que fue un insulto- dijo otro.
- ¡Miren todos, su marca es de color blanco! ¿Me pregunto si los piel de penumbra les gustara? !Mátenlo antes de que se enfríe!
...
Era invierno, los faroles colgantes en los árboles a los lados del hermoso camino, iluminaban como enormes luciérnagas la oscuridad del basto cielo nocturno. Nos encontrábamos dentro del Festival de luces, las voces emocionadas de niños, jóvenes y adultos se escuchaban a los lejos, y miles de parejas compartían su amor al caminar por el camino del parque.
- Esto es hermoso ¿no crees, Altair? – dijo acercándose lo más que pudo a mí y pintando esa enorme y blanca sonrisa que contrastaba con su largo pelo azabache y ojos celestes.
- Si-si lo es.
- ¿Porque lo dices con esa cara? ¿En dónde estás? ¿Sigues pensando en las pruebas?
- Si paso, podré empezar mi entrenamiento oficial para convertirme en caballero. Mi hermano lo paso a la primera, incluso lo hizo mejor que cualquier otro.
- Estas de nuevo con eso, comparándote con tu hermano. – dijo antes de agarrar con sus cálidas manos mi frío rostro. - Se que lo harás bien. Además, no puedes desilusionar a Amadeus, está estudiando duro para convertirse en el maestro de dispositivos y apoyarte.
- Tienes razón …Lo prometo, no me rendiré. – dije sonriendo lo más que pude.
- Me agrada eso…
- ¡Delilah, Altair! ¡Se van a perder el show! – dijo Porter a lo lejos.
- ¡Vamos, yo te llevo! – dijo Delilah agarrando mi mano y guiándome hacia las luces.
...
Abrí mis ojos. Tensé mis músculos en enorme colera, y mi marca empezó a arder tanto que pensé que iba a derretir mi muñeca.
En un instante escuche el sonido violento de carne siendo destripada. Los que estaban enfrente de mi empezaron a correr, pero incluso antes de que pudieran salir por el otro lado del puente, la criatura en un parpadeo los alcanzó y los agarró de la cabeza, aplastando uno contra el piso y al otro mordiendo brutalmente su cuello.
Nuevamente de espaldas, giró su cabeza hacia mí y me mostró esos afilados dientes. Olor a azufre y sal envolvían el ambiente, las manos me temblaban y mi mente se encontraba perdida en los terroríficos pensamientos que me atormentaban al observar la larga y tenebrosa criatura delante de mío. Después de unos segundos, se ergio de nuevo y volvió a acercarse a mí, deteniéndose intimidantemente delante de mí.
- Ulbantralgh, uldrum Dime, pequeño conejo, ¿Qué haces brincando por estas negras praderas? – dijo con esa palpitante y roca voz que vibraba bruscamente en mis oídos.
- Yo-yo…- dije ahogadamente mientras mis pupilas temblaban y miraban la altura de lo que apenas podría llamarse una persona.
La criatura se abalanzo hacia mí y me alzó con sus garras, abrió su boca y la acerco hacia mi cuello.
- ¡Pero que! ¡Porque hueles a esa bruja! ¡Porque hueles a mi querida Lilith! - dijo a la vez que me azotó en el barandal del puente y dejo mi cabeza en el borde- ¡Quien demonios eres!
- ¡Responde! – dijo tosiendo en mi cara, y calvando violentamente sus ojos en los míos.
Repentinamente soltó mi cuello dejándome caer y acercó su mano a la máscara de hueso que parecía fundida en su rostro. Alcanzó una especie de mecanismo que al rotarlo con dificultad cerraba poco a poco su máscara, y después de unas cuantas rotaciones, sello por completo su mandíbula. Me miró por otros segundos y finalmente se retiró dándome las espaldas, perdiéndose en los callejones del pueblo.
Sin poder mover un solo musculo la calma envolvió el sonido del río y permanecí en el piso unos segundos contemplando la vista a la ciudad. Pensando hacía donde me llevarían estos ríos de sangre.