Las oscuras garras volvieron desde sus escondidos recónditos. Abrí la puerta y dentro de la habitación se encontraba una de esas delgadas y casi esqueléticas figuras, con esos ademanes que parecían controlados por hilos invisibles. Se hallaba sobre Nube y estrangulaba su cuello.
Nube extendió su brazo y me miró con los mismos ojos llorosos que los de Delilah. Las paredes temblaron como si una estampida de caballos se acercara, y la lanza del hombre de las vendas oscuras a través mi mano y la clavó a la pared. Intenté moverme, pero era inútil, las garras de las sombras salieron de la pared y me sujetaron fuertemente a la pared.
- ¡Nube! – grité lo más que pude antes de que una de las garras clavara sus afiladas garras en mi cuello.
Mi visión se envolvía en sombras, mientras al fondo se diluían los bruscos movimientos y gritos de Nube. Cuanto resistiría, que debía hacer, las posibilidades eran nulas ante este caos que había asomado su cabeza de la tierra como un muerto viviente.
Nube dejó de moverse y los gritos cedieron. En un parpadeo, la criatura apareció enfrente de mí y me miró con esos ojos blancos como los del anciano. Antes de que sus huesudos dedos me alcanzaran, una de las sirvientas enmascaradas corrió ágilmente y cortó limpiamente su cabeza en un solo corte de su ornamentada daga. El cuerpo de la criatura cayó al suelo en rodillas y se marchito como lo haría una flor sin agua.
- Vaya, pero que vista. – dijo Selene que se hallaba en el marco de la puerta junto a la líder de las sirvientas– Isabella, encárgate de la chica.
La sirvienta corrió diligentemente a la cama y despues de checar los signos vitales de Nube, inmediatamente prosiguió a presionar su pecho con ambas manos. Mientras pasaba todo esto, las sombras habían desaparecido, pero temblaba en el piso sin poder quitar la vista del cuerpo de Nube.
- Parece ser uno de esas horrendos juguetes del viejo. – dijo Selene haciendo una mueca con su boca- ¡Isabella! Encárgate de enviar un equipo de sirvientas para investigar porque estas desagradables criaturas dejaron la mansión de ese asqueroso anciano. Mientras tanto, Laliba encárgate del chico aquí.
La sirvienta me levantó y mientras lo hacía, Nube despertó súbitamente como de una pesadilla. Inmediatamente me acerqué a ella, pero al intentar tocarla, ella me apartó violentamente. - ¡Aléjate de mí! - gritó en colera.
- No fue mi intención simplemente no pude –
- ¡Cállate de una vez! Eres un estúpido si piensas que confiaría en ti–
- No, yo solo…
Mire al vacío sin saber cómo responder, y la sirvienta me jaló el brazo sacándome de la habitación, cerrando sus puertas nuevamente.
- Así está mejor – dijo la sirvienta con su suave y serena voz mientras me metía al agua caliente.
El agua en la gigante bañera se agitó generando ligeras ondas a la vez que la sirvienta entraba en ella con una toalla cubriendo su torso. Mantuvo su máscara de la cual se desplegaba un hermoso cabello dorado pálido. Al sentarse a mi lado y acercándose lo más que pudo, puso sus manos en mis hombros.
- ¡Suéltame! - aparté sus manos. –¡No te me acerques maldito monstruo! – dije mientras todo mi cuerpo temblaba.
- Parece que no tengo opción – dijo la sirvienta al quitarse la máscara.
Detrás de la máscara se encontraba una joven de delicadas facciones con una gentil sonrisa y ojos esmeralda que contrastaban con su hermoso cabello rubio pálido. - ¿Lo ves? No soy ningún monstruo. – colocó sus brazos alrededor mío y me abrazó- aquí estas a salvo, todo va a estar bien.
Escuchaba su palpitación, pulsos constantes y cálidos. Me arrollaban y me calmaban lentamente. Todo alrededor se desvaneció, y unas gentiles lagrimas escurrieron a través de mi rostro. No pude evitar recordar que Delilah como mi madre, me acariciaba la frente y sus palabras me brindaban la calidez que nadie más podía.
Me encontraba en una enrome habitación de mármol y hermosas columnas. La gigantesca y elegante bañera me abrazaba con sus cálidas aguas. La sirvienta, con solo una toalla para cubrirse, recargaba mi cabeza contra su pecho.
- Parece que ya estas mejor.
Sin saber cómo reaccionar, retome mi visión hacia la habitación y ella continúo acariciando mi cabeza. ¿Qué se supone que haga? ¿Simplemente dejo que continúe acariciándome?
- Perdón, ¿quién eres?
- Soy Laliba– dijo sonriendo, apartando mi cabeza gentilmente y levantándose para salir de la bañera.
Escuche a mis espaldas el sonido de ella secándose y vistiéndose nuevamente. – ¿Desea que le ayude a vestirse?
Mi cara ardió y descubrí que todo este tiempo había estado desnudo en la bañera - ¡No! E-Estoy bien, gracias.
- De acuerdo, esperare afuera. – dijo antes de otorgarme una sonrisa.
Trate de no pensar en lo que había pasado.
Al salir me encontré con Laliba junto a otras dos sirvientas, una de ellas cargaba cuidadosamente una máscara de madera obscura cuyo detallado encorvado le daba esta semejanza a la cara de la muerte. – ¿Sucede algo malo?
- La cara con la que nacemos muere y una nueva emerge– dijeron en unísono antes de que las dos sirvientas me restringieran el movimiento y apretaran contra mi boca una tela que al olerla me mareo y provocó que mi cuerpo se desplomara. El rostro de Laliba sonreía tétricamente antes de ser cubierta nuevamente por su máscara.
El tacto gélido de la pared a mi espalda y de las esposas que me encadenaban a ella fueron lo primero que sentí al despertar. Mi rostro estaba cubierto en su totalidad, a excepción de los pequeños agujeros rectangulares por donde mis ojos podrían ver- ¿Qué es esto? -. A pesar de abrir mis ojos en su totalidad, tan solo podía distinguir que me encontraba en una especie de celda de madera y la obscuridad era iluminada por una lejana antorcha.
- ¿No lo reconoces? ¡Contempla a la máscara de la muerte! – la sirvienta de pelos dorados pálidos y ojos esmeralda exclamó extasiada.
- ¿Qué esta pasando? ¿Por qué estoy encadenado?
- Debes comprender que es necesario. El ritual del árbol de las incontables caras puede llegar a ser muy intenso. Así que las cadenas prohíben que escapes. Aunque, no entiendo … ¡Quien quisiera escapar de este amor tan puro!
La Sirvienta arremetió con su látigo hacía mi torso y creo una larga línea roja en mi torso. El ardor se esparció por todo mi cuerpo, inyectándolo de adrenalina y haciéndome gritar con todo mi aliento.
- Me preguntó si lograras sobrevivir o morirás como muchos otros.
- ¿Por qué me haces esto?
- Pero sí que eres tonto. Ya veo porque esa niña te llamó estúpido. Aunque te lo gritaran en la cara no te darías cuanta. Todo fue un acto.
- ¿De qué estás hablando?
- Oh vamos, Nuestro clan por los miles de años que ha vivido ha evolucionado para convertirnos en los mejores para ocultarnos entre las luces. Como con el olfato y agudeza de los sentidos de los perros, que pueden distinguir a personas desde varios kilómetros, nosotros podemos ver a través de las personas y saber sus verdaderas intenciones. Con esta habilidad hemos sido capaces de sobrevivir generación tras generación, pero ahora se ha convertido en más que solo una habilidad. Se ha convertido en el placer de nuestra vida y único objetivo. – dijo antes de azotarme múltiples veces.
- Por favor, para…
- Que patético. Eres como ese chico, a pesar de que mi señora esperaba mucho de él por ser del clan conocido por tener cuerpos inquebrantables, termino suplicando que paráramos despues de 12 horas continuas con mi querida señora Selene. ¿Cuál era su nombre? Ah sí… Rugnar. Debes poder verlo, esta justamente enfrente de tu celda.
La sirviente se aparto del camino, y note más halla, en la celda frente a la mía, el cuerpo de Rugnar. Colgando con incontables heridas de lo que parecieran distintos tipos de armas y objetos; su cuerpo repleto de sangre y las uñas tanto de sus pies y manos, negras escurriendo en sangre. Esta imagen de terror solo era contrastada con lo único que no había sido destruido, la mascara del Tigre albino.
- ¿Como alguien puede hacer esto? - dije mientras pensaba en el esclavo siendo golpeado brutalmente. - Nube, ¿Dónde está Nube? ¿Qué hicieron con ella?
- En cuanto a tu querida damisela, en un principio íbamos a hacer lo mismo con ella; pero tras la aparición de los invitados de Enthin, decidíamos darle un mejor uso. Ella es del clan de la mantis orquídea. Tras generaciones, su particular olor les ha sido útil para disuadir a sus enemigos y atraerlos a su muerte. Especialmente ella, parece ser de un tipo raro que es capaz de atraer a todo tipo de personas. Debe ser una de las razones por la que la atacaron mientras dormía, si hacemos buen uso, debemos ser capaces de atraer a todos a un solo punto y eliminarlos en un solo esfuerzo. El baño de sangre será algo que contemplar con goce.
- ¿mantis orquídea?
- Oye, no me digas que no sabías eso sobre ella. Entonces aprovechó para decirte otro secreto, estoy seguro de que en algún momento notaste que hubo un cambio repentino en su conducta. Posiblemente después de haberse roto la pierna.
-- Estoy segura de que al ver que eras su única manera de salir con vida tuvo que convertirse en la persona que tu querías. Los del clan mantis orquídea compiten con nosotros en lo que actuar concierne, no es extraño que actualmente hayan florecido como una potencia en el negocio de la prostitución.
-- Eso lleva a mi segundo punto, y el que casi me hizo romper mi actuación y explotar en carcajadas cuando los vi. Ambos se estaban usando. La única razón y explicación de porque decidiste ayudarla a pesar de ser alguien de otro clan fue para asegurar tu propia supervivencia. ¿Crees que nosotros caeríamos con tu pequeño cuento de que eres inofensivo por tu marca blanca? Despues de todo esa es la estrategia que nosotros lo "débiles" de la cueva hemos utilizado desde la época de los días de caos.
- ¡No eso no es verdad! – dije mientras la máscara de desgracia se pintaba por todo mi rostro.
- ¡Oh, pero si que es verdad! ¡Y yo seré quien te lo muestre!
Las paredes de la mansión se envolvieron una vez más en los desgarradores gritos de la muerte, pero esta vez provenían no de los recónditos de la oscuridad, sino dentro de mí.