Poco a poco sentí como el control volvió a mis piernas. El miedo y la incertidumbre debido a la oscuridad desaparecieron, permitiéndome caminar con seguridad. El camino poco a poco fue remplazado por las paredes y piso de roca.
- Va a estar bien, no te preocupes. – dijo Nube sonriéndome.
Di unos pequeños pasos al frente sintiendo con mis pies el camino enfrente. Mis ojos trataban de ver más allá ya que parecía haber una especie de fuente de luz al final; sin embargo, antes de que siquiera lo procesara, una risa asalto desde mi espalda. Se encontraba detrás de nosotros con una sonrisa fijada en su rostro, como si la jalaran con delgados y afilados hilos, y poco después la puerta se cerró bruscamente. Sonido de múltiples pisadas nos rodearon, estos seres se arrastraban en el suelo y se acercaban a mí. Corrí inmediatamente en línea recta al mismo tiempo que unas telas colgantes bloqueaban el camino.
En un suspiro, la luz se abrió en una última cortina y Nube y yo fuimos a dar al suelo. No tuvimos tiempo para retomar aliento y pensar en ello, ya que nuestros pensamientos se vieron interrumpidos. Los faro se esparcían por todo el lugar, compensando la falta de luz en el oscuro techo que rodeaba esta nueva caverna. las personas iban de un lado a otro bailando, cantando, bebiendo y festejando. El ambiente de este pueblo se centraba en este último espíritu al sonido de los instrumentos.
Nube y yo observamos desde un pequeño callejón que daba a la plaza mayor de este lugar. En el centro se alzaba un gigantesco roble. Este cargaba en sus numerosas y largas ramas unas máscaras de madera. Desde animales, insectos, monstruos y otros cuya forma o significado no eran tan claros. Una refinada mujer se alzaba en la plataforma frente a este árbol, con un vestido rojo de hermosas decoraciones y parecía deleitarse con la música a la vez que baila con estos energéticos y vividos movimientos acentuando su delineada figura. Su rostro parecía esconderse con una de estas máscaras de gala de madera que representaba a un zorro blanco.
- En vez de atontarte viendo a esa señora deberías concentrarte en pensar cómo salir de aquí. – la cara de Nube me asaltó con una expresión juguetona.
- S-si, creo que sería lo mejor.
- Lo primero de lo que debemos encargarnos es de mi pierna, no creo que nuestras probabilidades sean buenas si permanecemos de esta manera. No sabemos si habrán otros edecanes.
- Tienes razón- dije tratando de no mostrar que me había herido.
- Bueno, pero antes de eso necesitare que me ayudes a reacomodar mi hueso.
- ¿yo? no creo que sea buena idea...
La mire ligeramente atemorizado, pero ella mantuvo su sonrisa.
La baje a cuidadosamente y la recargue en una de las paredes de madera. Me arrodillé a su nivel y tomé sus piernas ligeramente pálidas, que al tocarlas eran tan suaves como los pétalos de una rosa.
- Me halaga que contemples mis piernas, pero preferiría que terminemos con esto lo más rápido. – dijo con una cara que parecía estar ocultando el dolor.
Tomé algunos respiros, y sentí el hueso que se había separado. Las manos me empezaron a sudar fríamente y a temblar ligeramente. Sabía que si hacía esto me sentiría mejor conmigo mismo, pero no podía evitar pensar en que la hiriera o la hiciera gritar.
- No, lo siento. No puedo.
Suspiro- En ese caso tendremos que buscar a alguien que pueda hacerlo. Ah y antes de que se me olvide, puedes llamarme Nube.
Con Nube nuevamente en mi espalda, avanzamos a esta plaza llena de bullicio. La gente en su mayoría portaba con las mismas mascaras que las del árbol y caminaban en búsqueda de mercancías.
- ¡Queridos amigos sean bienvenidos! Yo, Selene, la sacerdotisa del árbol de las incontables caras, daré inició a la celebración de la entrega de caras que se celebran cada año. – dijo haciendo exagerados ademanes como si bailara y posara con cada movimiento.
- Si esta vez me dan la cara de algunos de los poderosos felinos, hoy mismo me le confesaré a Isabela- dijo un chico dentro del grupo de jóvenes enfrente mío.
- A mí me gustaría obtener la cara del don juan en vez de esta cara de pato. – dijo otro apretando su puño triunfantemente.
- ¡Buena suerte, amigo!
- Lo mismo digo – dijeron los dos a la vez que estrechaban orgullosamente sus brazos.
- Cállense de una vez, no digan cosas tan patéticas cuando estoy con ustedes. Recuerden que la cara cambia a menos que logres cumplir los requerimientos que se necesita para ella, y esos requerimientos solo los pueden descubrir aprendiendo una cosa o dos de los que tienen las caras que quieren; y a este pasó ninguno de los dos sabrá– dijo la mujer a su lado que llevaba en su cadera una máscara de serpiente.
- Tu Cállate, maldita serpiente. No sabes de los apasionados sentimientos de los hombres.
La ceremonia empezó, y el primero en pasar fue un joven con una impresionante musculatura refinada rodeada de cicatrices rectas y curvas. Sus ojos abrían apasionadamente y con una gran sonrisa; su cabello era de un café tan claro que daba la impresión del mismo color el fuego de las antorchas. En ambos brazos una armadura de cuero que se amarraba como cinturones hasta su mano, de donde se observaba la melena de algún animal que salía por debajo de la armadura, sosteniendo con su mano derecha la funda de una de sus espadas. A pesar de sus llamativas características, lo que me llamó más la atención fue la marca roja en su frente.
- Oh, pero si es un edecán. – dijo Selene.
Le hice gestó a Nube para saber si había escuchado y ella me respondió asintiendo su cabeza.
- Mi nombre es Rugnar del clan Corteza Adamantina.
- Oh, ya veo, los Adamantita – dijo mirando a su cuerpo con cicatrices - ¿y a que has venido?
- Quiero obtener la máscara de tigre. En mi clan se cuentan historias de que aquellos que entrenan su cuerpo todos los días de su vida y se enfrentan a sus miedos podrán obtener la máscara de tigre capaz de proteger de cualquier herida.
Los aldeanos empezaron a reír.
- Vaya, por lo que veo en tu mirada y en tu cuerpo es que has vivido tu vida con este alineamiento, pero dejemos que el árbol sea el que decida si en verdad mereces la mítica cara del tigre.
La sacerdotisa colocó su manó enfrente de la cara de Rugnar de manera que casi la tocara. Despues agarró la palma del chico y con un cuchillo que sacó de su pierna, abrió una ligera herida. La sangre empezó a escurrir y la sacerdotisa lamió su mano.
- Si, definitivamente esta es la sangre de un tigre.
Selene se acercó al tronco del árbol y comenzó a dibujar una línea con la sangre del chico siguiendo la silueta de la madera. Esto continuó hasta que llegar a una rama del árbol y tomar una máscara.
- El tigre albino, aunque indica mayor fuerza que la del tigre rojo, puede que signifique que aún no has conquistado todos tus miedos.
- Esto debe ser un error.
Su rostro se mantuvo confundido y adentrado en sus pensamientos, cerro sus ojos unos momentos e instantáneamente su cara cambio y su sonrisa se asentó más. – Me decepcionaría si hubiera sido tan fácil.– dijo finalmente y bajo de la plataforma permitiendo al siguiente subir. Al mismo tiempo, escuché que Nube se quejaba del dolor, por lo que me dirigí al grupo de jóvenes.
- Disculp-
El chico de cabello anaranjado se puso delante de mí y me empujo chocando su hombro con el mío. - ¡Oigan, ustedes! ¿Dónde está el herrero de su pueblo? Necesito afilar mis espadas.
- ¿eh? - dijo uno frunciendo el ceño.
- Oh vamos, tengo un poco de dinero en mi bolsillo, les puedo invitar unos tragos después de la ceremonia. Claro, si es que tienen un bar en su pueblo. – dijo poniendo esa predeterminada sonrisa suya y jugando con un par de brillantes minerales rojos como los del techo de la gran cueva.
- Me parece bien- dijo el chico con la máscara de pato.
- ¡Así se habla! – dijo Rugnar poniendo su brazo alrededor del cuello del pato.
Las manos me empezaron sudar, ya que supe que nadie en ese lugar iría para ayudarme si no hacía nada.
- ¡Es mi turno! – grité lo más fuerte que pude para que todos me escucharan, levantando mi mano lo más alto posible.
La mirada de todos se clavó en mí, algunos con diversión, otros con animosidad. - Vaya, vaya. Acérquense.
Al estar enfrente de ella, me di cuenta de lo imponente de su presencia debida a su elegante postura.
Ella acarició mi frente con su dedo índice. - Me alegra que más edecanes están dispuestos a encomendarse bajo el rito de las máscaras.
- Necesito saber si hay alguien que pueda ayudar a mi amiga.
- Tienes que entender que no puedo ayudarte con tu problema, así como así.
- Por favor se lo pido.
- ¿Por favor? Parece que tendré que ser más clara. No estamos obligados a ayudar a ningún lobo y menos a alguien que todavía no lo es ¿Entiendes lo que digo?
- Entonces, ¿solo necesito obtener una máscara?
- Exactamente.
Sin esperar a que dijera que si corto mi mano y la corriente de sangre escurrió como una cascada hacia el recipiente en el piso. Lamió mi mano y dejó salir un gemido, al mismo tiempo que colocaba sus dos manos con ensangrentadas en su máscara. Después, se acercó al árbol y pintó un camino siguiendo las líneas de la madera, terminado en el centro del tronco.
- Esta parte del árbol será. Deberán disculparme, tu máscara la tendré lista hasta mañana. Por lo mientras, los invito a dormir a mi casa; en donde mis queridos sirvientes podrán atender a tu amiga.
Se acercaron desde las sombras estas sirvientas con máscaras blancas, y nos guiaron a la casa más grande en lo más profundo de la ciudad. Tanto el estilo de esta como de las demás casas me recordaba un poco al del anciano. Por lo que volteé a mis espaldas y ahí descubrí a mis espaldas una gigantesca mansión con una estructura de paredes y techos que se extendía por gran parte de la caverna.
Llegamos a la Mansión de Selene. Esta se encontraba bordada por un jardín llena de pastos árboles y un lago que brillaba gracias a la luz proyectada por los minerales dentro de él. Nos recibieron más sirvientas con unas mascaras blancas que portaban con estos ornamentados y largos vestidos gris claro. El interior de la mansión era iluminado extensamente por velas que iluminaban los elegantes muebles que envolvían el lugar. Nos dieron una habitación con una sola cama y en ella recostaron a Nube. Una sirviente que parecía liderar a las demás, vino al cuarto con un vestido incluso más bello que el de las otras, en el cual su deslumbrante cabello rubio se desplegaba por toda su espalda.
- Necesitaré que esperes afuera para agilizar el trabajo. No es por ser grosera, pero no creo que seas necesario.
- Si tiene la razón. Me disculpo.
- ¡No te vayas! – Nube agarró mi muñeca- No me dejes, no vuelvas a abandonarme, por favor… - una sutiles lagrimas se deslizaron por sus cachetes.
Sin pensarlo dos veces agarré su mano. – Me quedaré.
- Si así los invitados de mi señora lo prefieren. Sin embargo, le voy a pedir que guarde silencio y me deje trabajar. Al menos tuvieron la sabiduría de dejárselo a un profesional.
- Por supuesto, disculpe las molestias, no haré nada que entorpezca su trabajo.
- Me parece bien, has lo que quieras.
Las otras sirvientas pusieron una toalla en su boca y agarraron a Nube para que no se moviera. Cuando Isabella reacomodó sus huesos, Nube apretó mi mano tan fuerte que pensé que la aplastaría, pero esto solo duró unos cuantos segundos antes de que se relajara y quedará inconsciente. Entablillaron su pierna y después las sirvientas se retiraron. Un poco de tiempo después, las luces de las antorchas empezaron a desvanecer, dejando solo los reflejos de la luz del lago dentro de nuestra habitación y el sonido lejano de la fiesta.
- ¿Por qué me tomas la mano?
Al verla recostada en la cama, inmediatamente me acerqué a ella y la abracé. Ella no me dijo nada y así nos quedamos por unos segundos. Parecía sorprendida y su cara se sonrojaba.
- Perdón, creo que me emocione un poco. – dije al apartarme rápidamente realizando este comportamiento ajeno a mí.
Nube comenzó a reírse.
- Que mal, pensé que esta sería el momento en el que te aprovecharías de mí, pero que desilusión. Despues de todo solo hay una cama, no te culparía si intentaras algo. – dijo mirándome sensualmente con sonrisa burlona.
- ¡Yo me retiro! ¡Qué bueno que estas bien! !Ahorita regreso, voy a preguntar si no hay otra habitación! – dije mientras me paraba y salía de la habitación al iluminado pasillo.
- Dios mío, ¿Qué trama al decime eso? Ahora que lo recuerdo, a Amber le gustaba hacerme ese tipo de bromas, y todo lo relacionado a esa bruja es muerte segura. – dije antes de romper en risa-.
Esperando sentado al marco de la puerta, despues de recordar mis tiempos con mis amigos, mis ojos empezaron a pesarme nuevamente. Creo que debería entrar, de seguro ya se durmió-. Sin embargo, como si una mano oscura arrancara la luz, acelerando el pulso de mi corazón y desencadenando adrenalina en todo mi cuerpo, un grito retumbó en los pasillos de la mansión como si desgarrara las mismas paredes. Un recordatorio del terror de la oscuridad y sus innumerables caras.