Como si el día se hubiera reiniciado, desperté nuevamente sobre una cama y los cálidos destellos de luz. La atmósfera de la habitación era más cálida y las decoraciones le atribuían un espíritu salvaje. Sin embargo, rompiendo con mis pensamientos, mi corazón se aceleró apenas me di cuenta que había una mujer sin ropa sobre mí.
- !Buenos días!- gritó con una sonrisa a la vez que sus castaños pelos se deslizaron entre las sabanas y sus ojos silvestres me miraron detenidamente. Alrededor de su piel se hallaban esparcidos estos ligeros lunares que ayudaban a atribuirle una belleza salvaje.
- ¿quién eres y porque estas- no tienes ropa?
- ¿Mm? ¿De qué hablas? Todos los Ram dormimos así.
- ¿Ram? ¿ Que significa eso?
- Oh vamos, sabes muy bien a quienes me refiero.
- N-no, ¿acaso todos duermen así?
- Algo así. - dijo al levantarse dando algunas piruetas con una elasticidad desconocida para mí.
Trate de levantarme, pero un agudo dolor me alcanzó las costillas.
- Te encontraron en una de las orillas del río Unio, a unos cuantos kilómetros de aquí. Yo solo te acepté como mi invitado. Me sorprendió ver que aún respirabas, los que llegan ahí después de fallar una prueba rara vez logran sobrevivir.
- Muchas gracias, perdón la molestia.
- ¡Oh! - Se acercó a mí y empezó a abrazarme- ahora entiendo porque Aurora te escogió.
Mi cara se envolvió en sombras.
- Algo paso entre ustedes dos ¿no es así?
- ¿Por qué lo dices?
- Bueno, antes de llegar nos encontramos con ella, pero al verte nos ignoró por completo.
- Debí imaginarlo - pensé-.
La mujer de cabellos castaños se dirigió a una clase de perchero, y empezó a vestirse lo que parecía una ligera armadura de cuero ajustada que dejaba espació para el movimiento de su torso, piernas y abdomen.
- No sé qué pasó entre ustedes, pero si quieres que Aurora acepte ser tu Ama, debes pasar las siguientes pruebas.
- ¿Pruebas? ¿A qué te refieres?
- Hasta ahora tan solo Aurora te eligió como un candidato a ser su edecán. Para serlo oficialmente debes ser un lobo rojo, y para serlo debes pasar las pruebas del lobz con el proposito de fortalecer y confirmar el vinculo entre Ama y edecán. ¿te acuerdas del bar? Esa era tu primera prueba. Se llama la fiesta de iniciación de Lobz. Ahí es cuando se demuestra públicamente el vinculo entre ama y edecán.
- ¿De eso se trataba? - mi pensamientos regresaron a cuando estaba con ella en el bar- ¿Que pasa si no se reafirmó el vinculo?
- Eso te pondrá en una posición peor que en la que estas. El apoyo de tu Ama puede ser imprescindible para sobrevivir a ellas. Y huir definitivamente no es una opción - Sin embargo… existe la opción de que yo pueda sustituirla…
- No estoy seguro de que eso sea...
- Vamos, seré como tu Ama de respaldo. Prometo que no muerdo, si acaso yo rasguño, eso se me da mejor. Además, se te ocurre otra idea mejor, por experiencia propia te digo que Aurora no cambiara de opinión fácilmente. Y él acto de escapar solo resultara en tu muerte.
Medite unos segundos mientras ella terminaba de vestirse- Esta bien.
- ¡Excelente!
Sus ojos brillaron - justó a tiempo para tu siguiente prueba- .
- ¿Ahora?- dije después de que me jaló el brazo y me obligó a seguirla.
Nos adentramos a las partes bulliciosas de la ciudad, a la plaza en donde había pasado, y subimos al tejado del edificio más alto. Sobre esta torre, se hallaban otros edecánes con las marcas en sus frentes. Dentro de ellos avisté a Makusu con su brazo metálico reparado.
- !Conejo! – dijo Makusu antes de tensar su cara y escupir a mi costado.
- Que molesto– dijo de el chico junto a Makusu con unas facciones tan delicadas que a primera vista había confundido por una mujer.
- ¡Que dijiste mocoso!
- ¿yo? Este, nada, solo dije que era molesto. - respondió con una sonrisa burlona.
- ¡Cállense de una vez! – gritó la mujer que llegó y se colocó al centro del circulo.
Los edecanes clavaron su atención a la alta mujer de pelo rubio y armadura de metal.
- La primera prueba, como se habrán dado cuenta, será colectiva. Todos contra todos. El objetivo es simple: encontrar a un objetivo marcado y robarle un objeto de valor. Los que no logren eso antes de que los cristales se tornen color escarlata fallaran esta prueba.
- ¡Tu! ¡El de la marca blanca!
- ¿Yo? - dije mientras trataba de no temblar.
- Deva, veras, es un poco difícil de explicar, pero el punto es que Aurora no asistirá, pero yo estaré aquí para apoyarlo como remplazó temporal, puedes preguntarle. -
- Ya veo - dijo mientras soltaba una risa -. No se que planeas con eso, pero no tengo tiempo de pensarlo. Tengo que entrenar a este mocoso, y mostrarle el valor de la fuerza bruta.
- Ya te dije que no me digas así- susurró el chico.
Cuando Deva se fue, la mujer de pelos castaños se dirigió al balcón del edificio y después, cerrando sus ojos, olfateó sus alrededores. - ¿Qué estás haciendo?- pregunté.
- Usando mi marca de herencia, es una de las habilidades que nosotros los Ram heredamos. Por ejemplo, ahora puedo oler a todas las personas alrededor de toda la cuenca.
- ¿Acaso eso es posible?
- Ven conmigo y no te pierdas.
La seguí arriba de los techos de los edificios; sin embargo, la velocidad y agilidad con la que se movía, me daba la ilusión de que estaba persiguiendo a un animal salvaje.
- Ahí– apuntó hacia la calle donde caminaba un señor llenó de tatuajes y líneas doradas- Es nuestro objetivo, es del clan de los dorados, la mayoría de ellos tienen más riquezas de las que necesitan. Últimamente este, al que todos llaman Baldur, ha estado haciendo unos negocios no autorizados en nuestra región.
Un sudor frío me asaltó de repente- ¿Acaso lo-lo mataremos?
- No, tonto, bueno, aunque no niego que ese es el método que muchos del gremio utilizan, no nos vendría bien una disputa con los dorados, ellos controlan gran porción de los recursos de la cueva, principalmente los esclavos y el alimento, y conociendo como es Byron, su líder, es mejor no provocarlo.
- Entonces, ¿qué haremos exactamente?
- No nosotros, solo tú.
- ¿Cómo? ¿tú no me acompañaras?
- No tontito- se río ligeramente- los Amos solo podemos dar apoyo y consejo. Para tu suerte yo soy la mejor en este tipo de trabajo y ya hice la parte más difícil.
- Pero, como se supone que haga eso. – mi mirada se desvío al piso y mis manos se llenaron de sudor.
Un violento ardor envolvió mi cachete. Me miraba agresivamente con su mano a un costado. – ¡No pongas esa cara delante de mí! – gritó antes de darme las espaldas y desaparecer en los callejones de la ciudad.
Sin entender y sin más remedio bajé a la calle y empecé a seguir al hombre. La fuerte presencia de las demás personas me aplastaba como si sus ojos me vieran desde las más pequeñas grietas. Al estar detrás de él, mi mano temblorosa se acercó a su cinturón lo suficiente para tocar la bolsa con uno de mis dedos.
- ¡Oye tú! – gritó.
Mi cara palideció y mi marcha se congeló.
- Eres una perra ¿verdad?
Baldur agarró a una mujer de harapos desgastados y la llevó a uno de los oscuros y solitarios callejones.
- Vamos, no te resistas, me agradecerás después.
Azotó a la mujer y restringió su movimiento mientras ella trataba de zafarse. Antes de que lo supiera, mi mano alcanzó la bolsa aprovechando que él se hallaba de espaldas. Al levantar la mirada, esta se detuvo aterrorizada en los llorosos ojos azules de la mujer.
...
Los ojos de los jueces Altos Quarz, que portaban sus largas y elegantes túnicas blancas, mantenían en sus rostros más blancos que la nieve, su típica fría e inexpresiva expresión. Mi hermano, Delilah y mis otros amigos de la infancia, Emilia y Amadeus un Alto Quarz, se hallaban dentro del gran público que año con año veía las aclamadas pruebas para elegir a los nuevos Caballeros Krystallos. Después de tanto esfuerzo al fin había logrado entrar.
En la última vuelta de la primera prueba Porter y yo nos hallábamos compitiendo entre nosotros. Al pasar los distintos obstáculos diligentemente, un gigantesco hoyo se formó delante de nosotros. Los dos paramos y contemplamos una caída de gran altura. Sin embargo, al encontrar mi determinación, las personas aplaudieron y Porter ya había logrado pasar.
Mire hacía donde mi hermano, me apresuré y salté lo más que pude por arriba de este abismo sin fondo. Choque contra el borde e Intente aferrarme, pero fue inútil debido a la lisa superficie del metal. Sin más esperanzas, apreté mis ojos esperando la caída.
Te tengo amigo. – dijo Porter pintando su típica sonrisa de mejilla a mejilla.
- Porque simplemente no me dejas caer, prefiero la muerte a tener que humillarme al ser salvado por ti – dije sonriendo.
- Si lo hago, las demás pruebas serán muy aburridas. Además, prometimos ser caballeros juntos
- Que amigo tan benevolente tengo. ¿No te cansas de ser tan perfecto?
- Y arruinar mi reputación, ni de loco. –
Los dos estallamos en risa y me sostuve con mi otra mano. Sin embargó antes de que me levantara por completo, cuando vi la pulsea de adamanto en mi muñeca, una terrible sensación se apodero de mí. Cuando me dí cuenta los dos estamos en el suelo y el circuito volvió a la normalidad. El cuerpo me dolía y todos corrían a nuestra dirección, pero en vez de venir hacia mí, todos se dirigieron a mi costado. Fue ahí cuando lo vi, a Porter y un charco de sangre originándose de su cabeza. Sus ojos azules mirando directamente hacia a mi en terror.
- Altair - dijo mi hermano agarrando mi hombro-. Un caballero no es alguien perfecto, sino aquel que reconoce que puede cometer errores. Solo entonces uno puede actuar sin dudas.
Las palabras de mi hermano resonaron en mi cabeza, mientras vería al dorado. A pesar de eso, no podía moverme.
- ¿Eh? Si quieres probarla chico, tendrás que esperar a que yo termine con ella. No me molesta un poco de audiencia. - dijo bajando sus pantalones.
El sonido de metal chocando envolvió el ambiente en un instante y veo a la mujer de pelos castaños enfrenté de mi con su daga pulsando contra la espada del hombre.
- ¿Pensaste que podrías agarrarme desprevenido? Ya deberías saber que nuestro clan cuenta con la mejor vista y reflejos, somos los cazadores perfectos. Ustedes del clan de perros solo sirven para servirnos.
Esquivo su rápido ataque dando una voltereta y llegando a mi lado. – Vete de aquí, Altair.
- Conque la desleal gata me honra su presencia.
- Cállate escoria –
- Oh Vamos, ¿no te acuerdas de los buenos días? Siempre me pregunte si tu pudieras hacer mejor trabajo que mis perras. Esa anormal flexibilidad tuya debe tener sus usos.
La mujer dirigió un golpe a su cara, pero cambio de dirección hábilmente doblando su cuerpo flexiblemente.
- ¡Gato malo!
El cuerpo de la chica se detuvo a medio camino antes de arremeter.
- No importa cuánto lo intentes, siempre nos pertenecerás. – dijo al patearla y luego voltear a mi dirección– Si ella es una gata, me preguntó que eres tú…-.
- ¡Maldito conejo, apártate de mi camino!
Desde uno de los tejados Makusu cayó y atrapó el rostro del dorado con su mano mecánica. El metal empezó a tornarse naranja rojizo y el dorado empezó a gritar. Después de unos segundos, cayó inconsciente mezclando el olor a carne quemada en el aire.
- Que suerte que te encontré perdedor– dijo Makusu antes de golpearme y sacar el aire de mis pulmones-.
- Makusu– interrumpió una suave voz desde el tejado de uno de los edificios: Aurora.
El silenció recorrió el estrecho callejón, y las palabras se trabaron en mi garganta. La mujer de harapos al notar su oportunidad y sin pensarlo tomó la bolsa del cuerpo y salió corriendo.
Los tosidos de la mujer de pelos castaños me sacaron de mis pensamientos, ella trató de pararse, y fui a su lado para tratar de ayudarla– ¡Apártate de mí! - gritó-.
-Es mi culpa. Yo lo inventé todo. Te llevé al objetivo más difícil a pesar de saber que no tendrías ninguna probabilidad contra él.
- ¿Por qué hiciste eso?
- ¿No lo entiendes? Quería matar al edecán de Aurora para enseñarle una lección a esa perra. Después de todo soy una escoria. Porque pensé que sería diferente.
En ese instante la imagen de mi hermano y yo en la enfermería apareció en mi mente.
- Quiero que seas mi ama.
- ¿De qué demonios estás hablando? ¿No escuchaste lo que acabo de decir?
- Si y no me importa. Se que las palabras no bastaran para expresarte el agradecimiento por haber salvado a esa chica.
- ¿Pero que pasara con Aurora? Era mentira eso de que puedes tener más de dos amas.
- Después de esto sé que no podré sobrevivir por mi cuenta, necesito que alguien me enseñe a hacerlo. Alguien que me comprenda.
Me miró con sus ojos de gatito perdido y después de unos segundos sonrió. – Muy bien, Si tanto lo pides – dijo acercándose a mí y darme un beso en los labios. – Desde ahora yo, Rie la gata callejera seré tu ama.