Vago vagón, su aire espesa. Lerda acción hacia destinación.
Todavía hay que averiguar cómo penetrar la corteza social.
-Eso es lo de menos-se dirigió para irrumpir el silencio.
-¿Pero es ironía en algún ángulo?-dijo la mina
-No creo, es solo coincidencia.
-Es un nombre raro.
-Sí...
Tratar algo que no ha de funcionar es suicidio. Para eso preferible hablar con la boca cerrada.
La mirada de la mina empezó a viajar por el vagón. El mono empezó a tragarse la cáscara del guineo. Todo parece un mal video en formato incompatible con el procesador de la mente.
"Malardo." Procesa la mente.
El pibe que lloraba calla. La madre suspiró, y en aliento tomado cubrió el rostro de aquel chiquilín para que no vea-ni aprenda- de la masacre que ocurre con la mina y el mono y el chico que se les dirige-su inútil servidor-. Ese chamo ganará un Nobel de la Paz ante trauma evitado que no le dará problemas en su desarrollo individual y social.
Este silencio ensordecedor desconcertó al que oía música tranquilamente. Se dirigió con la mirada al que se dirigió a la mina, movió la cabeza a los lados en decepción.
"Ese metido"
-Los trenes están feos- dice la mina.
La idea se hubiera procesado, pensado, refinado. Al final resultando en un producto responsorial coherente y cohesivo con el enunciado.
Sin pensar dos veces:
-¿Les viste el rostro?
Frunce el ceño la mina.
"L.P.M." digiere la mente.