Blusa de cuello de tortuga aprieta las entrañas cubiertas, tanto en brazos como en cuello la presión no cesa.
Mares de salados percances provocan el pánico por perecer a la pamplina del mitómano. Que pregunten si calor no hace o si el frío está en la mente lleva causando ansias tras ansias tras irrefutable temor al hervor de la verdad.
Blusa de cuello de tortuga convierte al más facha al más ridículo al estar vistiendo calores en tiempos de soles sin escrúpulos.
"Misericordia para el miserable, por favor."
Juntarse con los indiferentes a todo es lo mejor. El aire se puso tóxico, y eso es lo único que les importa, nada más.
Pero algo es algo, mejor mal acompañado que solo.
Pero la aspiración es una viga de la que cuelgan bellezas que tientan a hacer más. Entre tantas cosas que cuelgan está aquella que levita en aires de esperanza. Aquellos aires a los que se aspira inhalar.
La pesadez de el resto aparte obliga el exhalo. Poco a poco exprime la vida hasta quedar con poco, luego permite la recuperación solo para seguir exprimiendo y así prolongar la satisfacción.
Pero algo es algo, mejor...
Sal de la salsa mundana, humanamente inhumana. Discrepante discrepancia de dicotómica directriz diabólica, casi diabetes social, que de mucha distinción dimite de la salud provocando un inevitable perecer. Lo peor es que para que la vida sea tal, este diabetes es necesario.
Ahorca. Ahorca, la gente. Vuelve a algunos dementes, y a muchos más imprudentes. Son las masas que sin amasar se han de hornear y quemar por la sensibilidad y el rencor.
Siguen en series de argumentos ingeniosamente tontos.
"L.R.P.M. esta gente..."