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Chapter 7 - Bendiciones

Indira y Deus cabalgaban sobre Riz con dirección al norte, el niño parecía ser de pocas palabras y aunque Indira había intentado en diferentes oportunidades entablar una conversación casual para matar el aburrimiento, solo lograba conseguir respuesta secas y directas.

Al ver que el recorrido sería terriblemente monótono, Indira optó por empezar a controlar el flujo de a conversación.

—"Y dime, ¿Como conseguiste esa bendición? Si te la fue conferida, el dios que te la regalo debió haberse presentado, ¿No?"—, dijo curiosamente.

Las bendiciones si bien no eran comunes tampoco era extremadamente raras, no obstante, estaban catalogadas en diferentes rangos.

Bendiciones mortales, espirituales y divinas.

Las bendiciones mortales era sencillas, salud moderada, mayor resistencia, agilidad, memoria, etc. Usualmente estaba relacionadas con la capacidad física humana y podían ser entregadas por el mundo mismo o por algún Dios menor.

Por otro lado las bendiciones espirituales eran el comienzo del término en sí, marcaban la diferencia entre una verdadera ventaja y algo obtenible por propio esfuerzo, poder leer mentes, comunicarse con los animales, resistencia o dominio de elementos, etc. Estas eran dadas por dioses mayores y eran muy raras, usualmente eran vistas en héroes o santos, aunque esto no implicaba que todos los héroes o santos tuvieran una. Por ejemplo Indira, contaba con dos bendiciones mortales pero ninguna espiritual.

El tercer tipo y la mas rara de todas, era la bendición divina, no era dada por ningún Dios sino por los cielos mismos, cada bendición de este tipo era única y especial, podría interferir con el curso del destino y otorgaba a su portador el derecho de alzarse sobre las masas como alguien reconocido por los mismos cielos.

Indira podía inferir que la fuerza sobre humana de Deus era producto de una bendición mortal muy poderosa probablemente referida a la fuerza misma, pero con respecto a evaluar la habilidad de sentir y encontrar tesoros comestibles mágicos, no lograba decidirse entre la espiritual y la divina.

Dado que era el héroe elegido por la diosa suprema, no sería sorprendente que se le hubiera otorgado una bendición espiritual, más una divina implicaría el reconocimiento de lo cítelos, algo que desconocía si la Diosa suprema podía hacer.

Indira sabía que la situación era complicada, sea el caso se tratase, el problema de las bendiciones es que podían ser extraídas, desde un inicio el regalo de los dioses y el mundo estaba condicionado a que el portador sea digno de llevarla, entonces, sino pudiera o fuera capaz de proteger su bendición no habría sentido en dársela.

Por ende no era extraño que los portadores de bendiciones las ocultasen hasta ser lo suficientemente fuertes para protegerse o estar respaldados de poderes que los cubran y nutran.

Las bendiciones de Indira estaban respaldadas por el reino, eso sumado a que eran bendiciones mortales, no era cuerdo arriesgarse a ofender dicho poder por unas simples bendiciones a mortales, dado que había otros lugares o personas de donde sería más sencillo obtenerlas.

Pero la perspectiva de dicha lógica cambiaba cuando se hablaba de una bendición espiritual, muchos poderes considerarían factible ofender al reino por una bendición espiritual, y los supuestos que se configuraría si fuera una divina, serian incalculables, horribles monstruos ocultos y olvidados en las sombras del tiempo saldrían a cazar a Deus si se llegase a confirmar.

Lo primero sería entender la bendición de Deus y ocultarla a toda costa hasta que el niño sea más fuerte.

Deus pareció intentar recordar pero al cabo de varios minutos sacudió la cabeza y desalentado dijo, —"No recuerdo haber hablado con ningún dios, solo recuerdo una voz en un sueño que me dijo que buscara alimentos y cocinara."—luego con un destello de melancolía continuó, —"En aquellos días lo que más tenía era hambre, solo podía buscar en la basura y comer lo que encontrase, pero gracias a mi nuevo poder, pude finalmente comer cosas deliciosas."—

Indira lo miró seriamente y no pudo evitar verse a ella misma de niña. —"El lugar y condición de nuestro origen escapada de nuestras manos, pero donde y cómo morimos es plenamente nuestra elección. Los cielos rechazan la interferencia de los dioses en el mundo, y como extensión de ellos nosotros sus sirvientes estamos destinados a ser odiados también, nuestro futuro es una constante batalla por alzarnos y continuar, depende de ti elegir donde quieres estar al final de tu viaje."—

Luego sonrió, —"Nadie sabe lo que el futuro nos depara, pero lo importante, creo yo, es vivir sin arrepentimientos y esforzarnos. Donde quiera que estes al final de tu tiempo, si puedes mirar hacia atrás y sonreír complacido, tu vida habrá tenido sentido."—

Los ojos de Deus se abrieron y miró fijamente a Indira, luego asintió y sonriendo alegremente por primera vez dijo, —"Al parecer puedes decir algunas cosas sabías maestra. No esperaba eso."—

—"Maldito mocoso espera a que lleguemos no más!."—, gruño Indira, volviendo a su estado natural.

Pero entonces Indira giró velozmente hacia atrás y frunciendo el ceño saltó de Riz y desenfundando su espada rechazó una rápida bola de fuego que se dirigía hacia ellos.

Riz también giró bruscamente con Deus que se agarraba fuertemente a la silla de montar, tomando una posición de combate agresiva la yegua empezó a emanar un aura imponente.

—"Nos volvemos a encontrar, maldita perra. Esta vez no escaparás."—, dijo una voz grave que salía detrás de los árboles.

Entonces cinco sombras se desplazaron velozmente y en un instante rodearon al grupo, eran cinco hombres encapuchados que emanaba un aura asesina, bloqueando todas las rutas de escape posibles.

La expresión de Indira se volvió dura, los cinco hombres eran conocedores del camino, si bien junto a podían resistir unas rondas contra Indira, con tiempo iría despachándolos al inframundo uno por uno, el problema radicabas en el duelo de la voz.

De entre los arbustos el hombre gordo llamado Franco salió serenamente, sonriendo maliciosamente miró al niño y luego a Indira, —"Santa Raizel, te propongo un trato. Es imposible que puedas luchar contra nosotros seis protegiendo al niño, incluso si tu bestia también intercede. La batalla entre dos discípulos del camino solo nos desgastará mutuamente, no vale la pena. Dame el artefacto mágico y al niño, córtate una mano como castigo y te dejare ir."—

Indira desenfundó su espada y fríamente miró a Franco sin responder, estaba preparada para lo peor, cuando la voz de Deus sonó a su espalda, —"Maestra, no tiene porque preocupare por mi, mi restaurante es resistente."—