El resto del camino fue relativamente tranquilo, el ataque de una simple banda de bandidos no era considerada un contratiempo para alguien como Indira, tras algunos días finalmente llegaron a Celtos.
Durante el viaje, Indira aprovechó para obligar a hablar más a Deus y poder aprender más de él. El niño que al inicio había mantenido una actitud reservada como era costumbre finalmente había sucumbido ante la insistencia de la Santa y varios datos interesantes habían salido a la luz.
Por ejemplo, Indira descubrió que Deus había nacido en Sarus, Ciudad de las Estrellas, ubicada fuera del reino, lo cual le sorprendió en gran medida pues generaba la duda de cómo había llegado desde tan lejos, no obstante, por más que indagó e insistió el niño no reveló el motivo, aunque Indira pudo advertir una mirada triste y de dolor.
También descubrió que sus padres estaban vivos y que se encontraban en dicha ciudad.
Indira también le platicó sobre su vida, su familia consistente en su madre y sobre su antigua maestra.
Al llegar a Celtos, se dirigieron a una posada para descansar y recuperar fuerzas, una vez dentro de la habitación Indira se sentó en el piso y mirando a Deus empezó a hablar seriamente, —"Deus, pronto llegaremos a nuestro destino, pero antes es importante que empieces a cultivar, desde hoy diariamente realizarás los siguientes ejercicios que te enseñaré, pero primero empezaremos tu despertar."—
Deus la miró intrigado y tomó asiento. La Santa puso su mano en el pecho del niño y Deus pudo sentir como una cálida corriente empezó a recorrer su cuerpo, en un primer momento fue una agradable y placentera sensación, parecía como si la corriente masajeara los músculos y órganos internos de su cuerpo, Deus no pudo evitar soltar una sonrisa de placer, pero entonces de la nada un profundo dolor brotó de su interior como si cuchillas se clavaran en su carne.
El dolor casi hizo perder la conciencia al niño, pero fue reanimado por la potente voz de Indira, —"RESISTE!, estoy abriendo forzosamente sus canales de maña, el dolor no durará mucho."—
Deus apresó sus puños con tal fuerza que sus uñas se clavaron en sus manos y empezaron a sangrar, sus dientes rechinaban del dolor que soportaba.
—"N-no puedo más, por favor para!"—, suplico Deus.
—"RESISTE! Es necesario, si paramos podrías morir!, debes resistir!"—, grito Indira consternada.
Deus apretó más los puños y continuó resistiendo, al cabo de unos minutos, el dolor cesó y Deus se desplomó en el suelo respirando agitadamente.
Indira que también estaba cubierta de sudor sonrió maliciosamente, —"Excelente! Bravo!, simplemente espléndido mi talentoso discípulo, sinceramente no esperaba que lo consiguieras, yo me desmayé la primera vez y mi maestra tuvo que hacerlo en varias sesiones."—
—"@#%*/*^#!!"—, fue lo último que el Niño pudo decir antes de caer rendido del cansancio.
Al día siguiente, cuando Deus recuperó la conciencia, pudo advertir que su cuerpo se sentía extremadamente ligero, enérgico y fuerte. Era una sensación intoxicante, una sonrisa maravillosa brotó de su rostro y empezó a saltar por el cuarto.
Sin embargo, mientras saltaba como conejo pudo advertir que una sustancia negra y asquerosa estaba pegada a su cuerpo. Era viscosa y mal oliente, pero debido a que estaba adherida a él había tardado en notarlo.
En ese momento la puerta de la habitación se abrió e Indira tapándose la nariz con un pañuelo entró.
El niño cuya inocencia y confianza en el mundo parecían haber sido destruídas miró recelosamente a su nueva maestra por uno segundos y preguntó—"¿Qué es esta sustancia?"—
—"Ve a bañarte"—, ordenó Indira, —"Son las impurezas que tu cuerpo ha eliminado, tus canales de mana han sido abiertos, cuando termines de asearte te enseñaré a reforzarlos."—, dijo indiferentemente y luego sonrió diabólicamente, —"Te hubiera bañado yo, pero supuse que te gustaría conservar tu privacidad."—
Deus entró en pánico y corrió a bañarse de inmediato maldiciendo sin sentido llamándola pervertida , al cabo de unos minutos estaba en el suelo frente a Indira esperando.
—"Un mundo,"—, hizo una pausa dramática sonriendo,—"nuestro mundo, es el producto del nacimiento del cielo y la tierra en el caos primordial. En la nada, en el mar del vacío que conecta el cosmos inundado de los vestigios de la primera esencia de la creación, de vez en cuando ocurre un milagro, un núcleo se forma y al rededor de el, dicha esencia empieza a tomar forma. Con el tiempo los resultados finales que dicho milagro puede llegar a formar son variados y únicos, pero excepcionalmente, una conciencia se crea, ahí es cuando el caos da en nacimiento un mundo. Y como todo ser consciente, tiene deseos, anhelos, miedos y necesidades, pero sobre todo, desea tener control sobre sí mismo como lo haríamos todos nosotros."—
Luego la mirada de Indira se volvió profunda y continuó, —"La tierra en donde vivimos es su cuerpo y todos los que habitan en ella, organismos. Los cielos son sus ojos y oídos, vigilándonos desde lo alto ante cualquiera amenaza o acto de rebelión para castigarla sin piedad. Ahora, el camino de un cultivador o caminante va en contra de la voluntad de los cielos mismos, el ciclo mortal implica nacer, crecer y morir. Cultivar alarga tu tiempo de vida, intenta alcanzar la inmortalidad, la eternidad e indestructibilidad y en cierto punto te permite interferir con las leyes naturales del mundo, algo que no debería suceder en primer lugar, lo que significa que somos profanos a los altos cielos y este nos envía su ira."—
Luego su rostro volvió a relajarse y sonrió, —"Claro que todo esto es la historia pasada de los grandes sabios a nuestras generaciones, mortales insignificantes como nosotros no tenemos el derecho de conocer las verdades del mundo, de hecho hasta en cierto punto la ignorancia es un tipo de bendición."—, dijo mientras por su mente recorrían las palabras de la diosa suprema sobre la calamidad.
Sobre Deus y ella, yacía el peso de detenerla. Si bien ahora se sentía tan lejana, era un hecho que algún día llegaría y sino estaban preparados, el mundo podría sumergirse en la oscuridad y sería únicamente su responsabilidad.
En el mundo, en ese momento, billones de personas habitaban, cada una con una personalidad única y características que la hacían diferente de otra, cada una tenía sueños y responsabilidades, cada una representaba una infinidad de posibilidades y vivían el día al día con sus preocupaciones y metas, pero sólo dos conocían el oscuro final que podía acontecer.
Solo la ignorancia podía permitirles continuar, vivir sin miedo y existir. Para ellos, era una bendición desconocer sobre la tribulación.
—"Básicamente mientas más fuerte te vuelvas y por cada etapa te caerá un súper rayo del cielo, si sobrevives podrás continuar, sino simplemente serás un candidato a héroe que fallo en su ascenso como lo miles que estuvieron antes de ti."—, finalizó indiferentemente riendo.