La muerte de Franco fue instantánea, aún se podía ver en su rostro la burlona y asquerosa sonrisa que había mantenido segundos antes de su fatídico final. Nunca se le habría podido ocurrir que su muerte sería tan banal y con tan poco significado.
De su cráneo perforado el misterioso destello volvió a salir y fue entonces cuando Indira y Deus pudieron observar detalladamente el misterioso proyectil.
Un filoso cuchillo dorado se alzaba ante ellos irradiando una aura dominante y antigua, por la espalda de Indira un sudor frío recorrió su ser, como si estuviera en presencia de una bestia ancestral que acababa de despertar.
Pero cuando Indira evaluaba qué acción tomar, la presión que el cuchillo emanaba desapareció como si nunca hubiera existido y velozmente voló hacia Deus quien con cuidado lo sostuvo.
Indira lo miró curiosamente, el niño le devolvió la mirada y tras un suspiro levantó los hombros indiferentemente, —"No me mires así, no tengo ni idea, cuando estábamos persiguiendo al gordo, escuché una voz proveniente de mi restaurante, me dijo que debía hacerme más fuerte si quería controlarlo."—
—"Ah?, espera, ¿TE HABLÓ?"—, preguntó horrorizada Indira.
El niño asintió intrigado por la reacción de su maestra e Indira no pudo evitar pasar saliva.
Los artefactos se dividían en diferentes niveles al igual que las bendiciones, el primer nivel era el mortal, correspondiente a artefactos fabricados por los mismos mortales, su espada divina era un claro ejemplo. Aunque estaba forjada con materiales de alta calidad y contenía abastecimientos de mana, seguía siendo una simple arma, más cuando un tesoro moral sea por él mana o por la naturaleza de sus partes o componentes empezaba a producir algún rasgo de conciencia, se le denomina artefacto sensitivo. Los artefactos de dicha clase podían sentir e interactuar con su dueño, podrían advertir de diferentes peligros o beneficios, así como guiar a su dueño en base a estímulos positivos o negativos los propios y adecuados requisitos para su evolución.
Más la inteligencia que estos poseía era extremadamente básica, expresar sentimientos como peligro o deseo ya era algo remarcable, sin embargo, muchos poderes harían lo que sea por obtener un artefacto de este tipo, la razón recaía en que con el tiempo e inversión dicho artefacto podría evolucionar a uno consciente.
Los artefactos conscientes tenían voluntad y raciocinio propio, podían interactuar como un ser vivo con el mundo exterior, lo que los hacía susceptibles de poder escoger a su dueño y amo. Por ende, era más práctico y tentador obtener un artefacto sensitivo y nutrirlo a uno consciente que adquirir directamente uno consciente, dado que siempre había la posibilidad de que este último rechazara al candidato a portador.
En cambio, al nutrir y criar uno sensitivo, el artefacto crearía un lazo con su portador como si de un padre e hijo se tratase, consiguiendo una total lealtad en caso llegase a convertirse en un artefacto consciente.
El hecho de que el carro de comida le haya logrado hablar a Deus, solo podía significar una cosa, el artefacto por lo menos era de nivel consciente. El niño tenía un artefacto consciente que lo acompañaba bajo su propia voluntad. La noticia dejaría a cualquier rey noqueado en el piso llorando de envidia, no obstante, algo no cuadraba.
—"Pero ¿Por qué el artefacto esperó tanto para actuar? ¿No habría sido más fácil eliminar a Franco desde un principio? ¿Y por qué la diosa suprema no me comentó nada de esto? AHHHHH! siento que estoy siendo estofada—, se preguntó asimisma Indira suspirando, pero dado que Deus conocía menos del tema que ella, eran preguntas que tendrían que esperar para ser respondidas.
Indira recogió el bolsillo dimensional de Franco y lo inspeccionó, habían varios objetos de considerable valor pero nada que sobresaliese a sus ojos, claro que esto no significaba que Franco fuera pobre sino que los ojos de Indira estaban acostumbrados a cierto estándar de calidad, recolectó todo lo útil y prendió fuego al cadaver, no era sabio dejar rastros, en especial cerca de los dominios de la familia de Franco.
Ambos volvieron a montar en Riz y continuaron su camino hacia Celtos.
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En otra parte muy distante, en un impecable salón de aspecto arcaico, cuyo techo estaba bellamente decorado con dragones dorados danzantes y cuyos pilares estaban manufacturados detalladamente en jade, en el centro en una inmensa placa de oro se podían apreciar diferentes placas doradas colgadas con diferentes nombres escritos, cuando de repente una de ellas se quebró y cayó al suelo.
En la esquina del salón, un pequeño niño regordete estaba sentado aburrido leyendo un libro, pero al escuchar el quiebre de la placa y su caída al suelo no pudo evitar palidecer. Rápidamente se acercó a la placa y con mucho cuidado la recogió, al verla no perdió tiempo y salió corriendo por la puerta principal desesperado.
—"Fiódor, Franco ha muerto, su placa se rompió hace unas horas, los ancianos han confirmado su muerte. Están preparándose para invitar a un chamán, descubriremos quién lo hizo y las sombras rojas irán a por él. No te preocupes, vengaremos a tu hijo.—, dijo un fornido hombre envuelto en vestimentas moradas.
Fiódor, quien había sido el hombre fornido de barba plateada al cual Franco había llamado padre, dijo secamente,"—No hay necesidad, sé perfectamente quién es el responsable. Antes de morir Franco seguía a la Santa Raizel."—, su mirada se volvió complicada pero no había ninguna pizca de arrepentimiento,—"Puede que mi hijo haya sido un bueno para nada, pero no era idiota, me intriga el hecho de que no haya podido escapar o mandar un mensaje pese a su as bajo la manga, incluso tenía permiso para revelar su apellido si la situación lo ameritaba y eso debió haberle dado el tiempo necesario de huir. Enrique, manda a los gorriones carmesi, si la Santa lo mató incluso después de escuchar el nombre de nuestro clan es necesario que pague con sangre su insolencia."—
—"Entendido hermano"—, asintió el hombre de púrpura llamado Enrique.