Las palabras del hombre gordo resonaron en la plaza mientras en el rostro de los presentes una sonrisa burlona se formaba.
No era la primera vez que alguien había intentando llevarse al niño, pero al igual que las veces anteriores este intento estaba destinado a fracasar.
Un hombre fornido de tez morena sonrió y mirando despectivamente al hombre gordo, dijo, —"Cerdito, lárgate antes que te corte en pedazos."—
El hombre gordo que había estado sonriendo hasta el momento, miró sombríamente al hombre de tez morena para luego de igual manera sonreír ridículamente, —"¿Tú?"—
El hombre de tez morena pareció ofenderse y sin más dilación inmediatamente se acercó velozmente y lanzó un potente puño al abdomen del hombre gordo.
Los espectadores ya estaban preparados para escuchar los gritos de súplica y el vomito de sangre del hombre gordo cuando para su sorpresa el puño simplemente golpeó la grasa del hombre y generó en su piel unas divertidas ondas que se disiparon con rapidez.
—"¿Ah?"—, exclamó sorprendido el hombre de tez morena. Pero su expresión de asombro no duró mucho, pues lo siguiente fue una lluvia de sangre que empezó a regar el suelo de la plaza.
La cabeza del hombre había desaparecido y segundos después el cuerpo decapitado cayó inerte al suelo.
Una ráfaga de luz destello instantáneamente y seis personas aparecieron frente al hombre gordo rodeándolo desenfundando diferentes armas y emanando un aura asesina.
—"Tch!"—, rugió el hombre gordo, quien sencillamente dio un pisotón al suelo, lo que provocó que una enorme onda expansiva brotara de él y rechazara a los atacantes con facilidad. La onda continuó y arrasó con felicidad la plaza y con ella a casi todos los presentes.
Inmediatamente todos no pudieron evitar palidecer y envejecer varios años. Lo que los hizo sudar frío no fue la facilidad con la que rechazó a los asesinos sino que al haber atacado usando mana él aura del
Hombre gordo quedó expuesta.
—"Un discípulo del camino!"—, ahogaron en susurros los presentes.
India quien había permanecido callada y calmada todo el tiempo, no pudo evitar mostrar una expresión dura y complicada.
Ella misma era una discípula del camino, jamás había pensando encontrar a alguien de su nivel en esta pequeña ciudad y menos que se haya interesado en su propio objetivo.
—"Puede que esto sea más difícil de lo que esperaba."—, pensó mientras desenfundaba su espada.
Lo principal era proteger al niño, rápidamente lo intentó ubicar entre la nube de polvo desprendida por la onda expansiva, al fin y al cabo era solo un niño y el poder del ataque del hombre gordo, que si bien no estaba dirigido hacia el, pudo haberle generado algún daño dado su pequeño y frágil cuerpo.
Pero para su sorpresa el Niño se encontraba en perfecto estado, miraba algo concernido pero dentro de su carrito ambulante se encontraba calmado.
El hombre gordo también pareció advertí eso y miró detenidamente al carrito, —"El carro es... ¿un tesoro mágico?"—, dijo mientras sus ojos se abrían como platos.
—"Fabuloso, no solo he conseguido un nuevo chef personal sino también un tesoro mágico, es mi día de suerte."—exclamó evidentemente emocionado, saliva salpicaba asquerosamente de su boca por la emoción.
—"¿Un tesoro mágico? ¿El niño tiene uno? ¿Será obra de la diosa suprema?."—, se preguntó Indira.
—"Esto es malo, si la noticia del tesoro mágico se corre no solo discípulos del camino lo perseguirán, quizás viejos monstruos vendrán a por él, debo sacarlo de acá ahorita mismo."—, se dijo asimismo Indira muy preocupada.
Sin contener su aura y su fuerza más, atacó con todo al hombre gordo con su espada divina.
El hombre gordo no parecía haber imaginado encontrar a otro discípulo del camino en la pequeña ciudad, el ataque lo tomó desprevenido y aunque su defensa era considerable no pudo evitar salir disparado contra los edificios.
Indira se acercó velozmente al niño e intentó controlar el carrito de comida y cargar al niño para escapar, pero para su incredulidad el carro resistió fácilmente su fuerza.
—"AH? ¿NIVEL MORTAL, NO QUIZÁS MÁS, SENSITIVO? QUE DEMONIOS!"—, miró de manera complicada al Niño.
El pequeño la miró de igual manera e incómodamente susurró, —"Hermana, ¿Tu también quieres mi restaurante?"—
—"Nononono, quiero sacarte de aquí, debemos irnos, el gordo no demorará en recuperarse, si se da cuenta del nivel de tu artefacto ambos estaremos muertos."—, dijo velozmente, ya que no podía sacar al niño por la fuerza debía convencerlo de que lo acompañe.
El niño pareció evaluar la situación calmadamente y unos segundos el carro de comida se convirtió velozmente en un destello que brillante que se sumergió en el cuerpo del niño y desapareció.
—"Vámonos."—, dijo algo preocupado el niño.
Indira no tuvo tiempo de sorprenderse, con una mano cargo al Niño y con la otra empezó a realizar diferentes gestos a gran velocidad mientras corría con dirección al bosque ubicado a las afueras de la ciudad.
—MALDITA PERRA, TE MATARÉ!"—, se escuchó un rugido dentro de los escombros, cuando otra explosión pequeña surgió de ellos y el hombre gordo volvió a aparecer.
Sus atuendos estaba destrozados, sucios y manchados de sangre, pero pese a eso no se podía advertir algún tipo de herida más que una leve cortadura producida por el filo de la espada de la santa.
El hombre gordo tenía una defensa impresionante, si Indira quería derrotarlo debería buscar alguna forma alterna de producirle daño, los ataques directos no parecían tener mucho efecto. Pero ello era algo del futuro, ahora mismo sacar al niño era lo primordial.
Indira velozmente llegó a las afueras donde Riz la esperaba preparada, de un salgo cayó en su lomo y la yegua salió disparada con dirección al bosque.
Segundos después el hombre gordo llegó totalmente rojo, pero para su frustración sólo pudo divisar la sombra de la santa y su yegua a lo lejos, no había forma que pudiera alcanzarlos, no él. Rápidamente saco de sus bolsillos un cristal azul y lo rompió, —"Padre, he encontrado algo que te podría interesar."—, dijo sonriendo maliciosamente.