Chapter 7 - Capítulo 7: Buena actríz...

Yao Yuri asintió fríamente y se dió la vuelta para entrar al área principal del Palacio Imperial Yao. Caminó a través de las imponentes paredes, varios eunucos y sirvientas le vieron mientras se hacían a un lado para abrirle camino con profundas reverencias en su dirección, Yao Yuri se burló en su corazón, no es que no valorará el trabajo de los sirvientes, más bien sabía que un traidor podía venir de cualquier parte, incluso desde los amigos, era más probable que un sirviente fuera traidor pero un enemigo disfrazado era aún más mortal, ella lo había experimentado de la peor manera posible...

Llegó a una gran puerta custodiada por dos guardias en el reino Dadi, Yao Yuri se paró frente a ellos y se cruzó de brazos.

- Estoy aquí para ver a mi Padre Imperial y a mi respetada madre la Consorte Real Imperial Tang - la voz de Yao Yuri era indiferente y sus ojos no emanaban ningún valor humano. Los guardias se hicieron a un lado, con sudor frío bajando por sus espaldas, no entendían como esa sensación de temor fue provocada por una niña que a penas tenía 14 años, pero en ese instante sintieron que les costaba respirar y sus rostros pálidecieron levemente.

Yao Yuri sonrió, no era una sonrisa sino más bien una mueca de desdén que paralizó a los guardias. Desvió su mirada y no volvió a darles importancia a esos dos, empujó las grandes puertas y entró en la estancia sin mirar atrás, sin darle importancia a la horrible sensación que les había dado a los dos guardias.

- ¿Es... es esa la Joven Princesa Mayor Yao? - preguntó uno de los guardias volviendo a respirar con algo de dificultad.

- No, así no era la Joven Princesa Mayor Yao, parece que se agotó su paciencia inocente - respondió el otro guardia secándose el sudor de la frente.

- Es mejor así... pero quisiera no haber visto esa expresión desdeñosa en su rostro...

- No era desdeñosa, era indiferente y desconfiada...

La discusión de los dos guardias continuo tensamente, no se dieron cuenta de que una figura vestida de negro les estaba observando desde un pasillo circundante mientras fruncía el ceño profundamente.

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Yao Yuri se paró frente al trono donde estaba sentado un hombre vestido de dragón, junto a él estaba sentada una hermosa mujer treintañera con exuberante cabello rojo y piel tan blanca y delicada como el jade, sus ojos eran de color azul marino, ella se parecía bastante a Yao Yuri, ella era su madre la Consorte Real Imperial Tang Ziyue, una mujer hermosa hasta el extremo con una mirada comprensiva y una sonrisa afable, más en el fondo de sus ojos existía un brillo de desprecio por si misma, desprecio por su título y por el hombre con el que se había visto obligada a casarse. Yao Ming aparentaba tener unos cuarenta años, su apariencia sobresaliente se arruinaba con una cicatriz blanca al lado de su ojo derecho, su cabello castaño y su piel color melocotón, sus ojos oscuros llenos de elegancia arrogante y dignidad indiferente.

Yao Yuri se inclinó profundamente y dijo con hipocresía oculta en su voz:

- Saludos Padre Imperial. Bendiciones a usted Respetable madre, Consorte Real Imperial Tang.

Tang Ziyue se levantó y caminó rápidamente para abrazar a su adorada hija mayor, ella era la madre de Yao Yuri y Yao Yun, las amaba con todo su corazón, en cuanto a Yao Yize, aunque no era su hijo de sangre, ella fue quien lo crió ya que la concubina que era su madre fue condenada por desobedecer una orden de Tang Ziyue, la mujer estaba muerta pero la familia de ella todavía tenía demasiados privilegios que Tang Ziyue no toleraba pero que se callaba para no provocar a Yao Ming.

Yao Ming asintió sonriendo dulcemente, está niña era su tesoro junto con Yao Yun, las consentía bastante y siempre llevaba un brillo cariñoso en sus ojos cuando las veía. Yao Ming frunció el ceño profundamente cuando vio las marcas oscurecidas en las muñecas de Yao Yuri.

- ¿Donde estuviste mi niña? Preocupante demasiado a tu madre - Tang Ziyue abrazó cariñosamente a su hija, con pequeñas lágrimas en sus ojos.

- Madre... estaba muy asustada... - Yao Yuri sollozo levemente... hay que admitirlo, ella era una actriz excepcional, nadie lograría discernir cual era su yo real.

- Ya mi niña... Te prometo que tu madre buscará justicia para ti, no tienes que preocuparte - Tang Ziyue acarició el cabello de su hija, seco con el dorso de su mano las lágrimas que caían de los ojos de Yao Yuri.

Yao Yuri se enterró en el abrazo de su madre, sollozando falsamente mientras que en su corazón ya estaba planeando como devolver el golpe a las personas que querían su cabeza en bandeja de plata. Programo que en cuatro años, esas personas ya habrían muerto bajo su mano. Ella no era una persona con la que se podía jugar, siempre que su mente estaba enfocada en algo jamás descansaría hasta lograrlo, también llevaba el ideal de que hay que eliminar toda la maleza para evitar futuros conflictos, así era la realidad, si tenía que matar lo hacía bien, sin dejar testigos y sin dejar familia para evitar que le causara problemas en el futuro, era despiadada y cruel pero tenía sus razones, después de todo si mató al hombre que amaba y quién le traicionó para evitarse problemas futuros ¿por qué habría de considerar la vida de las personas que la odiaban abiertamente?

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