Cuando Yao Yuri se paró en el gran salón la multitud quedó en silencio, Yao Yuri paso su mirada por la multitud suavemente y con frialdad irradiando de sus ojos, aparte de su padre y su madre, había en total siete personas, tres mujeres de mediana edad vestidas elegantemente y cuatro hombres con cierta nobleza en ellos, dos de ellos de mediana edad y los otros dos de unos sesenta años. Uno de esos dos hombres ancianos era Ning Li, los ojos de Yao Yuri se llenaron de desprecio por unos segundos, el anciano obviamente lo notó y frunció un poco sus cejas, pero Yao Yuri fue rápida en ocultar sus sentimientos y volver a tener una mirada indiferente en sus ojos azules.
- Padre imperial ¿Qué sucede? - la voz de Yao Yuri era suave y fluida pero por alguna razón le provocó a esas siete personas una increíble sensación de frialdad.
- Yu'er - el Emperador Yao Ming sonrió cariñosamente.
Yao Yuri dejo que una leve frialdad se filtrara en sus ojos deliberadamente, su objetivo era que Yao Ming lo notara, por supuesto que lo hizo, él se congeló al sentir la frialdad emanando de su hija, la miró estupefacto y no pudo articular ninguna palabra.
Yao Yuri retiro su mirada y se giró para mirar a su madre con dulzura y leve dependencia, esto derritió el corazón de Tang Ziyue y no pudo evitar bajar la mirada con culpa en sus ojos.
- Yu'er perdona a mamá ¿si?...
- ¿Por qué Mamá? ¿Qué sucede? - Yao Yuri miró a su madre con leves destellos de frialdad en sus ojos que logró ocultar bajo sus rizadas pestañas.
- Yu'er, la asamblea ha tomado la decisión de comprometerte con el Segundo Príncipe del Reino Dongguan, Yang Qian Yuan... y se ha aprobado - Yao Ming fue quien respondió con una sensación incomoda en su corazón, pero creía que esa sería la desición correcta, no tenía idea de que estaba equivocado.
Yao Yuri ya no tuvo la necesidad de ocultar la frialdad en sus ojos, estalló de su cuerpo como un manantial y rápidamente cubrió toda la sala.
- Oh entiendo, Padre imperial... Vendiste el cuerpo de tu propia hija a cambio de beneficios para ti mismo... entiendo perfectamente - la voz de Yao Yuri era suave, cada palabra fue lanzada con frialdad ilimitada - No me opongo... pero en un futuro, cercano o lejano, devolveré está ofensa... no mereces mi respeto, no mereces si quiera ser mi padre...
La voz de Yao Yuri hirió profundamente el corazón de Yao Ming, era tan fría y estaba llena de crueldad y desprecio haciendo que los corazones de las siete personas se hundieran temblorosos.
- Yu'er no lo entiendes... - Yao Ming intentó explicarse pero Yao Yuri le interrumpió.
- ¿Yu'er? Solo mi madre, Tang Ziyue, tiene el derecho a llamarme así... de ahora en adelante mi nombre no es Yao, me da asco pensar en ese nombre, ¡reniego de él y de usted como mi padre!... soy Tang Yuri de ahora en adelante, pero descuide Emperador Yao, cumpliré su decreto imperial de casarme con el Segundo Príncipe del Reino Dongguan, no seré una piedra en su camino... por ahora... Me iré mañana a primera hora al Reino Dongguan, el Respetado Maestro Xiao Kong puede acompañarme...
Tang Yuri se giró después de hacer una profunda reverencia, propia de un plebeyo, luego miró una última vez a Ning Li con desprecio evidente en sus ojos, se dio la vuelta y salió de la gran sala llevando consigo la extrema frialdad, aún después de que se fuera todavía flotaba un aire helado en el gran salón.
Tang Yuri se detuvo fuera del salón y sonrió satisfecha, esto de ponerse contra su padre era necesario, así vería más rápidamente los verdaderos colores de la familia Ning, en cuanto al nombre... Tang Yuri sonaba más armonioso y así lograría que su madre se liberará del yugo de su esposo, ahora la frialdad que expresó ante esas personas no era para que vacilaran... era para que atacarán con más fuerza, y la mirada de desprecio hacia el anciano Ning Li era para hacerle saber que no estaba dispuesta a caer sin luchar. Así era ella, calculadora y maquinadora, en su vida anterior la describían con dos palabras: Frialdad y crueldad, sus enemigos podrían decir que era despiadada e inhumana. Su mente trabajaba a una velocidad impresionante, ya tenía un plan para acabar con la familia Ning y la familia Tang era una parte crucial, pero si su plan fallaba siempre podría usar a la familia de su prometido... planes no le faltaban y tenía una paciencia increíble para llevarlos a cabo, porque esa era su esencia, eso era parte de su ser desde su anterior vida.
Tang Yuri ordenó a unos cuantos sirvientes que empacaran su ropa, mientras los sirvientes seguían su orden Tang Yuri tomó un vestido azul celeste y lo miró fijamente, tomó un cuchillo y rasgo los innumerables adornos hasta dejar casi completamente libre, alisó la tela y con una aguja convirtió el fino vestido de seda en una túnica de seda azul celeste, tomó parte de la tela que había sacado de otro vestido color azul oscuro y la cortó para convertirla en una cinta larga que uso para hacer un moño. Después se puso la túnica levemente holgada, ató la cinta azul por debajo de su pecho y dejo que los dos extremos colgarán por delante, creando una imagen bastante impactante, el traje era simple pero en el cuerpo de Tang Yuri se veía como un atuendo celestial, se combinó con su actitud indiferente para crear un cuadro celestial, ella era como una inmortal que vino del cielo, en cierto modo era así. Tang Yuri se giró para verse en un espejo, luego soltó el complicado peinado en su cabello castaño rojizo, lo dejo suelto, le llegaba hasta la cintura y era ondulado, era tan suave y brillante que Tang Yuri se sorprendió. Sonrió en el espejo y suspiró suavemente, tal vez podría ser fría pero era naturalmente una niña y le gustaba verse bien y cuidar de su cuerpo. Usó sus manos para trenzar su cabello, se hizo dos trenzas a cada lado de su cabeza y las unió detrás de su cabeza con una pequeña tira de seda azul celeste, arreglo el cabello que quedaba suelto y asintió para sí misma. Ese era su estilo en su vida anterior y se sentía más cómoda con él. Finalmente se sentó en su cama a cultivarse, lo hizo hasta la noche cuando se quedó despierta toda la noche meditando, sobre su vida anterior, su vida como deidad y sobre el futuro que le esperaba, su profunda meditación le hacía expresar toda la frialdad en ella, pero aún cuando medito toda la noche no pudo calmar su emoción por su nueva vida. Abrió los ojos con determinación y sonrió suavemente, está sonrisa llegó levemente hasta sus ojos azul marino, le dió una belleza ilimitada que desequilibraría a casi cualquier hombre.