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Chapter 35 - Capítulo 35: La flor que florece con el tiempo (parte 1)

Adelaida estaba comiendo la fruta que Edward le había llevado cuándo con su agudo oído captó la conversación que se llevaba a cabo en la cocina...

- ¿Caballos de pura sangre? Adoro la equitación, ¿puedo echar un vistazo? - dijo Vanessa.

- Supongo que no hay problema, si Marc te lo permite - dijo Zemira.

- ¿Tienes problemas con que te acompañe, Marc? - le pregunto Vanessa al joven que estaba perdido en sus fantasías.

(...)

- Por mí no hay ningún problema.

- ¡Gracias! - agradeció Vanessa.

Adelaida estiró sus labios en una sonrisa extremadamente divertida.

- No deberías espiar a tus hermanos - le regaño Edward mirándola directamente a los ojos.

- Relájate. No los estoy espiando, solamente reviso su... inteligencia emocional - respondió Adelaida distraídamente.

- Alexandra...

- Si, si, si... ya se... dejar que la flor florezca con el tiempo - Adelaida revoleó los ojos al recordar de repente que su madre, Adelaida Richis, siempre decía eso, este recuerdo lo había soñado la noche que pasó y le pareció bastante sensato.

- Eso también lo decía mi madre... pero ella decía 'El tiempo te cría pero busca destruirte mientras lo hace' - en los ojos de Edward se veía un rastro de extrema melancolía que Adelaida no tardó en notar.

- Me cuesta recordar... cómo se llamaban tus padres...

- Mi padre era Richard Storm y mi madre Madelyn Curtis. Creo que te habrías llevado bien con ella, eres parecida a ella - Edward caminó hacia la ventana y abrió las cortinas, la luminosidad inundó la habitación de inmediato, Adelaida se acercó a él lentamente y se paró junto a él, también miró a través de la ventana. Hubo un silencio momentáneo, no era pesado sino más bien tranquilo, fue un momentito en el que ambos pensaron sin querer.

- Debo ir al pueblo a una reunión con el duque - finalmente Edward habló girando su mirada a la mujer parada junto a él.

- Mmm... Debo ir con Anthony a la cueva para ver si el prisionero está consciente - respondió ella sin cambios en su expresión, ella lo dijo como si no fuera gran cosa.

- Bien... no lo tortures demasiado... no permitas que el demonio mestizo se acerque demasiado a ti - le dijo Edward con un gesto algo más serio.

- Jajaja ¿Celoso?

- Para nada... no me agradan los demonios, eso es todo...

- Creo recordar que... Fernando Quintero, uno de tus hombres de confianza es mitad demonio... - Adelaida levantó una ceja burlonamente.

- Es la excepción, no la regla... Además Fernando fue muy inteligente y se alejó de ti apenas te conoció.

Adelaida rió entre dientes por ese comentario, recordó que ese hombre la miró de forma extraña cuando la vio, como si ya la conociera, esto la hizo preguntarse cuanto había vivido como Alexandra Snowy...

Adelaida dejo el asunto de lado y se preparó para salir, aunque no había dormido mucho la noche anterior, sin embargo no se notaba en su expresión. Estuvo lista bastante rápido, llevaba un vestido simple color verde y su cabello estaba recogido en una cola de caballo, su cara aunque sin maquillaje emanaba un encanto sin límites que haría a cualquiera no dejar de mirarla, pero su aura era indiferente y fría, lo que la hacía intimidante en cierto punto.

- ¿Debo preocuparme por tu apariencia? - los ojos de Edward brillaban mientras la miraba de arriba a abajo con cierto deseo enterrado en lo profundo de sus ojos rojo bermellón.

- No debes... amenos que regrese a la capital como Lady Twain - Adelaida sonrió ampliamente.

Ambos rieron suavemente, el cariño en sus ojos era innegable.

***

Vanessa estaba sentada en la escalinata antes de la puerta de la casa, veía a lo lejos como su hermana y Caitlyn se alejaban en un caballo, su cabello castaño tan largo hasta su cintura era arrastrado por el viento, despeinandola, sus ojos rojo carmín parpadeaban constantemente y sus labios rosados formaban una sonrisa tranquila, era como una pintura celestial que conmovería a cualquiera.

- ¿Lista para irnos? - Marc se acercó a ella sosteniendo la rienda de un caballo, su sonrisa hubiera hecho que cualquier chica cayera a sus pies, al ver esa sonrisa el corazón de Vanessa se saltó un latido y sus mejillas se colorearon se rosado.

- Si - respondió ella desviando la mirada hacia el camino para tranquilizarse.

Marc le ofreció su mano para ayudarla a levantarse, gesto que Vanessa normalmente rechazaría de un hombre, pero que esta vez no rechazó. Tomó su mano y se levantó, cuando se paró se quedó mirándo a los ojos del muchacho, una sensación de calor se extendió por todo su cuerpo.

Marc la miró fijamente mientras grababa su rostro en su corazón, le parecía que la vampiresa ante él era excepcionalmente hermosa, de alguna manera había logrado que su tranquilo corazón se saltará un latido, era una sensación que quería sentir todos los días de ahora en adelante.