Cuando Caitlyn y Ashly se fueron, Vanessa se giró hacia la cama de Adelaida, una tormenta de emociones paso por sus ojos color rubí, con una voz nerviosa empezó a hablar:
- Adelaida, tú dijiste que Ashly puede saber de lo que no se puede con los ojos... ¿Eso... incluye los recuerdos de una persona... ?
- Ella solo es una bruja médium, su poder se limita al mundo del más allá. En lo que estás pensando es en una bruja clarividente, es decir una síquica, sólo ellas tendrían el poder de ver los recuerdos de las personas, pero es muy poco probable que encuentres una, excepto Madrina... y Marc.
Los ojos de Vanessa se abrieron de sorpresa, ella quiso decir algo pero de su boca no brotó ninguna palabra, estaba aturdida por la información que Adelaida le había dado, recuperando un poco su compostura se dijo a sí misma que no pensaría demasiado cerca de esos dos.
- ¡Vania! - de repente Jessica entró a la habitación.
- ¿Qué pasa, Jess?
- Una carta de padre le llegó a Madrina, no sonaba muy contento.
- Era de esperarse.
- Eso era lo primero que vine a decirte... ¿Quieres saber lo segundo?
- ¿Deseas picar mi curiosidad? No funcionará, inténtalo de nuevo en unos días...
- ¡Escúchame! ¿Recuerdas el truco de adivinar la carta? ¿El que siempre intentaba Dylan para distraernos?
- Lo recuerdo, ¿por qué?
- ¡Marc lo hace a la perfección! ¡Ven debes verlo tú misma!
Jessica arrastró a Vanessa escaleras abajo sin dejarle tiempo de protestar, al ver esto Adelaida no pudo evitar reír suavemente, Edward la miró con ojos fascinados, sin intentar ocultar sus emociones.
- ¿Por qué me miras tanto? ¿eh? - preguntó Adelaida mientras se inclinaba levemente hacia el rostro de Edward, su provocación era evidente.
Edward sonrió descaradamente y con su mano derecha atrapó la barbilla de Adelaida y la acercó aún más a él.
- Estás jugando con fuego, cariño. Más vale que tengas cuidado, podrías quemarte.
- ¿Tú crees? Eso es lo que más deseo - respondió Adelaida mientras envolvía su brazo alrededor de su cuello, con una sonrisa seductora en sus carnosos labios.
Edward no le respondió y simplememte presionó sus labios contra los de ella, el agarre de ella se apretó inconcientemente, el beso que al principio fue suave poco a poco se convirtió en uno que poseía una pasión desgarradora, Edward abrazo la cintura de Adelaida y la acercó hasta sentarla en su regazo, ella no se opuso y en cambio lo dejo hacer lo que quisiera. Ambos estaban a punto de perder su autocontrol, Adelaida ya estaba completamente perdida en ese apasionado beso, ella ya no tenía en cuenta el mundo que la rodeaba, ni siquiera el dolor de su cuerpo la detuvo. Antes de que las cosas pudieran llegar a mayores, y con el poco autocontrol que le quedaba, Edward la separó suavemente mientras respiraba entrecortado.
- No, aún no. Todavía estas agotada y no quiero empeorarlo. Esperaré unos días, hasta que estés mejor, no importa el tiempo que sea.
Adelaida lo miró con emociones mezcladas, por una parte estaba decepcionada, pero por la otra estaba extremadamente conmovida de su paciencia. Ella lo abrazo y enterró su cabeza en su pecho mientras su respiración se regulaba, tiempo después se quedó dormida sin darse cuenta, Edward no se movió hasta que estaba seguro de que estaba dormida, él la levantó y la coloco suavemente en la cama, la arropó con el edredón y le besó suavemente en la mejilla antes de susurrar:
- Descansa mi amor. Te prometo que no dejaré que nadie nos vuelva a separar.
Edward camino fuera de la habitación y cerró la puerta tras él, bajo las escaleras hasta el vestíbulo y vio que David Ohio ya lo esperaba.
- Lord Edward - saludo respetuosamente David.
- Mm. Organiza la reunión con el Duque para mañana en la mañana.
- Si, mi lord.
- ¿Viste a la sacerdotisa?
- ¿A la Hermana Azora? Sí, hablé con ella. Dijo que tálves las masacres están dirigidas a cumplir lo suficiente para hacer un ritual en el solsticio de verano.
- ¿Cuando es el solsticio?
- En un mes. Probablemente busquen una manera de usar a Fog Spell en esto.
- No lo harán a menos que el hechizo de protección se rompa. Tenemos tiempo para ubicarlas, ordena que vigilen movimientos extraños.
- Si, mi lord. La marquesa está organizando una fiesta en honor a su esposo recuperado, ¿planea ir?
- Es mi prima, tengo obligación moral de ir.