Edward entró lentamente en la casa, la analizó con su aguda mirada antes de que se volviera hacia la mujer que lo miraba fijamente, como si quisiera descubrir algo, algo que Edward no permitiría que cualquiera supiera y menos si se trataba de una síquica a la que apenas conocía.
- ¡Madrina Zemira! Iremos con Ashly a fregar la ropa al río, volveremos pron... ¡¿Lord Edward?!
- ¿Lady Jessica? ¿Qué está haciendo usted aquí?
- Lo mismo que usted. Vine a ver a mi prima. Con su permiso, me retiro - Jess camino con un costal de ropa fuera de la casa, en la puerta se le unió Ashly, que a penas si le dirigió una mirada a Lord Edward.
- Madrina, ya le cambié el paño húmedo a Adelaida, sigue con algo de fiebre, pero se ve más cómoda. ¿Qué hago ahora? - preguntó Vania cuando bajaba las escaleras, al darse cuenta de la presencia del Lord, Vania se inclinó respetuosamente.
- Ve a ayudar a Caitlyn y a Marc en la cocina - ordenó Zemira con un tono suave y cuidadoso.
- Si Madrina.
Edward se quedó atónito ante la presencia de las hermanas Hunt, de repente recordó que las había visto muy pocas veces desde la desaparición de Adelaida, pero en lo primero en que se fijó fue que ellas se veían completamente relajadas y tranquilas, hasta llevaban sonrisas en sus encantadores rostros.
- Está en el segundo piso.
- ¿Eh? - Edward regreso de su ensimismamiento cuando escuchó la voz de la mujer.
- Adelaida. Esta en el segundo piso, la primera habitación a la derecha, la puerta está abierta, la encontrarás fácilmente.
Una vez que terminó esta frase, Zemira camino lentamente hacia la cocina, dejando a Edward parado justo en medio del vestíbulo. Tomando un profundo respiro decidió subir y ver el estado de Adelaida él mismo. Llegó a la habitación y se paró en el marco de la puerta, miró fijamente a la muchacha recostada en la cama, debía admitir que nunca espero que ella se volviera tan hermosa en el transcurso de cuatro años, su cabello negro enmarcaba su rostro como una obra de arte, su piel se veía suave y delicada y sus labios color rosa estaban levemente entreabiertos, sus ojos estaban cerrados pero Edward sabía que detrás de esos delicados párpados estaban los ojos más hermosos que jamás había visto, dorados y brillantes, piscinas profundas de un misterio innombrable, Edward se quedó fascinado ante esta mujer, que no había visto hace cuatro años, pero que jamás olvidaría.
Se acercó lentamente y se paro en la cabecera de la cama, allí pudo vislumbrar que una media sonrisa se formaba en los hermosos labios labios de Adelaida, al ver esto Edward se rió y preguntó:
- ¿Estas despierta?
- Mmm no, estoy durmiendo - respondió Adelaida mientras cubría su cara con la manta y se giraba hacia el otro lado.
- Me iré entonces, sueña con los angeles - respondió Edward haciendo ademán de irse.
- ¡Espera! - dijo Adelaida agarrando la mano de él - Quédate.
- ¿Como te sientes? - preguntó Edward sentándose junto a ella.
- Como si un par de caballos desbocados me hubieran arroyado.
- ¿Me vas a explicar qué fue lo que pasó?
- Seguramente ya lo sabes...
- Sólo parte de la historia, pero me gustaría oírlo de ti.
- ¿Qué parte sabes?
- Sólo que de alguna forma lograste purificar el centro del corazón de un vampiro original.
- Entonces ya sabes todo lo que hay que saber. Mi cuerpo no era apto para el hechizo y consumió toda mi energía vital dejándome al borde de la muerte, fue irresponsable de mi parte lanzar un hechizo sin medir las consecuencias de mis actos y fue una estupidez aún mayor lanzar un hechizo que ni siquiera había sido probado antes...
- Ahora que tienes claro eso, puedo estar más tranquilo. Dime, ¿de donde salió la idea de crear un nuevo hechizo?
- No lo sé, fue un impulso inmaduro, no recuerdo por qué lo hice...
- ¿Segura?
- Si...
- Está bien. Ah, ¿Qué sucedió contigo hace cuatro años? Busque por cielo y tierra tu paradero, pero no pude encontrarte, ¿de verás me odias tanto como para intentar matarme de un infarto?
- Yo no salí de este bosque durante un año entero, no me gustaba como me miraba la gente cuando iba al pueblo... Supongo que por eso no me encontraste pero... sí te estuve esperando, ¿por qué tardaste tanto en venir?
- Querida, es difícil seguir huellas que no existen - inconscientemente Edward empezó a acariciar la cabeza de Adelaida con ternura, una ternura que nunca se había logrado ver en ellos dos.
- ... Entiendo, es difícil para un vampiro de sangre pura seguir el inocente rastro de una niña de trece años...
- Una bruja de trece años encubierta por una vampiresa de sangre pura, una humana pariente sanguínea de un hombre lobo, y una familia de brujas blancas.
- Tu ganas. Lo que importa es que ahora estás aquí, conmigo - Adelaida le tomo la mano afectuosamente con una sonrisa, Edward también le sonrió con cariño.
Por este preciso instante, parecía que el tiempo se detenía para ellos dos, parecía inaudito que un sentimiento así se hubiera desarrollado aún cuando no se habían visto durante mucho tiempo, la esperanza alimento su amor, la ausencia sólo fortaleció este sentimiento, las cosas debían ser así, sólo ellos dos en su mundo.