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Chapter 17 - Reencuentro

Llegamos al departamento después de visitar un sinfín de sitios, a los que Liam me llevó, para comprar los enseres necesarios para el departamento. No solo comida o detergentes, también algunas cosas que lo hicieran lucir más hogareño.

—Creo que exageraste —dije al ver la cantidad de bolsas que cargábamos.

—No tienes tiempo de salir a hacer compras, estoy previniendo, no quiero que mueras de hambre. Mañana vendré a por ti temprano, así que continúa con la canción —dijo mientras dejaba las bolsas dentro del departamento.

Tenía muchos deseos de llamar a casa y escuchar la voz de Yori, aunque si lo hacía perdería los nervios y no podía permitir eso. Sin embargo, sí podía sondear cómo estaban las cosas si llamaba con la excusa de avisar a mi padre de que estaba viva y sana.

Después de colocar las compras en su lugar, caminé hacia el teléfono. El departamento se sentía vacío y triste, así que encendí el estéreo y puse la música con un volumen moderado. Marqué el número tan rápido como mis dedos me lo permitieron y el tono de ocupado me sorprendió. Colgué para intentarlo de nuevo y el teléfono sonó.

—¿Diga? —pregunté con cautela.

—¿Con quién hablabas? —preguntó mi padre.

—Estaba intentado llamarles.

—Se cruzó la llamada. ¿Cómo te encuentras? —preguntó ansioso.

—Perfectamente —respondí—. Solo he tenido un par de desencuentros, pero nada de qué alarmarse —dije sonriendo.

—Me alegra escucharte decir eso —respondió aliviado—. ¿Tuviste problemas en el conservatorio?

—No. Aunque tu mensaje no parece haber llegado al director y pensaban que algo malo me había ocurrido. Liam explicó que estaba un poco ocupada, que por esa razón había tenido que ausentarme.

—Qué extraño. Kenya dijo que ella se encargaría de explicar sobre tu salud cuando hablé con ella. Quizá es un malentendido. Pero dale las gracias a Liam de mi parte, él siempre cuidando de ti. ¿Qué tal es vivir sola?

—Es… diferente, me siento extraña, el departamento es demasiado… silencioso, pero, por ahora, es justo lo que necesito para concentrarme —respondí.

—Lo imagino. Cuando conocí a tu madre apenas tenía tiempo para respirar, la música es demasiado absorbente.

—La tarea de la carrera de música es la absorbente. ¿Cómo están todos?

—Reira y Yoko se están arreglando para la fiesta de Yori —respondió.

—¿Otra fiesta?

—Su concierto estuvo lleno y la discográfica quiere celebrarlo —dijo eufórico.

—Me alegro. Debe estar muy ocupado…

—Está aquí viendo la televisión conmigo. ¿Quieres felicitarlo?

—No... papá —balbuceé abrumada. Tenía deseos de hablar con él, pero no era el momento—. Lo haré en persona cuando vengan a la presentación. Por cierto, ya enviaron las invitaciones, no deben tardar en recibirlas. Te quiero —susurré.

—Yo también —respondió y colgamos el teléfono.

Por un instante, el sentimiento de vacío me abrumó, pero respiré profundamente para controlarlo. Caminé a la cocina y puse la cafetera. Tomé las hojas pautadas y los lápices. Apagué la luz de la sala y me encerré en mi habitación, me senté frente al piano y comencé a tocar la antigua melodía. Nunca había escrito la partitura y la necesitaba para comenzar con los arreglos. Había decidido terminar primero la música y después centrarme en la letra. Así, entre notas, sostenidos, intervalos y disminuciones, recordé que había puesto la cafetera. Salí de la habitación para servirme una taza de café y continuar con el trabajo. El reloj marcó las cinco y el sueño hacía que mis ojos picaran.

El sonido del timbre me sobresaltó. Caminé hacia la cocina para mirar por el comunicador.

—Buenos días —dijo Liam.

Apreté el botón para que subiera y a los pocos minutos escuché los golpes en la puerta. Caminé hacia ella y la abrí.

—Hola —dijo emocionado. —Casi me desmayo cuando me percaté de que no venía solo.

—Fleur —dijo en tono serio—, ella es Laurent. Es tu nueva entrenadora.

—¿Cómo? —pregunté sorprendida.

—Ella se encargará de las rutinas de ejercicio para cuidar tu peso.

—¿Rutinas de ejercicio? —pregunté, pero ahora con alarma en mi voz.

—Hola —saludó la chica, quien tenía una figura envidiable—. A partir de hoy saldremos a correr todos los días durante una hora y por las tardes estaremos en el gimnasio. —Sentí que la cabeza me daba de vueltas y miré a Liam.

—No puedes quejarte, recuerda por qué lo estás haciendo.

—Iré a vestirme —dije con tono de reproche y caminé hacia la habitación. Me puse ropa de deporte y salí caminando detrás de ellos.

Jamás había corrido en mi vida y no entendía la relevancia que tenía correr para cantar. Supongo que Liam me leyó el pensamiento, porque respondió mi pregunta sin que hubiera sido formulada.

—Es necesario que tengas buena condición física, ayuda a tu respiración en el momento de cantar. Además, cantar en vivo es agotador, y hacerlo durante más de una hora podía provocar que te desmayes si no tienes buena condición física.

—Entiendo, pero correr de esta forma es exagerado.

—No te quejes, estoy corriendo contigo para mostrar apoyo.

—No me apoyes entonces —dije sonriendo.

Al regresar, las piernas me quemaban y sentía que había dejado algún órgano en el parque.

—Báñate —ordenó al ver que me había desparramado en el sillón.

—Todavía tengo algo de tiempo antes de que inicien las clases —dije para ignorar su petición.

—Tenemos una cita.

—¿Con quién? —pregunté haciendo un mohín.

—¡Rápido! —gritó tan fuerte que me levanté de un brinco y caminé a paso veloz hacia la habitación.

Me duché en cinco minutos y salí de nuevo para encontrar a ambos desayunando cómodamente.

—Come. ¿Recuerdas que durante un tiempo defendías tu desayuno de fruta y yogur? Pues, a partir de hoy, solo desayunarás eso. —Entorné los ojos.

—¿Estás intentando hacer que desista? —pregunté. Su actitud estaba comenzando a molestarme.

—No —respondió de golpe—. Aunque quisieras, ya no podrías hacerlo. Si decides renunciar antes de debutar, la discográfica te cobraría con intereses la inversión de tu debut. ¿Acaso crees que los cantantes solo tienen que pararse frente a un micrófono y cantar? Fleur, la música es una disciplina.

—Pobre Yori si él tuvo que pasar por esto —mascullé. Me senté y comí la fruta con rapidez.

—¿Cómo vas con la canción? —preguntó al verme bostezar.

—Aún no la terminé, pero la tendré lista para mañana —dije con seguridad.

Me sorprendí al ver hacia dónde nos dirigíamos. Un edificio enorme con un letrero que decía Academia de Baile Profesional.

—Genial —mascullé. Laurent trabajaba en el gimnasio que se encontraba en el primer piso, así que se despidió de nosotros antes de salir del elevador—. ¿Una escuela de baile? —pregunté mientras la campanilla del elevador anunciaba que habíamos subido un piso más.

—Un artista completo debe saber de todo, no solo cantar bien.

—De acuerdo, pero es bajo tu riesgo. Sabes que tengo dos pies izquierdos.

Al salir del elevador me quedé atónita al observar a un grupo de chicos practicando una coreografía. Un chico alto, de cabello cobrizo y ojos color miel, vestido de forma muy llamativa, era quien dirigía aquella obra de arte que deleitaba mis ojos. Todos se movían con una sincronía perfecta.

—Hola, Glenn.

—¡Liam! ¿Es la chica nueva? —preguntó al mirarme—. Es linda —dijo sin quitarme la vista de encima.

—Sí, lo es, y deberías escucharla cantar —respondió Liam—. Su imagen aún no ha sido decidida, pero es una chica joven, así que debe saber bailar como los jóvenes.

—¿Jóvenes…? —No era mi intención ser grosera, pero él lucía mucho más joven que todos los presentes, así que cuando escuché a Liam hacer esa apreciación no pude evitar reírme.

—Intentaremos algo sencillo para ti. Comenzaremos con un poco de estiramiento, pasos básicos de jazz y terminaremos con una coreografía muy sencilla —dijo mirándome directamente a los ojos. Asentí como respuesta. Los chicos comenzaron a colocarse frente al espejo que fungía como pared al fondo del salón.

—Fleur, al frente —dijo Glenn con un gesto de satisfacción en su rostro.

Caminé con desconfianza. Comenzó a explicar los movimientos de estiramiento de piernas y brazos, la forma de relajar el cuello y los hombros, y terminamos aprendiendo a dar piruetas sobre la punta de los pies. Debo admitir que los ejercicios eran sumamente sencillos, pero para alguien como yo, que jamás había practicado ningún tipo de deporte antes, la maratón de la mañana y el entrenamiento de baile estaban provocando que mis piernas estuvieran a punto de irse a la huelga.

El momento de bailar llegó. Glenn comenzó bailando la coreografía él solo, de esa forma podíamos darnos una idea de cómo deberíamos lucir nosotros.

—Muy bien… uno… dos… tres… cuatro… —Comenzó a mover sus manos y pies. Jamás había visto a una persona bailar de esa forma. Era muy buen bailarín—. Ahora, hazlo tú.

Entendí por qué ser cantante era tan difícil. No podía coordinar mis movimientos y al mirarme en el espejo solo sentía vergüenza, la forma en que me movía daba lástima. Gracias al cielo, la clase terminó, pero ahora estaba más adolorida. Me quedé dormida en el camino debido al cansancio. Liam me despertó cuando llegamos al conservatorio.

Bajé del auto con pesar y sintiendo que mi cuerpo iba a romperse en cualquier momento. Cuando llegué al salón, todos estaban ensayando. La jornada fue un poco más de lo mismo. Vocalizar, solfear, vocalizar, solfear, y, durante la última hora de clase, cantar la misma estrofa una y otra vez.

Liam me recogería a las tres para llevarme al gimnasio con Laurent así que, en cuanto el ensayo terminó, salí corriendo del salón para encontrarme con él en el estacionamiento. Condujo durante por lo menos cuarenta minutos. Fue entonces que me percaté de que no nos dirigíamos con Laurent.

Llegamos a un estudio fotográfico. Cuando entramos en el edificio comencé a mirar a mi alrededor. Había luces y cables por todos lados. Gente corriendo con ropa y maletines repletos de maquillaje. Me sentí rápidamente intimidada por la cantidad de glamur que se respiraba en aquel sitio.

Liam me guio a través de los diferentes escenarios, hasta que nos detuvimos frente a una rubia platino que revisaba con ahínco las imágenes de una pelirroja exuberante en la pantalla de una computadora. Liam carraspeó y aquella mujer levantó la vista hacia nosotros. Sus ojos, verdes como la esmeralda, se centraron en mí.

—Fleur, ella es Cameron Brooks, una de las fotógrafas más reconocidas del mundo. —Cameron me dedicó una cálida sonrisa y extendió su mano derecha para que la estrechara—. Cameron, ella es Fleur Lefebvre. Debutará con mi discográfica en unos meses. —Miré a Liam.

—Aún no pasé la audición, ¿recuerdas? —murmuré.

—Ya lo hiciste. Lo que mis productores quieren saber es cuánto debemos invertir en ti. —Sus palabras me tomaron por sorpresa—. Grabé la canción que cantaste en el conservatorio y se la mostré a los productores. Están de acuerdo en que tienes mucho talento.

Cameron carraspeó para sacarnos de nuestra pequeña conversación y captar nuestra atención.

—Ve con ellos al camerino para que te arreglen y después comenzaremos con la sesión —dijo en tono seguro y señaló a un par de chicos de lentes y aspecto intelectual que habían permanecido de pie tras ella desde que entráramos en la habitación.

Caminé tras ellos hasta que entramos en el camerino que tenía escrito mi nombre. Cada uno me observaba fijamente. Comenzaron con la magia que solo un estilista es capaz de crear. Fui bombardeada con peticiones de pruebas de accesorios y cambio tras cambio de ropa. Finalmente, cuando me miré en el espejo quedé perpleja. Mi cabello estaba completamente lacio y caía como una cascada fina sobre mis hombros, cubriéndolos levemente. Delinearon mis ojos de una forma tan exagerada que lucían grandes y brillantes. Me habían convertido en una verdadera estrella del pop.

Regresamos al set para tomar las fotografías. Cameron revisaba la cámara cuando entramos. Ella sonrió con satisfacción antes de dedicarles una seña de bien con el dedo pulgar a sus diseñadores de imagen.

—Perfecto. La sesión será sencilla, actúa normal y del resto me encargo yo —dijo sonriendo.

Caminé hasta situarme en el centro de un par de reflectores de luz blanca y en medio de dos lienzos blancos de tela fina que cubrían el piso donde estaba de pie y que servían como pared detrás de mí.

—Levanta un poco más la barbilla y no mires hacia el suelo, mírame a mí o a Liam —dijo mientras comenzaba a enfocar con la cámara.

Siempre había imaginado las cámaras para modelaje más grandes y ostentosas, pero ella usaba una muy pequeña y con aire sencillo.

—Ahora, sonríe… Perfecto. Quiero que imagines a alguien especial, obsérvalo, intenta que solo a través de tus ojos él pueda sentir tus sentimientos… Imagina a alguien que te guste, demuestra cuánto te gusta con solo una mirada.

Pensar en Yori fue sencillo. Perdí conciencia de que estaban tomando fotografías, solo miraba la lente de la cámara con todo el amor que sentía hacia él. Y así, sin darme cuenta, la sesión terminó.

—¿Mañana a qué hora debo estar en el estudio? —le pregunté a Liam mientras conducía hacia el departamento.

—A las ocho.

Tras todo el ajetreo del día había confirmado algo: todo requiere de esfuerzo y sacrificio. Los sueños se cumplen a través del sacrificio y la templanza. Mientras analizaba aquella filosofía, llegó a mí la idea perfecta: mezclar lo nuevo con lo antiguo. Parecía una buena idea para explicar el cambio de conciencia en la canción.

Entré en aquella habitación donde estaban los mezcladores. Tomé un violín para tocar el inicio de la canción y grabé la melodía en la memoria del mezclador. Toqué uno a uno los instrumentos y los guardé en canales diferentes de sonido para después unirlos. Sería la melodía perfecta. Una mezcla entre el pasado y el presente. Una vez lista la pista, solo debía arreglar la letra y hacer la versión karaoke. Grabé un par de veces el tema con la línea melódica para hacer ajustes en el ritmo y la armonía. Después canté la canción para hacer los ajustes de respiración y arreglar los tonos. El tiempo pasó rápido, estaba terminando de grabar la pista en un CD cuando escuché el timbre. «Siempre tan puntual», pensé y caminé hacia la cocina para abrir la puerta.

—Buenos días —saludé.

—Hola. ¿Estás lista? —preguntó al ver que aún tenía la ropa del día anterior.

—Dame diez minutos —pedí y salí corriendo hacia la habitación. Me arreglé en un santiamén. Tomé el CD con la canción antes de salir hacia la sala.

—¿Nerviosa?

—No.

—Canta como siempre y todo estará bien.

Permanecimos en silencio durante el trayecto, cada uno inmerso en sus pensamientos. Cuando llegamos al estudio, una masa de periodistas nos esperaban en la puerta. Al vernos bajar del auto, se acercaron a nosotros y comenzaron a preguntar a Liam acerca de mi inminente debut y mi relación con Serene Lasserre. Mi madre había dejado huella durante sus años como cantante. Liam hizo caso omiso de todas las preguntas y nos abrió paso entre la multitud.

—¿Eso qué fue? —pregunté al ver su expresión despreocupada.

—Información filtrada, no te preocupes. ¿Estás lista?

Asentí y abrió la puerta. Una sala de grabación tapizada con lo que parecía ser una alfombra de color gris y un cristal enorme que abarcaba media pared. Una puerta más pequeña que conectaba con la sala de grabación y, al fondo, una mesa con tres hombres sentados frente a ella. Entramos sin decir palabra alguna y Liam abrió para mí la puerta de la sala de grabación. Antes de entrar le entregué el CD al operador de audio y caminé con paso seguro hasta el fondo de aquella sala. Me detuve frente al micrófono. Coloqué los audífonos en mis orejas.

—¿Escuchas bien, Fleur? —preguntó Liam al otro lado.

—Sí.

—Vamos a dejar correr la pista para hacer la prueba de sonido.

Asentí y respiré profundo. Escuché la canción a través de los audífonos. El corazón me martilleaba y mi respiración era irregular. Al principio creí que tal vez se debía a los nervios, pero en realidad estaba emocionada.

—El volumen está bien —dije en el micrófono.

—Tomaremos el nivel —dijo el ingeniero.

Asentí de nuevo y la entrada de la canción comenzó a sonar a través de los audífonos. Comencé a cantar y pude ver la sorpresa en el rostro de los productores, incluso Liam quedó impresionado al escucharme. Cuando llegué al coro, la música cesó.

—Perfecto. Intentemos la canción completa.

Terminé de cantar la canción sintiéndome satisfecha de mi interpretación y de mi creación. Era una buena canción.

—¿Escribiste esta canción en un par de días? —preguntó uno de los productores—. Liam, esta chica es una mina de oro —finalizó.

—Lo sé, solo necesita apoyo y tendrá mucho éxito —dijo el interpelado con una sonrisita de satisfacción en sus labios—. Justin, utilizaremos esta grabación para hacer los previos publicitarios del sencillo. Agenda una rueda de prensa y comienza a planear el videoclip. —Liam había comenzado a dictarle a un chico menudo que había entrado unos minutos antes en la habitación—. Me encargaré de comenzar a planificar todo, mientras tanto ya conoces el horario con el que trabajarás hasta que terminen las clases. Y necesitaremos tres canciones más —dijo, pero en esta ocasión dirigiéndose a mí.

Parecía haber llenado por completo las expectativas de los socios de Liam, solo había recibido elogios y felicitaciones. Esperaba que me aconsejaran sobre la dinámica de la canción o que, tal vez, me pidieran colaborar con algún compositor profesional para mejorar o corregir mi estilo. Pero me habían confiado también el resto de los tracks que se incluirían en el CD.

Salimos de aquella oficina y Liam continuaba bombardeándome con más y más compromisos. Era increíble la forma en que confiaba en que tendría éxito.

Liam habló durante todo el trayecto respecto a los compromisos y, según sus palabras, mi primera prueba de fuego sería la rueda de prensa donde me presentarían como la nueva artista de DM Recording, o sea la discográfica de Liam.

Jamás me habían entrevistado antes. Estaba muy nerviosa, caminaba de un extremo al otro de la habitación como un león enjaulado. Mis manos estaban sudorosas y mi corazón latía como una locomotora. Liam estaba sentado enviando mensajes de texto y revisando las propuestas para el videoclip.

—¿Qué haré si preguntan sobre mi relación con André?

—Nada. Responde con la verdad —dijo sonriendo.

—¿Cómo? —grité.

—¿Tienes una relación con él? —Moví la cabeza para negar—. Si preguntan algo como eso, simplemente respondes con la verdad.

Justin entró en la habitación para informar de que todos los periodistas habían ocupado sus sitios y la conferencia comenzaría en cinco minutos. Respiré profundo antes de entrar en el salón donde se efectuaría la conferencia. Liam entró primero y caminé detrás de él.

—Buenos días. —La voz de Liam sonaba amable, pero seria y fría. Jaló la silla para que me sentara—. Las preguntas deben ser breves. Y, por favor, eviten ser invasivos, recuerden que es su primera entrevista. Comencemos. —Los periodistas comenzaron a levantar la mano para pedir la palabra.

—¿Es cierto que fue expulsada del conservatorio debido a su misteriosa desaparición? —Liam sonrió de forma sombría.

—Ella no desapareció, realizó un viaje conmigo a Japón para informar a su padre acerca de su debut con mi discográfica. Siguiente pregunta.

—¿Es verdad que mantiene una relación romántica con André Aubriot?

—No —respondí tajante—. Nos conocemos desde la infancia, pero nuestra relación no puede considerarse ni siquiera una amistad.

—Se corrió el rumor de que su relación era muy cercana debido a fotos en las que aparecen usted y el señor Aubriot. ¿El contenido de las fotos es un malentendido? —Respiré tan profundo como pude.

—Seguramente se refiere a las fotos de la fiesta del conservatorio. Es como usted lo indica, solo un malentendido —respondí con la voz más entera que pude.

—Bien, eso es todo. Agradezco mucho su asistencia. Nos comunicaremos con ustedes para informarles de las fechas de lanzamiento y eventos.

Liam se puso de pie y me ayudó a levantarme. Permaneció sonriendo hasta que regresamos al camerino.

—Odio a los periodistas por eso —dijo intentando empatizar conmigo.

—No entiendo qué tiene de interesante el tema. Ni siquiera intentaron preguntar por mis aptitudes como cantante —respondí riendo. Buscaba de forma desesperada la manera de relajarme.

—Esto es solo la punta del iceberg, Fleur. Ten cuidado con lo que dices y haces hasta que tu talento te represente y ellos te respeten. Vamos, te llevaré a la escuela.

La cantidad de trabajo que tenía provocaba que los días pasaran a gran velocidad. Todo parecía marchar bien. Los chicos de mi clase estaban contentos con mi participación, los rumores poco a poco perdían fuerza, los periodistas me seguían de vez en cuando, Kenya y yo no nos dirigíamos la palabra, aunque nos topáramos de frente en los pasillos, y solo faltaban un par de días para la presentación.

Necesitaba prevenir que mi padre, al escuchar los rumores de mi debut, sufriera un ataque. Marqué el teléfono con rapidez, solo tenía cinco minutos antes de regresar al ensayo de baile. Por fortuna, mi padre respondió enseguida.

—Hola, papá —saludé.

—Hola, cariño. Supongo que quieres saber los datos del vuelo. —Sonreí por su suspicacia—. Aterrizaremos al mediodía y el vuelo es el AF-59. —Anoté los datos en mi agenda y suspiré.

—Papá, necesito pedirte algo. Cuando llegues a París es probable que escuches rumores sobre mí, pero, por favor, no hagas caso. Te prometo que, después de la presentación, te explicaré todo como es debido.

—Espero que no me digan que asesinaste a alguien —bromeó.

—No. Definitivamente es algo menos dramático. Los veo pronto —dije riendo y colgué.