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Chapter 14 - Eres tú

Nos quedamos profundamente dormidos hasta que el timbre del celular nos despertó

—はい (¿Sí?) —contestó él—.まだ寝ている (Aún está durmiendo) —respondió y volteó a mirarme, fingí seguir durmiendo—. Ya vienen por nosotros —susurró en mi oído y colocó su mano en mi frente—. Aún no baja la fiebre, ¿te sientes mal? —dijo en tono angustiado.

—No, en realidad —respondí.

Él volvió a tomar el teléfono e informó a los profesores de que tenía fiebre desde la noche anterior y aún no había bajado.

—Van a tener una ambulancia en la escuela esperando a que bajemos. —Asentí y volví a recostarme con la espalda contra el suelo. No sentía aquel calor que la fiebre debería provocar, pero veía las cosas moverse muy lentamente.

—Los profesores —dijo cuando escuchó ruido fuera de la pagoda y salió a recibirlos.

El médico de la escuela los acompañaba. Se agazapó junto a mí y me revisó. Hice una mueca de dolor cuando revisó mi tobillo, que aún estaba hinchado.

—Es solo una gripe —dijo a Yori—. Pero está deshidratada. Será mejor ingresarla en el hospital para que la traten.

—¡Hospitales no! —grité e intenté ponerme de pie.

—Tranquila —dijo Yori y caminó hacia mí. Se agazapó también y me miró de forma severa para reprenderme en silencio. Tragué saliva y sonreí lo más dulcemente que me fue posible.

—Por favor, todo menos un hospital —susurré.

—Doctor, mi madre puede cuidarla. ¿Cree que si contratamos una enfermera podrían ponerle el suero en casa?

—No creo que haya problema. —El médico terminó de tomar mi pulso y se puso de pie.

Los profesores habían llevado un auto, así que me subieron a la parte trasera. Yori subió conmigo y acomodó mi cabeza en su pecho para que fuera más cómoda.

—Algún día tendrás que ir al hospital —susurró en mi oído.

—Pero no hoy —respondí. Él dejó escapar una carcajada y recargó la espalda en la portezuela del auto.

Quería regresar pronto a casa para terminar con la tensión que se apoderaba de nosotros y poder con ello olvidar lo que había sucedido, las palabras que se habían pronunciado. Cuando finalmente llegamos al colegio, nuestros padres estaban junto a la ambulancia. El profesor abrió la portezuela para que Yori pudiera bajar y los paramédicos pudieran cargarme. Pero, para sorpresa de todos, simplemente levantó mi cabeza para bajarse y él mismo me tomó en sus brazos y me llevó hasta la camilla

—No quiere que la hospitalicen —dijo en dirección a nuestros padres.

—Está bien —respondió mi padre y los paramédicos me revisaron. El médico intercambió algunas palabras con ellos.

Me recosté en la camilla. Supongo que debí quedarme dormida, porque cuando desperté nos encontrábamos en casa y mi brazo tenía el suero puesto.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Yoko, quien me cuidaba desde una silla al fondo de la habitación.

—Mejor —respondí con la voz ronca.

—Nos preocupaste mucho.

—Lo lamento. —La observé levantarse y acercar la silla hasta la cama.

—Fleur —dijo seria—. ¿Por qué tus brazos tienen marcas de agujas?

—Bueno… es...

Intenté pensar lo más rápido posible en una excusa, pero mi mente se había quedado en blanco. El ruido de la puerta al abrirse me hizo sentir como si hubiera sido salvada por la campana.

—Mamá, no deberías interrogarla de esa forma —dijo Yori. Lo miré agradecida y él respondió con un guiño de su ojo derecho.

—No quiero interrogarla, estoy preocupada.

—No es necesario que te preocupes, uhm… ma… mamá… No es lo que imaginas.

Los ojos de ambos se abrieron como platos. No estaba segura de si su reacción había sido a causa de mi pobre excusa o por haber llamado mamá a Yoko. Pero, al menos, había cumplido con mi cometido: desviar su atención de mis brazos.

No quería seguir siendo una carga. A pesar de los sin sabores y reveses que la vida me había dado, tenía que continuar viviéndola. Yori tenía razón, si no se aprende de los errores del pasado, ¿cómo se puede aspirar a un mejor futuro? Por fin había comprendido. Ya no quería ni debía mirar hacia atrás. Había sido suficiente tiempo de revolcarme en mi propio dolor y miseria.

—Dejémosla descansar —dijo Yori para sacar a Yoko de su sorpresa después de escucharme llamarla de ese modo.

—¿Necesitas algo más? —preguntó Yoko antes de salir.

—¿Podrías acercarme el control del estéreo, por favor? Me gustaría escuchar un poco de música.

—Ella asintió y lo tomó para dármelo.

—Aquí tienes.

—Gracias —respondí y ambos salieron de mi habitación.

Me quedé pensativa un momento. Por alguna razón, me sentía renovada, incluso podría decir que comenzaba a tener apetito. Tomé el control que había dejado en la cama y encendí el estéreo, comencé a pasar de una estación a otra, hasta que una melodía captó mi atención. La base de la melodía era una guitarra acústica, y los arreglos de guitarras eléctricas con toques de rock, el suave sonido del teclado y los solos de Beatbox. Comencé a mover la cabeza para seguir el ritmo, el compositor de la canción había sido muy original. Hacía tiempo que no escuchaba tanta originalidad en una melodía. A excepción de mis canciones, modestia aparte. «Esta canción es buena», musité.

Al escuchar la letra, me quedé perpleja. Me levanté tan rápido de la cama que casi me arranqué el suero por tirar de mi brazo. Esa canción había sido escrita para mí y el chico la estaba cantando para mí. «Por fin te encontré», susurré. Acerqué mi mejilla a la bocina, su voz entraba por mis poros, tranquilizando mi corazón. «Digan el nombre del cantante… », supliqué, pero había encendido el estéreo muy tarde, lo que estaba escuchando era solo el puente final y la última estrofa. No había duda. Era él.

Mis súplicas fueron escuchadas y comenzó la intervención del locutor.

—Acabamos de escuchar Listen to my voice (Escucha mi voz) de la nueva estrella juvenil. Este es su primer sencillo y le auguramos mucho éxito. Él compone y arregla sus canciones. En una entrevista, tras preguntarle sobre el significado de su canción, solo respondió que intentaba enviar un mensaje a alguien especial. La canción fue lanzada el día de ayer y ya está en los primeros lugares en radio y descargas de ringtones. Para celebrar el lanzamiento del CD debut, habrá un concierto solo para fans en el Saitama Super Arena este fin de semana. Así que, fanáticas, prepárense, porque los ensayos comienzan este jueves.

«Debo ir. Pero ¿cómo me acerco a él?».

No podía dejar de sonreír. Estaba realmente feliz, por fin la vida me recompensaba por todo. Me levanté del piso y caminé de nuevo a la cama. Por el jalón que le había dado al brazo con el suero, la aguja me había lastimado, así que no me quedó más remedio que llamar a la enfermera, quien no hizo esperar una llamada de atención por mi insensatez y mi familia la secundó.

—Tengo hambre —dije a Yoko.

—¿Qué te apetece comer? —La miré con duda.

—Lo que sea, muero de hambre.

No podía bajar a comer, así que Reira se ofreció para hacerme compañía. En realidad no conversamos acerca de nada, solo sonreíamos al mirarnos comer. Comí hasta que sentí que reventaría.

Los días pasaban rápido. Después de tomar dos días de descanso, regresé a la escuela. Yori no podía llevarnos debido a su trabajo, así que mi padre nos llevaba y Yoko nos recogía. No había visto mucho a Yori después de haber decidido vernos como hermanos. Procurábamos evadirnos el uno al otro, aunque Yori lo hacía de una forma menos sutil. Si caminábamos por el pasillo para bajar a cenar, ambos lo hacíamos sin siquiera mirarnos.

Liam y Millet habían vuelto a París y yo deseaba que llegara el jueves con todas las fuerzas de mi corazón.