Lo primero que hizo al ingresar a su habitación, fue lanzar el pequeño cartel al tacho de basura que estaba posicionado al lado de la puerta, la habitación era minimalista, solo contaba con una ventana, un baño separado por una puerta de vidrio, una especie de colgadores para ropa, en dónde solo figuraban tres ganchos y en el centro de la misma había una cama, que no era ni muy dura ni muy suave, un espléndido punto medio.
El Cazador al observar su vieja ballesta, decidió ir a la armería que se encontraba en el almacén que se encontraba cerca de la cabaña, para conseguir algunas espadas y algo de blindaje para sus brazos y piernas, nunca le había gustado la idea de tener una armadura corporal, porque le restaba velocidad y le dificulta a moverse.
Las piezas del almacén era de muy buena calidad podrían resistir al menos dos golpes directos de una espada sin dañarse y también consiguió unas dagas las cuales encantó para que transmitieran sus propios encantamientos, como una red mágica.
Al salir del almacén, se encontró con un hombre, de gran estatura, con un mínimo de metro setenta-cinco, tenía la piel clara y los cabellos dorados, sus músculos resaltaban, sobretodo porque llevaba un ligero y pegado polo de color celeste que ayudan a marcar su cuerpo, se encontraba blandiendo con una furia desmedida una enorme espada que tenía casi su mismo tamaño. El Cazador tuvo un mal presentimiento con tan solo verlo, intento pasar de largo, pero aquel extraño lo reconoció al instante y blandió su arma en dirección al Cazador.
- Así, que por fin te apareces - Exclamó con furia aquel hombre, el Cazador al verlo más de cerca se dio cuenta de que era uno de los caballeros del reino, por el emblema que exhibía en su pecho.
- Amigo, ¿Te puedo ayudar en algo? - Expresó el Cazador con notable incomodidad ante la provocación del caballero.
- Claro que si - Respondió con furia, entonces el hombre dejo de hablar y empezó a gritar cada palabra - Me puedes explicar, ¡¿Cómo demonios terminaste tu representando a nuestro reino, bastardo?! - Las palabras de aquel caballero estaban empezando a molestar al Cazador.
- Escuchá - Replicó aumentando su tono de voz - Yo no quiero esto, simplemente así fue dado, ahora por favor puedes dejar de hacer un escándalo.
- Como no soy hacer un escándalo - Gruñó el hombre - Si, tu ni siquiera puedes matar a una persona - La gente que se encontraba alrededor había formado una especie de circulo, confinándolos a ambos, incluso el General que había ido a molestar al Cazador, se encontraba entre el público, expectante al desenlace, el Cazador pensó en pelear con el darle el público lo que busca y cerrarle la boca a base de golpes, aunque al inicio era reconfortante, la idea al cabo de unos segundos le pareció una estúpida idea.
- No estoy de humor para esto - Pronunció mientras se disponía a volver a su cabaña, entonces el hombre empezó a reírse.
- Eres el primer criminal, cobarde que me he encontrado - Exclamó con odio, aquel simple adjetivo, termino por hacer estallar en cólera al Cazador.
- Te voy a dar unos instantes para que desaparezcan de mi vista - Respondió, de manera seca y cortante, el hombre por fin mostró una expresión cercana a la satisfacción al escuchar esas palabras.
- Muy bien - Expresó - Yo, el capitán Álvarez, acepto tu desafío Cazador - Al escuchar sus palabras, el Cazador se dio cuenta de que había caído directamente en su juego, casi sin oponer resistencia, un extraño sentimiento empezó recorrer su espalda, su furia casi se había disipado, cuando se dio cuenta de su estupidez, casi desapareció.
En un segundo analizó la distancia de su enemigo, y mientras él se preparaba para cargar contra el, el Cazador dio un pequeño brinco y en el aire, cargo su ballesta, Álvarez ya había salido disparado a su encuentro, pero el Cazador aún tenía tiempo de realizar un encantamiento, dibujo un aspa sobre la flecha, la cual se marcó en su punta y entonces su mirada que aún tenía centellas de furia, se dirigió en el césped aún quedaba entre ellos y jaló del gatillo, la flecha atravesó el aire en un instante, dejando un silbido a su paso, pero Álvarez no se detuvo, alzó su mano izquierda que estaba libre, el Cazador se asustó de su arrojó, la punta marcada de la flecha choco contra una superficie, y de inmediato, exclamó - ¡Reacción! - sus dedos empezaron a emitir unos ligeros rayos, que se dirigieron hacia las flechas, en menos de un micro-segundos.
Y antes de que alguien pudiera reaccionar, tanto a su palabra como a la extraña luz que emitió desde sus dedos, la flecha se envolvió en una bola de fuego que explotó con fiereza, la onda sonora llegó a aturdir ligeramente al Cazador que se encontraba muy cerca de la explosión, el humo que se desprendió le obligó a toser, pero su cuerpo quedo congelado por un instante, al ver como de entre la nube de polvo empezó a salir la imagen intacta de Álvarez protegido por una proyección defensiva que a justas penas había podido agrietar.
- Eso es todo - Respondió Álvarez mientras se lanzaba sobre el Cazador, Álvarez blandió su espada en diagonal con una furia monstruosa, pero su ataque era lento, le dio tiempo suficiente para que el Cazador pueda esquivarlo sin problemas, entonces la espada siguió su curso y chocó contra el suelo, el sonido del golpe retumbó en los oídos del Cazador, alertado por eso miro al suelo y se dio cuenta de que está complementa agrietado y que la espada se encontraba hundida a unos centímetros bajo el suelo, en ese momento se dio cuenta de que un solo golpe sería fatal.
Álvarez miro al Cazador con entusiasmo y se abalanzó de nuevo sobre él; su velocidad no había mejorado, así que el Cazador pudo volver a esquivar el ataque y mientras lo hacía, gracias a un rápido movimiento de sus ojos, se dio cuenta de que la espada estaba encantada, en el mango figuraba un pequeño dibujo de un círculo negro, entonces el Cazador lanzó dos sus dagas que se clavaron firmemente en el césped del lugar.
- Además se un criminal inútil, eres ciego - Exclamó Álvarez antes de lanzarse sobre el Cazador, este empezó a bailar con la espada, por más que la blandiera, el Cazador lo esquivaba, empezaron a formar una extraña danza mortal, en donde un solo error sería, fatal, mientras danzaban, el Cazador logro colocar de manera fugaz dos dagas más en el suelo, pero en su último lanzamiento, trastabilló, aquel pequeño error fue aprovechado por Álvarez quién logro conectar una fuerte patada en el estómago del Cazador, quien fue lanzado contra el suelo, cayendo se manera seca y dolorosa.
Al ver la posición desventajosa de su enemigo, Álvarez, envuelto en la adrenalina y la furia de la humillación que había sido la batalla hasta ese momento, no lo pensó dos veces y se impulsó saltando en dirección al cuerpo se Cazador, quien vio como Álvarez descendía con rapidez y no se apartó; la expresión de Álvarez se volvió pálida al ver que no se apartaba, un sudor frío recorrió su cuerpo, intento detenerse pero la gravedad se lo impidió, la hoja se encontraba cada microsegundo, más cerca del pecho del Cazador, pero antes de que golpeará, el Cazador choco sus manos.
- Nulo - Fueron las palabras que salieron de su boca, en un instante las cuatro dagas que habían formado con mucho cuidado un cuadrado, empezaron a iluminarse, cuando en las palmas del Cazador se formó un círculo atravesado por una raya, la espada de Álvarez choco contra las placas de los antebrazos del Cazador, el golpe fue seco, el Cazador sintió como vibraron sus huesos producto del impacto, pero las placas quedaron intactas, el shock de Álvarez, causó que bajara la guardia, y el Cazador conecto con fuerza su rodilla en el diafragma de su enemigo, el poco aire que aún tenía Álvarez, escapó brutalmente de su cuerpo, el cual empezó a balancearse hasta caer de rodillas sobre el suelo, el Cazador se incorporó y lanzó un golpe fugaz directo a la garganta de Álvarez, este se desplomó contra el suelo.
El Cazador decidió a acabar con el enfrentamiento, sostuvo el brazo con el que blandía su espalda y lo quebró con una rápida patada, pudo escuchar como se rompía las articulaciones y el poderoso grito de dolor que finalizó el pequeño encuentro entre ambos, Álvarez empezó a revolcarse en el suelo, ayudando mientas las lágrimas empezaban a devorar su rostro, al ver el desenlace la gente empezó a circular, el primero en partir fue el propio General quien no dudaba en mostrar una fiera expresión de desilusión.
A penas logro ponerse de pie, el ganador corrió sin pensarlo, se diría al interior del almacén en busca de algo que pueda servir para tratar la herida, mientras rebuscan entre las armaduras algo útil para ayudar a aquel caballero. Una joven, que había estado observando todo desde la copa de uno de los árboles, cogió una rama algo gruesa y recitó un pequeño conjuro para luego deslizar sus manos en dirección al almacén, mientras sus delicadas manos se movían en el aire, un puente de hielo empezó a formarse, la joven salto al puente antes de que el puente se completará, su cuerpo empezó a deslizarse con rapidez y a pesar de que se notaba algo preocupada, no pudo evitar que se le escapará una pequeña risa mientras se deslizaba.