Desde afuera, el palacio del reino, se parece más a una inexpugnable fortalece de piedra y canto, que a un lujoso castillo de marfil; durante décadas, es el único recuerdo en pie, de la gran primera generación de la familia real. La única construcción, que sobrevivió a la rebelión de las cinco cruces y orgullo de la realeza, tiene la forma de un pentágono irregular, con un baluarte en cada uno de sus cinco vértices.
El castillo real, posee dos puertas: la Principal o la puerta del honor, que está en la muralla del Camino Real, entre los baluartes de la Reina Victoria I y el Rey Leopoldo. La puerta secundaria o la puerta del Perdón, se encuentra en el lado opuesto, titulada de esa manera; por el príncipe Ederick, quien recibió y perdono la vida de los líderes Insurgentes, capturados al final de la gran rebelión del alba, en dicha puerta.
El Torreón del Rey Leopoldo se halla en el baluarte del mismo nombre. Cuenta con tres niveles, antaño, dos de estos rebosaban de cañones, aunque ahora el nivel central, el único accesible desde el exterior, es usado como el área de cocina real. Mientras que el nivel superior, es usado como un depósito de diversos artículos, principalmente alimenticios. El nivel inferior, construido por debajo de la tierra, es un extenso bunker laberíntico construido para resistir cualquier ataque, actualmente, en algún punto del intrincado laberinto se encuentra la sala del tesoro, en donde se guarda toda la riqueza material del reino, producto usualmente de los impuestos y raramente de los botines de guerra. Un puente levadizo completaba la seguridad, siendo el único acceso que posee cada torreón. Por su pare, el Torreón de la Reina Victoria, ubicado en el baluarte homónimo, estaba igual de equipado que el anterior. Actualmente, el nivel central e inferior sirven como la biblioteca real y el nivel superior, guarda una magnífica colección de las diversas reliquias que han obtenido las distintas generaciones de gobernantes. Es, en el nivel superior, de este torreón que se encuentra, rodeada de libros, una joven cuyos cabellos oscuros, que caían sobre su vestido de lino fino azul marino. Con ayuda de sus gafas, devoraba diversos libros apoyada en una de las columnas del torreón, pero su lectura fue interrumpida por un súbito y contundente golpe en la puerta del nivel superior.
- Su excelencia - Exclamó una voz detrás de la puerta - ¿Puedo pasar?
- Adelante - Respondió la princesa, la puerta se abrió e ingreso, un caballero de aspecto juvenil portando una armadura gastada, su rostro impasible, se relajó de sobremanera apenas cerró la puerta.
- ¿Por qué demonios sigues aquí? - Pregunto el soldado con molestia - Acaso no sabes que hoy llega la delegación de Lunkur.
- Ya lo sé, mira - Respondió la princesa con un ligero enfado, mientras le mostraba la tapa del libro que poesía entre sus dedos, cuyo título versaba "Historia de los Reinos: Lunkur, el reino de las heladas" - He estado investigando, - Continuo la princesa con un ligero tono de orgullo - sobre este reino para saber cómo desenvolverme en la reunión.
- Pensé que solo ibas a saludar y sonreír - Expresó el soldado con cierto aire de desgano.
- ¡Carlos! - Exclamó la princesa - Yo puedo hacer más que eso, ten más fe en tu gobernante.
- Para empezar, aún no eres mi gobernante - La princesa se quedó helada al escuchar esas palabras - Primero tiene morir tu tío, luego de coronado tiene que abdicar tu hermano y luego tendrías que casarte y de alguna forma mandar sobre tu esposo.
- No digas cosas crueles, por favor - Respondió la princesa con su ánimo ligeramente apagado - Ademas, lo que pienso hacer no necesita que sea la gobernante.
- No puedo hacer nada ante las leyes de la nación - Replicó levantando los brazos el soldado como forma de excusa - Pero, exactamente que querías lograr, durante la reunión.
- Como dije, he estado investigando - Respondió la princesa inflando el pecho de orgullo - Y, en el reino de Lunkur, el invierno dura mucho tiempo y es muy extremo. Al parecer, se debe a una maldición impuesta por un miembro de su casa real, cuándo fue obligó a abdicar a favor de su hermano mayor.
- Muy bien, y ¿Qué piensas hacer con eso? - Interrumpió el soldado.
- ¡Si te callas y me dejás hablar podrás saberlo! - Replicó la princesa - Como decía, según la información que he obtenido, el invierno de los últimos dos años, ha golpeado de manera brutal esa nación, causado hambruna y muertes, ese es el principal motivo de la invasión, ahora no hay que ser un genio para saber que lo del torneo, no esas que una farsa para ganar tiempo, ¿no es así?
- Si, he escuchado que estamos actualizando nuestro armamento y han aumentado la cantidad de reclutadores, incluso entre los soldados se habla sobre el inicio de un servicio militar obligatorio para los jóvenes - Expresó Carlos pensativo y con una cierta preocupación latente en sus palabras.
- Es muy posible, que las otras dos naciones - Continuo la princesa - Estén moviéndose militarmente, así que quiero aprovechar la reunión, para proponer una alianza entre las tres naciones - Pronunció con una fuerte determinación.
- ¿Qué?, no sé cómo piensas llevar eso acabo - Replicó el soldado mostrando un aura de decepción ante la respuesta de la princesa.
- Muy fácil - Respondió con seguridad y un ligero tono de superioridad - Si todo este problema es culpa de la magia, entonces, solo tengo que formar un equipo de investigación que elimine la magia... Y entonces !los pobladores de Lunkur podrán cultivar sus tierras y no tendrán que ocupar otras, evitando todo conflicto¡ !Es un plan brillante¡ - La princesa empezó a reírse y regodearse en su propio plan, entonces el soldado alzó la voz, con desgano.
- Tu plan tiene dos fallos, y muy grandes - La princesa se quedó conmocionada ante esa respuesta.
- ¿Eh? ¿Cuáles? - Pregunto
- El primero es simple - Respondió Carlos - Para lograr tu grupo de investigación, deberías de contar con el apoyo de los nobles de la federación de comerció a quienes estamos defendiendo.
- Bueno si - Pronunció la princesa un poco desorientada.
- Ya veraz tu cómo los convences, pero el principal problema es Lunkur - Continuo el soldado - Para hacerlo, necesitarás el permiso de su casa real, para ingresar a su territorio e investigar, pero la única persona que viene en su delegación de la realeza, es el tercer príncipe, último en la línea sucesoria y sin mucha influencia política, así que ese es el principal fallo, no creo que consigas ese permiso de libre tránsito - La princesa, se sentó sobre unos libros y empezó a pensar como poder remediar un golpe tan fuerte - Lo segundo, es que no sabes si esto calmara las ambiciones del rey de Lunkur, lo más posible es no ceda en sus intentos por expandir su territorio, la ambición de los reyes es muy difícil de aplacar - La princesa empezó a revolver sus manos sobre sus cabellos en un claro acto de desesperación ante los comentarios del soldado - Creo, que un mejor plan sería ofrecer tu mano para ... - En ese momento un libro salió disparado estrellándose contra la cara del soldado, acabando con su discurso en el acto.
Álvarez ingreso al despacho del General con la respiración acelerada y entrecortada, el sudor recorría sus mejillas. El General lo había llamado de manera urgente, la intuición lo obligó a llegar lo más pronto posible, corriendo mucho trecho para alcanzarlo. El despachó del General, era minimalista, solo poesía una mesa a la cual le caía una ligera luz que se colaba por la ventana que estaba a sus espaldas, sobre la mesa había un pequeño reloj y una foto de una niña.
- Para qué me llamó, señor - Comentó Álvarez con cierta inseguridad y timidez.
- Siéntate - Respondió el General, Álvarez obedeció sin mucho problema - Veo que tú brazo ya se ha recuperado, eso ha sido rápido - Álvarez se quedó atónito ante el comentario.
- ¿Sabía lo que pasó? - Pregunto con miedo.
- Por supuesto, soy el General principal de las fuerzas armadas, piensas que no estoy al tanto de lo que hacen mis mejores soldados - La respuesta, inesperada para Álvarez, logro motivarlo.
- En ese caso, mi General - Respondió con un tono decisivo - Mi brazo, se encuentra curado y estoy listo para cualquier misión.
- Estupendo - Comento el General mientras esbozaba una frágil y falsa sonrisa - Según, algunos rumores, nuestro enemigo el reino de Lunkur, se encuentra ingresando materiales sospechosos con ayuda de la mafia Amvurguesa - Ante la información, el porte y aura que Álvarez emanaba se volvió seria.
- Entonces - Contesto - Tendríamos que investigar si eso es cierto.
- Naturalmente Álvarez, nuestro problema es que no podemos mover muchos efectivos, o realizar una redada, sin levantar las sospechas del reino de Lunkur, sobretodo porque su delegación se va a quedar en la capital mientras dure el torneo, por eso, solo podemos movilizar a una persona - Al escuchar eso, Álvarez volvió a emocionarse e incluso pensó que por fin, tenía una oportunidad para demostrar su valía - Por tu propio historial, creo que eres el mejor calificado.
- Entendido - Respondió Álvarez intentando disimular su alegría.
- Está misión es secreta - Continuó el General - Mientras dure estarás "oficialmente" suspendido temporalmente, no podrás usar ninguna de nuestras instalaciones, podrás pedirme lo que necesites a través de palomas mensajeras, me aseguraré que lleguen a tu domicilio, pero perderás todo contacto con el ejército y también tienes permiso para usar cualquier medida no letal que necesites, siempre y cuándo no cause demasiados daños.
- Está bien, mi General - Álvarez pensó que era innecesario el sacarlo del ejército de manera personal, pero no quiso poner en peligro está oportunidad, así que simplemente se limitó a asistir y recibir la carta de suspensión que le general le entrego, junto con un par de guantes de color grisáceo, que tenía pequeñas hendiduras en los nudillos y un extraño botón en el pulgar de cada mano.
- Esos guantes - Explico el General - Están encantados, tiene dos funciones principales, la principal es la función de ataque, se activa presionando el botón de la mano izquierda, podrás lanzar pequeñas ondas de choque cuando impactes sobre un objetivo, si golpeas en la cabeza podrías "dormir" a los hostiles sin muchos problemas... Y la segunda, es la más importante, con el botón de la derecha puedes escribir desde la distancia todo lo que escuches, pienses o digas, sobre cualquier papel que marqués con una letra Z, úsalo para conseguir información.
- Muchas gracias por esta oportunidad - llegó a susurrar Álvarez mientras recogía los guantes y cuando se disponía a salir, el General lo volvió a llamar con un gesto de su mano.
- Casi me olvidaba - Mientras hablaba, volvía a sacar un par de sobres de su bolsillo - Por la llegada de la delegación de Lunkur, se va a organizar una fiesta, están invitados ambos representante de nuestro reino, ¿ Puedes hacerme el favor de entregarles las invitaciones?
- Por supuesto - Comento Álvarez y se limitó a coger las invitaciones y salió del despacho.
Cuando llegó a las barracas, encontró al Cazador sentado al costado de una mesa improvisada, leyendo un extraño libro y apuntando sobre cosas en una hoja de papel. El lo reconoció desde lejos y lo saludo, dándole señales para que se acerque.
- ¿Qué pasó Álvarez, vienes a entrenar? - Pregunto con un tono muy alegre.
- No - Respondió secamente - Me han encomendado un trabajo, estaré ocupado por un tiempo.
- Ya veo - Replicó con una cierta desilusión - Puedo hacerte una pregunta.
- Claro
- ¿Fue el General quién te encargó la misión? - Álvarez se quedó pensativo, no sabía cómo responder ante esa pregunta, pero antes de que pueda decir algo, el Cazador volvió a hablar - Ya veo, es secreto - Álvarez solo asintió con la cabeza - En caso, de que sea el General - Continuo con un tono más sombrío - No confíes mucho en el, ya es muy tarde para advertir a Dear, pero ese hombre no es de confianza.
- El General, aunque es un poco altanero, no creo que sea una mala persona - Respondió de manera instintiva Álvarez.
- No existen malas ni buenas personas - Replicó - A pesar de lo que el diga ahora, o de cómo se comporte, al menos yo... no puedo confiar en una persona cuyo mercado de esclavos, fue el más grande en este reino - "y el que más problemas me causo" Pensó para sus adentros, mientas el odio que sentía hacia el General relucía en cada palabra que pronunciaba- Desde que me enteré de eso, no puedo confiar en nada relacionado con él, es casi instintivo - La expresión del Cazador empezó a volverse sombría con cada palabra, Álvarez no sabía de nuevo como responder, este la darse cuenta, volvió a aligerar su voz - Lo siento... Me fui por las ramas, para que has venido.
- P-Para entregarles una invitación - Respondió Álvarez con nerviosismo.
- ¿Invitación? - El Cazador, inclinó la cabeza mientras pronunciaba sus palabras.
- S-Si - Continuo intentando controlar su nerviosismo - Por la llegada de la delegación de Lunkur, se hará una fiesta y ustedes cómo representante de nuestro reino están invitados.
- Ya veo.
- ¿Dónde está Dear?, tengo que entregarle su invitación. - Se encerró en su habitación - Respondió el Cazador, entonces Álvarez empezó a caminar hacia la cabaña, pero fue detenido por el brazo del Cazador - Ella me digo que iba a hacer algo muy importante y que si alguien se atrevía a interrumpirla, lo convertía en un tempano de hielo - La piel de Álvarez se erizó al escuchar las palabras del Cazador.
- B-Bueno, entonces, le podría dar más tarde la carta, yo tengo que partir a prepararme para mí misión.
- Si no hay problema, ve a realizar tus deberes, soldados - Pronunció el Cazador con un tono burlón, mientras recibía las dos cartas de invitación, Álvarez se despidió con un gesto, mientras seguía su camino a las afueras del parque para abordar un taxi hacia su hogar, no podía dejar de pensar que esos dos eran en cierta media, causaban bastante terror, al menos a él.
Cuando se quedó de nuevo por completo en soledad, sin más compañía que sus libros y sus apuntes de química, el Cazador volvió ignorar los extraños sonidos que provenían de la cabaña, sostuvo una de las cartas y pensó "En esta fiesta, tal vez me pueda volver a encontrar con esa princesa"