—Eres una gallina. Mira nada más como tiemblas— rio. Mis manos estaban temblorosas, pero no por miedo, sino por la irritación y el hambre.
—Ya me voy— di la espalda para tratar de irme de ahí, pero me agarró el brazo hacia él.
—¿A dónde crees que vas? — preguntó en un tono irritante y rechiné los dientes. Mis tripas seguían sonando y este imbécil me estaba reteniendo.
—Me tienes cansado ya— enterré mis uñas fuertemente en su brazo, y él me soltó. Al ver su brazo tan cerca, lo agarré y lo mordí; no fue tan fuerte, pero por el miedo haló el brazo y mis dientes se enterraron más en el. El sabor de su piel y su sangre era asqueroso, casi vomito y me sacudí—. Sabes asqueroso— limpié mi boca y él se agarró el brazo.
—¡Este hombre está loco! ¡Vámonos de aquí!— dijo la chica asustada agarrándole el otro brazo y haciéndolo correr con ella. ¡Que sabor tan despreciable tiene!
Me fui a la casa y fui directamente al baño para lavarme la boca y las manos. Ese despreciable sabor seguía en mi paladar. Me uní a Noah, quien estaba sentada en la mesa del comedor. Me acerqué y le quité la cinta de la boca.
—Hola, linda, ¿Cómo estás? — traté acariciar su mejilla, pero me evitó y suspiré—. Tuve un día de perros, Noah. ¡¿Podrías al menos hablarme?!— alcé mi voz, y al ver su expresión de miedo, bajé la cabeza—. Lo siento, olvídalo— me fui a la cocina a preparar la cena. Iba a hacer algo especial, pero no me siento bien para eso.
Quise preparar algo rápido y puse el plato frente a ella. Me senté y comencé a comer, pero ese sabor y esa hambre no se me quitaba, aún después de haber terminado el plato.
—¿Alguna vez te has sentido tan hambrienta, que no hay nada que te satisfaga, Noah? Siempre comías mucha carne, pero es muy poca la que consumimos ahora.
—A mi no me hace falta la carne, Caden. No quiero más carne— dijo temblorosa.
—Antes la amabas y hacías todo por ella, ¿Por qué ahora no? ¿Qué ha cambiado? Debiste haberte sentido así alguna vez. Dime, ¿Qué hago?
—Nunca me he sentido así, Caden. El hambre que tienes es mental.
—¿Mental?— le di un golpe a la mesa, y ella se asustó—. Antes me alimentabas, fuiste tú quien me obligó a consumir carne y ahora no la quieres. Trato de complacerte, pero es desesperante— mis tripas aún sonaban, como si no hubiera comido nada, y todo luego de haber probado aquello—. Incluso antes me alimentabas de ti y ahora eso también dejaste de hacerlo. Muero de hambre, ¿Por qué mierdas no me ayudas a buscar una solución, Noah?
—Compra carne en tu trabajo y comemos de ella.
—¡Sabes muy bien que no hablo de esa carne! ¡Mi estómago se siente igual de vacío que este maldito plato, Noah! — alcé la voz otra vez y traté de calmarme, ella no tiene la culpa de eso, pero aún así, es irritante que ahora nada le importe.
—Lo siento, no te enojes. Buscaremos una forma de quitarte eso.
—¿De verdad? — sonreí.
—Sí— respondió temblorosa.
—¿Cómo lo haremos?
—Ahora no sé— desvió la mirada, y me le quedé viendo.
—Tengo una idea— me levanté de la mesa, y me acerqué a ella—. Quiero comer de ti, Noah
—No, hay otras formas de hacer las cosas.
—¡Silencio! Antes lo hacíamos, ¿Qué hay de malo con hacerlo ahora?
—No quiero, Caden.
—Últimamente he notado que me llamas por mi nombre, parece que te desagrado bastante o ya no me amas como antes. Eso duele, Noah. He tratado de hacer las cosas bien contigo, pero nunca parece agradarte nada de lo que hago. Cada vez me desprecias y duele mucho. Yo estoy poniendo de mi parte para que todo funcione entre los dos, pero tú no. ¿Acaso ya no me amas?
—No es eso, es solo que lo que quieres hacer es algo tonto.
—¿Tonto? ¡Fuiste tú la primera que lo hiciste!
—Pero ya no me gusta y no quiero hacerlo.
—Yo tampoco quería hacerlo antes y me obligaste, ahora soy quien quiere hacerlo.
—No, si realmente me amas, no lo harás— reí por su estúpido comentario.
—Cuando escuchaste mis quejas y mis súplicas la primera vez, ¿pensaste en eso tan ridículo?
—No recuerdo nada de lo que pasó antes, Caden. ¿Podrías comprender eso?
—Yo me encargaré de recordarte lo bien que la pasábamos, Noah— caminé hasta mi plato y cogí el cuchillo de la mesa para caminar de vuelta hacia ella.
—¿Vas a matarme, Caden?— quiso levantarse de la silla, y la presioné por sus hombros contra la silla.
—No, solo quiero un poco de ti. Sé buena, Noah.