—¿Crees que las cosas se van a resolver así, pendejo?
—Ya lo dije, no volveré a acercarme a ella. No tengo ningún interés en tu novia, yo tengo la mía.
—¡Ya déjalo, Daniel! ¡Ya basta con esto, por favor! Casi lo matas, ¿Qué no ves? — le dijo Suzy, y él se me quedó mirando.
—Estás en tu día de suerte, imbécil. Si te vuelvo a ver cerca de mi novia, para la próxima no voy a detenerme— bajé la cabeza a todo lo que dijo.
No di vuelta atrás, seguí caminando hasta llegar a mi casa. Fui directo a la habitación y busqué una mochila. Noah me miró y se sentó como pudo en la cama.
—Ahora no puedo explicar nada. Iré por nuestra comida. Hoy cenaremos un poco tarde, espero no te moleste— le avisé.
Recogí todo lo que me serviría para darle una visita a domicilio y me bañé para cambiarme de ropa. Fui a la cocina y busqué dos cuchillos para meterlos dentro de la mochila. Luego me encaminé a la casa de Daniel. Quedaba a varios minutos de la mía, por lo menos de algo sirvió esa ridícula fiesta. No había llegado a la casa todavía, así que me quedé en vigilia hasta que lo hizo. Estaba solo, no estaba seguro de si en la casa hay gente con él. Estuve esperando por un rato, asegurándome de que no saliera de nuevo. Era de noche, eso me facilitaba más las cosas. El lugar era muy silencioso y debo buscar la forma de no hacer mucho ruido. Me acerqué al portón y me subí por la reja, hace mucho no lo hacía. Me asomé por las ventanas, pero no lo veía. Quise forzar algunas, pero estaban cerradas. No tengo más opciones que ir por la puerta principal. Toqué el timbre y me mantuve justo al lado de la puerta, saqué el cuchillo de la mochila y miré que no hubieran cámaras. Tardó un poco en abrir y escondí el cuchillo en mi espalda.
—¿Qué haces tú aquí? ¿Viniste a buscar otra paliza otra vez? — se cruzó de brazos y rio. No dejé que continuara hablando, saqué el cuchillo y lo enterré en su hombro. Él retrocedió sujetando su hombro y trató de correr dentro de la casa y me le fui detrás. Al alcanzarlo, enterré el cuchillo en su muslo derecho, necesitaba que dejara de correr. Él cayó al suelo sujetando ambas partes y gritó. No tuve de otra que poner mi pierna en su pecho y empujarlo contra el suelo, la subí hasta llegar a su cuello y ejercí un poco de fuerza.
—¿Quién es la gallina ahora? — acerqué el cuchillo a mi boca y lo lamí—. Lo único bueno que tienes es esto. Si vuelves a gritar, cortaré tu cuello y los huevos también— reí. Él estaba fatigado y buscaba el aire. Tenía sus manos en mi pierna, pero no era lo mucho lo que podía hacer, iba poco a poco perdiendo la fuerza—. Vas a acompañarme a un lugar y serás un niño bueno. Demuéstrame cuán macho eres, ahora que no están tus amiguitos contigo— quité mi pierna y retrocedí, estaba tosiendo y su rostro se veía muy rojo—. Arrodíllate y pon tus manos en la espalda— luego de unos instantes lo hizo y puse el cuchillo en mi pantalón, mientras buscaba las cintas en la mochila. Cuando lo estaba haciendo, se tiró sobre mí haciéndome caer al suelo. Trató de golpearme, pero logré sacar el cuchillo a tiempo de mi pantalón y lo enterré en su otro muslo, no quería matarlo todavía. Arranqué el cuchillo de un halón y lo empujé a un lado. Estaba quejándose y gritando, necesitaba encontrar una manera de callarlo—. Ya me cansaste, maldito— me levanté y cogí una lámpara, y con ella le pegué en la cabeza. No quedó inconsciente, pero sí aturdido. Aproveché para amarrar sus manos y ponerle una cinta en la boca, ya que con el escándalo que hizo, estoy seguro que lo escucharon.
Busqué por toda la casa y no había nadie, así que busqué detergentes para limpiar un poco la sangre que había esparcida en el suelo. No limpié como otras veces, no tenía mucho tiempo. Las llaves de su auto estaban encima de la mesa y las cogí. Salí de la casa solo primero y abrí el portón, también la puerta del auto, y al no ver movimiento afuera, lo saqué a él y lo acosté en el asiento trasero. Cerré la casa y me subí a su auto para manejar hasta la mía, estaba dándole golpes a mi asiento y quejándose.
—Tienes un buen auto, creo que me lo quedaré— al llegar a mi casa metí el auto en el garaje, no quería que nadie más lo viera. Lo bajé y estuvo haciendo fuerza para evitar caminar, pero lo empujaba. Lo llevé al sótano y lo tiré dentro, bajé las escaleras y él trató de arrastrarse, a lo que le puse la pierna en la espalda—. ¿Te gusta tu nuevo hogar? No es igual de grande que tú casa, pero es muy acogedor. Es la primera vez que un extraño entra a mi casa, debes sentirte afortunado— le quité la pierna y lo arrastré por la de él, hasta llevarlo a una esquina del sótano —. Muy bien, ahora podemos comenzar— busqué lo necesario para hacerle un torniquete y un cuchillo de la cocina, el indicado para cortar la carne—. Hoy tengo muchas ganas de comer, ¿Qué debería cortar primero? — hice una pausa y me quedé pensando—. ¿Tus manos? No, tus piernas, así me aseguro de que no salgas de aquí— abrió sus ojos de par en par al ver que me acerqué con el cuchillo—. Está será tu lección por meterte con la persona equivocada. Voy a preparar una deliciosa cena para mi mujer y tú serás parte de nuestro platillo especial, ¿No estás feliz? — reí.