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Chapter 41 - 41: Visita inesperada

En el preciso momento que planeaba adueñarme de sus ricos labios, tocaron la puerta y ambos nos sobresaltamos.

—¿Esperabas a alguien?

—No, claro que no— se levantó de la cama y se puso una camisa azul larga—. Vengo ahora— salió del cuarto y no sé porqué tuve malicia, o más bien un mal presentimiento. Llevé el cuchillo a mi pantalón y lo oculté con mi camisa. Escuché unas voces conocidas y me asomé por la puerta del cuarto.

—¿Dónde está, Caden? ¿Dónde lo tienes, perra?

—¿Qué hacen ustedes aquí?— preguntó Suzy nerviosa.

—Te pregunté que dónde está Caden, no me respondas con otra pregunta— escuché un quejido de parte de Suzy y salí del cuarto, cuando vi a dos de los amigos de Daniel; uno de ellos fue el que aguantó a Suzy aquel día que Daniel me atacó. Al parecer más problemas.

—¿Me buscaban?— pregunté, y fijaron su mirada en mí.

—¿Hasta que al fin apareces, cobarde. ¿Dónde tienes a Daniel y a Henry?

—No sé de qué hablan.

—Pues fíjate que yo sí sé— empujó a Suzy al suelo y eso me hizo molestar.

—Ella no te ha hecho nada, ¿Por qué la empujas?

—No somos pendejos. Henry fue a buscarte ayer y luego no regresó, Daniel luego de aquel día tampoco lo hizo. ¿Dónde los tienes?— se acercó y me agarró por el cuello de la camisa.

—¿Todo esto por esos dos sacos de hueso? ¿Por qué tengo que tener algo que ver con lo que hagan esos dos?

—¿Estaban teniendo sexo? Esta perra está casi desnuda y estás en su casa. Daniel te advirtió que te alejaras de ella y, aún así te volviste a acercar y hasta le haces el trabajito.

—¡Ya váyanse de mi casa!— pidió Suzy levantándose del suelo. Tenía planes de ayudarla, pero antes de que pudiera hacerlo, el otro hombre le agarró el pelo tirándola de vuelta.

—Vuelves a ponerle un dedo encima a ella y no respondo— le advertí.

—Hasta que sacas las garras, cobarde— rio, antes de cruzarse en mi camino y empujarme. Si hago algo ahora, el otro puede irse y eso sería un problema. Debo buscar la forma de acercarme a la puerta para poder asegurarme de que no salgan ninguno de los dos. No parecían estar armados.

—Pero mira nada más, ni ropa interior tiene— alzó la camisa de Suzy y riendo—. Ya te me estás antojando—Suzy se arrastró y la agarró fuertemente de vuelta.

—Déjala quieta, imbécil— advertí por segunda vez.

—Deberías concentrarte en quién tienes enfrente, no en esa zorra.

—Ya lo decidí; quiero coger con ella— buscó la forma de bajar su cierre. Al estar mirando en su dirección, el hombre que me estaba encarando me dio un golpe en la barriga. ¿Cómo pude despistarme tan fácilmente?

—Han quebrantado mi paciencia— dije, cuando escuché el quejido del otro hombre y al mirar a Suzy, había clavado un cuchillo en el costado derecho de él. No sé de dónde lo sacó, pero fue la oportunidad que necesitaba para acabar con el imbécil que tenia al frente. En el descuido que el hombre miró, saqué el cuchillo y lo enterré en su abdomen. Lo hice tres veces corridas y lo dejé caer al suelo, para ir de prisa a donde Suzy—. ¿Estás bien? — la ayudé a levantar, y sonrió.

—Creo que ahora tienes suficiente comida, Caden.

—Esto será un problema ahora. Dejaremos el supermercado sin empleados si esto continúa así. No sé porque todos estaban de parte de ese pendejo de ex novio tuyo.

—¿Estás celoso?— se paró encima del cuerpo del hombre para alcanzarme y llevó sus brazos alrededor de mi cuello—. ¿Te he dicho lo excitante que es verte cargando ese cuchillo?

—Deberíamos pensar en qué haremos para recoger todo esto. No sabemos si ellos dijeron o vieron algo indebido. Creo que será mejor dejar el trabajo y buscar otro. Si sigo apareciendo por allá, van a seguir pasando este tipo de cosas y no quiero perder el control de todo. Al parecer aún después de muerto, Daniel seguirá siendo un dolor de cabeza para nosotros.

—Tiene muchos amigos y lo más probable regresen a buscarme con la desaparición de él, así como lo hicieron ellos.

—¿Aquí? ¿Saben tu dirección?

—Sí, no pude hacer nada a tiempo. El día que planeaba darle su merecido, entraste a la habitación— sonrió.

—No deberías seguir en este lugar. Múdate a otro sitio y así no te encontrarán.

—¿Crees que podría hacerlo con ese simple trabajo que tenemos?

—Tienes algo de razón.

—¿Me dejarías quedar contigo?

—¿Has perdido la cabeza? Mi novia no te quiere ver ni en pintura.

—¿Por qué será?— rio—. ¿Eso no te ayudaría a que ella te preste más atención e interés? — realmente lo pensé, al límite de considerarlo. Noah parecía celosa de Suzy, quizá si la ve cambie de parecer y sea una buena novia. No tener que amarrarla más sería lo ideal, pero es tan terca que no se comporta. Quisiera ver qué reacción tendría al ver a Suzy en nuestra casa.

—No es del todo mala la idea. Al fin dices algo inteligente.

—Si no me gustaras tanto, ya estarías ahí tirado con los otros por eso que acabas de decir.

—Vístete, hay que llevar a esos dos a mi casa. Recoge todo lo que puedas.

—Fuiste muy fácil de convencer. ¿Planeas hacer un trío con ella y conmigo?

—¿Eso qué es?

—Nada—riendo caminó a su habitación.

Al terminar, guardamos los dos cuerpos en bolsas negras para poder llevarlos a su auto. Limpiamos el desastre entre los dos y ella guardó la maleta en el auto. Dejamos todo limpio y nos fuimos de su casa, solo espero que no venga nadie más a buscar problemas. Al llegar a mi casa, tuve que entrar y sacar el auto que era de Daniel al frente de la casa para que ella metiera el de ella al garaje. Esos dos cuerpos pesaban demasiado como para llevarlos desde el auto a dentro de la casa. Ella me ayudó a bajarlos uno a uno al sótano. Noah se nos quedó viendo asustada y se levantó de la mesa.

—Has ensuciado mi auto tres veces, debería cobrarte eso. No sabes lo difícil que es borrar esas manchas de sangre de los asientos— me reprochó Suzy.

—Yo no te obligué a hacerlo. Debo salir de ese auto que era de Daniel, nos puede traer problemas más adelante si alguien lo reconoce.

—Yo puedo hacerlo, quédate con tu Dulcinea.

—¿Y luego qué harás para volver? Vamos juntos.

—Esa palabra juntos suena muy linda y hace que me palpite mucho— llevó su mano a la boca, y soltó una risita traviesa—, y no hablo precisamente del corazón— esta mujer es una pervertida.