Lo curioso de este sueño fue que Marta no despertó en un hospital, despertó en medio de la calle, arrodillada justo frente al lugar del accidente, viendo como los paramédicos sacaban su cuerpo, el de su esposo y el de su hijo del auto destrozado, está visión le puso la piel de gallina, estaba confundida y asustada, de repente alguien la llamó:
- Chelita...
Marta giró bruscamente hacia la fuente de la voz, allí un hombre rubio, alto y de ojos marrones, vestido de blanco, que sostenía un pequeño niño dormido en sus brazos, su visión parecía nublada y no alcanzaba a distinguir claramente sus rasgos, pero por su voz podía distinguir claramente que era Mateo y que el niño en sus brazos era Michael.
- ¿Mateo...?
- Chelita, las cosas entre nosotros siempre fueron muy claras, tú sólo te casaste conmigo porque logré llenar una pequeña parte del vacío que la partida de mi primo, Miguel, dejo en ti, pero tú jamás lo olvidaste, lo amaste y lo amas aún.
- Pero... él ya no está conmigo, ni tú tampoco - respondió Marta intentando levantarse del suelo pero cayendo en el intento.
- Yo ya no estoy contigo, pero mi primo si, como tú lo dijiste, él sigue vivo, está a tu lado aunque no te des cuenta... Escúchame, Marcela, algo malo persigue a Miguel, persigue a los Flórez desde hace 10 años, pronto volverá a encontrarlo y no creo que quieras perderlo de nuevo, ¿o si?
- ¿A qué te refieres? ¿De verdad... está vivo?
- Tenías razón, tú lo sentías, me costaba admitir que de alguna forma tu alma se unió a la de él, comprendí muy tarde que tú jamás serías feliz a mi lado... deja de dar rodeos a tu vida y ¡ve tras él!... Michael y yo los cuidaremos, a ambos, porque son nuestra familia y solo queremos su felicidad...
- Pero... no entiendo...
Su visión se tornó oscura mientras intentaba hablar y preguntar, lo siguiente que vio al abrir sus ojos fue la luz de la luna que entraba a través de la ventana de su habitación.
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Miguel había vuelto a su apartamento, después de asegurarse de que su hermana estaría bien en la mansión Narváez, jamás hubiera creído que las cosas terminarían así, pero estaba feliz de haber visto a Marta completamente recuperada, planeaba estar con ella en buenos y malos momentos para así generarle confianza, por ahora estaba tranquilo con tan solo ganar su amistad, desde ese punto sería mucho más fácil enamorarla.
El sueño acudió a él en poco tiempo, era la primera vez en mucho tiempo que soñaba, no lo había hecho desde hacía siete años.
Él estaba hablando con su primo por teléfono, su primo al parecer estaba en el extranjero estudiando en la White Gold Business Academy, en la que él se había graduado hacía tres años.
- Me parece increíble que hayas aceptado eso del compromiso tan rápidamente, ¿acaso estás siendo extorsionando por tu padre?
- No es eso, hay algo diferente en ella, no es como las mujeres que se abalanzan sobre mi por dinero, desde el principio ella se mostró renuente al contrato de matrimonio.
- Pero ahora ambos lo aceptan, las cosas se desarrollaron de acuerdo al plan del Tío Álvaro, y yo que creía que siempre le llevabas la contraria.
- Llegará la hora en que tú también madures.
- Tengo 17, aún soy joven y adoro disfrutar mi pasajera libertad, tú también deberías hacerlo. Perdona si soy entrometido, ¿qué edad tiene la chica?
- Cumplirá 17 en noviembre, tan solo es menor por ocho meses que yo.
- Marcela Narváez ¿verdad? ¿La amas realmente?
- Si...
La conversación se vio interrumpida por un fuerte movimiento de la tierra, la llamada perdió repentinamente la cobertura y el celular quedó con la pantalla oscura. El movimiento de tierra no se detuvo, en vez de eso se hizo más fuerte.
- ¡Miguel! ¡Vamos, hay que salir de aquí! - le grito una chica de cabello castaño claro y ojos atigrados de color café y avellana, ella era su mejor amiga, Johana Botero.
Él corrió detrás de ella mientras veía como las paredes se agrietaban y las vigas cedían ante la fuerza.
- ¡Johana! ¡Cuidado! - gritó él empujándola para evitar que una pieza de cemento que caía del techo, la aplastara a ella, la gran piedra cayó sobre sus piernas ya que no tuvo la suficiente rapidez para esquivarla, el dolor agudo y punzante hizo que su consciencia se nublara y que todo se volviera totalmente oscuro a su alrededor.
- Primo... - de repente escuchó la voz de un hombre que lo llamaba.