Jill fue introducida a los niños que estaban cerca de ella, incluida otra niña que ingresó en Hufflepuf con ellos llamada Megan Jones, una bruja mestiza, pero con poca interacción con el mundo mágico. Jill estrechó manos a diestra y siniestra por unos momentos y pronto todos pusieron su atención en los pocos estudiantes que quedaban por seleccionar.
Una vez que la profesora McGonagall hubo retirado el banco y el sombrero con un movimiento de su varita, el hombre con larga barba blanca y túnica colorida sentado en la posición del centro de la mesa de los profesores se levantó y dijo cuatro palabras extrañas que Jill no llegó a entender antes de aplaudir e invitar a todos.
-¡A comer!
Con las palabras, los platos frente a Jill de repente se llenaron de comida y la fragancia de patatas asadas, caldo de pollo y otros aromas deliciosos llenó el lugar.
-Wow, ¡increíble!
La voz de Justin sentado al lado de Jill expresó con exactitud la sorpresa de muchos. Pero no hubo dudas al estirar las manos para servirse una gran porción.
Durante la cena, los alumnos mayores cerca de los nuevos estudiantes empezaron a hablar del castillo, dieron algunos consejos y la charla pronto decantó en el Quidditch, el deporte mágico que la casa de Hufflepuf no había ganado ¡desde hacía siglos!
La cena desapareció en cierto momento para ser reemplazada por el postre. A Jill no le gustaba mucho la calabaza, por lo que se contentó con un trozo de budín de pan con mermelada encima.
El ambiente era cálido, relajado y los niños de Hufflepuf la hicieron sentir muy bienvenida. Este sentimiento fue interrumpido por la voz del director Dumbledore, quien se levantó de su asiento cuando todos los alumnos tuvieron sus platos limpios y sus estómagos llenos.
-Primero, unos anuncios: Los alumnos no deben practicar magia en los pasillos de la escuela ni usar elementos prohibidos o serán llevados ante los directores de sus casas por nuestro celador, el señor Filch.-Señaló a un hombre de aspecto demacrado, vestido con ropas raídas y con una expresión constante de desagrado.
-Segundo: los alumnos no deben entrar al Bosque Prohibido. Y tercero, este año no deben entrar en el tercer piso a menos que quieran sufrir una muerte dolorosa.
Se hizo el silencio, muchos parecían pensar que el director estaba bromeando, pero Jill no pudo evitar sentir que su labio se contraía al escuchar esas palabras.
-Por último, ¡cantemos la canción del colegio!
Una vez que terminó la extraña tortura de cantar en voz alta una canción con varias melodías al mismo tiempo, finalmente fue tiempo de ir a los dormitorios. Jill había sofocado dos bostezos en lo que iba de la noche, y no podía esperar a darse un baño y acostarse.
Fueron guiados por uno de los estudiantes mayores, siguiendo a la fila de Sliytherin hacia el sótano, doblaron en un pequeño pasillo y se pararon frente a unos barriles de madera, similar a los usados para almacenar vino.
-Tienen que tocar el barril correspondiente al ritmo correcto o serán empapados en vinagre y no podrán entrar a la sala común. Recuerden el ritmo-dijo el joven tocando las tapas de los barril antes de que apareciera una puerta redonda en la pared. El joven esperó a que todos estuvieran dentro y la puerta se cerrara antes de seguir la explicación.
-Recuerden que si no pueden entrar deben esperar a que otro Hufflepuf venga y los deje entrar. Bueno, los dormitorios están por aquí, las niñas tienen a la derecha y los niños a la izquierda. Pueden encontrar sus nombres en la puerta de la habitación y su equipaje a los pies de la cama que les ha tocado.
Como todos estaban cansados, se dirigieron directamente a los dormitorios después de despedirse de Justin. Las camas tenían un dosel grueso y colchas de color amarillo y negro. Había una pequeña puerta que resultó ser un baño, muy bien pensado, necesario para no tener que salir de la sala común y perderse en el castillo en la búsqueda de uno.
Nadie tenía fuerzas para hablar así que después de una corta ducha, todos se fueron a dormir.
Al día siguiente Jill se despertó con la luz del sol, un poco desorientada antes recordar que ahora estaba en el colegio Hogwarts, más específicamente, en el dormitorio de mujeres de primer año de la casa Hufflepuf.
Mirando las caras dormidas de sus nuevas compañeras de cuarto, Jill se levantó de la cama, rebuscó en silencio por el uniforme y luego fue al baño a lavarse los dientes y la cara.
Al salir del baño vio las caras soñolientas de Hanna y Mega y vio que Susan aún dormía.
-Buenos días.
Las niñas respondieron con murmullos inteligibles, Hanna fue al baño primero y Jill despertó a Susan meciéndole el hombro suavemente.
Una vez que las cuatro se hubieron puesto el uniforme salieron del dormitorio juntas.