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Chapter 15 - Capítulo 15

En las semanas de clase siguiente, Jill se encontró increíblemente ocupada. Cada clase terminaba con los profesores asignando una gran cantidad de tareas para los alumnos. A veces estas tareas eran simples, practicar el hechizo lumus y nox, pero otras tareas eran extenuantes.

Las clases de pociones era interesantes en extremo. Jill hizo equipo con Ernie para preparar la primera poción explicada por el profesor Snape y juntos lograron un resultado perfecto, aunque el profesor solo miró la botella y asintió a regañadientes.

"Es realmente un hombre que solo ve los logros de su propia casa" Este pensamiento surgió ante la ligera frustración de no recibir ningún tipo de validación por el esfuerzo que hicieron para preparar la poción, pero pronto le siguió una sensación de orgullo. Jill recordó esas memorias algo desdibujadas de esa vida que ya casi había olvidado. "Pero es mucho mejor con nosotros que lo que recuerdo con los Griffindor, al menos Ernie y yo pudimos recibir un 'Supera las expectativas' en nuestra primera poción"

 El profesor Snape era uno de los profesores que pedía largos pergaminos llenos de análisis y nuestro propio pensamiento en la fabricación de las pociones que veíamos en clase, o las partes útiles de ciertos ingredientes poco comunes y sus usos. 

La profesora McGonagall siempre daba mucha tarea sobre la teoría de los hechizos de transformación, y pedía a los alumnos que dominaran el hechizo en dos semanas como mucho, y quienes no pudieran dominarlos tendrían que quedarse después de clases.

 Hubo una oportunidad que Megan Y Jill fueron solas a la biblioteca y encontraron casi todas las mesas ocupadas. Una extraña ocurrencia. 

La única mesa con solo una persona la ocupaba una niña, pero cuando ambas se acercaron para preguntar si podían compartir el espacio notaron la gran cantidad de libros ocupando casi toda la superficie. 

Megan le tocó el hombro de la niña que estaba muy concentrada leyendo con suavidad. 

La niña se giró, claramente enojada, su cabello marrón enmarañado dándole un aspecto de león enfurruñado.

-Disculpa, podemos compartir la mesa contigo. 

La niña rodó los ojos.

-¿No ves que no hay lugar?

Y así como así, la niña volvió su atención al libro ignorando todo a su alrededor. Megan parecía querer discutir, pero Jill no sintió la necesidad de ser expulsadas de la biblioteca por Madame Pince, la estricta bibliotecaria, así que le hizo señas a Megan y ambas pidieron prestados los libros que tenían en sus manos. 

En la sala común, se sentaron en la misma mesa que Hanna y Justin, ambos estaban mirando un mapa de la luna y consultando un libro a su lado abierto en la página de un mapa del cielo. 

Claramente en medio de la tarea de Astronomía.

-Pensé que iban a ir a hacer la tarea en la biblioteca- Justin se mostró sorprendido, hace apenas unos veinte minutos las niñas frente a él se fueron diciendo que querían estar en un lugar más callado para hacer su tarea. 

-No sabes lo que nos ocurrió- comenzó Megan, atrapando la atención de varias otras personas además de Justin y Hanna.

-Todas las mesas estaban llenas, y solo había una niña en la única mesa que quedaba...- Megan contó sobre la actitud de esta niña de cabello alborotado con mucha indignación.

Hanna se tocó la barbilla.

-Suena como Granger de Griffindor. Es realmente una persona desagradable.

Hanna señaló a Susan que estaba practicando el encantamiento lumus y nox a un lado. 

-Le habló a Susan como por una hora de todo su horario en la escuela muggle y cómo se había aprendido de memoria los libros de la lista antes de venir a Hogwarts. 

Susan escuchó la charla y se acercó, sentándose al lado de Justin, su expresión mostraba la incomodidad que sentía ante el tema.

-Al principio estaba bien, pero luego se puso muy altanera, preguntándome cómo es que no sabía nada sobre magia, aunque vivía en el mundo mágico...

-Quizás es porque ella vive en el mundo muggle y espera que la cultura sea la misma que en el mundo mágico. 

-... O tal vez solamente es engreída.

Justin se encogió de hombros al decir esto. Él había conocido a muchos cerebritos con egos muy agrandados cuando fue a visitar Eaton antes de saber que era un mago. 

La charla se desvió y volvió a las tareas sin terminar. Todos querían acabar con las tareas lo más rápido posible para tener el fin de semana libre para recorrer el castillo y ver a los alumnos más grande entrenar para los partidos de quidditch. 

Y hablando de quidditch, los alumnos de primer año tendrían la primera clase de vuelo muy pronto. Todos estaban emocionados salvo los niños que venían del mundo muggle. La idea de volar era atractiva, pero ¿volar montado en una escoba?

Parecía más una tortura que una diversión.