El resto del viaje en tren fue tranquilo y pasó increíblemente rápido gracias a la entretenida e interminable charla entre Justin y Hanna. Jill pensó que los dos niños parecían habían encontrado un espíritu afín en el otro porque después de un tiempo parecieron olvidarse de todo a su alrededor y hablaron entre ellos de las diferencias entre sus vidas en una familia de magos y una familia muggle. Susan y Jill escuchaban y se reían de la conversación, aportando una o dos frases de vez en cuando.
Ya estaba oscureciendo cuando un joven vestido con la túnica de Hogwarts pasó por el compartimento y nos recordó que debíamos ponernos el uniforme porque el tren estaba acercándose al colegio.
Justin fue un caballero y salió del compartimento primero dejando que Jill, Susan y Hanna se cambiaran con el uniforme de Hogwarts antes de entrar él solo. Mientras las tres chicas esperaban afuera del compartimento vieron a un par de alumnos de grados superiores que pasaban caminando una y otra vez dando instrucciones a todo el mundo.
-Los de primer año, dejen sus baúles en el tren, los encontrarán en sus habitaciones después de la cena.
Una vez que el tren se detuvo Jill bajó primera seguida de Susan, Justin y Hanna, todos decidieron apiñarse para no ser arrastrados por la multitud de niños que se amontonaban en la estación de tren.
-Primer año! ¡Los de primer año, por aquí!
Todos giraron hacia el sonido.
Una estruendosa voz llegó desde la oscuridad de los árboles antes de mostrar a un gigante con una gran lámpara de aspecto antiguo balanceándose en su mano. Fueron apurados por este gigante a seguirlo por un camino de tierra un poco lodoso.
Jill se maravillo ante la valentía de la escuela, dejar que una persona intimidante como el guardabosques fuera a buscar un grupo de niños y los llevara a dar una vuelta por el bosque oscuro, ¿no temían que algún niño miedoso se negara a seguir a la multitud?
Susan parecía algo asustada mientras caminaban en la oscuridad, y desde el momento en que el gigante había aparecido, sus manitos habían apresado fuertemente el antebrazo de Jill quien a su vez estaba haciendo lo posible para no caer bajo la influencia del peso extra, la poca visibilidad y el camino desigual.
-¡Cuidado! hay una bajada, ¡no se resbalen!
Con las advertencias del gigante, Jill finalmente llegó intacta al borde de un lago negro como la tinta con la orilla llena de botes. Pero ella fue una de las pocas, uno de los que peor aspecto tenía era un niño con cabello revuelto había bajado la pendiendo rodando dejando su uniforme nuevo lleno de lodo.
El gigante lo ayudó a incorporarse, aunque más bien se debería decir que lo alzó con una mano y luego lo depositó en el suelo.
-Cuatro por bote, solo cuatro por bote, súbanse todos.
Susan no perdió tiempo mirando el lamentable aspecto de los demás niños y tironeó a Jill hacia el bote que Hanna y Justin habían ocupado.
Una vez que todos los niños se subieron a un bote, el gigante se subió en el último bote disponible y pronto se deslizaron sobre el agua negra como tinta, en una travesía corta pero interesante, pasando por debajo de una cortina de plantas extrañas y llegando a una escalinata de piedra. Nadie se cayó al agua.
Guiados por el gigante, llegaron a un amplio salón de piedra donde los esperaba una mujer alta, con el pelo recogido detrás de su nuca y una mirada extremadamente severa. Era la profesora McGonagall, esperándolos para darles la primera introducción a la escuela.
-Gracias Hagird.
-Buenas noches profesora McGonagall.
El gigante, Hagrid, le dio un saludo de cabeza a la profesora y se dirigió a una puerta muy discreta entre dos antorchas, desapareciendo en la oscuridad.
-Niños. Bienvenidos al colegio de Hogwarts de Magia y Hechicería. En un momento ustedes serán seleccionados en sus casas, pasarán los siguientes siete años en ellas y las considerarán como su hogar. Cada triunfo que logren será recompensado con puntos, pero si rompen la reglas los perderán e incluso se les impondrá un castigo. Al final del año se hará un recuento y la casa que consiga la mayor cantidad de puntos ganará la Copa de las Casas.
Hubo un silencio lleno de tensión por un momento, los hijos de magos que tenían más información estaban anticipando ganar la copa mientras que los hijos de muggles se concentraron en el sistema de castigo y recompenza.
-Ahora, esperen un momento.
La profesora McGonagall desapareció por la misma puerta que Hagrid el gigante y solo unos segundo después un grito resonó entre las paredes de piedra.
Una figura blanquecina semitransparente apareció desde el suelo entre el grupo de niños, causando revuelo. Jill y Susan se tomaron de las manos y aunque no gritaron hubo un atisbo de miedo mezclado con asombro en sus caras al ver la creciente cantidad de fantasmas apareciendo de todas las direcciones.
Afortunadamente la profesora McGonagall no tardó mucho y pronto volvió a restaurar el orden y la calma antes de guiar al grupo de niños hasta una gran puerta de madera.
La primera vez que Jill vio el Gran Salón, casi tuvo que ser empujada por los niños detrás de ella. Era una escena que quitaba el aliento.
El lugar estaba lleno de arcos, velas flotaban sobre sus cabezas pero no había cera goteando en los sombreros de los alumnos o en las cuatro grandes y largas mesas de madera oscura llenas de personas. Sobre un podio al final del salón había una mesa perpendicular a las otras cuatro donde se sentaban hombres y mujeres con túnicas de diferentes colores y sombreros puntiagudos.
Después de detenerse frente a la mesa de los magos adultos, la profesora McGonagall puso un banco de patas largas y un sombrero algo vahído sobre el mismo. Se hizo el silencio; una voz vieja pero potente salió del mismísimo sombrero resonando en el Gran Salón al ritmo de la larga canción desafinada que cosechó un aplauso estruendoso de parte de todos los presentes salvo los niños de primer año.
-Los llamaré por su nombre, se acercarán, y les pondré el sombrero.
Jill vio con ansiedad cuando Susan, Hanna y Justin fueron seleccionadas a la casa Hufflepuff. Una vez que el nombre "Jill Woods" salió de la boca de la profesora, ella se sentó en el banco y cerró los ojos al sentir el sombrero en su cabeza.
"ah, otra bruja de muggles. Mmm, ¿no quieres separate de tus nuevos amigos? a ver, si, puede ser. Definitivamente ..."
-¡Hufflepuf!
Jill sonrió con felicidad, dejó el sombrero y corrió hasta la mesa donde estaba Hanna, Justin y Susan.