Muggle.
Jill frunció un poco su nariz ante la palabra. En su "antigua vida" siempre había sentido que esta palabra no era una clasificación sino un término derogativo para las personas no mágicas. Aunque no recuerda mucho, la palabra no-maj de las películas de Criaturas Mágicas era mucho más aceptable y sonaba mejor, con un toque misterioso.
-Un muggle es una persona no mágica. La actual sociedad mágica está separada del mundo no mágico y es por esto que les pido que después de mi visita no circulen este conocimiento a terceros, ya que habrá consecuencias.
El tema de la incómoda palabra fue dejado atrás con la charla siguiente, después de todo, no poder exponer el mundo mágico significaba que ni los abuelos de Jill ni el resto de sus familiares podía saber sobre Jill siendo una bruja. Llevando a una ocultación natural de todo lo que se refería a sus estudios.
-Mi hermano Daniel no está en casa hoy, ¿Él tampoco puede saber? ¿No me descubrirá cuando vea mis útiles o yo haga magia?
La profesora McGonagall no asintió pero sus palabras expresaron qué tan secreto intentaba ser el mundo mágico.
-Es entendible que al vivir en la misma casa que tu hermano te sea imposible ocultarle el hecho de que eres bruja, pero quiero aclarar algo, a los alumnos de Hogwarts no se les permite usar magia fuera de la escuela. En caso de que hagas magia se detectará de inmediato y recibirás una carta del Ministerio. Una segunda violación puede llevar a la expulsión.
Jill no pudo evitar sorprenderse al escuchar esto. "había olvidado ese pequeño detalle", Muriel y Dominic por otro lado estaban sorprendidos por las estrictas que parecían ser las reglas del mundo mágico.
Después de unas pocas preguntas más, la pareja miró a su hija con expresiones algo complicadas. Muriel le acarició la cabeza a Jill mientras le preguntaba.
-Jilly, ¿Te gustaría ir a esta escuela de magia? Tendrás que dejar atrás la escuela que elegiste y a tus amigos pero este Hogwarts... parece ser un lugar agradable y... no te fuerces, piénsalo bien.
Jill revisó las miradas de sus padres y sintió que estaban dejando la decisión en sus manos al cien por ciento. Frunciendo las cejas, JilL realmente pensó seriamente en qué hacer. Aprender magia no era sencillo si ella recordaba bien, pero no aprender se convertiría en un arrepentimiento extremo para ella. Dejando de lado lo incómodo que sería ocultar cosas de su familia, Jill sintió que realmente quería experimentar este nuevo mundo frente a ella.
-Mamá. papá. quiero ir a Hogwarts.-La pareja le dio suaves palmaditas de apoyo y Jill no pudo evitar agregar- Siempre puedo estudiar en las vacaciones e intentar hacer un examen para obtener un diploma de educación media.
Suaves risas llenaron la sala y la atmósfera algo pesada pareció diluirse.
La profesora McGonagall se levantó del sillón al ver esta escena y le dijo a Dominic con una cara siempre seria, aunque si se la miraba de cerca parecía tener una leve sonrisa en sus ojos.
-Me alegro de tenerla como alumna Señorita Jill, aquí...- Un sobre grueso apareció en la mano de la profesora McGonagall- … tiene su carta de admisión. Allí encontrará la lista de materiales para este año.
Jill abrió la carta y sus padres miraron por sobre su hombro. Muriel frunció las cejas ante la lista de calderos, libros y materiales de vidrio. ¡Incluso había un telescopio!
-¿Pueden comprarse estas cosas en Londres?
-Si, se puede- una pequeña sonrisa asomó a los labios de la profesora McGonagall- Señor Woods, me gustaría guiarlos a comprar los materiales escolares ahora si puede ser, tengo que hacer un par de visitas a otras familias.
-oh, oh si, por supuesto. ¿Deberíamos tomar mi auto?
Jill se rió por lo bajo al notar la duda cuando su padre miró a la profesora McGonagall al decir "auto". Tal vez la profesora también lo notó pero no dijo nada al respecto. Así fue como Jill se sentó en la parte trasera del auto y recorrió Londres hasta una calle muy bulliciosa. La profesora McGonagall los llevó a pie hasta lo que parecía una librería y una tienda de música.
Más cerca, Jill notó que en algún momento una tercera tienda había aparecido entre las dos tiendas que se suponía compartían muro. Jill no pudo dejar de sorprenderse y apretó la mano de su padre con fuerza.
-¿Qué pasa Jilly?
Sin querer llamar la atención de los peatones señalando con el dedo, Jill le habló en voz baja a su padre quien se agachó para oírla mejor.
-¡Apareció otra tienda entre la librería y la tienda de música!
Dominic miró hacia esa dirección con confusión pero luego... Realmente apareció. Hasta hace un momento no había nada más que un muro de unos quince centímetros allí, ¿como se convirtió en la fachada de una tienda? y...
La voz de Jilly llegó a sus oídos.
-Parece un poco sucio y destartalado.
Padre e hija compartían el mismo pensamiento, ¿La magia no podía arreglar este lugar?
-Síganme, no se queden atrás.
La voz de la profesora McGonagall urgiéndolos los obligó a dejar de lado sus pensamientos y acelerar el paso, entrando al "bar" cuyo cartel oscuro leía: El Caldero Chorreante.