Jill todavía tenía un sentimiento de irrealidad unos días después de haber sido introducida a su nueva identidad de bruja.
Si no fuera por el gran baúl en su habitación lleno de libros de magia, el caldero y las largas túnicas negras podría haber pensado que se trataba de un sueño.
Jill no intentó hacer magia después de tener la varita en su poder. Solo se dedicó a leer los libros de clases. En el libro reglamentario de hechizos aparecen las descripciones de los hechizos, así como su correcta pronunciación y el movimiento correspondiente de la varita.
Jill estaba completamente absorbida por el libro, con un lápiz en su mano, practicaba decir "Wingardium leviosa" o "lumus" mientras seguía las indicaciones de agitar y bajar la muñeca.
Daniel había notado desde el día en que vio a su hermana llegar adormilada y a su padre cargando un gran baúl que algo había sucedido en la familia y pronto se hizo evidente que él era el único que no sabía lo que estaba pasando.
Inquieto y molesto, un día se metió en la pieza de su hermana y revisó sin escrúpulos el gran baúl que había a los pies de la cama.
Fue atrapado por Muriel poco después. Y como ya había descubierto el secreto por sí mismo, tanto Dominic como Muriel sintieron que era mejor que Daniel supiera el secreto de la magia.
Esa noche fue muy incómoda para toda la familia, ya que a pesar de los talentos aparentes de Daniel como estudiante de honor, el joven adolescente se sintió desplazado e ignorado además de un poco celoso por la habilidad de su hermana para poder hacer magia.
Jill temía que la relación entre ellos se volviera tensa y que perdiera para siempre a este hermano al que solo había reconocido por un mes.
Pero Daniel demostró ser un niño con un gran corazón y una mente dispuesta. Después de unas cuantas lágrimas por parte de ambos, de alguna manera se arregló el asunto y Daniel declaró en el momento frente a sus padres y su hermana que quería entrar en el mundo de la informática y crear juegos.
Jill estaba totalmente atontada por el rápido cambio de actitud pero cuando salió de su confusión se dio cuenta que el futuro de su hermano podía ser muchísimo más amplio de lo que hubiera esperado su realmente se dedicaba a la tecnología. Después de todo, la tecnología comienza a avanzar a pasos agigantados y se siente incluso en este mundo.
A pesar del poco tiempo que pareció haber tomado resolver las tensiones en la familia, la realidad fue que Daniel se sentía un poco abandonado, por lo que Jill se aseguró de prestarle los libros que tenía.
-Si vas a hacer un videojuego me encantaría que tuviera algo de magia. No puedes exponer el verdadero mundo mágico pero conmigo aquí no te faltará material de referencia.
Y fue así que los dos hermanos con una considerable diferencia de edad se volvieron más y más unidos.
El primero de septiembre llegó, el día anterior habían ido a despedir a Daniel quien había vuelto a reportarse a la escuela.
Su escuela era semi cerrada, por lo que Daniel solo podía volver a casa los fines de semana, feriados y en las vacaciones, mientras que Jill solo volvería en Navidad. según la carta que le dio la profesora McGonagall, el tren saldría de la plataforma 9¾ desde la estación de King's Cross a las once de la mañana y Jill tenía que asegurarse de llevar antes y abordarlo o no podría asistir a clases.
El camino hacia la estación lleno a Jill de ansiedad y expectación. En unos momentos vería Expreso de Hogwarts y solo unas pocas horas después llegaría al famoso castillo en Escocia.
Con palmas húmedas y el corazón desbocado como un ave inquieta, Jill siguió a sus padres hasta el muro entre las plataformas 9 y 10.
Muriel le dio un gran abrazo.
-Recuerda que solo tienes que enviar una carta, si quieres volver incluso si hay que ir a buscarte iremos, ¿Está bien? Te quiero mucho.
Dominic también abrazó a Jill y le dio un ticket de pergamino.
-La profesora McGonagal me dio este ticket, guárdalo bien en tu bolsillo y no lo pierdas.
Con un gran beso en la frente de parte de sus padres, Jill empujó su carrito hacia la columna de ladrillos y no pudo evitar abrir bien grandes los ojos. Pero realmente, es mágico.
Como si no fuera más que un espejismo, la escena frente a los ojos de Jill cambió en un revoltijo de colores hasta que finalmente salió a una plataforma donde un tren a vapor de color rojo esperaba para partir, soltando grandes nubes blancas.