Un caluroso día del mes de julio, Jilly estaba sentada en la entrada de su casa sosteniendo un libro de matemáticas mientras fruncía el ceño.
Había podido adelantar mucho del material que vería una vez empezara la escuela, pero matemáticas no era su fuerte y ahora se encontraba con que necesitaba empezar desde lo básico. La presión no era poca.
Mientras Jilly batallaba con las explicaciones, una sombra atajando el sol la hiso apartar la mirada del libro. Cuando alzó los ojos, Jilly se quedó boquiabierta.
Frente a ella había una mujer de mediana edad, o de más edad, con una expresión severa, un sombrero puntiagudo y una túnica similar a las que había visto en los museos. Por un momento la palabra "cosplayer" apareció en su mente, pero parpadeó rápidamente empujando ese pensamiento fuera de su cabeza.
-¿Señorita Jill Woods? Soy la Profesora McGonagall, me gustaría hablar con tus padres.
-Ah, oh, oh, ahora llamaré a mi padre.
Jill se levantó de los escalones y entró en la casa gritando "papá" sin ningún tipo de incomodidad. Más de un mes siendo amada por esta familia la había llevado a aceptarlos en su corazón, eliminando el sentimiento de incongruencia que ella sentía al principio.
-Jilly, ¿Qué sucede?
Dominic salió de la cocina vestido con una camisa y pantalones casuales cubiertos por un gran delantal con las palabras "Amo la cocina" en grandes letras. Jill señaló la puerta de la casa.
-Hay una señora buscando a mis padres. Dice que se llama Profesora McGonagal.
Frunciendo el ceño, Dominic se sacó el delantal y se arregló las mangas recogidas hasta los codos y abrió la puerta para encontrar a la mujer vestida de forma extraña esperando pacientemente en la entrada.
-Buenos días, soy la profesora MgGonagal del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. He venido a informarle que la señorita Jill Woods ha sido aceptada en Hogwarts y a entregarle la carta. También he venido a aclarar a sus padres, usted Sr. Woods y a su esposa, todas las dudas que pueda tener sobre el colegio.
Desde el momento en que esta extraña mujer se había presentado, Jill había tenido un sentimiento de familiaridad, pero no podía poner su dedo en qué era lo que le resultaba conocido de esta mujer, hasta que escuchó el nombre de Hogwarts.
Hogwarts, un nombre inconfundible para quienes habían leído los libros de la autora J.K. Rowling y visto las once películas del universo de Harry Potter.
¿Podría ser? Justo cuando aceptaba su nueva realidad, unas pocas frases remodelaron su realidad por otra mucho más fantástica que la transmigración.
Dominic, por otro lado, no reconocía el nombre de este colegio, pero las palabras "magia" y "hechichería" sugerían que esto probablemente era una broma o algún nuevo colegio liberalista o algo así. Sumado a la extraña vestimenta de la mujer frente a él, Dominic no quería invitarla a pasar a su casa.
-¿Dominic?
La voz de Muriel sonó desde las escleras de la entrada. Jill se asomó desde la espalda de su padre y pronto se escurrió entre las dos personas paradas en la puerta y ayudó a su madre a sostener una bolsa llena de víveres.
-Mamá, esta señora dice que fui aceptada a un colegio de magia.
Muriel le dio una mirada llena de duda y un poco de cautela. ¿Una persona normal aparecería en la puerta de un vecindario como el de ellos clamando que sus hijos habían sido aceptados en una escuela de magia?
-Creo... - dijo la autoproclamada Profesora McGonagall- … que esta no es una conversación que deberíamos tener en la puerta de entrada.
Muriel y Domnic tenían una expresión un tanto rígida, pero al final, la mujer de sombrero puntiagudo logró entrar en la casa y las cuatro personas se sentaron en el living en una atmósfera incómoda.
-Como ya dije antes, soy la profesora McGonagall, doy el curso de Transformaciones en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. También soy la vicedirectora. Mi presencia hoy es requerida para entregarle a la señorita Jill Woods su carta de admisión junto con la lista de materiales para su año lectivo, así como para confirmar su respuesta y acompañarla a comprar sus útiles.