Año 9987, Día 26 del Mes de las Flores.
Con dificultades para dormir, Luciel se despertó en su segundo día con mucho cansancio todavía, aun así, se obligo a levantarse de la cama cuando Fred tocó la puerta para avisar que el desayuno estaba listo.
Él tomo las tres llaves y salió, dirigiéndose primero al baño en donde hizo sus necesidades y se lavó las manos y el rostro.
"Que bueno que no hay espejos." – dijo Luciel, pues sentía que sí veía su rostro, vería el rostro de alguien que no pudo dormir bien.
Cuando salió Fred estaba en frente de él.
"¿Todo bien?" – preguntó el joven chico.
"Sí, ¿Por qué la pregunta?"
"Bueno, los inquilinos de las habitaciones 21 y 23 me contaron que escucharon gritos provenientes de tú cuarto en la noche, ¿Estas bien?"
"Sí, es solo que… tuve una mala noche teniendo pesadillas."
"¿Pesadillas? ¿Algo que quieras decirme?"
"No, lo siento sí moleste a los otros huéspedes, pero… digamos que la pase muy mal en mi primera noche durmiendo…"
"¿Hm?"
"No es nada, ¿El desayuno ya está?"
"Sí, huevos de Ticos, rodajas de la fruta del Edén y lo que gustes beber."
"Hm, ¿Qué hay?" – preguntó Luciel mientras los dos bajaban al primer piso.
"Jugo del Edén, Jugo de Mateso, Leche de Charoly y agua." – dijo Fred.
"Bueno, creo que me gustaría probar el jugo de Mateso."
"Entiendo." – dijo Fred.
Cuando los dos bajaron, Fred le dijo a Luciel que podía sentarse en cualquier lugar que estuviera libre, y Luciel se dirigía a una mesa vacía, cuando vio a un hombre joven leyendo el Libro Negro, un Libro Negro igual al suyo.
'¡Otro como yo!' – pensó Luciel. – '¿Qué hago?' – él no sabía sí ir a hablar o no, y al final, las ganas de saludar a otra persona de la Tierra como él le gano, por lo que se fue a la mesa en donde él joven se encontraba.
"Hola." – dijo Luciel mientras se sentaba en una silla vacía en frente del joven.
"Hola, ¿Tú eres…?" – el joven era guapo, piel clara, pelo de color café claro y ojos café oscuro.
"Luciel, soy… provengo de la Tierra."
"¡¿Tú también?!" – preguntó el joven adulto. – "Vaya sorpresa, no pensé en encontrarme con alguien de la Tierra tan joven como vos aquí, aunque bueno, creo acordarme de que el Vicecapitán de los Guardias menciono a un niño, así que tú debes ser el niño que llegó primero al pueblo."
"Así es."
"Bueno, un gusto, me llamo Alec, Alec Thompson." – dijo Alec.
"Mucho gusto Alec, dime, ¿Has conocido a otros como nosotros?"
"En sí, el día de ayer aparecí cerca de otras tres personas."
"¿Y están también aquí?"
"Sí, aunque lo más seguro es que sigan dormidos."
"¿Y eso?"
"Bueno, pasamos toda la noche de ayer charlando acerca de que hacer en el futuro."
"¿En serio?"
"Sí."
"¿Y que planean hacer?"
"Pensábamos ir a una ciudad, pero después de leer el libro y descubrir que era peligroso salir de las afueras de los poblados, preferimos quedarnos y hacernos fuertes primero."
"Oh."
"Por lo que hemos pensado en unirnos al Gremio de Aventureros."
"Vaya, pero ¿No tienen miedo?"
"¿De qué?"
"De tener que cazar monstruos, o de enfrentarse a bandidos o ladrones."
"Bueno, aun hay cosas que no sabemos muy bien, que, aunque en el Libro Negro venga una pequeña introducción informativa sobre el Gremio de Aventureros, lo más seguro es que descubramos mucha más información al unirnos." – dijo Alec.
"Vaya, veo que lo has pensado muy bien."
"Sí, siendo honesto, todavía no me acostumbró tanto a lo que sucede. El día cuando todo sucedió, me encontraba de camping con unos amigos, y ahora, me encuentro aquí con gente que no conozco, es demasiado…"
"¿Impactante?"
"Sí."
"Lo sé, yo… yo no pase por una buena noche, extraño mucho a mi familia… esta situación���"
"Sí, es una maldita situación en la que nos encontramos, estamos separados de nuestros seres queridos, quien sabe sí estén aquí o no, y para empeorar todo, nuestro mundo, la Tierra, ya no existe más, todo lo que nos queda son los recuerdos y conocimientos que adquirimos en nuestra vida en la Tierra."
"…"
"Pero bueno, mira, hace rato que nos entregaron nuestra comida."
"¿Eh?" – Luciel se sorprendió al darse cuenta de que así era. – "¿En qué momento?"
"Bueno, tenías los ojos cerrados por unos segundos, y el joven de ojos y pelo verde dejo los platos y se fue para dejarnos hablar."
"Ya veo."
"Bueno, que tal sí desayunamos."
"Sí."
Después de desayunar, los otros que llegaron al pueblo junto con Alec bajaron, y charlaron un poco con Luciel, al igual que él, ellos aun no se acostumbraban a la situación, y seguían intentando de entender la situación en la que se encontraban.
Al atardecer, los cuatro se marcharon al Gremio de Aventureros, mientras que Luciel siguió en su habitación leyendo el Libro Negro.
Y por segunda noche consecutiva, Luciel tuvo pesadillas.