Bajo la sombra del cometa: El demonio de fuego negro

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Synopsis

Chapter 1 - Prologo

Bajo la sombra del cometa: El demonio de fuego negro 

Escrito por: Una piedra consciente

Pero antes de empezar unas aclaraciones:

Aunque desde pequeño siempre me ha gustado escribir pequeñas historias e ideas, jamás lo había hecho a una escala tan grande como la que planeo con esta novela. Por eso, quiero dejar claro que está en un estado de semi-borrador. Es decir, los capítulos que suba podrían cambiar, reestructurarse o corregirse a medida que avance. Por eso ruego la mayor de las comprensiones

También, quiero avisarles que esta historia tocará algunos temas que algunas personas podrían encontrar sensibles. Así que, si algo les incomoda, les sugiero tener discreción al leer. Ahora si empecemos con la historia espero que disfrutes lo que tengo para ofrecer.

Hacía una mañana particularmente tranquila aquel día. El cielo nublado sobre la ciudad de Quito era indicativo de que nada especial estaba por ocurrir en ese momento. En medio del bullicio de la ciudad, un joven de pelo negro y uniforme escolar se dirigía camino a clases. Mientras caminaba, algo llamó su atención: una pantalla en una tienda con el volumen alto. En ella aparecía un noticiero, y las palabras "muertos" y "eclipsado", dos palabras que normalmente van juntas, se encontraban en el noticiero.

«Un eclipsado de nivel titán apareció en un barrio de Berlín después de que se manifestara el cometa negro, causando una gran devastación antes de ser neutralizado por los Guardianes del Alba. Aunque las víctimas aún no se han contado oficialmente, se estima que cerca de 200 personas perdieron la vida en el ataque.»

Mientras escuchaba la noticia, el joven pudo escuchar los murmullos de la gente. En su mayoría, era sobre lo fatal de la situación y dudas de si la Ordine lux podrá hacer frente a los siguientes eclipsados con un número menor de víctimas fatales.

El chico decidió seguir su camino a la escuela, y cuando estaba caminando, algo cálido cubrió su visión repentinamente.

— ¿Quién soy? — preguntó una voz femenina mientras tapaba los ojos del chico con sus manos —

— Agh... Cami, ¿por qué te gusta hacer esto todo el tiempo? — contestó el chico sin ningún tipo de interés en el juego —

— No sé... creo que solo me gusta oírte decir mi nombre — respondió la voz femenina llena de dudas —

— Bueeeno... eres Camila — dijo el chico con una voz agotada —

— ¡Quiero que digas todo mi nombre, Re-na-to Ve-ga! — mencionó molesta la chica haciendo especial énfasis en el nombre de Renato —

— Yyyyyyyaaaaaaaaa... Camila Herrera. ¿Feliz? —

Las manos dejaron de cubrir su rostro. Una chica se pondría enfrente suyo y asentiría con la cabeza.

Ambos continuarían el camino juntos, riendo y hablando de las tareas que debían entregar el día de hoy. Completamente concentrados en su propio mundo, era como si nada malo pudiera pasar. Para ambos era una sensación mutua, pues se conocían desde niños. Todo el trayecto sería así hasta llegar al patio del colegio. Al llegar, vieron a un chico bastante apuesto rodeado de chicas del colegio y algunos otros chicos acompañándole.

— Felipe Villalba, siempre tan popular y buscado por las mujeres... no sé qué es lo que le ven sinceramente — comentó Camila con un toque sarcástico —

— Pueeess... es inteligente, atlético, talentoso en casi todos los deportes y... aunque sea un hombre, no puedo negar que es bastante apuesto — contestó Renato mientras enumeraba con los dedos —

Camila y Renato comenzaron a debatir sobre cómo es que Felipe lograba llamar tanto la atención de sus compañeras femeninas. Mientras discutían, un grupo de chicas rodearía a Camila.

— ¡Camiiii! Nuestra pana del alma, quisiéramos hacer algo, pero necesitamos tu ayuda... ¿O... quizás podría venir Renato en su lugar? — preguntó alegremente una de las chicas, mientras dirigía una mirada malintencionada hacia él —

— ¡NO! — la voz de Camila se llenó de angustia, mientras se puso en medio de Renato y la chica. — Voy... ahora mismo —

Camila se dio la vuelta mirándolo fijamente, una mirada seria se formó en ella, la cual rápidamente cambió a una alegre sonrisa.

— Vuelvo enseguida, Renato, no te preocupes por mí. — La sonrisa de Camila no cambiaría, aunque algo raro se podía notar en sus ojos —

— ¿Camila... está todo bien? — Renato tomó a Camila de los hombros —

— Ay, ¿cómo crees, Renato? Por supuestísimo, todo está bien, no te preocupes más ¿Vale? —

Camila chasqueó un dedo y apuntó hacia él con los dedos que formaban una pistola y un ojo cerrado, acompañada de una apasionante sonrisa. Renato sonrió y respondió devolviendo la alegría de su amiga.

— Ja, ja... está bien, te veo en la formación, no demores o te podrán bajar puntos de conducta —

Camila asintió y se dio la vuelta para desaparecer con las chicas. Renato, por su parte, continuó su camino al aula para dejar su mochila llena de libros y cuadernos. Al llegar, saludó al resto de compañeros de clase y se pusieron a conversar sobre cómo estuvo el fin de semana.

Mientras conversaba con sus compañeros, algunos estudiantes comenzaron a gritar en pánico y sorpresa. Muchos comenzaron a señalar, con dedos temblorosos y ojos totalmente abiertos, tanto, que reflejaban aquello que los atemorizaba, a las grandes ventanas de la clase. Afuera, en el cielo nublado, se podía divisar con total claridad un cometa negro atravesando el cielo. La figura del cometa y su estela atravesaban las nubes de tal forma, que parecía que rasgaba la realidad misma. Las nubes y el cielo alrededor se oscurecieron, de la misma manera en que lo haría durante un eclipse.

— E—El cometa... está aquí, por Dios... ¡que no aparezca un eclipsado cerca! — mencionó un estudiante con una voz temblorosa y un rostro lleno de sudor —

— Tranquilos todos... no ha aparecido un solo eclipsado en meses. Al menos en esta ciudad — dijo otra estudiante temblando de terror. Tragó saliva. — No creo que... aparezca un eclipsado ahora ¿No creen? —

Todos los estudiantes se miraron con desconcierto, incluyendo a Renato. Él, por su parte, trataba de mantener su compostura todo lo posible con una respiración acelerada. Mientras ajustaba el ritmo de su respiración, su visión se oscureció y un fuerte sonido lo ensordeció.

Una repentina explosión derribó una de las paredes del aula. Al regresar en sí unos segundos después, la visión de Renato se aclaró lentamente. Al poder ver nítidamente de nuevo, vio que varios de sus compañeros habían sido aplastados por los escombros. Solo eran visibles algunas manos y piernas. Retrocedió rápidamente en pánico, gritando de miedo y con un rostro lleno de terror.

Miró hacia la pared que había sido derribada, pudiendo ver el panorama de afuera. El paisaje de la ciudad se veía adornado por un fuerte vendaval, algunas nubes comenzaron a

Descender en forma de espiral lentamente, como si varios tornados estuvieran a punto de formarse.

Con heridas en su cara, la respiración agitada y sosteniéndose el brazo izquierdo, que se dislocó por el golpe de los escombros, Renato huiría del aula en dirección a la salida. Al llegar al patio donde estaba la salida, pudo ver un panorama que solo había visto en películas de desastre. La gente huía en pánico, gritando y tropezándose. Varias palabras se repetían constantemente en sus gritos: "¡Huyan!", "¡Eclipsado!" y "¡Corran!"

Una señal parecida a la que se escucha cuando se dan alertas meteorológicas comenzó a sonar en su teléfono y en otros dispositivos cercanos. Sacó su teléfono, el cual tenía la pantalla rota debido a la explosión anterior. Al revisarlo, pudo ver un mensaje en letras rojas que decía:

«SE HA DETECTADO LA PRESENCIA DE UN ECLIPSADO PELIGROSAMENTE CERCA DE SU UBICACIÓN ACTUAL. POR FAVOR EVACUE INMEDIATAMENTE Y HAGA CASO A LAS AUTORIDADES Y A LOS GUARDIANES DEL ALBA. ESTO NO ES UN SIMULACRO. REPITO: ESTO NO ES UN SIMULACRO».

Tras ver el mensaje, trató de correr, pero una de sus piernas le respondía con un dolor agudo cada vez que trataba de acelerar mucho, cojeando hacia la salida. Se detuvo a pocos metros debido a un pensamiento: ¿¡DÓNDE ESTÁ CAMI!?

Renato se quedó paralizado a pocos metros de la salida, pues entre las personas que huían no recordó haber visto a su preciada amiga. No solo eso, el lugar del cual huía la gente era el mismo hacia donde vio irse a Camila. Apretó sus puños con fuerza y se mordió fuertemente un labio. Cualquier persona con sentido común se hubiera largado en ese momento, pero algo dentro de él, lo estaba forzando a darse la vuelta. Quería huir, quería correr... pero no podía, no hasta encontrar a su preciada amiga y asegurarse que este bien.

Cojeó hacia la dirección donde venía el gran vendaval y se formaban los tornados. Mientras llegaba al enorme patio trasero del colegio, los vientos se volvían cada vez más fuertes. Era difícil respirar debido a que las fuertes corrientes no dejaban entrar el aire a la nariz. Según avanzaba, la fuerza del viento aumentaba gradualmente, era difícil caminar si no te agarrabas a algo, al punto de que algunos objetos y cadáveres eran arrastrados por este.

Al acercarse al epicentro de los vientos, pudo ver a Felipe Villalba, ayudando a rescatar a unos niños que se habían quedado atrapados en el caos. Felipe y otras personas se dirigían a la salida del patio trasero. Renato miró con detenimiento a las personas presentes a lo lejos, intentando encontrar a Camila, pero no pudo encontrarla. No estaba presente en el grupo que Felipe estaba guiando. Felipe se dio cuenta de la presencia de Renato, trató de gritarle que fuera con él, que era peligroso, pero sus gritos se veían opacados por el fuerte sonido del viento.

Renato vio los gestos de Felipe que le decían que fuera con él, pero no quería abandonar a Camila, no podía. Renato siguió acercándose al epicentro de los vientos. Felipe trató de evitarlo e intentó llegar hacia él, pero el fuerte viento no se lo permitió. Felipe estaba al otro lado de una cancha de baloncesto, y se necesitaba agarrarse a algo para evitar que el viento te arrastrara. Sin nada más que poder hacer, Felipe se resignó a evacuar con los que rescató con anterioridad.

Mientras se acercaba más al epicentro. El cual, se encontraba en una de las zonas más aisladas y alejadas del colegio. Caminar se volvió casi imposible, en especial para él. Su pierna herida y su brazo dislocado hacían más difícil la tarea. Mientras se aferraba fuertemente a lo que podía con su

Único brazo bueno. Un solo pensamiento se repetía en su mente, un pensamiento que resonaba más fuerte que los violentos vientos que lo rodeaban, el nombre de una persona aparecía todo el tiempo. Cami... debo encontrarla... ¿Dónde estás... Camila?

Finalmente, tras un largo esfuerzo, vio una especie de muro de polvo formado por el viento. Tras ese muro, se podían divisar varias figuras: una estaba de pie, la otra estaba sentada enfrente de la primera, las demás estaban tumbadas en el suelo. Renato atravesó el muro, cerrando sus ojos mientras se cubría la boca y nariz con su mano, para evitar que entre el polvo. Entonces, sus ojos se abrieron lentamente y con cuidado, para evitar que le entre polvo dentro de estos. Cuando finalmente pudo ver con claridad de nuevo, su boca se entreabrió ligeramente, sorprendido por lo que estaba viendo.

Frente a él, se encontraba una figura muy familiar, una figura de espaldas, que era demasiado conocida. Camila estaba discutiendo con una aterrorizada chica sentada en el suelo frente a ella. Alrededor suyo, se podían ver los cuerpos de algunas estudiantes; estos cuerpos habían sido cortados en diferentes ángulos y partes. Los cortes eran prácticamente perfectos. Los cuerpos eran familiares para Renato, se parecían chicas que se habían llevado a Camila. Él escuchó la conversación que mantenían las dos chicas.

— Dime... ¿Qué planeabas hacer con esos videos una vez termináramos? — Preguntó Camila, con un tono serio que quería quebrar en llanto —

— Y-Yo... no pretendía hacer nada...— la chica miro a los ojos inexpresivos de Camila —no... no me lastimes, p-por favor — Rogo la chica llena de lágrimas y con una voz aterrorizada mientras retrocedía, tratando de detener a Camila con la palma de su mano —

— ¡RESPÓNDEME CARAJO! —

Camila gritó, moviendo su mano, con los dedos rectos, en dirección horizontal. Un fuerte viento se manifestó como si fuera una cuchilla, cortando la mano de la chica frente a ella. La mano comenzó a rodar por el suelo, mientras la chica gritaba de dolor y la sangre salía a chorros.

— ¿¡Y BIEN!? — Camila gritó con fuerza y firmeza mientras miraba fijamente a la chica —

— ¡¡P-PLANEABA VENDERLOS... YO PLANEABA VENDERLOS!! — La chica respondió entre sollozos y gritos, mezclados con sus llantos. — ¡Por favor... perdóname... déjame ir... por favor! —

Camila alzó su mano al aire lentamente, con los dedos aún extendidos. Mientras lo hacía, la chica frente a ella comenzó a pedir clemencia.

Renato, al ver esto, corrió como pudo y tapó los ojos de Camila con su mano.

— ¿Quién soy, Camila? ¿Quién soy? — Preguntó Renato, con un tono de gentileza y lágrimas en los ojos. Camila se paralizó un momento bajo su mano, luego tocó su mano.

— R-Renato... — Mencionó con gran tristeza.

— Tonta, quiero que me digas mi nombre completo — Contestó Renato, con un río de lágrimas, una risa nerviosa y tragándose los mocos.

— Renato Vega... eres Renato Vega.

La voz de Camila se quebraría en llanto, agarra la mano de Renato y comenzó a llorar. Se dio la vuelta dejando ver su rostro repleto de lágrimas y tristeza, los botones de su camisa habían sido arrancados y se podía ver un poco de su pecho y sostén.

— Renato... tengo miedo Renato, yo... y-yo no sé qué está pasando, algo me habla directo a la mente y ellas... ellas... —

Renato se alejó un poco y puso su mano en el hombro de Camila.

— No te preocupes Cami, ya está... no pasa nada vale, todo estará bien, no te preocupes — Quebrando en llanto al igual que su amiga, su voz aún estaba cargada de compasión —

— Renato, ayúdame por fa...—

Algo interrumpió a Camila repentinamente, un líquido cálido salpico en el rostro de Renato. De repente, unas llamas plateadas salieron del cuello de Camila y su cabeza se separó de su cuerpo.

— C-Ca... ¿Cami? —

Renato no sabía qué hacer, que decir, su voz trataba de gritar algo, pero nada terminaba saliendo. Se arrodilló frente el cuerpo de su amiga, sus manos trataban de tocarla, pero las llamas plateadas comenzaron a consumir sus restos. Haciéndola desaparecer poco a poco.

— ¿Estás bien pibe? — Preguntaba una voz serena y calmada frente a él —

Renato alzó su mirada con la boca entreabierta, sus ojos se encontraban perdidos y temblorosos. Enfrente suyo se encontraba un hombre con una mirada calmada y un rostro insensible ante la situación.

Tenía en su mano una espada cuyo mango y hoja parecían estar formados con un material óseo, aunque en su filo se podía ver un material parecido a la plata del cual emanaban llamas argentas. Llevaba una especie de armadura corporal de alta tecnología y una gabardina blanca con cuello alzada que se ajustaba a su cuerpo, en las placas del pecho de la armadura, se podía ver un símbolo. Un sol brillando fuertemente frente a unos grandes fragmentos negros que se desvanecían alrededor de los rayos de luz

Renato, bajo su mirada totalmente absorta, pues reconocía la figura frente a él, era un guardián del alba, aquellos encargados de exterminar a los eclipsados. Contrario a lo que muchos creerían, su figura no emanaba ningún tipo de heroísmo ni esperanza, sino que, más bien, formaba parte del caos. Solo estaba allí para hacer su trabajo, acabar con el eclipsado y salvar a los civiles, eso fue, lo único que podía hacer.

Renato miró con ojos totalmente perdidos, donde antes estaba Camila, ya no quedaba prácticamente nada de quien era su mejor amiga, solo un polvo negro. Cerro su puño con furia y apretó sus dientes fuertemente, casi parecía que se iban a romper, contuvo toda su frustración que tenía con el asesino de su amiga. Respondió, con una voz rasgada por la tristeza y el lamento que trataban de esconder una inmensa furia, diciendo.

— Sí.... estoy bien... —

  1. Y por Ariedne Vexor... querido espectador