Chapter 4 - Capitulo 3: Elix

Mientras el sol se ocultaba lentamente entre las montañas, bajo la tenue luz del atardecer. Dos figuras se miraban intensamente. El viento soplaba suavemente moviendo las hojas del suelo. Con una mano que sostenía una empuñadura similar a una mano esquelética, apuntaba al demonio envuelto en llamas negras que tenía enfrente.

Lejos, entre las sombras de los árboles cercanos, una figura se mantenía oculta. Una mujer que, con una máscara de comedia que cubría su rostro por completo, observaba la escena desde la lejanía. Con un suave movimiento, unas manos de color morado oscuro, emergieron del suelo y tomaron un gran tronco caído, colocándolo cuidadosamente detrás de la mujer para que se sentara. En cuanto se sentó, miro en tu dirección y haría un gesto con la mano, invitándote a sentarte a su lado y presenciar lo que iba a suceder a continuación.

El guardián del alba lanzó levemente la empuñadura al aire, tomo las cadenas a las que estaba unido. Hizo girar la cadena rápidamente y grito: "¡ELIX!" Entonces, lanzo con fuerza la cuchilla, la cual, tenía unas líneas con un brillo tenue de color rojizo que recordaba a un amanecer. El patrón de estas, era similar al que verías en una piedra jade.

Esta viajaba a la cabeza de su enemigo, este último, lo esquivo moviendo levemente su cuerpo hacia un lado, entonces, el guardián del alba tomo la cadena y la movió en la dirección hacia la que esquivo.

La cadena se dirigía hacia Renato, él, por su parte, movió su cuerpo hacia adelante. Agachándose bajo la cadena evitando ser golpeado. Tras esto, el guardián recogió la cadena y tomo la empuñadura. Se acercó rápidamente hacia Renato y comenzó lanzar una serie de cortes sucesivos en varias direcciones.

Renato intentó esquivar los ataques, y si bien, estaba evadiendo en gran medida el daño. Pequeños cortes en su piel aparecieron. Aunque la velocidad de reacción y movimiento de Renato habían sido amplificadas de manera misteriosa. Su falta de experiencia y habilidad, se notaba fácilmente en la torpeza de sus movimientos, en especial si lo comparabas con su oponente.

Mientras evadía lo mejor que podía, vio una oportunidad para lanzar un ataque. Una ventana entre la cascada de cortes que su oponente le lanzaba, Renato cerro su puño y lo lanzo hacia el pecho del guardián. Pero, antes de impactar, el guardián grito, "¡Elix!", para después golpear Renato con el extremo de la calavera. Este extremo se iluminó tenuemente, con el mismo tipo de patrón que la hoja. Cuando lo golpeo, el brillo del cráneo desapareció, las cuencas de los ojos comenzaron a brillar tenuemente, como si hubiera una vela dentro de ellas. Este impacto lo paralizo en pleno movimiento.

— Nada mal demonio, pudiste ver la ventana que deje para ti. Definitivamente, llegarás a ser muy peligroso si escapas de aquí—

Menciono el guardián a Renato, quien estaba totalmente paralizado. Aunque no podía moverse, todavía era consciente de lo que sucedía a su alrededor. El guardián comenzó a caminar lentamente alrededor de Renato, mientras le decía.

— Vuestra existencia es el mayo mal que haya existido en el mundo, desde los orígenes de la humanidad. No habéis hecho más que destruir todo lo que la humanidad ha llegado a amar —el guardián se puso en la espalda de Renato — ¿Cómo esperas que me crea que un eclipsado no quiere hacerme daño? — miro brevemente la hoja que sujetaba la mano en la cadena — Una vez... tan solo una vez dude de matar a uno de los tuyos, una pequeña niña...—

Su voz perdió un poco de su tono serio, como si la tristeza lo invadiera. En su mente apareció un vago recuerdo, en él, varios edificios destruidos y numerosos cadáveres destrozados lo rodeaban. En medio de ese caos, una pequeña niña se encontraba en medio, esa niña miraba a un joven Diego Andrade con una perturbadora sonrisa. Una de las manos del niña brillaba en negro y con unos patrones naranjas, aunque lo que brillaba no era su piel, sino el hueso dentro de él, lo mismo sucedía en la cabeza. Sin parpadear un solo momento, un malherido Diego miraba la escena en completo horror.

Diego se encontraba mirando detenidamente la mano con la hoja, respiro profundamente y continúo hablando.

—Y... debido a eso, decenas de vidas se perdieron por mi culpa — comenzó a girar con la cadena el extremo de la hoja preparando su próximo ataque – no volveré a cometer el mismo error, no volveré dudar... acabaré contigo en este monte, ya que solo eres un demonio. De esta forma, no dejaré que lastimes a nadie más... ¡ELIX! —

La hoja volvió a tener su tenue brillo, con gran fuerza, el guardián azoto la cadena hacia Renato. Él, por su parte, aunque estaba paralizado, se había estado preparando para el inminente ataque. Cuando la hoja volvió a tener su brillo, finalmente pudo volver a moverse y salto rápidamente a un lado. Cuando la hoja impacto el suelo, una repentina explosión lo mando a salir disparado varios metros, en la zona de impacto un gran cráter se formó y la hija se quedó enganchada al suelo.

Renato rodó un poco por el suelo debido a la fuerza de la explosión, cuando logro detenerse, vio cerca de él un puñado de piedras de gran tamaño. Una idea se formó en su mente, él no quería lastimar a Diego, solo quería dejarlo fuera de combate. Así que, tomo una de las rocas, el gran tamaño de estas piedras indicaba que también eran pesadas, pero se extrañó bastante cuando tomo una y sintió que era demasiado ligera.

Ya veo, así que, la transformación de eclipsado no solo me da estas llamas... también aumenta mis capacidades físicas, eso explica por qué puedo moverme tan rápido.

Renato cargó fuerza en sus brazos, apunta hacia Diego y le grito.

—¡LO SIENTO! — Renato lanzo la piedra apuntando al cuerpo del guardián —

—¡ELIX! —

Diego volvió a gritar el nombre de su arma, pero esta vez no uso la cuchilla que aún seguía clavada en el suelo. Si no, que tomo el extremo con la calavera.

Nuevamente, el cráneo se iluminó tenuemente, con el mismo tipo de patrón que la hoja. Este cráneo golpeó la roca en el aire, al hacerlo, el brillo del cráneo desapareció. Igual que la otra vez, la cuenca de los ojos brilló al desaparecer el brillo del cráneo. Por otra parte, la roca se detuvo en seco, pero, no cayó al suelo. Si no, que, para sorpresa de Renato, se quedó suspendido en el aire. Mientras observaba todo esto, se fijó con atención en el arma y se dijo en la mente.

Había oído que las armas de los guardianes se llaman... artefactos crepusculares, estas armas, se hacen en base a eclipsados derrotados. Estos artefactos crepusculares heredan parte del poder del eclipsado. Pero, aun así... jamás me imagine que tendrían esta clase de habilidades.

Sus ojos se abrieron por completo, el asombro de ver un arma con este tipo de capacidades lo dejo inmóvil.

— eso pudo ser peligroso ¿Sabes? —

Diego caminó lentamente, pasando al lado de la roca suspendida en el aire, mientras tenía el cráneo de ojos brillantes en su mano, jalo de la cadena para desenterrar la hoja clavada en el suelo.

— El eclipsado que se usó para esta arma, tenía la capacidad de detener el tiempo sobre sí mismo o los objetos que tocaba. Cuando lo hacía, estos objetos dejaban de interactuar con otros, de la forma en la que lo harían normalmente — el guardián tomo la calavera y lo coloco en frente de él — Elix —

Tras estas palabras, la roca que Renato lanzo y se encontraba suspendida en el aire, detrás del guardián. Reanudo su movimiento y continuo su trayectoria, impactando a la nada.

— El cráneo puede suspender el movimiento de todo aquello que toque, aunque cuando se haga no abra forma de lastimar o destruir el objeto afectado hasta que pase el efecto. Por otro lado, la hoja, suspende su propio tiempo, haciéndola una suerte de objeto inexistente. En ese estado atravesará cualquier cosa que se le ponga enfrente, no importa el que —

Tras explicar esto, el guardián se impulsó hacia Renato. Él, por su parte, se cubrió el rostro de forma instintiva, haciendo uso de sus manos.

Cuando Renato hizo esto, las llamas negras de su cuerpo se expandieron fuertemente, como si prendieras una hoguera con gasolina. La repentina explosión de llamas negras provoco que Diego retrocediera.

He de acabar con esto rápido... está aprendiendo como usar sus poderes y eso, solo lo hará más peligroso.

Diego pensaba en esto, mientras observaba una cortina de fuego que se había formado.

Mientras intentaba divisar donde se encontraba ese demonio de fuego negro, un grito se oyó desde el otro lado de la cortina. Atravesando el fuego, apareció Renato, gritando con una gruesa rama en sus manos. El repentino ataque tomó por sorpresa al guardián del alba, quien ni siquiera pudo intentar defenderse. El golpe le impacto de lleno en el pecho, eso, junto con la fuerza amplificada que Renato poseía, debido a su nueva condición, provoco que saliera volando varios metros atrás.

— ¡Por favor quédese ahí! No quiero tener que lastimarlo más — menciono un afligido Renato —

— ¡PREOCUPATE POR TI MISMO! —

Respondió con furia el guardián, mientras se levantaba con la mano en el pecho, tratando de contener el dolor.

Mientras se levantaba, un grito de "¡Lo siento mucho!", se escuchó en la lejanía. Entonces el guardián vio otra roca acercándose a él rápidamente. Otra roca, casi del mismo tamaño que la anterior, venía hacia él. Nuevamente, grito "¡ELIX!", y golpeo a la roca con el extremo del cráneo. Pero, esta vez, fue golpeado por algo más, una piedra que era más pequeña que el objeto detenido. Repentinamente, recibió muchos golpes más, todos apuntando al cuerpo, tratando de evitar golpear su cabeza.

La ráfaga de piedras golpeaba su cuerpo con la misma potencia que, las olas del mar golpeando a un marinero en cubierta, la potencia era tal, que las piedras se rompían al impacto. Cada golpe lo hacía retorcerse dolor por dentro, de normal, la armadura corporal que todos los guardianes del alba llevan, protegerían el total de la potencia del golpe. Pero su oponente, no era alguien normal, era un eclipsado, un ser que ya no es un humano normal. Un gruñido de furia, que gradualmente se volvería un grito se oyó.

— ¡SUFICIENTE! ¡ELIX! —

El guardián tomo la empuñadura, a su vez, el brillo de los ojos del cráneo se apagó. Después la hoja comenzó a tener su tenue brillo. El guardián azotó al aire la cuchilla, destrozando todo a su paso, incluso la piedra previamente suspendida, que había comenzado a moverse otra vez, fue víctima de esto.

La explosión repentina de las piedras en el aire, provoco que pequeños fragmentos salieran disparados a Renato, quien se cubrió el rostro, para evitar que alguna le golpeara. El guardián comenzó a acercarse lentamente, girando su cadena, el sonido de estas hacía eco en todo el lugar. Pero Renato vio algo, que estaba buscando durante todo ese tiempo.

El guardián estaba jadeando, se podía escuchar con claridad su respiración pesada. No solo eso, la forma en la que su cuerpo se contraía con cada respiro, el intenso sudor de su rostro y las placas de su armadura, que estaban melladas, a causa de los golpes de las piedras.

¡Bien! Está comenzando a cansarse

Pensó Renato, mientras una leve sonrisa de satisfacción se formaba en él.

Aunque no podía ver su rostro, si pudo sentir esa sonrisa, esto lo irrito por completo y le grito: "¡NO ME SUBESTIMES!", corrió hacia Renato, aunque su velocidad había disminuido considerablemente, su ferocidad no había cambiado. Una vez más, una lluvia de cortes se dirigió a Renato. Nuevamente, Renato lograba esquivar los cortes, esta vez con más facilidad debido al cansancio de su oponente. Pero, en un momento de vacilación del guardián, Renato vio la oportunidad perfecta, cerro su puño y lanzo al rostro del guardián.

El golpe dio de lleno, rompiéndole la nariz y haciéndolo sangrar, pero, al momento de recibirlo, el guardián del alba, lanzo la hoja directo a la barriga de Renato. Esta hoja no brillaba, así que el daño que provocó no fue mucho. Pese a eso, Renato se arrodilló por el dolor, era la primera vez que experimentaba esa sensación. Su abdomen ardía, cada fibra de dolor en su estómago se había activado, mandando la señal a su cerebro de que algo andaba mal. El intenso dolor ocasionó que Renato se tirara al suelo, para retorcerse de dolor en su sangre.

Mientras, Renato agonizaba, Diego se levantaba, su cuerpo tambaleante casi provoca que caiga otra vez. Tomo una extensión de la cadena que tenía cerca, y la jaló con fuerza. Esto provoco que la hoja, aun el estómago de Renato, saliera de él, aumentando el dolor que sentía y la sangre que salía. Sus gritos se escuchaban por todo el bosque.

Recordando la sensación de cuando estaba en la cueva, Renato metió las llamas dentro de sí, para curar la herida lo más rápido posible. Al ver esto, el guardián pensó: Es mi momento. Se aproximó a él para dar el golpe de gracia lo más rápido que podía, tomo al impotente y adolorido Renato por el pelo y clavo su cuchilla en su corazón.

Al sentir la hoja atravesando su corazón, Renato comenzó a llorar. El guardián retiro la hoja y vio como Renato agonizaba en su dolor y sangre. Limpio la cuchilla con su las mangas de su gabardina y dijo.

— Retuércete de dolor y muere... eclipsado —

Una voz rasposa y cargada de odio, junto a una mirada de desdén, se posaron en Renato. El guardián se quedó viendo como Renato gritaba y lloraba en sus últimos momentos, más que nada, para asegurarse de que muriera. Pero de repente, Renato apoyo un puño en el suelo con firmeza, gruñidos de esfuerzos comenzaron a remplazar sus llantos. Y, empezó a levantarse, muy lentamente.

— ¿¡QUE...!? ¿¡ACASO TAMBIÉN TIENES REGENERACIÓN ACELERADA!? —

El guardián del alba tomo del cuello a Renato, y lo levanto levemente para observar su torso. La herida del corazón había desaparecido en su totalidad. Extrañado, apuñalo su corazón otra vez, al retirar la cuchilla, unas flamas negras salieron de su corazón y quemaron la presencia de la herida, restaurándolo a su estado anterior, casi al instante. Al ver esto, el guardián corto el estómago de Renato, haciendo la herida que, aún no había sanado, se hiciera más grande que antes. Nuevamente, las llamas salieron de su abdomen abierto. La herida comenzó a regenerar a un ritmo más rápido que antes.

Entonces, el guardián volvió a apuñalar su corazón y corto su cuello. La insensibilidad del guardián ante la brutalidad del acto se podía sentir en cada tajo que daba. Esta sensación se transfería a Renato, quien trataba, inútilmente, de detener la cuchilla de seguir cortándolo. La fuerza que tenía previamente había desaparecido, aunque aún tenía fuerzas para tratar de pelear y evitar que lo apuñalen, no era la misma fuerza bruta que tenía previamente. Era como si al meter las llamas para que lo sanen, sus capacidades ofensivas se redujeran drásticamente.

El dolor era imposible de aguantar, mientras el rostro de Renato estaba en constante estado de shock, con lágrimas saliendo de sus ojos y algún que otro quejido de dolor. Por dentro, se encontraba agonizando, fuertes de gritos de dolor resonaban en su cabeza. Algunos de estos gritos trataban de salir de su boca, pero el corte en la garganta no se lo permitía.

Mientras Renato agonizaba dentro de sí. El guardián del alba, simplemente se limitó a observar cómo era el ritmo de curación de sus heridas, para tratar de encontrar una forma de acabar con la vida del demonio que tenía en sus manos. Corte tras corte, tajo tras tajo y algún que otro enfrentamiento ocasional con la mano del demonio. El guardián comenzó a notar un patrón en su mente.

Ya veo... su curación prioriza las heridas mortales, estas sanan más rápido que cualquier otra, el cuello, el corazón, la cabeza... su regeneración es casi instantánea. Las heridas menos mortales, por su parte, sanan a un ritmo mucho más lento y adicional a eso... estas se ralentizan aún más, si hay múltiples heridas mortales por sanar también.

—Tsk, tú eres de los más molestos, de aquellos que se pueden aferrar a la vida con uñas y dientes— una mirada entrecerrada de desdén y asco se tornó a los ojos llorosos de Renato — Definitivamente... tú ya no eres humano —

Tras estas palabras, el guardián hizo varios cortes estratégicos en el cuerpo de Renato, tratando de desangrarlo. Se aseguró de abrir las arterias más importantes en el cuerpo. Después atravesó de lado a lado el corazón de Renato al grito de "¡Elix!" Paso la cadena a través

de él, como si estuviera cosiendo un muñeco, con la cadena cruzando por su pecho, procedió a enrollarla en su garganta y luego, clavó la daga, que aún brillaba debido a la activación de su habilidad, directo en su cerebro.

Tomo las cadenas y comenzó a ahorcar al demonio que tenía prisionero.

— Aunque poderosos... los eclipsados también sangran... y si sangran... ¡Entonces también pueden morir! —

Comentó el guardián al oído de Renato, entre alaridos de esfuerzos y pesadas exhalaciones de cansancio.

Renato sentía cómo la peculiar forma de la cadena penetraba su piel, sentía como cada aliento de aire que hacía, se escapaba en su garganta. Trataba de evitar que la cadena se apretara más, pero totalmente inútil. Poco a poco se quedaba sin fuerzas, su consciencia se desvanecía gradualmente.

Supongo que... este es mi fin... Camí... Madre... Ma... Má

La vida de Renato pasó frente a sus ojos, cada momento de él. Pero, un recuerdo resonaba más que los demás. La voz de una mujer furiosa, pero llena de amor. El sonido de una promesa sonó junto a eso y también un "Te quiero, hijo". Una visión se manifestó luego de eso. Ahí una mujer se encontraba llorando; junto a ella, estaban el padre y el hermano de Renato, todos lloraban su nombre.

Entonces, el dolor desapareció, todo se volvió oscuridad... y unas letras blancas aparecieron en el fondo de ese inmenso vacío.

«Quiere hacerte sufrir, quiere hacerlos sufrir. ¿Vas a permitir que lastimen a quienes aman? ¿Vas a permitir que la memoria de Camila también sea olvidada?»

La oscuridad desapareció, el dolor regresó, pero algo más empezó a nacer en lo más profundo de su ser. Un sentimiento comenzó a brotar, más que determinación, era ira, ira, pues no soportaba ver llorar a las personas que más le importaban. Irá, pues no iba a poder cumplir la promesa que le hizo a su madre. Ira, pues no quedaría nadie que recordara a Camila

Si muero aquí... Se pondrán tristes... Madre... Padre... Dastan... Todos... ¡LLORARAAAN!

De la lastimada garganta de Renato, se comenzó a formar un gruñido ahogado en sangre, que pronto se volvió un grito. Renato apretó los dientes y tomó la cadena de su cuello, las llamas que estaban dentro de él, manteniéndolo con vida, saldrían intensamente. Con la cadena en la mano, usó toda su energía para lanzar al guardián enfrente suyo, quien trató de evitarlo usando todas sus fuerzas, pero no lo logró. Cuando lo tuvo en el aire y en su rango, un puño cargado con grandes llamas negras, golpeó violentamente al guardián del alba. El golpe fue tan brutal que casi lo parte en dos.

Destruyendo la sección de la armadura en su estómago, el guardián salió disparado, haciendo que la cadena atravesara la herida del corazón de Renato con violencia, Impactó una gran piedra que se encontraba por las cercanías. Su cuerpo chocó violentamente con la piedra, agrietándola y dejando un poco de sangre en ella. Una vez tocó el suelo, las llamas comenzaron a consumir todo el cuerpo del guardián, hasta que no quedó nada, excepto su arma.

Mientras la imagen del guardián desaparecía frente a él, las llamas de Renato se meterían nuevamente en él para sanar sus heridas. Renato dirigió su mirada a su puño llameante, sus ojos comenzaron a abrirse del horror.

— Yo no... yo solo... yo solo quería... yo... yo... Agh... ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!!— Un grito de pánico resonó por todo el lugar —

Renato comenzó a mirar sus manos, estaban cubiertas de sangre, no sabían si eran suyas o del guardián. Comenzó a hiperventilar y después vomitó al no poder soportar más el horror y asco de lo que acababa de hacer. Observo cómo los múltiples cortes en su cuerpo, incluso su ropa, se iban restaurando poco a poco. Se cubrió el rostro con ambas manos, dejando los dedos abiertos y, entre lágrimas y llantos, dijo.

— Yo... realmente... me volví un demonio... o acaso, ¿siempre lo fui? —

Renato apartó las manos de su rostro, vio cómo la sangre que en ellas había estaba siendo quemada por las llamas negras. En poco tiempo, todo el dolor en su cuerpo desapareció. Su ropa, sus pantalones, sus zapatos. Era como si nada hubiera pasado, la única herida que quedó, estaba en su corazón.

Renato se levantó con la mirada perdida, su cuerpo temblaba como si tuviese frío y este se abrazaba a sí mismo. Comenzó a caminar despacio en total estado de shock, con un único pensamiento en su mente.

Ya... voy de camino a casa... Mamá

Mientras observabas todo esto al lado de la mujer con máscara de comedia, decidiste mirarla a ella, aunque no podías ver su rostro, el hecho de que tuviera la palma de sus manos juntas frente a ella y sus suspiros llenos de fascinación. Era indicativo, más que suficiente, de que una sonrisa se había formado en su rostro. Te regresó la mirada y te dijo.

— Creo que... acabamos de encontrar a nuestro actor principal. Espectador —