El sol se filtraba entre las copas de los árboles, iluminando tenuemente el bosque donde una familia de tres avanzaba con cautela. El padre, un hombre de complexión robusta con cicatrices en las manos, lideraba el camino. Su esposa, de mirada aguda y pasos precisos, seguía de cerca mientras sostenía la mano de su hija, quien observaba los alrededores con una mezcla de temor y curiosidad.
Habían sido transportados a este mundo de manera abrupta, sin explicaciones ni preparación. Sin embargo, el padre, antiguo militar, no perdió tiempo en lamentaciones. Desde el primer momento, estableció una estrategia: alejarse del punto de llegada y encontrar un lugar seguro antes de que otros lo hicieran.
—Manténganse en silencio y vigilen los alrededores —ordenó en voz baja mientras avanzaban.
La madre asintió. No tenía experiencia militar, pero era meticulosa y poseía un fuerte instinto de supervivencia. Su hija, en cambio, aunque joven e inexperta, tenía una capacidad innata para la observación.
Cuando aparecieron los menús de habilidades frente a ellos, se dieron cuenta de que no estaban indefensos. El padre poseía una habilidad llamada [Maestro del Combate], le permitía mejorar el rendimiento en combate además de adaptarse con cualquier arma a corta distancia. La madre tenía [Intuición Precisa], otorgándole una percepción más aguda del peligro. La hija, en cambio, tenía [Domadora], lo que significaba que podía establecer lazos con ciertas bestias y controlarlas con el tiempo.
Sabían que debían aprovechar estas habilidades si querían sobrevivir. Conscientes de los peligros que acechaban, se alejaron del área donde llegaron y se adentraron más en la espesura del bosque. El padre les enseñó cómo moverse sin hacer ruido, cómo reconocer rastros y señales de criaturas cercanas. Cada paso era calculado, cada sonido analizado con cautela.
Tras varias horas de caminata, encontraron un pequeño claro junto a un arroyo. La madre inspeccionó el agua para asegurarse de que fuera potable mientras el padre trepaba un árbol para observar el área desde una mejor perspectiva. No muy lejos, a través de la espesura, distinguió una colina que podía servir como un punto elevado para establecer un refugio.
Pero algo lo inquietó. A lo lejos, en otra dirección, divisó humo ascendiendo entre los árboles.
—No estamos solos —murmuró para sí mismo, descendiendo rápidamente.
Cuando volvió junto a su esposa e hija, les explicó la situación. No podían saber si aquellos que hicieron la fogata eran hostiles o no, pero no iban a arriesgarse.
—Nos mantendremos alejados por ahora. Nos aseguraremos de estar preparados antes de interactuar con otros —dijo con firmeza.
Su esposa y su hija asintieron, comprendiendo la gravedad de la situación. Sin saberlo, habían tomado una decisión similar a la de Shin y Ren.
El mundo en el que se encontraban era cruel y despiadado. Solo los que se adaptaran y fueran cautelosos tendrían la oportunidad de sobrevivir.
Shin, Ren y Akari continuaron su camino hacia el monte, avanzando con paso firme pero siempre atentos a cualquier peligro. Shin, como siempre, aprovechaba cada oportunidad para recolectar recursos. Cada hierba, piedra y palo que encontraba era guardado en su inventario, aumentando sus puntos de supervivencia y, sorprendentemente, su experiencia.
Fue en medio de una recolección cuando Shin notó que había subido al nivel 4. Sin perder tiempo, abrió su menú y distribuyó sus tres puntos de estadística con precisión.
—A ver…— murmuró para sí mismo mientras revisaba sus atributos actuales. La mejora en sus números era notable, lo que le daba una ligera sensación de seguridad. Sabía que cada punto bien invertido podía ser la diferencia entre la vida y la muerte en este mundo.
Ren, que caminaba a su lado, decidió abrir su propio menú. Desde la pelea con el lobo, había notado algo peculiar en su primera habilidad. Al lado de su nombre, un pequeño número "1" aparecía destacado. Frunció el ceño, analizando los detalles. Si esto significaba lo que creía, tal vez podrían fortalecer sus habilidades con el tiempo.
—Shin, creo que las habilidades también pueden subir de nivel— comentó Ren, cerrando su menú.
Shin, intrigado, revisó el suyo. Ahora que Ren lo mencionaba, también veía el número al lado de su habilidad. Era lógico: en los juegos de supervivencia y RPG, mejorar habilidades era clave para progresar.
—Eso significa que, si seguimos usando nuestras habilidades, podríamos hacerlas más fuertes…— razonó Shin. —Tal vez obtengan nuevas funciones o se vuelvan más efectivas.—
Ren asintió. — Exacto. Tenemos que aprovechar esto. Si encontramos una forma de entrenarlas de manera segura, podríamos mejorar sin necesidad de arriesgarnos demasiado.—
Akari los observaba en silencio, impresionada por la forma en que analizaban cada detalle del sistema que los regía. Ella aún no tenía un control total sobre sus propias habilidades, pero viendo a Shin y Ren, se dio cuenta de que necesitaba aprender rápido si quería mantenerse con vida.
A medida que se acercaban más al monte, el terreno comenzó a cambiar. Los árboles eran menos densos, y la elevación del suelo se hacía más evidente. Desde ahí, tendrían una mejor visión del entorno y podrían planear su siguiente movimiento con mayor claridad.
El sol comenzaba a descender en el horizonte, y la idea de encontrar un lugar seguro para pasar la noche se hacía más urgente.
—Aceleremos el paso— dijo Shin. —Si llegamos antes del anochecer, podremos buscar un buen sitio para acampar y organizar nuestros próximos pasos.—
Sin objeciones, los tres aumentaron el ritmo, sabiendo que cada decisión que tomaran definiría su destino en este mundo desconocido.
Tras horas de caminata, Shin, Ren y Akari finalmente llegaron a la cima del monte. Desde allí, podían ver el extenso bosque que habían atravesado, con sus densos árboles y ríos serpenteantes. Habían elegido bien. La elevación les proporcionaba una vista privilegiada de los alrededores, permitiéndoles detectar posibles amenazas con antelación. Además, el terreno era sorprendentemente plano, lo que facilitaría la construcción de un refugio.
—Este lugar servirá —afirmó Shin con confianza, observando a su alrededor.
Ren asintió, cruzándose de brazos. —Sí, pero todavía tenemos mucho por hacer. No podemos permitirnos relajarnos.
Akari se sentó sobre una roca, limpiándose el sudor de la frente. —Entonces, ¿cuál es el plan?
Shin abrió su menú y revisó nuevamente la "Tienda". Observaba bien los planos del refugio, parecia pedir mucha madera. Y no sabia si cuando alcanzara la cantidad necesaria de materiales se construía automáticamente o tenía que hacerlo manualmente, podia ser cualquiera basándose con todo lo ocurrido.
—Primero, necesitamos lo esencial: un refugio, comida y agua —explicó Shin—. Lo más crítico ahora es encontrar una fuente de agua potable. No podemos depender de lo poco que tenemos.
—Vi un río desde la cima de ese árbol cuando exploré antes —intervino Ren—. No está tan lejos, pero sería peligroso bajar cada vez que necesitemos agua.
—Podríamos hacer un sistema de recolección de agua de lluvia —sugirió Akari—. Si encontramos materiales adecuados, podríamos dirigir el agua hacia un depósito improvisado.
—Buena idea —dijo Shin—. Pero eso tomará tiempo. Por ahora, debemos dividirnos. Uno buscará madera para comenzar con la construcción del refugio, otro buscará agua y el último recolectará comida.
—Yo iré por el agua —dijo Ren—. Puedo moverme rápido y evitar problemas si es necesario.
—Yo me encargaré de la madera —dijo Shin—. Es necesario reunir suficiente para hacer una estructura básica.
—Entonces yo buscaré comida —afirmó Akari—. Intentaré encontrar frutos comestibles y, si tengo suerte, algo más.
Con el plan establecido, el grupo se puso en marcha. Shin comenzó a talar árboles con su machete mellado, acumulando madera en su inventario y obteniendo puntos de supervivencia en el proceso. Ren descendió hacia el río con precaución, manteniéndose atento a cualquier amenaza. Akari, por su parte, exploró los alrededores en busca de frutos y vegetales silvestres, esperando encontrar alguna fuente de alimento sustentable.
El sol comenzaba a descender lentamente, tiñendo el cielo de tonos anaranjados. Pronto, caería la noche. El tiempo apremiaba, y el grupo debía aprovechar cada minuto para asegurar su supervivencia en este nuevo mundo.
Shin respiró hondo, sintiendo el peso del hacha improvisada en sus manos. A su alrededor, el sonido de la madera cediendo resonaba por el área mientras talaba árbol tras árbol. Cada impacto hacía temblar sus brazos, pero él seguía adelante, decidido. La madera se acumulaba rápidamente en su inventario, alcanzando tres cifras sin que apenas se diera cuenta. Junto a la madera, también había almacenado hierbas, palos y piedras, un pequeño arsenal de recursos básicos para sobrevivir.
Se detuvo un momento para revisar su inventario. La cantidad de materiales que había reunido le permitió considerar su siguiente paso. Abrió la interfaz de su tienda y navegó entre los planos de construcción. Entre ellos, su mirada se fijó en uno en particular: el refugio de leñador. Una cabaña modesta, resistente y lo suficientemente espaciosa para albergar a tres personas cómodamente. Su costo era justo, cien puntos de supervivencia, pero Shin sabía que era una inversión necesaria. Sin dudarlo, presionó la opción de compra.
Una sensación extraña recorrió su cuerpo cuando el conocimiento del diseño y los pasos de construcción se implantaron en su mente. Ahora tenía la estructura lista para ser materializada, solo faltaba reunir todos los materiales necesarios y comenzar el ensamblaje.
Antes de empezar con la construcción, Shin pensó en Ren. Desde el principio, su amigo había demostrado una velocidad y agilidad superiores. En combate, sus cuchillos eran letales, pero Shin sabía que mantener la distancia a veces era la mejor estrategia. Su mirada volvió a la tienda. Entre los objetos disponibles, vio un arco improvisado. No era el mejor, pero serviría. Requería algunos materiales adicionales, pero ya tenía la mayoría en su inventario.
—Tal vez debería comprarlo— pensó, pero decidió esperar hasta que Ren regresara con agua. Quizás podrían discutirlo juntos. Después de todo, cada decisión en este mundo debía tomarse con cuidado. Con ese pensamiento en mente, volvió a tomar su hacha y siguió trabajando. La cabaña no se construiría sola.
Shin dejó caer el hacha improvisada con un suspiro pesado. Su cuerpo ardía por el esfuerzo y el sudor le pegaba la camisa al torso, pero la satisfacción de haber reunido una gran cantidad de madera compensaba el agotamiento. Se pasó la mano por la frente, limpiando las gotas de sudor, y de reojo vio cómo Ren y Akari regresaban.
Ren caminaba con paso firme, cargando una cantimplora de madera llena de agua, mientras Akari llevaba un puñado de bayas en su delantal improvisado. Shin esbozó una sonrisa cansada y alzó una mano en señal de saludo.
—Bienvenidos de vuelta. ¿Cómo les fue? —preguntó, flexionando los dedos entumecidos.
—Encontramos un arroyo no muy lejos de aquí —respondió Ren, levantando la cantimplora—. El agua parece limpia, pero deberíamos hervirla antes de beber. Akari también encontró algunas bayas comestibles.
—No muchas, pero al menos es algo —agregó ella, mostrando el pequeño botín con una sonrisa tímida.
Shin asintió, aliviado de que su situación con el agua estuviera bajo control. Luego, dirigió su atención a Ren.
—Por cierto, estuve revisando la tienda y pensé en comprar un arco improvisado. Creo que te vendría bien, ya que eres el más rápido de los tres y podrías sacarle provecho.
Ren cruzó los brazos y meditó la idea. No era mala opción. A distancia tendría más ventaja y menos riesgo en combate cuerpo a cuerpo.
—Me gusta la idea —dijo al final—. Con unas cuantas flechas podríamos cazar sin gastar demasiadas energías.
Shin asintió, satisfecho con la respuesta. Luego, miró a Akari.
—Para ti… no estoy seguro qué arma sería la mejor opción. Aún no conocemos bien tu estilo de pelea.
Akari bajó la mirada, pensativa. Había usado una daga para defenderse en el pasado, pero no se consideraba especialmente hábil en combate.
—Podría intentar con algo ligero… tal vez otra daga, o algo parecido —murmuró.
—Podemos pensar en eso más tarde. Primero, construyamos el refugio y organicemos los materiales —dijo Shin, tratando de enfocarse en la prioridad del momento.
Ren y Akari asintieron. Había mucho por hacer, pero con un plan claro, estaban listos para seguir adelante.