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Chapter 8 - Confesión

Ren no bajaba la guardia. Mientras hacía su ronda de vigilancia dentro del perímetro protegido, sentía la tranquilidad que brindaban los muros y el portón recién construidos. Por primera vez desde que llegaron a este mundo, tenían un verdadero refugio.

Pero la seguridad no era excusa para bajar su nivel.

Aún quedaban restos de troncos que no usaron en la construcción. Ren tomó uno de ellos y lo colocó firmemente en la tierra, asegurándose de que estuviera estable. Una vez listo, se alejó unos metros, ajustó la postura y preparó su arco.

La tensión de la cuerda, el peso de la flecha, la respiración pausada... todo tenía que ser perfecto.

Soltó la cuerda.

La flecha cortó el aire y se clavó con fuerza en el tronco.

No estaba mal, pero no era suficiente. Volvió a recoger la flecha y repitió el proceso una y otra vez. Con cada disparo, intentaba mejorar la precisión, la velocidad y la estabilidad de su tiro.

Cada vez que acertaba con más precisión, sentía que su habilidad con el arco se fortalecía.

Después de varios intentos, una notificación apareció ante sus ojos.

[Habilidad "Tiro con Arco" ha subido a nivel 2.]

La precisión era aún mejor y la velocidad de ataque más rápida, también podía disparar de más lejos.

Ren esbozó una leve sonrisa. El esfuerzo estaba dando frutos.

No importaba cuántos muros construyeran o qué tan seguro pareciera este lugar... él tenía que volverse más fuerte. Si alguien intentaba hacerle daño a Shin, sería él quien los detuviera.

Después de vigilar por unas horas, Ren fue a despertar al siguiente y creyó que la mejor opción era Hiroshi. Queria ponerle a prueba, era matar dos pájaros con un tiro.

Ren no dudó en despertar a Hiroshi para que tomara el siguiente turno de vigilancia.

El exmilitar abrió los ojos de inmediato, como si su cuerpo estuviera acostumbrado a reaccionar con rapidez. No hubo que insistirle mucho, aceptó con un asentimiento firme y se levantó.

—Es mi deber asegurarme de que mi familia esté a salvo —dijo mientras estiraba su cuerpo para despejarse.

Ren asintió y, sin decir mucho más, se retiró a descansar.

Hiroshi ahora estaba solo, con la oscuridad de la noche disipándose lentamente. Caminó por el perímetro de los muros, asegurándose de que todo estuviera en orden.

Mientras patrullaba, su mente analizaba la situación en la que se encontraba.

Ya habían pasado un par de días desde que fueron transportados a este mundo. El grupo de Shin parecía más organizado de lo que esperaba, y eso le daba cierta tranquilidad. Shin, en particular, le llamaba la atención.

El chico tenía madera de líder.

No solo por haber construido este refugio en tan poco tiempo, sino porque sabía tomar decisiones rápidas y eficientes. Además, su habilidad de la tienda era invaluable. Si la usaban bien, podrían hacer que la vida en este mundo fuera mucho más llevadera.

Ren, por otro lado, era alguien frío y calculador. Siempre analizaba el entorno y mantenía una actitud reservada. Eso era bueno. En este mundo, confiar ciegamente en cualquiera podía ser un error fatal.

Pero había alguien en el grupo de quien Hiroshi no sabía qué pensar.

Akari.

Era callada, reservada, casi invisible en el grupo. No hablaba mucho, y cuando lo hacía, parecía temerosa. Hiroshi no sabía si era por naturaleza o por algo que había vivido antes de encontrarse con ellos.

Si quería confiar en ellos completamente, necesitaba observarlos más.

El tiempo diría si esta alianza era fuerte... o solo temporal.

Con esos pensamientos en mente, siguió con su vigilancia hasta el amanecer.

El amanecer trajo consigo un aire fresco y silencioso, mientras el grupo comenzaba a despertar lentamente. La noche había sido larga y agotadora, pero habían descansado lo suficiente para seguir adelante.

Shin fue el primero en levantarse, estirándose mientras observaba los muros de madera recién construidos. Era una sensación extraña, pero reconfortante, saber que ahora tenían un lugar seguro.Sin embargo, no podían bajar la guardia. Sabía que el siguiente paso era fortalecerse y mejorar sus condiciones.

Poco a poco, los demás se despertaron. Hiroshi fue el segundo en levantarse, acostumbrado a madrugar por su entrenamiento militar. Ren se desperezó con pereza, mientras que Akari se levantó más lentamente, con un rostro pensativo. La esposa de Hiroshi y su hija también se incorporaron, listas para el día.

Shin reunió a todos en círculo. Era momento de organizar sus prioridades.

—Bien, antes que nada, comamos algo. Necesitamos energía antes de hacer cualquier cosa. —dijo Shin, señalando las provisiones que tenían. Frutas silvestres y agua del río eran su desayuno.

Mientras comían, Shin comenzó a explicar el plan.

—Ahora que tenemos refugio, necesitamos herramientas y armas más eficientes. La defensa es clave, pero también debemos prepararnos para cazar y recolectar mejores recursos. No podemos depender siempre de lo que encontramos al azar.

Hiroshi asintió con aprobación.

—Eso es cierto. Un grupo sin armas es un grupo vulnerable.—comentó con su tono firme.

Ren, que bebía agua, dejó la cantimplora a un lado y agregó:

—Yo quiero mejorar mis habilidades con el arco. Si conseguimos mejores flechas o materiales, podré ser más efectivo.

Todos parecían estar de acuerdo. Pero en ese momento, Akari, que había permanecido en silencio todo el tiempo, tomó aire y, con evidente nerviosismo, decidió hablar.

—Antes de seguir… hay algo que debo decirles…

El grupo la miró. Su voz temblaba, y su expresión era de puro arrepentimiento.

—Cuando me encontraron y dije que me atacaron… eso no fue del todo cierto. En realidad… no hubo ningún ataque.

El ambiente se tensó de inmediato. Ren frunció el ceño, Hiroshi entrecerró los ojos y Shin, en silencio, esperó a que continuara.

—Las personas que me "atacaron" en realidad me ordenaron que me infiltrara aquí… —su voz temblaba aún más—. Su plan era que me ganara su confianza y, después de tres días, los llevara a una emboscada en cierto lugar.

La revelación dejó helado a todos. Akari se inclinó, bajando la cabeza, con lágrimas en los ojos.

—¡Lo siento! ¡No quería hacerlo, pero tenía miedo! —confesó—. Si me negaba, me habrían matado. Pero… ahora que estoy aquí… me di cuenta de que ustedes son buenas personas. No quiero volver con ellos. Quiero estar con ustedes… quiero ayudar.

Hiroshi apretó la mandíbula, aún sin confiar del todo. Ren parecía indiferente, pero cruzó los brazos, esperando más detalles. Shin, con el ceño fruncido, preguntó en tono firme:

—¿Quiénes son ellos? ¿Cuántos son? ¿Y qué habilidades tienen?

Akari respiró hondo, intentando calmarse.

—Son un grupo de diez personas… todos tienen habilidades. —su voz era más estable ahora—. El líder… es el más peligroso. Tiene una habilidad que duplica su estadística de fuerza.Cuando lo vi en acción, partió un árbol con un solo golpe.

El grupo intercambió miradas. Eso no era un enemigo cualquiera.

—Si son diez… y todos tienen habilidades, no podemos enfrentarlos a la ligera. —murmuró Hiroshi.

Shin, tras unos segundos de silencio, se frotó la barbilla pensativo.

—Tenemos dos días antes de que vengan por nosotros. No podemos huir, y tampoco podemos quedarnos sin hacer nada. —dijo con decisión—. Si queremos sobrevivir, tenemos que prepararnos.

—¿Cómo sabremos que no estás mintiendo? —preguntó Ren con frialdad.

Akari lo miró con tristeza.

—Si quisiera traicionarlos… ya lo habría hecho en muchas ocasiones. No tienen razones para creer en mí, pero al menos quiero demostrar que estoy de su lado.—

Shin respiró hondo y la observó por unos segundos antes de asentir.

—Está bien. Te daremos una oportunidad.Pero si esto es una trampa… serás la primera en pagar las consecuencias.—

Akari asintió con fuerza, limpiándose las lágrimas. No tenía dudas. Estaba decidida a quedarse.

El destino de todos estaba ahora en juego. La batalla estaba cerca, y el tiempo corría en su contra.

Hiroshi y Shin, al ser los más capaces en liderazgo, comenzaron a discutir estrategias para un posible contraataque contra el grupo enemigo. Analizaron la información proporcionada por Akari y evaluaron los recursos con los que contaban. Sabían que, si bien habían logrado establecer una base segura, aún carecían de armas y experiencia suficiente para enfrentarse a un grupo de diez personas, especialmente cuando su líder tenía una habilidad que duplicaba su fuerza.

Mientras tanto, Ren llamó a Akari aparte para hablar a solas. La llevó a un rincón tranquilo dentro del perímetro de la muralla y la miró fijamente, con una expresión serena pero penetrante.

—Desde el primer momento supe que estabas mintiendo —confesó Ren sin rodeos.

Akari se quedó helada. Su mente se aceleró con pensamientos de preocupación y temor. ¿La había estado observando todo este tiempo? ¿Por qué no la había confrontado antes?

—Pero dentro de esas mentiras también había verdades —continuó Ren—. Quería ver cuáles eran y cuándo decidirías revelarlas por ti misma. Me alegra saber que elegiste contarlo sin que yo tuviera que intervenir.

Akari lo miró con una mezcla de sorpresa y respeto. Por un lado, sentía miedo ante la capacidad de análisis de Ren. Había detectado su engaño desde el principio y, aun así, había esperado pacientemente a que ella se sincerara. Por otro lado, sentía un inmenso alivio de que no la rechazara por completo. Había esperado recibir odio o desconfianza, pero en su lugar, Ren le dio la oportunidad de explicarse.

—Gracias… —susurró Akari, con una mezcla de emociones en su voz.

Ren no respondió de inmediato, solo asintió levemente y se dio la vuelta para regresar con los demás. Akari, en ese momento, comprendió que debía esforzarse más para demostrar su lealtad al grupo. Si quería quedarse, tendría que ganarse su confianza con hechos, no solo con palabras.