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Chapter 41 - Rebelión contra el Cielo - Part 28

Capítulo 28: EL Infierno de Daichi

Daichi jadeó, su pecho subía y bajaba con rapidez. El dolor aún ardía en su muslo y rodilla, pero su cuerpo ya estaba sanando. Sus huesos se acomodaban con un sonido nauseabundo, la piel se cerraba y la sangre dejaba de brotar.

Ryuusei rió con deleite.

—Esto es maravilloso…—susurró, inclinándose sobre él—. Puedo romperte todas las veces que quiera… y volverás a ser como nuevo.

Antes de que Daichi pudiera reaccionar, Ryuusei tomó la daga nuevamente y la deslizó sobre su abdomen, con un corte limpio y profundo. La sangre brotó a borbotones mientras Daichi ahogaba un grito, sintiendo cómo el filo ardía en su piel.

—Sigamos probando… —Ryuusei susurró con entusiasmo mientras introducía los dedos en la herida abierta, retorciendo la carne expuesta.

El grito de Daichi llenó la habitación.

Ryuusei retiró la mano cubierta de sangre y la limpió con parsimonia en la camisa de su víctima.

—Dime, ¿alguna vez te has preguntado qué se siente cuando tus huesos se separan de tu carne?

Daichi apenas tuvo tiempo de procesar esas palabras antes de que Ryuusei tomara un cuchillo de sierra y comenzara a cortar su brazo, despacio, diente por diente, permitiendo que el dolor se hundiera hasta lo más profundo de su ser.

El metal raspaba contra el hueso, la carne se desgarraba y la sangre salpicaba el suelo.

—¿Sabes? En la serie que mencioné, a Theon le cortan partes importantes… —susurró con diversión—. Tal vez deberíamos seguir esa tradición.

Ryuusei se inclinó hacia él, disfrutando del terror puro en los ojos de Daichi.

—Pero aún no hemos llegado a eso. Primero, juguemos un poco más.

Se levantó y tomó un soplete.

La llama azul iluminó el rostro de Ryuusei con un brillo perverso.

Daichi intentó moverse, pero sus fuerzas estaban drenadas.

—Esto te va a gustar…—murmuró Ryuusei antes de acercar el fuego a la herida abierta en su abdomen.

El dolor fue insoportable. Daichi gritó hasta que su voz se quebró.

Ryuusei solo sonrió, fascinado.

—Vamos a divertirnos toda la noche.

Ryuusei observó con placer cómo la piel de Daichi se retorcía bajo el fuego, chamuscándose, ennegreciéndose, llenando la habitación con un hedor insoportable a carne quemada. Daichi arqueó la espalda, tratando de escapar del tormento, pero estaba demasiado débil.

—Vamos, no te desmayes aún —susurró Ryuusei, apagando el soplete y dándole una palmada en la mejilla ensangrentada—. Apenas estamos empezando.

Daichi respiraba con dificultad, su cuerpo ya sanaba, pero el dolor persistía, como un eco ardiente en cada terminación nerviosa.

Ryuusei chasqueó la lengua con diversión.

—Eres resistente… pero quiero ver hasta dónde llegas.

Se alejó por un momento y regresó con un par de tenazas.

—¿Sabes qué tienen en común los cobardes como tú? —preguntó, jugueteando con la herramienta en el aire—. Siempre están dispuestos a traicionar… pero jamás están listos para pagar el precio.

Sin previo aviso, hundió las tenazas en la boca de Daichi y atrapó uno de sus dientes frontales.

Los ojos de Daichi se abrieron de par en par.

—Por favor… —logró murmurar entre jadeos.

Pero Ryuusei solo sonrió.

—Por favor, ¿qué? ¿Que me detenga? ¿Que tenga piedad? —preguntó con falsa dulzura—. ¿Como la que tú tuviste conmigo cuando me abandonaste?

Y con un movimiento brutal, arrancó el diente de raíz.

Daichi se sacudió con violencia mientras la sangre llenaba su boca y el dolor explotaba en su cráneo.

Ryuusei sostuvo el diente entre sus dedos y lo observó con interés antes de arrojarlo al suelo.

—Uno menos. —Se encogió de hombros—. ¿Cuántos crees que puedas perder antes de que tu lengua no pueda pronunciar una sola palabra?

Daichi apenas pudo responder. Su respiración era errática, su cuerpo temblaba sin control.

—Oh, no te preocupes… —Ryuusei sonrió mientras tomaba otra vez las tenazas—. Lo descubriremos juntos.