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Chapter 42 - Rebelión contra el Cielo - Part 29

Capítulo 29: EL Infierno de Daichi II

Ryuusei sonrió al ver a Daichi temblando, su boca aún goteando sangre.

—Vamos, dime algo —se burló, girando las tenazas en su mano—. ¿O ya no tienes fuerzas?

Daichi levantó la cabeza con esfuerzo, su mirada ardía de odio.

—Vete a la mierda…—escupió, dejando salir un chorro de sangre con sus palabras.

Ryuusei arqueó una ceja.

—Vaya, todavía tienes ganas de hablar —dijo con diversión—. Eso me gusta.

Sin previo aviso, le dio un puñetazo en la cara, estrellando su cabeza contra la pared. Daichi dejó escapar un gruñido de dolor.

—¡Hijo de puta! —jadeó, intentando moverse—. ¡Cuando salga de aquí, te voy a arrancar la puta cabeza!

Ryuusei soltó una carcajada.

—Oh, Daichi… —susurró, deslizando una mano sobre su cabello ensangrentado—. Qué adorable eres cuando amenazas.

Le sujetó la mandíbula con fuerza, obligándolo a abrir la boca de nuevo.

—Veamos qué tan valiente sigues siendo cuando te arranque otro diente.

—¡Chúpame la verga! —escupió Daichi con furia, pero Ryuusei solo sonrió.

—Buena idea… pero primero, desgarraré cada pedazo de carne que tengas.

Sin más preámbulos, hundió las tenazas en la boca de Daichi otra vez y atrapó un molar.

—¡MALDITO CABRÓN! —rugió Daichi, intentando zafarse.

Pero Ryuusei tiró con fuerza, arrancando el diente de raíz.

Daichi gritó con toda su alma, su voz rasgando el aire.

—¡AAGGHHH, MIERDA! ¡ME CAGO EN TODO!

Ryuusei miró el diente ensangrentado y luego a Daichi, que jadeaba, su cuerpo temblando por el dolor.

—¿Ves? Te dije que sería divertido.

Daichi escupió sangre y lo miró con los ojos llenos de rabia.

—Voy a matarte, Ryuusei…—susurró, su voz ronca pero cargada de odio—. Aunque me reviente el puto corazón, te voy a hacer pedazos.

Ryuusei se inclinó sobre él, su sonrisa sádica nunca desapareciendo.

—Oh, Daichi… —susurró con placer—. Quiero verte intentarlo.

Y con eso, tomó un cuchillo más grande… y lo deslizó lentamente sobre la piel de su pecho, dibujando un corte profundo, disfrutando cada maldición y grito que escapaba de la boca de su víctima.

Ryuusei admiró su obra. Daichi estaba cubierto de sangre, su cuerpo temblaba con espasmos involuntarios, pero seguía vivo. Sus heridas se regeneraban, pero el dolor no desaparecía. Su respiración era errática, su mandíbula apretada en un gesto de pura rabia.

—¿Sigues despierto? —Ryuusei inclinó la cabeza con burla—. Me sorprende que no hayas perdido el conocimiento.

Daichi escupió al suelo, mezclando sangre y saliva. Su mirada era un fuego puro de odio.

—Voy a cagarme en tu puta tumba cuando esto termine… —murmuró con voz ronca.

Ryuusei sonrió.

—Eso si sobrevives.

Tomó un cuchillo más grande y lo deslizó sobre el abdomen de Daichi, trazando líneas profundas con movimientos pausados. Daichi apretó los dientes, pero no le dio el placer de gritar.

—Resistes bien, cabrón —dijo Ryuusei con admiración—. Pero tengo algo más especial para ti.

Soltó el cuchillo y caminó hasta una mesa, donde sacó un bisturí más pequeño pero igual de afilado.

Daichi sintió un escalofrío recorrerle la columna.

—No me jodas…

Ryuusei se volvió hacia él con una sonrisa maliciosa.

—Sí, Daichi. Justo lo que estás pensando.

Daichi forcejeó con las pocas fuerzas que le quedaban.

—¡No! ¡NO, HIJO DE PUTA!

Pero Ryuusei lo sujetó con fuerza.

—¿Recuerdas lo que te dije de Theon Greyjoy? —susurró con deleite—. Es momento de llevarlo a la práctica.

Daichi gritó con furia, con rabia, con horror.

—¡MALDITO BASTARDO, TE VOY A MATAR! ¡TE VOY A DESTROZAR!

Pero Ryuusei no se detuvo. Con precisión quirúrgica, deslizó el bisturí, separando carne y nervios.

El grito de Daichi fue desgarrador.

El dolor lo consumió por completo.

Su visión se nubló, sus músculos se tensaron hasta el punto de romperse. Sintió su sangre caliente corriendo por sus piernas, empapando el suelo.

Ryuusei se alejó, contemplando su obra con satisfacción.

—Ahora sí, Daichi… ahora sí eres nada.

Daichi, con la respiración entrecortada, levantó la cabeza. Sus labios estaban manchados de sangre, sus ojos eran dos pozos oscuros de odio puro.

—Voy… a contárselo todo… —susurró con una sonrisa temblorosa.

Ryuusei frunció el ceño.

—¿A quién?

Daichi escupió más sangre y rió débilmente.

—A la Muerte, imbécil.

Ryuusei se quedó en silencio por un momento… y luego sonrió.

—Dile que la estaré esperando.