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Chapter 23 - Rebelión contra el Cielo - Part 10

Capítulo 10: El renacer de la tormenta

Las palabras de Ryuusei seguían resonando en la mente de Aiko mientras el fuego de la antorcha crepitaba en la cueva. "Voy a matarlos." Su voz no había mostrado odio ni furia, solo una determinación inquebrantable.

Aiko intentó moverse, pero un dolor punzante recorrió su cuerpo. Sus heridas aún estaban frescas, pero algo dentro de ella se agitaba. Entonces lo sintió: un calor ascendente, un fuego interno que recorrió sus venas como un torrente de energía pura. En cuestión de minutos, el dolor desapareció. Las heridas que deberían tardar semanas en sanar se cerraban frente a sus propios ojos.

—Asombroso... —susurró, tocando su piel intacta.

Ryuusei la observaba con los brazos cruzados, una leve sonrisa en su rostro.

—Tu regeneración se ha activado por completo. Ya no eres la misma. Ahora es momento de forjarte en el fuego del combate.

Con una última mirada a su refugio, Ryuusei se levantó y le indicó que lo siguiera. La noche los envolvió cuando salieron de la cueva. La luna llena iluminaba el bosque, reflejándose en los ojos de Ryuusei con un brillo amenazante.

—Nos dirigimos a mi mansión —dijo con calma—. Ahí comenzará tu verdadero entrenamiento.

Durante el camino, Ryuusei habló sobre su plan. No actuaría de inmediato. No era un asesino impulsivo. Haru, Kenta y Daichi caerían en el momento adecuado, cuando la tormenta estuviera en su punto más fuerte.

—Los haré temer la lluvia —susurró—. Cada gota que caiga del cielo les recordará que su fin se acerca. Les daré falsas esperanzas, les haré creer que pueden escapar. Pero cuando la tormenta esté sobre ellos, ya no habrá salvación.

Aiko sintió un escalofrío. Ryuusei no solo quería venganza. Queria que sintieran el peso de su destino antes de morir.

Entrenamiento en la mansión

Días después, llegaron a la mansión de Ryuusei. Era un lugar imponente, rodeado de muros de piedra y con una arquitectura que imponía respeto. Ahí, en sus amplios jardines y salones de combate, Aiko enfrentó el entrenamiento más brutal de su vida.

—No basta con tener poder —le decía Ryuusei mientras esquivaba sus ataques con facilidad—. Debes controlarlo. Usarlo con frialdad. No hay gloria en la fuerza sin disciplina.

Día tras día, Aiko mejoró. Su velocidad aumentó, su resistencia se multiplicó y su técnica se refinó bajo la mirada de su mentor. En una de las sesiones, Ryuusei la arrojó al suelo con un golpe rápido.

—Aún dudas —dijo, mirándola fijamente—. Si quieres estar a mi lado cuando la tormenta llegue, debes aprender a dejar atrás tu pasado.

Aiko se levantó, con los puños apretados.

—Lo haré.

Pasaron semanas, y con cada entrenamiento, Aiko sentía que se acercaba más a la fuerza de Ryuusei. Ya no era la misma chica que había caído en la batalla. Ahora era alguien más fuerte, más letal.

(La espera de la tormenta)

Con la llegada de la siguiente luna llena, Ryuusei sintió que era el momento. Observó el cielo nublado desde el balcón de su mansión y cerró los ojos.

—Es hora.

Aiko se puso de pie junto a él, con la misma determinación ardiendo en su mirada. La caza comenzaría pronto. Y en la noche lluviosa, el destino de Haru, Kenta y Daichi sería sellado.