Capítulo 12: Entrenamiento
El viento cortante del inframundo silbaba a su alrededor mientras Ryuusei, cubierto de heridas y sudor, se mantenía en pie con dificultad. La Muerte lo había lanzado a su entrenamiento final, uno que definiría su destino como Heraldo Bastardo.
Con la Máscara del Ying-Yang firmemente colocada, la energía fluía a través de su cuerpo como un torrente incontrolable. Cada día era una prueba de resistencia, cada golpe recibido, una enseñanza cruel. Si quería sobrevivir en este mundo, debía dominar el equilibrio entre el Caos y la Paz.
Toque de la Entropía La primera habilidad que entrenó fue su capacidad para descomponer cualquier cosa con sus Martillos de la Guerra. Se enfrentó a estructuras imponentes hechas de roca negra y metal maldito, golpeándolas una y otra vez hasta que se desmoronaban en polvo. Pero la entropía no solo afectaba a objetos inertes: cuando usó la habilidad en un oponente, vio con horror cómo su carne se deshacía lentamente, dejando solo un cadáver retorcido. Sintió náuseas, pero no se detuvo.
Visión del Abismo Para dominar este poder, fue encerrado en una cámara oscura, enfrentando sus propios miedos. La Muerte le mostró sus pesadillas más profundas: la traición de sus amigos, la soledad absoluta, la agonía interminable. Solo al aceptarlas logró invertir el poder en sus enemigos, obligándolos a ver sus propios horrores hasta que enloquecían.
Llamas del Ocaso Ryuusei tuvo que aprender a invocar el fuego oscuro sin perder el control. La primera vez que lo desató, sus propias manos se quemaron, la regeneración dolorosa evitando que muriera pero prolongando su sufrimiento. Con el tiempo, aprendió a dirigir las llamas hacia sus enemigos sin dejar que lo consumieran.
Distorsión del Destino Este poder era el más impredecible. En una prueba, debía cruzar un puente inestable con enemigos acechando. Concentrándose, alteró la probabilidad: los ataques fallaban, los escombros caían en el momento preciso, los pasos enemigos erraban sus movimientos. Pero si abusaba de la habilidad, la suerte se volvía en su contra.
Regeneración Dolorosa La Muerte le impuso un castigo brutal para desarrollar este poder. Día tras día, fue destrozado en combate solo para reconstruirse con un sufrimiento indescriptible. Su carne se retejía con un dolor que ningún humano debería soportar, pero sobrevivió, aprendiendo a usarlo como último recurso.
Poderes de Paz Para balancear su lado oscuro, entrenó sus dones de Yang.
Con Aura de Resistencia, soportó los ataques de bestias infernales sin caer. Curación Ajena lo obligó a salvar a sus aliados, incluso cuando su instinto decía que debía pensar solo en sí mismo. Zona de Equilibrio lo llevó a enfrentarse a luchas donde debía anular su propio poder y el de sus enemigos. Y Eco de la Vida lo atormentó con visiones de pasados trágicos y futuros inciertos.
Tras meses de brutalidad, Ryuusei finalmente se levantó como un guerrero consumado, su cuerpo marcado por cicatrices imborrables, su mente afilada como una espada.
Había dejado de ser solo un joven desafiante. Ahora era el Heraldo Bastardo, forjado en el caos y la paz, listo para desafiar incluso a la Muerte misma.