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Chapter 31 - Rebelión contra el Cielo - Part 18

Capítulo 18: Noche Oscura

La noche cubría Tokio con un manto de sombras y luces neón. El sonido de la ciudad, las conversaciones lejanas, los motores rugiendo… todo se sentía distante para Ryuusei. Su mente solo tenía un objetivo. Había sellado su destino en el momento en que su familia lo miró como a un extraño. Ya no había vuelta atrás.

—¿Entonces es definitivo? —preguntó Aiko, sentada en el sofá con sus armas listas.

Ryuusei se ajustó los guantes y se colocó la máscara. Esa que una vez dejó atrás, pero que ahora se sentía como una segunda piel.

—Sí —respondió con voz firme—. Ya no hay más dudas. Ya no hay más espera.

Aiko lo observó con seriedad. No dijo nada más, solo se levantó y lo siguió. Ambos se desvanecieron en la oscuridad de la noche.

Kenta, Haru y Daichi estaban juntos, como solían estarlo. Un fin de semana más, una salida más. No tenían idea de lo que se avecinaba. Caminaban por una calle iluminada, despreocupados, riendo por alguna broma sin importancia.

Hasta que lo sintieron.

Un escalofrío recorrió sus cuerpos. Una sensación de peligro, de que algo los acechaba desde las sombras.

—¿Sienten eso? —susurró Daichi, mirando a su alrededor.

Kenta frunció el ceño, su instinto le decía que algo andaba mal. Haru miró a los costados, pero no vio nada fuera de lo común.

—Nos están observando —murmuró Haru, con un tono serio.

Desde un edificio cercano, Ryuusei los miraba. Sus dedos se apretaban contra la fría barandilla, sus ojos ocultos bajo la máscara brillaban con un fuego contenido. No era el mismo chico que había dudado, que había buscado otro camino. Ahora solo existía una única verdad: ellos eran la razón de su sufrimiento. Su familia lo había olvidado, su vida fue destrozada… y estos tres eran la chispa que lo inició todo.

—Empezaremos por separarlos —susurró Aiko a su lado.

Ryuusei asintió. La caza había comenzado.

El plan se puso en marcha con precisión. Un ruido fuerte en un callejón llamó la atención de Daichi. Curioso, y sin pensar demasiado, se adelantó unos pasos, alejándose de los otros dos.

—Daichi, espera —dijo Kenta, pero ya era tarde.

Una sombra se movió con velocidad. Un golpe certero lo dejó inconsciente antes de que pudiera reaccionar. Haru y Kenta se giraron justo a tiempo para ver cómo el cuerpo de su amigo era arrastrado a la oscuridad.

—¡DAICHI! —gritó Haru, corriendo en su dirección.

Pero entonces, una figura cayó frente a ellos desde el techo de un edificio. Su máscara blanca brillaba bajo la tenue luz de los faroles. En sus manos, las dagas reflejaban el resplandor de la ciudad.

—Nos volvemos a ver —susurró Ryuusei, su voz cargada de un veneno gélido.

Kenta sintió cómo su corazón se detenía por un segundo.

—Ryuusei… —murmuró con incredulidad.

—No… —susurró Haru, sintiendo un miedo que no había experimentado antes.

Ryuusei levantó una de sus dagas y apuntó hacia ellos.

—Esta vez… nadie saldrá ileso.

La cacería había comenzado. Y no habría piedad.