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Chapter 19 - Rebelión contra el Cielo - Part 6

Capítulo 6: La cacería de Aiko 

Aiko jadeaba, con la sangre corriendo por su frente y su visión nublada por el dolor. Apenas podía mantenerse en pie, pero su determinación seguía intacta. Frente a ella, Daichi, Kenta y Haru la miraban con una frialdad aterradora.

—No pensé que durarías tanto, Aiko —dijo Haru, sosteniendo su arco con firmeza.

—Eres más resistente de lo que aparentas —añadió Kenta, girando una de sus guadañas entre los dedos.

Aiko escupió sangre y sonrió de lado.

—¿De verdad pensaron que iba a caer tan fácil? Si es así, están subestimándome demasiado.

—No —intervino Daichi con voz grave—. Solo queremos que dejes de moverte.

Antes de que Aiko pudiera reaccionar, Daichi lanzó su lanza con una fuerza devastadora. La punta negra atravesó su muslo derecho, perforando carne y hueso con un sonido nauseabundo. Un grito desgarrador escapó de sus labios cuando cayó de rodillas, sintiendo un dolor insoportable recorrer su pierna.

—¡Mierda! —jadeó, intentando sacar la lanza, pero el dolor era paralizante.

No tuvo tiempo de recuperarse. Kenta apareció a su lado en un abrir y cerrar de ojos, sus guadañas brillando con un filo mortal. Con un giro brutal, la hoja de una de ellas le abrió un corte profundo en el costado, mientras la otra golpeaba con fuerza su espalda, haciéndola caer al suelo con un golpe seco.

—Los Heraldos Supremos no deberían tener una carga como tú —escupió Kenta, pisándole la cabeza contra el suelo—. Eres una molestia.

Aiko apretó los dientes, sus dedos arañando la tierra ensangrentada. Con un movimiento rápido, giró su cuerpo y atrapó el tobillo de Kenta con una llave, tirándolo al suelo con un golpe seco. Antes de que pudiera reaccionar, le lanzó un puñetazo directo al rostro, haciéndole sangrar la nariz.

—¡Bastarda! —rugió Kenta, limpiándose la sangre con furia.

Haru aprovechó el momento. Desde la distancia, tensó su arco y disparó sin dudarlo. La flecha cortó el aire y se clavó en el hombro izquierdo de Aiko, atravesándolo de lado a lado. Otro grito salió de su garganta mientras la sangre empapaba su ropa.

Daichi se acercó con pasos pesados, arrancando su lanza del muslo de Aiko con un tirón cruel. Un nuevo gemido de dolor sacudió su cuerpo, pero ella se negó a caer.

—Aguantas más de lo esperado —murmuró Daichi, observándola con indiferencia.

Aiko escupió al suelo, con su mirada ardiendo de rabia.

—¿Eso es todo lo que tienen? Pensé que los Heraldos Supremos eran más fuertes.

Kenta rugió de furia y la pateó en el estómago, levantándola del suelo y haciéndola rodar varios metros. Aiko sintió que sus costillas crujían por el impacto, pero se forzó a levantarse, tambaleándose.

—¿Sigues con fuerzas? —preguntó Haru con una sonrisa sádica.

Aiko se limpió la sangre de los labios y los miró con desafío.

—No importa cuánto me golpeen. No me voy a rendir.

Daichi suspiró, sosteniendo su lanza con fuerza.

—Entonces tendremos que asegurarnos de que no te levantes nunca más.

Sin previo aviso, los tres atacaron al mismo tiempo, con sus armas brillando bajo la luz. Aiko apretó los puños, lista para enfrentarlos, aunque su cuerpo gritara de dolor. Sabía que estaba al borde de la muerte, pero si iba a caer, lo haría peleando.

Y si iba a morir... se aseguraría de llevarse a uno de ellos con ella.