Lunes.
Ese lunes Aveline despertó intranquila por culpa de un sueño donde veía a su hija corriendo hacia ella; pero, al verle el rostro, no tenía cara, esta era solo piel lisa, quedando totalmente espantada. Todo su entorno era colorido, salvo ella, en el sueño se veía de color gris, y su vestimenta era la de una mujer mayor bastante triste, pasando de tristeza a espanto luego de mirar a su pequeña. Una vez se levantó, la solitaria madre notó que el día estaba nublado, con nubes muy oscuras en el cielo, parecían de lluvia, sin embargo, esto no impidió que fuera al colegio de su hija a preguntar por cartas y novedades, recibiendo malas noticias por parte de recepción. "Lo siento señora, las cartas tardarán en llegar desde el campamento por un pequeño accidente en la carretera". Esas palabras desconcertaron un poco a la mujer, quien solicitó enviar otra carta que sería recibida por su hija al día siguiente.
"04/12/2006
Buenos días, mi querida hija, ¿Cómo estás? ¿Qué tal está la salud? ¿Cómo la has pasado? ¿Qué has hecho? Necesito saber de ti, me tiene algo preocupada el no haber podido recibir tus cartas hoy, espero que hayas leído las mías. Ojalá que la estés pasando muy bien, no te preocupes por mi porque yo estoy como de costumbre, bien de salud y sin novedades. Estaba pensando que para tu regreso podríamos hacer pizza juntas, de pepperoni con salame, tal como te gustan. ¿Te parece?, tú preocúpate de pasarla con tus amigas y disfrutar, por sobre todas las cosas disfrutar. Te amo mucho mi vida, ¿Lo sabías? espero que jamás te olvides de eso hija mía.
Me despido con besos y abrazos.
Pd. Cuando llegues hablaremos seriamente de la broma del insecto que tú y tus amigas les hicieron a los chicos.
Atte. Tu madre que te ama."
Fuera de la noticia del retraso con las cartas, ese día no pasó nada importante para Aveline más que el haber escuchado un pronóstico lluvioso para el día siguiente y el haberse percatado del desolado ambiente tanto de su trabajo como por las calles, casi no transitó gente ese día y muy pocos colegas asistieron a su empleo. Durante la noche, la dama se fue a acostar algo angustiada y con una sensación de soledad gigante, por la desolación tanto de la ciudad como de la atmósfera en general. Una vez la mujer se quedó dormida, otro misterioso sueño invadió sus sentidos. Ella estaba en medio de un enorme laberinto, todo era gris, hasta ella misma. Se encontraba totalmente desorientada en ese camino, y, cada vez que creía encontrar la salida, terminaba aún más perdida. Cuando la madre se sintió rendida ante el reto, vio a su hija caminando por el lugar, así que decidió seguirla, y, luego de correr tras ella durante un rato, terminó cerca de la salida, la cual conducía al campo de flores que vio días atrás. El paisaje estaba cubierto por una intensa neblina, a través de la cual Aveline vio a su amado, quién, después de un rato, desapareció dentro de la nubosidad junto a su hija, dejando a la mujer completamente sola y desprotegida en medio de ese inhóspito lugar. Ella se sentía aislada, desamparada, sentía como regresaba a ese laberinto, pero sin nadie que le ayudara a salir. Su única salvación apareció una vez que el sueño terminó, despertando.
Martes.
La oscura pesadilla hizo que la mujer recuperara toda esa melancolía que sintió durante los inicios del fin de semana y volviera sentirse sola, a sentir que desperdiciaba su vida y que vivía una rutina la cual parecía un laberinto, a su vez que revivía ese sentimiento de falta que le hacía su hija y lo mucho que la extrañaba. El pronóstico del lunes pasado no se equivocó, afuera de la casa estaba lloviendo, y parecía como si nada fuera a cambiar. Pese al mal tiempo, la madre igualmente fue al colegio de su pequeña, donde esta vez sí se encontró con el envío de Delora. Ella quería leer lo que la chica le envió, pero no pudo hacerlo en el momento ya que se le informó de un cierre del establecimiento, y la lluvia iba a mojar la carta, por lo que la mujer guardó el documento en su cartera y lo leyó de camino al trabajo. Lo que Aveline no notó, es que en el sobre venían tres cartas, leyendo solo la primera al no percatarse de la existencia de las otras dos.
"01/12/2006
Hola mami, ¿Cómo estás? Yo estoy bien por supuesto. Te aviso que por un retraso con el servicio de mensajería no pudieron llegar tus cartas el día de hoy, pero, no te preocupes, porque te avisaré en mi próxima carta si las recibí o no. En todo caso, este fin de semana tendremos un enorme panorama, porque con los instructores acordamos muchas actividades. ¡Iremos a patinar! Así es, ¡Finalmente conoceré la nieve mami, después de tanto tiempo de querer verla alguna vez!
En verdad lamento no poder vivir estas experiencias contigo, pero, encantada de repetirlas después, y con la mejor de las madres. Bueno, para aliviar tus preocupaciones, te quiero decir que la comida está deliciosa aquí, aprendí a cocinar arroz y a hacer papas fritas, y sí, me dieron dos medallas por haber hecho el almuerzo y por ayudar a mis compañeros a hacerlo, cuando regrese te las mostraré para que estés orgullosa de mí.
Finalizo esta carta deseándote besos, abrazos y repitiendo por milésima vez que te amo mucho.
Pd. Creo que el problema con la entrega de cartas será también de vuelta, así que tal vez recibas esta carta después del lunes, pregunté personalmente a los encargados.
Atte. Tu hija querida"
Dentro de aquel día no hubo muchas novedades, a la empresa asistieron unos pocos trabajadores, y por el clima tampoco transitó mucha gente por las calles, lo que hacía sentir las calles vacías y el ambiente bastante abandonado otra vez. Terminada la jornada laboral, la madre de Delora regresó a casa bastante feliz y triste a la vez; contenta por saber de su hija y enterarse que seguía pasándola de maravilla, y angustiada por la creciente sensación de soledad que acompañaba su vida, además de que la monótona rutina bajo la que ella estaba viviendo no aporta mucho en ese sentido. Desde el trabajo se notificó a Aveline que "a partir de mañana suspenderán las labores en la empresa por el mal tiempo que estaba pronosticado", ya que se veía venir una lluvia densa. Por otra parte, solo faltaban dos días para el regreso de Délora, eso a la mujer le alegraba bastante, ya que finalmente podría volver a estar con ella.
Miércoles.
Ese día amaneció muy lluvioso. El ruido del viento despertó a la mujer, quien aprovechó su temprano desvelo para limpiar la casa y preparar todo para la llegada de su hija. El ruido del temporal era relajante, las gotas cayendo calmaban la agitada mente de la solitaria madre y le daban un toque armonioso al entorno. Ese día, si bien se sintió pesado al no tener mucho que hacer e igual de solitario que el resto de los días, pues la mujer no tenía con quién hablar, el saber que su hija pronto regresaría le daba las fuerzas para seguir con sus quehaceres con optimismo y felicidad, y por supuesto, mucha ilusión. Estos últimos días la aislada dama no pudo cenar bajo la luna por las condiciones meteorológicas, pero, esta vez, tenía detrás de su ventanal una hermosa lluvia y al viento como buenos sustitutos para calmar las penas. Durante la noche, no durmió mucho por la emoción, sin embargo, el poco rato que pudo descansar, hizo que tuviera otro peculiar sueño donde ella se encontraba otra vez en el campo de flores, esta vez sin matices grises, sin niebla, solo ella. Al inicio se sentía feliz porque creía que el color regresaba a su vida, pero poco a poco las flores se fueron marchitando, y con ello, el pelo de Aveline se iba tornando blanco, y la neblina iba apareciendo. Esta nubosidad hacía sentir más abandonada a la mujer, y con ello, un mal presentimiento no relacionado con su desolación, sino que con sus sentidos se asomaba en ella, su instinto de madre estaba totalmente encendido y en estado de alerta sin razón aparente.
Jueves.
Un frente de mal tiempo dio inicio al día de la preocupada madre, las lluvias torrenciales y la gran intensidad del viento alertaron más a la mujer respecto a lo que soñó y sintió la noche del día anterior, ¿Y si su hija no podía regresar? ¿Y si algo le pasaba? Con gran desesperación ella se vistió y corrió hasta el colegio, puesto a que la locomoción estaba suspendida por el temporal. El establecimiento, para la sorpresa de nadie, estaba cerrado, por lo que la joven tuvo que esperar afuera del recinto a la llegada del bus durante un buen rato. Al cabo de unas horas no llegó ningún bus, y una funcionaria que tuvo que ir a hacer papeleo ese día encontró a Aveline sentada, y le comentó que muy probablemente por las malas condiciones meteorológicas los integrantes de la excursión se tendrían que quedar unos días más afuera, a lo que la madre agradeció, y astutamente pidió la ubicación del lugar para más tarde enviar una carta a través del servicio de correos al campamento y otra para su hija en caso de que pudiera recibirla.
"07/12/2006
Buenas tardes, hija, ¿Cómo estás? Yo estoy muy preocupada por toda esta situación, te pido por favor que en cuanto puedas, te comuniques conmigo. Hija, en verdad te amo mucho, y espero verte pronto aquí para que podamos hacer esas deliciosas pizzas que tanto te gustan y que tanto querías que cocináramos juntas, también para que me cuentes todo lo que hicieron durante el campamento con lujo de detalle, que me cuentes cómo están tus amigas, como la pasaste, qué cosas que hiciste allá te gustaría que hiciéramos de nuevo, etc… Perdón si me estoy preocupando más de la cuenta y si te estoy llenando de preguntas, pero es que de verdad quiero saber de ti, quiero verte. Envié un correo a uno de los instructores con mi número de teléfono, me he movido por todos lados para saber si estás bien, si puedes, por favor llámame desde el teléfono del instructor o hazme saber de cualquier otra forma que estás bien.
Finalizo esta carta diciéndote lo mucho que te amo, y mandándote besos y abrazos desde la distancia.
Atte. Tu mamá que te ama."
Una vez depositó la carta donde se supone que sería enviada, se movió por todo el centro de la ciudad para buscar la forma de contactar con los instructores, sin éxito alguno. Al final del día la dama decidió regresar a casa, teniendo muchas complicaciones en el camino por culpa del temporal, trayendo consigo una enorme preocupación y angustia que intentó repeler con la premisa de que su hija tal vez deba estar bien y alejada de las consecuencias del temporal refugiada en una cabaña o en algún otro recinto.
Viernes.
Desde el colegio continuaron sin dar comunicaciones, pues el lugar siguió cerrado y sin personal en su interior, por lo que el desconocido paradero de los alumnos y del bus tenía totalmente desesperados a los apoderados, incluyendo a Aveline, quien se encontraba más angustiada que nunca. El temporal parecía empeorar, y a la mujer no le quedó más que regresar a casa y esperar otro día más. Ella sentía que su mente estaba partida en dos, primero su sentido emocional la hacía aferrarse a la idea de que ella estaba bien, que simplemente estaban incomunicados por el temporal, y segundo su sentido maternal le hacía pensar lo peor respecto a lo sucedido con su hija. La mujer decidió presentarse ante el servicio de correo otra vez para saber si había novedades, pero lamentablemente la carta aún no había llegado a destino, así que buscó la forma de rentar un auto para ir personalmente hasta el campamento, sin embargo, las vías estaban cortadas por el frente de mal tiempo, y, al no poder salir de la ciudad, su desesperación la llevó a hacer otras cosas para encontrar la forma de saber sobre el bienestar de Delora, como levantar el caso ante la policía para que su paradero sea investigado o leer todos los diarios de la ciudad en búsqueda de posible información conocida por la prensa. Durante la noche, al llegar a casa, la soledad que rodeaba a la mujer pasó totalmente a segundo plano, pues su preocupación y desesperación eran más grandes, impidiéndole comer e incluso dormir bien durante ese horrible viernes.
Sábado.
El fin de semana inició bastante mal, ya que, si bien el temporal no empeoró, la información sobre el estatus de los excursionistas aún era desconocida. Ningún apoderado sabía nada, y el establecimiento seguía cerrado con sus funcionarios ausentes y sin dar ningún indicio o respuesta. Todo esto que estaba pasando era una situación terrible para la madre de la desaparecida, sentía que su mundo se le caía encima, que la desesperación aumentaba cada segundo y que todos sus sentimientos negativos estaban a flote, realmente ella vivía un infierno, sentía como si aquel laberinto de sus sueños se hiciera real. Pero, por el contrario de todos estos sentires aún existía una pequeña llama de esperanza que le decía que su hija podía estar bien. Durante la tarde de ese desesperado sábado, los apoderados se reunieron y tomaron la decisión de levantar el caso en todas las instituciones policiales existentes, dentro de esa información tanto la denuncia previa de Aveline como su conocimiento respecto a la ubicación del campamento ayudaron a que la investigación se diera un poco más rápido. En caso de que llegasen a encontrar a su hija, la mujer entregó una carta a los detectives para que Delora la lea al tenerla en sus manos.
"09/12/2006
Hola, hija, ¿Cómo estás? Si estás leyendo esto me imagino que estás bien, y de verdad espero que así sea amor, porque de verdad estoy muy preocupada, y realmente no sé lo que haría si a ti te pasara algo, mi vida. De todo corazón espero que podamos vernos pronto, la navidad está cerca, y te prometo que haremos de todo ese día, te consentiré y te daré todos los regalos que tú quieras para que seas feliz, y no te preocupes por mí, porque mi mayor regalo sería verte y tenerte entre mis brazos hija mía, de verdad te amo y te extraño mucho.
Termino esta carta enviándote, hija mía, millones de cariños y abrazos, y quiero que sepas que nunca te dejaré de amar.
Atte. Tu madre que te quiere."
Durante la noche, la madre de la extraviada no paró de llorar. Su enorme necesidad de estar con su pequeña no la dejó en paz, por lo que tampoco pudo descansar absolutamente nada.
Domingo.
Ya han pasado varios días desde la desaparición de los excursionistas. Comer y dormir se hacían imposibles para Aveline, quien no aguantaba más el no saber nada de su hija y el no tener indicio alguno de su estado vital. Ese domingo el temporal ya había cesado, lo que permitió avances en la investigación y apertura de las rutas. Por parte del colegio y sus funcionarios, este permanecía cerrado al ser fin de semana y nadie se había pronunciado aún, todo apuntaba que lo hacían intencionalmente para no hacerse responsables de cualquier desaparición o incidente, esto no hacía más que generar disconformidad entre los apoderados, quienes seguían haciendo de todo para tener noticias de sus retoños. Durante la tarde, se efectuó una reunión entre apoderados y los encargados del caso de los excursionistas desaparecidos, recibiendo malas noticias.
"Les informamos que, durante la investigación en el campamento indicado, y tanto en campamentos aledaños como en posadas, hoteles u otros lugares donde se pudieron haber hospedado, no encontramos rastro ni de los instructores ni de los alumnos, pero seguiremos buscando sin descanso" Esto quiere decir que no se encontró a ninguno de los alumnos en el campamento ni en lugares cercanos, por lo que ellos se encuentran desaparecidos. Estas palabras hicieron que toda esperanza en Aveline se consumiera, quedando solamente la desesperación e impotencia que ya de por sí ocupaban gran parte de sus pensamientos. Una vez llegó a casa, la mujer se encerró en su cuarto solamente a llorar, en su imaginación no dejaba de ver a su hija sonriéndole, su cerebro la torturaba con la imagen de Delora constantemente, y, en cierto punto, todavía no era capaz de procesar totalmente el hecho de que su hija estaba desaparecida, pues con la notificación de los investigadores estaba confirmado que así era la situación, despojando totalmente aquel rastro de fe y esperanza que antes la hacían aliviar sus pensamientos.
Las cosas cambiarían totalmente luego de recibir una llamada de una de las apoderadas más implicadas en el caso, esto ilusionaría a la madre... ¿Será que saben del paradero de su hija? ¿Finalmente, después de días, volverán a encontrarse? Toda aquella emoción y shock de alegría se iría instantáneamente una vez escuchó la voz de la tutora;
"A-Aveline, Aveline, No, no, n-no me lo vas a creer… Los-los investigadores enco-con-encontraron el bus… Este se desbordó y cayó por un barranco… durante el temporal. ––Tomó aire, jadeaba desesperadamente–– e-el chofer perdió el control y… ––Sollozos–– todos cayeron p- por un precipicio en la carretera... La voz se quebró totalmente y después lloró desconsoladamente*- mi- mí... pobre hijo, se nos fue… ¡SE NOS FUE! ––Llantos todavía más intensos–– Se nos fue...". La mujer quedó en shock después de escuchar eso, cortó la llamada inmediatamente y se petrificó, manteniéndose sentada al borde de su cama, en esa posición durante gran parte de la noche, con su mente totalmente en blanco y un rostro completamente inexpresivo. La mente de ella no podía procesar la información que acababa de recibir. Todo el estrés que pasó durante el día, y la noticia de la que se enteró recientemente, hicieron que la madre, ahora de una difunta hija, se quedara dormida de manera súbita y profundamente durante la madrugada.