Primera mitad de semana.
Requirió una semana entera para la joven huérfila recuperar sus sentidos, y a medias, ya que la noción del espacio-tiempo y sus sensaciones seguían alteradas junto a su mente. Ella comenzó a investigar en los diarios y en los ciber a ver si encontraba noticias de su hija, quería saber si la encontraron o si hubo pistas sobre su ubicación, e iba a esperarla al paradero frente al colegio desde las 09:00 AM hasta las 2:00 PM. También intentó ingresar al establecimiento pensando que estaba ahí, pero los guardias siempre la sacaban del lugar, pues luego de unas huelgas y protestas de funcionarios y apoderados ocurridas después del incidente con el autobús, el colegio quedó cerrado hasta nuevo aviso. La rutina de la mujer aún no se estabilizó, seguía alimentándose mal, durmiendo inadecuadamente y sin hacer mucho por su vida, inclusive, en su empleo optaron por darle licencia por un mes al darse cuenta de que mentalmente no estaba bien; no era capaz de ejecutar cálculos correctamente, no se concentraba en sus quehaceres, llegaba mal vestida, rendía mal, tenía mala actitud, a ratos se quedaba dormida, tenía mal aspecto, llegaba tarde, etc… Por este comportamiento inicialmente querían despedirla, pues también faltó una semana entera, sin embargo, luego de que el jefe se enterarse a través de su asistente sobre el incidente del autobús en la carretera, además de una petición por parte de sus colegas de no remover a la empleada de su cargo, se optó por simplemente darle licencia. Bien en el fondo, la mujer no quería reconocer que su hija ya no estaba, su mente aún creía que se encontraba viva, ahí, en alguna parte, aunque no fuera así, hasta solicitó el envío de muchas cartas hacia la dirección del campamento, cartas que claramente no llegaban a destino pero que ella sí creía que eran leídas.
"05/12/2006
Hola hija cómo estás yo espero muy bien que… Aqui estoi yo sigo extrañando tu presencia aqui estoy por que no e recibido ninguna carta de parte tuya no se donde estas ni como estas por eso quiero que me escribas porque te extraño mucho de verdad yo amo que estes conmigo me encantaría tu regreso por favor te quiero mucho
Pd. Te quiero mucho quiero saber de ti
Atte. tu madre que te quiero mucho te amo
"
No es sorpresa para nadie que haya una evidente mala calidad e incongruencias notorias en la escritura de la carta tomando en cuenta el estado mental en el que la mujer se encontraba, solo es necesario comparar la fecha de esta con otras de las cartas escritas por la mujer. Se notaba a leguas que ella no estaba para nada bien psicológicamente, aunque intentase aparentar lo contrario para tapar el sol con un dedo, la olla a presión tarde o temprano iría a estallar.
Dentro del equipo de trabajo donde pertenecía Aveline, se encontraba su secretaria Érela, una persona igual de introvertida que su colega, lo que no quitaba su gran preocupación por sus cercanos. Su aspecto era el de una chica de 28 años de baja estatura y de atributos físicos compactos, teniendo un cabello negro característico y unas resaltantes gafas redondas; Érela fue quién inicialmente notificó al gerente sobre lo ocurrido con la hija de Aveline, siendo ella quien se interpuso frente al despido de su compañera, de hecho, técnicamente gracias a esta joven secretaria fue que no desanexaron a la mujer y en su lugar solo la suspendieron, eso sí, todas las justificaciones que presentó estaban respaldadas por investigaciones que hizo para confirmar la veracidad de los sucesos. Las sospechas de la audaz asistente comenzaron días antes, cuando la noticia sobre el accidente de autobús debido al temporal coincidió con el período de ausencia de su compañera en el trabajo, lo cual ya era extraño tomando en cuenta que siempre fue muy puntual y comprometida, además, días antes esta le comentó sobre la excursión de su hija, lo que hacía a la coincidencia parecer menos una coincidencia. Ambas nunca hablaron mucho entre sí, comunicándose generalmente solo por temas de trabajo, pero sí se llevaban bastante bien y se preocupaban mucho la una por la otra. Dicho lazo motivó a Érela a querer saber más sobre lo que le ocurría a su colega, puesto a que era raro que no fuera a trabajar por una semana entera sin dar señales de vida, y tampoco era normal que no le contestara el teléfono durante todo ese tiempo. Dentro de sus investigaciones, la funcionaria buscó saber sobre la noticia directamente a manos de apoderados del colegio donde la difunta Délora estudiaba, y a través de esto, unió cabos con cosas que previamente Aveline le había comentado, como el día de la excursión, la edad de su hija, etcétera, todos estos antecedentes le permitieron presentar los cargos correspondientes para convencer al administrador de que su compañera no estaba bien mentalmente y que no debía ser despedida.
Segunda mitad de semana.
Érela procuró mantenerse en contacto con Aveline para saber más de ella, sobre su estado de salud y acerca de su sentir respecto a la pérdida de su hija. A lo largo de sus conversaciones notaba más el decaimiento de su compañera, notaba que el ánimo y la positividad que normalmente la rodeaban ya no estaban presentes, y también se pudo percatar que ella aún no asumía la pérdida de su hija, pues siempre le hablaba de que aún la esperaba y que algún día iba a llegar. Un par de veces la joven secretaria intentó convencer a su colega de que su hija ya no estaba, sin éxito alguno, pues la mujer se alteraba y/o intentaba desmentir este hecho, asegurando que la noticia era falsa y que el bus mencionado en los diarios era de otro establecimiento totalmente distinto al de su hija, todo con el fin de no aceptar la realidad y de no procesar el hecho de que Délora estaba muerta. Un día en particular, Érela, fingiendo ser una reportera que "buscaba denunciar al colegio por las malas prácticas", se enteró sobre las fechas de entrega de los cuerpos de las víctimas del accidente, a quienes, por cierto, ya se les hizo la autopsia correspondiente. La razón por la que la joven asistente quiso saber esa información era sencilla; quería que su compañera comprobase en carne propia que su hija ya no estaba, puesto a que creía que ella no podría avanzar en el duelo si no salía de esa negación total en la que se encontraba inmersa, aún si hacer eso le costaba perder su confianza. Ella quería ayudar a su colega a toda costa, y la verdad es que siempre quiso hacerlo, la joven sabía toda la soledad bajo la que vivía su compañera, pero nunca supo cómo ayudarle a salir de todo eso, a realizarse y a ser feliz, pues su desconocimiento respecto a las relaciones interpersonales no le ayudaba a la hora de intentar acercarse a los demás y a establecer amistades, y es que, bien en el fondo, veía en Avelina su propia introversión, se sentía conectada con ella porque entendía su sentir, sabía lo que ella pasaba porque sentía lo mismo. Ambas eran muy similares, y pudiendo salir juntas de sus problemas de sus problemas de soledad e introversión, nunca lo hicieron, y Érela quería cambiar eso.
El sábado de esa semana se iban a entregar los resultados de las autopsias de los damnificados junto a sus cadáveres a las familias que aún no fueron a retirarlos; Aveline se encontraba, como siempre, esperando el autobús, a lo que su asistente, sabiendo que se encontraba ahí pero fingiendo que se topó con ella de casualidad, iniciaría su plan pidiéndole que la acompañe con el pretexto de que "a ella le iban a entregar el cadáver de un cercano que falleció en un accidente, y necesitaba de alguien que la apoyara emocionalmente mientras firmaba y todas esas cosas", la joven huérfila aceptó sin dudarlo y decidió acompañarla. Hacía un día nublado, el tiempo estaba bastante frío y casi no se escuchaban ruidos en la calle.
Al llegar al recinto donde se iban a entregar los cadáveres de los fallecidos, la mujer junto a su asistente se topó con los padres de varios compañeros de su hija, esto hizo sospechar mucho a la madre de Délora, quién, confundida, preguntó a su colega qué hacían en ese lugar, siendo afortunadamente interrumpida por varios parientes de los difuntos que preguntaron a Aveline cómo se encontraba después de la pérdida de su hija, y ella no supo qué responder ya que la tomaron por sorpresa.
La insistencia de esas personas por saber de su estado hizo sentir a la mujer mareada, confusa y muy ansiosa, la lucha interna que estuvo viviendo todos esos días para procesar la noticia volvió a despertar, pero aún estaba en negación. Impulsivamente, la corredora de bolsas trató de huir de las personas porque se sentía ahogada, y una vez se encontró sola, respiró hondo y se calmó un poco.
Érela, al ver que su camarada estaba más tranquila, se acercó seriamente junto a una apoderada para aclararle la situación a la batallante mujer. "Amiga, escúchame por favor. Lo que te he dicho por teléfono varias veces es real, y sí, sé que es difícil creerlo y aceptarlo, pero es real. No me imagino el dolor que debes estar pasando, tampoco te puedo decir que te entiendo porque es imposible magnificar lo horrible que debe sentirse el vivir esto que estás viviendo, pero, la razón por la que estamos aquí es porque hoy se entregan los resultados de las autopsias hechas a los involucrados en ese accidente, y porque se entregará el cuerpo de los fallecidos a las familias, por lo que te pido que esperes un poco, y quiero que sepas que en verdad lo lamento mucho…"
Un enorme tren de pensamientos llegó a la mente de Aveline, su mente arrojó los recuerdos de esos días donde angustiosamente esperaba la llegada de su hija; los recuerdos de ese jueves infernal donde su retoño llegaría, pero que nunca ocurrió; los recuerdos de aquel desesperado fin de semana donde exhaustivamente buscaba una forma de encontrar a su hija sin resultado alguno; los recuerdos de ese horrible domingo donde se enteró del accidente; y finalmente, los recuerdos de esos días de duelo, de confusión y de perdición donde su mente estaba totalmente distorsionada. Ella, luego de pensar y batallar consigo misma, logró salir de la negación; sus ojos estaban completamente llorosos, ella solo quería gritar, quería huir, quería soltarse, quería correr, quería liberar toda esa infinita frustración en su interior, y aún con todo ese mix de sensaciones dentro de sí, la mujer solo se limitó a esperar la recepción del cuerpo de su hija en silencio.
Domingo.
La joven no pudo dormir en toda la noche, amaneció con los ojos hinchados de tanto llorar, aún más después de pensar que esa navidad la iba a pasar totalmente sola, sin su hija, sin su pequeña. En su mente el sentimiento que más predominaba era el de la frustración, en esos momentos, además de la tristeza y de la melancolía, la rabia por lo injusta que fue la muerte de Délora la llevaron a estar enojada, enojada con el colegio, enojada con los excursionistas, enojada con la vida, enojada con Dios, y por, sobre todo, enojada consigo misma porque, de no haber permitido que fuera de excursión, la historia sería distinta.
El cuerpo estaba en manos de una funeraria, iban a sepultarla el martes 26 puesto a que no se realizaban funerales en días festivos, o por lo menos así era por parte de aquella empresa, que era la más accesible de toda la ciudad. A la solitaria dama no le importaba pagar mucho por la sepultura, de hecho, en ese momento era lo menos que le interesaba. Todo ese domingo lloró por tiempos prolongados, estuvo en su casa golpeando cosas y desquitándose contra todo lo que tenía enfrente, ¿Por qué tuvo que pasarle esto? ¿Por qué a su hija? ¿Por qué así?, la madre se preguntaba mientras reprochaba contra la vida por toda la desdicha que significaba el perder a su hija, pero, sus sentimientos no importaban, a ella solo le interesaba el hecho de que su niña ya no estaba. A la madre le costaba asumir los hechos, e internamente el frustrarse contra todo lo que la rodeaba era para dirigir sus sentimientos hacia otra parte que no fuera la realidad misma, una realidad donde su tesoro ya no estaba.