En ese espacio solo había visiones, visiones muy borrosas. Aveline al parecer ya no era un ser físico, o no lo parecía. A juzgar por el hecho de que en ese lugar podía ver más allá, más allá de lo que una consciencia común podía, o al menos "real", no podía ser otra cosa, o eso creía.
Dentro de aquel entorno, comenzó a viajar por el vacío. Un vacío que poco a poco fue revelándole distintas visiones de manera paulatina mientras más avanzaba. Parecían ser distintas dimensiones o caminos, y por lo visto, uno de ellos sería el que verdaderamente ocurriría; En la primera y la más borrosa de las revelaciones pudo ver un futuro donde su hija volvía del campamento, donde ambas podían vivir una vida tranquila juntas y donde a su primor la veía crecer, volverse adolescente, tener un novio y luego formar su propia familia. Un sueño que siempre tuvo desde que la vio nacer... Cualquier madre lloraría tras ver un suceso así, pero ella no, ya no podía hacerlo.
Viajando un poco más allá y recibiendo transmisiones más nítidas en su cabeza, pudo observar otra realidad, otra que era mucho más fría y gris. Otra donde la chica jamás volvió, y donde la madre nunca pudo recuperarse de la pérdida que sufrió. Vivió en negación durante toda su existencia, y jamás quiso o se preocupó de salir adelante, pues nunca tuvo a alguien que la ayudase, que la apoyase o que, siquiera, hablase con ella; quedando muerta en vida hasta el final de sus días donde podría descansar al morir de vieja. Una posibilidad mucho más que preocupante y desgarradora para cualquiera que conociera de ella, pero principalmente para cualquiera que la viviese. Aquello estuvo cerca de pasar, pero, no fue el caso. Ella lo sabía. Para su fortuna, o para su infortunio, otras dos líneas temporales pasarían ante sus ojos, con la misma probabilidad de ocurrir más adelante dentro de aquel viaje hacia lo que parecía ser un túnel de luz.
A ella, efectivamente, se le acabaron los días de vida. La alucinación de verse ahorcada fue producto del ahogamiento luego de entrar y desmayarse en la bañera, siendo esta una muerte accidental y no auto infringida. Aún podía sentir el agua en la palma de sus manos, su cuerpo etéreo era capaz de palpar la calidez del baño tibio. Fuera de lo súbito y absurdo que haya sido el fallecimiento, era en realidad el mejor escenario post mortem; pues en él, ella se sentía libre. Podía volar, podía descansar, podía alcanzar el cielo, y una vez llegaba hasta ahí, la veía a ella. Veía a su hija, su amada y preciada hija. Estaba ahí, relajada, descansando, esperándola con una sonrisa en el rostro. Era el campo de niebla de sus sueños, pero sin la niebla, sino que lleno de felicidad, dicha, y por sobre todo... Paz. Aquel era el descanso eterno que merecía luego de una tormentosa vida, y también, el que necesitaba.
Por desgracia, ese no era el último panorama. Aún quedaba una realidad con el mismo nivel de nitidez. Así es, aquel era el suceso "equiprobable", según ella, al anteriormente descrito, pero solo igual en probabilidad de ser el destino del espíritu de Aveline, mas no igual en nivel de positividad, todo lo contrario. El fallecimiento de la mujer ocurrió también, pero, la sensación de agua caliente en su cuerpo no era más que una alucinación sensorial producto de la asfixia generada por la cuerda. Al tratarse de un suicidio, el destino de su alma sería mucho más oscuro, quedando en un estado de todo o nada. Dentro de la percepción que la chica veía, aquellos sucesos traumáticos que ficharon su ser se repetían constantemente, no paraban. Quedar vagando en la tierra siendo un alma en pena era lo menos doloroso, ya que, cada movimiento que daba, cada intento de interacción que ejecutaba, y cada suspiro que soltaba, era una resurrección de esas dolorosas experiencias que no la dejaban descansar, que la dejaban prisionera por la eternidad, y la tenían atada a la tierra como almas en la niebla.
La luz se asomó ante sus ojos. Ya había finalizado el recorrido y todas sus visiones se esfumaron como si de polvo se tratase. Solo uno de los escenarios sería el real, solo uno sería su destino. La única manera de averiguarlo era atravesando la salida deslumbrante, aquella que decidiría cuál de las anteriores era el camino verdadero, ya que, una de las cuatro tenía que serlo...
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