Chereads / Fénix: Ascensión / Chapter 11 - Un día a la vez

Chapter 11 - Un día a la vez

NARRADOR: LUNA ROSSI

9 días después de la captura de Logan

Desde que te conozco me he preguntado varias veces ¿Cómo sería mi vida si ya no estuvieras? Hoy, la respuesta se revela como un completo infierno, envolviéndome en una oscuridad sin fin.

 

Cada mañana, al despertar en la cabaña, la rutina se convierte en un ritual desgarrador. Me dirijo a tu cuarto, como si la costumbre pudiera desafiar la cruel realidad. Al abrir la puerta, me encuentro repentinamente con la fría soledad, una presencia silenciosa que devora mi ser, matándome

lentamente día tras día. Por eso, decidí regresar a vivir con Marriott, buscando alguna sombra de consuelo en su compañía.

La imposibilidad de ir a entrenar es un eco de la falta de sentido que ahora domina mi existencia. Los doctores dicen que mis heridas físicas sanaron, pero las cicatrices emocionales siguen abiertas, y abusaré de mi permiso médico tanto como pueda. ¿Qué propósito tiene pertenecer a un escuadrón cuando tú ya no estás? Marriott intenta levantar mi ánimo con esfuerzo, pero su consuelo es solo un pálido reflejo de lo que anhelo. Siento que la única fuerza capaz de aliviar mi dolor sería que tocaras la puerta y me abrazaras. Anhelo uno de esos abrazos que solían ser mi refugio en los días más oscuros.

Jessi, en su bondad y habilidad culinaria, se convierte en una presencia constante en mi vida. El aroma de sus platos llena el aire, pero no puede eclipsar la sombra que se cierne sobre mi ser. La habitación en que crecí, ahora habitada por fotografías nostálgicas de nosotros, se transforma en un santuario de melancolía. Cada imagen es un recordatorio cruel de lo que fue y ya no es. El dolor se apodera del ambiente, convirtiendo el espacio en un eco de tu ausencia.

Mi cuarto, una cárcel de recuerdos dulces y amargos, que da paso libre para que la nostalgia me

golpee como un peso pesado de boxeo. No me da descanso, no me deja respirar. Intento levantar la frente, pero la verdad todo esto me supera. Cuando finalmente lo logro, el asalto de la noche llega, y las lágrimas caen como violentas cascadas por mis mejillas. El ruido de su impacto retumba en la habitación, hundiéndome en una pelea interminable que me impide encontrar la paz en el silencio de la noche.

En estos días aquí he podido ver como Marriott, a pesar de estar confinado en su silla de ruedas, persiste en levantarse día tras día para asistir a la academia. Jessi y yo le brindamos apoyo, pero su resistencia es admirable. Perdió a su hermano y la independencia de sus piernas, y, aun así, sigue avanzando. En mi caso, solo deseo fervientemente que este momento no sea real. Quisiera que tu presencia en este féretro fuera una alucinación, que mi habilidad se hubiera descontrolado y esté imaginando todo esto, que haya perdido la cordura. Por favor, que sea cualquier cosa, menos esto.

Cuando Marriott me lo contó, sentí como si yo muriera contigo. Aquella noche, cuando encontraron tu cuerpo, no quería creer que fueras tú. Esos desalmados te hicieron tanto daño, te desfiguraron. Solo pudieron identificarte por tu registro dental.

Hoy, la lluvia acompaña a los pocos presentes. Marriott no me ha dejado sola, pero ha respetado mi espacio para poder hablar contigo, para intentar despedirme, para tratar de encontrar algún tipo de

 

cierre. Pero, ¿cómo puedo cerrar esto? ¿Cómo puedo decirte adiós? Lamento muchas cosas que hice y que no hice.

Lamento no haber podido evitar este desastre. Quizás si yo hubiera sido más fuerte o mi habilidad más útil, la melodía sería diferente, estoy segura de ello.

Lamento jamás haberte dicho que en serio tocas bien la guitarra y que tu melodía solía arrullarme en las noches, que no eres tan pésimo jugando futbol, que por mucho que me ría no bailas tan mal.

Me arrepiento tanto de haber dado un "No" aquella noche, ¿sabes? Aunque sentía algo fuerte por ti. Lamento mucho haberte hecho creer que no sentía lo mismo que tú. Pese ahora parezca inútil, siento que necesito decirlo mientras tu cuerpo sigue aquí.

Empiezo a golpear suavemente el ataúd, como una descarga de impotencia. Mis lágrimas caen y manchan la bandera que arropa esta inerte caja de madera. Me duele el pecho, siento como si agujas atravesaran mi cuerpo, y el frío me recorre de arriba abajo. Solo quiero tenerte aquí, quiero abrazarte, hablar contigo, recordar esos momentos juntos, volver a sentirme segura acurrucada en tu pecho. Quiero haber tenido las agallas de decirte esa noche que también te amo, no solo como

amigos, sino de la misma forma que tú a mí.

El mundo se volvió más oscuro sin ti. Ya no quiero vivir en este lugar. Cada día se siente más frío y

solitario sin tu presencia. La tristeza me envuelve y la realidad parece más cruel que nunca. Cierro los ojos, esperando encontrar algo de consuelo en esta oscuridad que me rodea. Este ya no es un mundo en el que quiera estar.

Esa noche en la que la esperanza de que tu volvieras a mi lado murió, entré a tu habitación y leí tu carta, aquella que escribiste hace tanto tiempo y que me pediste que leyera el día que ya no estarías. Nunca entendí por qué la escribiste, por qué querías irte por tu propia mano, hasta esa noche en que la leí.

"Lunita,

Si estás leyendo esto, lo más seguro es que ya no esté de este lado del cristal. Ruego a Zaer porque no haya partido por mi propia mano, que mis demonios no hayan ganado la partida, que el odio y el dolor no me hayan consumido, que no haya caído en el abismo. No te digo que me alegre que me hayan arrebatado la vida, pero siento que sería un poco más decente que despedirme de este mundo rindiéndome maniáticamente en el proceso, yéndome por mi cuenta, ¿entiendes? Quizás así podría tener la oportunidad de pasear por los campos de Kaeles y darles el saludo a tus padres,

diciéndoles que creciste bien, que eres una mujer fuerte. Aunque no lo creas, fuiste tú quien me dio fuerzas, quien evitó que me quebrara.

 

Tú, más que nadie, sabes lo duro que ha sido estar en mi piel, sentir que el mundo entero te detesta y te odia. La sensación de no encajar, de que no importa cuánta gente diga que te quiere, al final todo es pura mentira. Que solo te busquen por interés, posición o por tu maldito apellido, y que al final no seas más que una herramienta para ellos. Fuiste de los pocos que me mostró afecto de

verdad desde que nos conocimos. Quizás las circunstancias tuvieron su papel; tú acababas de perder a tus padres y mi propio padre me había dado el adiós, pero siempre fue un afecto sincero.

El afecto se volvió cariño, y el cariño se convirtió en amor. Sé que no me amas de la misma manera en que yo a ti, y no tienes por qué sentirte culpable de nada. Aunque me dolió, tenerte a mi lado, aunque todo fuera incómodo después de que te soltara lo que sentía, fue el mejor regalo que me diste. Eres todo para mí, te amo y no solo daría mi vida, por ti si hace falta; sacrificaría hasta el mundo entero por ti. Puede que suene medio loco u obsesivo, pero tú sabes cómo soy, no soy de medias tintas, siempre me tiro de cabeza.

Espero que encuentres la manera de seguir adelante. Eres la mujer más fuerte que he conocido y eso que soy hijo de Cassandra Fénix. Hablando de ella, no dejes que mi madre me entierre bajo en el bosque de los Fénix; ya sabes bajo qué humilde árbol quiero descansar.

Antes de despedirme, te pido que dejes ese escuadrón exterior. Yo no tuve elección para estar ahí, pero hace semanas tú también te uniste y pediste formar parte de mi equipo. Me duele haberte arrastrado al infierno solo para que me cuides. Ya no estoy, ahora puedes concentrarte en lo que de verdad importa.

En ti.

Siempre voy a estar a tu lado, te amo.

-Logan"

La noche en que la leí, lloré hasta quedar dormida sobre tu cama, un lecho rígido e incómodo que aún conservaba tu aroma, esa fragancia que antes me brindaba paz y ahora solo es un doloroso recordatorio de tu ausencia.

Tu madre vino por tus cosas a la mañana siguiente. Por primera vez en mucho tiempo, la vi

mostrando algo semejante a un sentimiento humano. Se veía agotada, como si no hubiese dormido en días. Me miró fijamente cuando abrió la puerta y me encontró acostada en tu cama. Se sentó a mi lado, y yo hice lo mismo. La diferencia de tamaño era notable. Dio un fuerte suspiro, como si

intentara absorber todo tu aroma de la habitación, su mirada volvió a mí.

Sus ojos estaban enrojecidos, su expresión temblaba, y con la voz más quebrada que he escuchado en mucho tiempo mencionó en voz baja:

"Cuando lo encontramos, no lo quise creer. Era su uniforme, era su cabello, eran sus ojos, pero él ya no estaba"

Nunca pensé que vería a alguien como ella romperse. La lluvia comenzó a caer poco a poco en su mirada.

La lluvia se convirtió en perenne compañera desde que supimos que te fuiste. Estoy frente a ti,

intentando establecer inútilmente un vínculo contigo, pero sé que no es posible. Aún así, por Zaer, daría lo que fuera porque volviera a ser posible.

La escasa luz que iluminaba este lúgubre momento se ha ido desvaneciendo con el tiempo. Las pocas personas que estuvieron presentes para pronunciar el amargo "Adiós" se han retirado. Te

despidieron con honores, disparos al aire y toda la parafernalia típica de estos momentos, como si eso pudiera aliviar el dolor que me aplasta de manera constante.

La noche ha caído, marcando el momento de separarnos de tu cuerpo. Tu madre enciende una

pequeña llama en tu mano, los soldados de su antiguo escuadrón hacen lo mismo. Se colocan a los lados del féretro y comienzan a rezar al compás de las notas melancólicas de Cassandra.

"Padre celestial, el momento ha llegado para que tu hijo regrese a su morada, es el instante en que en tu fuego sagrado lo transforme en brasas doradas.

Madre divina, tu hijo está preparado, lo has contemplado,

ha entregado su vida según tu voluntad, otórgale el merecido descanso en paz. Hijo amado, tu hora ha llegado, tus padres te aguardan al otro lado,

en los campos de Kaeles, no olvides a aquellos que aquí quedamos, que anhelamos tu consuelo y recordamos tus pasos sagrados.

Que tu viaje al más allá esté guiado por la luz eterna, y que encuentres el reposo en la dicha sempiterna."

La voz de tu madre volvió a quebrarse, sus lágrimas caían mientras dirigía el rezo. Es sorprendente ver que, en el fondo, de alguna manera retorcida y obsesiva, pareciera que ella te quería.

 

"Zaer y Praida, en sus manos encomiendo el alma de mi pequeño. Denle el descanso eterno y que brille en el cielo su luz eterna."

Se acercó a tu ataúd, puso una flor de fuego, a la cual besó mientras susurraba en voz baja: "te amo hijo".

Cuando la flor se auto inmoló, tu ataúd empezó a descender sobre el foso en el que yacías. En ese instante, todos comenzamos a arrojar flores de fuego, las cuales, debido al roce del viento, se

inmolaron un poco antes de tocar tu ataúd. Marriot y Jessi tomaron mis manos, intuyendo que la siguiente parte sería la más dura.

Para respetar la tradición, los Terrakinetis fueron los encargados de poner la tierra sobre ti, y cada

pieza de tierra que caía sobre tu ataúd era un golpe directo a mi pecho. Cada impacto sobre tu ataúd me cortaba el aire y poco a poco el dolor era tanto que ya no podía contenerlo; poco a poco, el

control se escapaba de mis manos. Cuando el siguiente tuvo lugar, un grito mío le hizo compañía.

Sentía como mis cuerdas vocales se desgarraban con cada alarido. Marriot me sujetaba la mano con fuerza. Quería ir contigo.

"Eres un desgraciado, un maldito mal nacido. No cumpliste tu promesa. No la cumpliste y ahora me dejas aquí". Lo pensé tan fuerte que lo dije, lo dije tan fuerte que lo grité.

Mis gritos continuaron y las lágrimas se confunden con la tenue luz de las flamas, reflejando el dolor que no se puede expresar con palabras. Las sombras danzan entre los árboles, proyectando la

tristeza que envuelve este sepulcro. Las voces de los rezos parecen perderse en la vastedad del vacío, resonando con un eco melancólico que se mezcla con el susurro del viento, creando una afligida sinfonía.

En este lugar sombrío, donde las almas encuentran su descanso final, la realidad se desvanece, y la

tristeza se convierte en una compañera silenciosa que envuelve cada rincón y como aquella noche en mis padres marcharon, la noche en que Marriot lloró al perder a su mejor amigo y se comprometió a cuidar de mí.

Cuando finalmente todo terminó, me sentía débil; mi cuerpo temblaba, me dolía la cabeza. Entonces, Cassandra se dirigió al centro de donde estaba tu ataúd y colocó un brote del árbol de fuego de su padre, tu abuelo, el General Kaleb Fénix, "El demonio de Fuego", y encendió sus hojas. El fuego era hermoso, el silencio daba calma y los latidos del corazón de Jessi arrullaban mi cansado cuerpo. Poco a poco fui perdiendo la consciencia mientras miraba fijamente aquel brote en llamas.

"Perdóname, por favor. No pude evitar que descanses aquí", fue lo último que recuerdo decir antes de que todo se volviera oscuro y que las últimas noches en vela pasaran su factura.

No recuerdo más de que pasó esa noche, y ahora estoy aquí, tres días después sentada al lado del tu brote regándolo y sembrando flores a su alrededor, como si eso pudiera traerte de vuelta. Mientras

 

converso contigo como hago con mis padres y te juro que duele como no tienes idea el hecho que tenga que fingir tu respuesta.

De repente, el crujido de algo pesado aplasta las hojas secas a mi alrededor, sacándome de mi ensimismamiento. Volteo instintivamente, y la sorpresa me corta las palabras.

-"¡Hola, niña! Disculpa si te interrumpí, pero esperar dos horas en las sombras hasta que te

desocupes no estaba en mis planes"- su voz lleva un tono de soberbia que me resulta familiar, como un déjà vu.

Cabello rubio, gabardina negra, guantes oscuros y jeans grises; está muy bien vestido para ser un patán.

"¿Quién eres?" pregunto, mi guardia se levanta mientras me pongo de pie.

"Bueno, soy alguien que ya conoces, pero no reconoces, alguien que te ha salvado pero no has agradecido. Soy como tu ángel guardián, pero tú no rezas", su respuesta es tan arrogante como su presencia.

"Claro... Señor ángel, antes de que dé otro paso, debo advertirle que si nuestra distancia disminuye otro milímetro, me veré forzada a neutralizarlo", me preparo para enfrentar a este extraño acosador.

Él se detiene y me mira incrédulo, sus ojos bicolores me hipnotizan por un momento, luego, aprovechando mi desconcierto, baja suavemente mi mano.

"No intentes hacerme daño, sería inútil. ¿Por qué no mejor conversamos?", propone mientras se sienta junto al brote de Logan. Da dos palmadas a la tierra y prosigue: "Fue un buen muchacho, a pesar de su inestabilidad. Veía cosas que muchos ignoran, ¿no crees?".

Intenta hacerme sentar, pero yo solo quiero que este mal educado abandone este lugar. Estoy a punto de llamar a los guardias de los Fenix cuando exclama mientras se levanta frívolamente: "Logan vio algo especial en ti, Luna. Pocos pueden percibirlo, y he venido a hablar de eso".

La distancia entre nosotros se reduce. Coloca su mano sobre mi hombro y me gira hacia él. Su altura me hace sentir más pequeña de lo que soy, y entonces noto un detalle que había pasado

desapercibido.

"¿Quién demonios eres y cómo lograste pasar a este bosque sin ser anunciado por los guardias?", saco su mano de mi hombro con asco. Él se adelanta nuevamente y comienza a caminar en círculos a mi alrededor, con las manos en la espalda.

"Bueno, debían hacerlo, de lo contrario, estarían en problemas. Porque, después de todo..." Se acerca sigilosamente por detrás y susurra en mi oído: "Yo soy Lord Bragmus".