Chereads / YO NO SOY COMO TU!! / Chapter 2 - El Murmullo del Viento

Chapter 2 - El Murmullo del Viento

El día amaneció más gris de lo habitual, y el sonido de los carruajes en las calles resonaba como un eco constante en mi mente. Bajé las escaleras temprano, encontrando a mi madre en la cocina, sirviendo té mientras mi padre leía el periódico en completo silencio. No era raro verlo así últimamente; parecía que las noticias lo estaban consumiendo.

"Badoman, ¿puedes traer más leña para la chimenea? Parece que el frío no nos dará tregua hoy", dijo mi madre sin siquiera mirarme.

"Claro, madre. Aunque dudo que una chimenea pueda calentar lo que se avecina", respondí, con cierto sarcasmo en mi voz.

Mi madre se giró, con una ceja levantada. "No empieces con esos comentarios, hijo. Ya tenemos suficiente con lo que pasa fuera de estas paredes".

No contesté, pero el peso de sus palabras se quedó conmigo mientras salía al patio trasero. Agarré unas cuantas piezas de madera y me detuve un momento, mirando al cielo nublado. El aire tenía un olor distinto, como si la misma naturaleza supiera que algo estaba cambiando.

Cuando regresé, mi padre alzó la vista del periódico. "¿Sabes lo que dicen? Alemania está movilizando más tropas hacia Bélgica. Si eso no es una declaración de intenciones, no sé qué lo sea".

"¿Y qué hacemos nosotros? ¿Esperar?" pregunté, dejando la leña junto a la chimenea.

Mi padre suspiró profundamente, como si cargar con la respuesta fuera demasiado para él. "Esperar no es la palabra, hijo. Es prepararse. Y si llega el momento, cumplir con nuestro deber".

"¿Nuestro deber?" repetí, casi en un susurro. Mi voz se endureció involuntariamente. "¿Qué deber tenemos con una guerra que no pedimos? ¿Por qué siempre es la gente común la que paga el precio?"

"Badoman…" comenzó mi madre, en un tono de advertencia. Pero no me detuve.

"¡No quiero morir por algo que ni siquiera entiendo! ¿Sabes lo que decían mis amigos ayer? Que sería increíble, que podría ser un héroe. ¡Un héroe! ¿Qué saben ellos de lo que es la guerra? ¿De lo que significa quitar una vida?"

"¡Basta!" exclamó mi padre, golpeando la mesa con la palma de su mano. Su rostro estaba enrojecido, y sus ojos, aunque llenos de ira, también tenían un destello de cansancio. "No tienes idea de lo que estás diciendo, Badoman. Esta casa, esta familia… todo lo que tienes, lo debes a hombres que lucharon antes que tú. No se trata de querer o no querer. Se trata de proteger lo que es nuestro".

"¿Y qué pasa si no quiero protegerlo de esa forma? ¿Qué pasa si no quiero convertir mis manos en armas?" repliqué, más calmado pero firme.

El silencio que siguió fue como un cuchillo cortando el aire. Mi madre, siempre mediadora, se acercó y puso una mano en mi brazo. "Badoman, lo único que queremos es que estés a salvo. Todo esto… todo esto pasará, como siempre ha pasado. No tenemos que decidir nada todavía".

"¿Y si llega el día en que tengamos que decidir, madre? ¿Qué haré entonces?"

Ella me miró, pero no tenía una respuesta.

Más tarde, salí a caminar por las calles de Londres. Necesitaba despejar mi mente, pero las conversaciones a mi alrededor no hacían más que avivar mi inquietud.

"Dicen que Alemania tiene la maquinaria más avanzada. Tanques, armas, todo", decía un hombre en la esquina, hablando con un pequeño grupo.

"¡Bah! Los belgas no se rendirán tan fácilmente. Si entramos, les daremos una lección", replicó otro, con una sonrisa confiada.

Me detuve un momento, observando sus expresiones llenas de certeza. No entendía cómo podían hablar de la guerra como si fuera un juego.

"¿Y tú qué opinas, joven?" me preguntó uno de ellos, notando mi presencia.

"¿Yo?" respondí, sorprendido.

"Sí, tú. ¿Crees que el Reino Unido debería unirse a la lucha?"

Los miré, sintiendo una mezcla de incomodidad y rabia. Finalmente, respondí: "Creo que nadie debería luchar si no sabe por qué lo hace".

El hombre arqueó una ceja, sorprendido por mi respuesta, pero no dijo nada más. Me alejé antes de que pudiera replicar.

Esa noche, en mi habitación, traté de escribir en mi diario, algo que hacía desde que era niño. Pero las palabras no salían. Miré el techo, recordando la discusión con mi padre.

"¿Qué haré si la guerra llega aquí? ¿Podré quedarme en casa y fingir que no pasa nada? ¿O me dejaré arrastrar por las expectativas de los demás?" pregunté en voz alta, como si alguien pudiera escucharme.

Solo el silencio respondió. Y en ese momento, entendí que, aunque la guerra aún no había comenzado oficialmente para nosotros, ya había empezado dentro de mí.