El viento azotaba las torres del castillo de Valoria mientras los sacerdotes entonaban cánticos ancestrales. La sala ceremonial, iluminada por antorchas y símbolos arcanos, estaba cargada de tensión. Eren Valten, un joven guerrero de cabello oscuro y mirada decidida, se encontraba en el centro del círculo mágico, su armadura reflejando el fuego de las velas. Su misión era clara: atravesar el portal que los magos abrirían y obtener el Cristal del Alba, un artefacto capaz de salvar al reino de la invasión.
"Eres nuestra última esperanza, Eren", dijo el Rey Alden, su voz cargada de preocupación. "El reino entero confía en ti".
Eren asintió, consciente del peso que llevaba sobre sus hombros. No tenía miedo de la batalla; lo que lo inquietaba era el ritual en sí, un procedimiento que nunca antes había sido probado.
Los magos comenzaron a recitar con mayor intensidad. El aire se tornó pesado, y una grieta luminosa apareció en el centro del círculo. El portal se abrió, mostrando un vacío infinito que parecía susurrar promesas y amenazas.
"Recuerda, no te demores", advirtió la Archimaga Lyra. "El portal solo podrá sostenerse por diez minutos".
Eren dio un último vistazo al mundo que conocía. Pensó en sus amigos, en su familia, y en todo lo que estaba dispuesto a sacrificar. Dio un paso adelante y cruzó el portal.
El mundo cambió al instante. Un frío insoportable lo envolvió mientras caía en un abismo interminable. Voces distantes susurraban palabras incomprensibles. Intentó moverse, pero su cuerpo estaba paralizado. Entonces, la realidad comenzó a distorsionarse.
"¿Cuánto tiempo ha pasado?" se preguntó, pero no había respuesta.
El tiempo en el vacío no tenía sentido. Horas se convertían en días, días en años. Eren luchó contra criaturas amorfas que surgían de las sombras, cada batalla forjando su cuerpo y mente en algo más allá de lo humano. Con cada victoria, adquiría fragmentos de un poder oscuro que lo transformaba lentamente.
Finalmente, tras lo que parecieron siglos, el vacío comenzó a desmoronarse. Una luz cegadora lo envolvió, y sintió cómo su cuerpo era expulsado hacia el mundo real.
Cuando abrió los ojos, el mundo que había conocido ya no existía.
"He regresado...", murmuró, con una voz que ya no era completamente humana.
El guerrero había vuelto, pero no como el héroe que todos esperaban. Algo oscuro y peligroso había despertado en su interior.
Fin del Capítulo 1