El grupo de sobrevivientes no se atrevió a moverse mientras Eren permanecía de pie, envuelto en la sombra de su propia aura oscura. El silencio después de la batalla era opresivo, roto solo por el goteo de la sangre de la bestia que había caído. La espada negra que Eren sostenía comenzó a disiparse, fragmentándose en motas de oscuridad que regresaron a su cuerpo. Finalmente, su mirada se posó en la mujer de ojos verdes.
—Habla —dijo con un tono que no permitía objeciones—. ¿Qué era esa criatura?
La mujer tragó saliva, tratando de mantener la compostura. Era difícil, pues frente a ella no solo estaba un hombre, sino algo mucho más aterrador que la bestia que acababan de enfrentar.
—Es… un Engendro del Vacío —respondió al fin—. Han estado apareciendo desde hace una década. Nadie sabe de dónde vienen, pero destruyen todo a su paso. La gente los llama "los Heraldos del Fin".
Eren entrecerró los ojos. "Engendros del Vacío", pensó. La energía que emanaban era inconfundible; había sentido esa misma corrupción en el Vacío, en los siglos que pasó luchando contra criaturas similares.
—Si estas cosas son tan comunes —continuó—, ¿cómo siguen vivos?
El hombre de la lanza apretó los dientes, claramente ofendido.
—Sobrevivimos porque sabemos cuándo correr. No todos tenemos el lujo de enfrentarlas y salir ilesos como tú.
Eren lo ignoró y volvió su atención a la mujer.
—¿Qué más sabes sobre ellos?
Ella dudó por un momento, pero la intensidad en los ojos de Eren la obligó a hablar.
—Dicen que su aparición coincide con la caída de Valoria. Los primeros Engendros surgieron poco después de que… —vaciló— el Vacío se abriera.
Eren sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Si el Vacío había tocado este mundo, ¿cuánto habría cambiado realmente?
—¿Qué saben del portal? —preguntó con urgencia—. ¿Hubo alguien más que intentara cruzarlo?
La mujer lo miró con confusión.
—¿Portal? Nadie sabe cómo comenzaron los problemas. Solo se habla de un "gran cataclismo" que destruyó Valoria. Las historias dicen que fue un castigo divino, pero… eso fue hace tanto tiempo que casi nadie lo recuerda con claridad.
Eren se quedó en silencio, procesando la información. Si el portal que lo había atrapado estaba relacionado con el cataclismo, entonces él mismo podría ser la clave para entender lo que estaba sucediendo.
—¿Hay algún lugar donde pueda encontrar respuestas? —preguntó al fin.
La mujer vaciló antes de responder.
—Hay ruinas al norte, más allá de las montañas negras. Se dice que allí está el "Archivo de los Ancestros", donde se guardaban los secretos de Valoria. Pero es un lugar peligroso. Nadie que haya ido allá ha regresado.
Eren asintió lentamente. Las palabras "peligro" y "muerte" ya no significaban mucho para él. Si el Archivo de los Ancestros contenía respuestas, entonces no tenía otra opción.
—Iremos al norte —declaró.
El grupo de sobrevivientes se miró entre sí, alarmado.
—¿Iremos? —preguntó el hombre de la lanza—. ¡Tú puedes ir si quieres, pero nosotros no tenemos intención de suicidarnos!
Eren avanzó hacia él, y el hombre retrocedió instintivamente. La presencia de Eren era sofocante, casi como si el aire mismo se volviera más pesado.
—Si quieres sobrevivir, vendrás conmigo. Necesitas mi fuerza tanto como yo necesito tu conocimiento del terreno.
La mujer interrumpió antes de que el hombre pudiera replicar.
—Iremos contigo. Pero si resulta ser una trampa mortal, no dudaremos en abandonarte.
Eren sonrió, aunque no había calidez en su expresión.
—Eso sería un error.
Sin decir más, se giró y comenzó a caminar hacia el norte. Los sobrevivientes, resignados, lo siguieron a una distancia prudente. Cada uno de ellos sabía que su destino había cambiado en el momento en que se cruzaron con él.
Mientras avanzaban, los ecos del pasado parecían susurrar a través del viento, recordándole a Eren que este mundo había sido forjado tanto por la luz como por la oscuridad. Y él, atrapado entre ambas, estaba decidido a desenterrar la verdad, sin importar el costo.
Fin del Capítulo 3