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Naruto Fanfic: "Susurros en la Niebla"

Drako_69
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Synopsis
En un mundo ninja consumido por el caos, la guerra y el sufrimiento, Yuki Encai, un joven miembro del clan Yuki, se enfrenta a la brutal realidad de la Tercera Guerra Ninja. Reencarnado con recuerdos de una vida pasada, donde luchaba como artista marcial en el mundo moderno, Encai debe adaptarse a su nueva existencia en un mundo consumido por los conflictos.
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Chapter 1 - Capitulo 1: Sombras de la guerra

La neblina fría de la madrugada envolvía el campo de batalla, mientras los gritos y choques de metal resonaban en el aire. Encai, de apenas once años, se encontraba en medio del caos. Sus manos, pequeñas pero firmes, empuñaban kunais ensangrentados. Su cuerpo de estatura promedia para su edad y su composición delgada hacia que su cabello negro se deslizase por su rostro pareciendo más un montón de pelo que una persona. La confusión lo envolvía, pero había ese instinto de feroz supervivencia que lo mantenía en movimiento.

De repente, una explosión cercana lo hizo volar hacia atrás. El estruendo de un kunai explosivo resonó en sus oídos, dejándolo aturdido por un momento. Debería estar en el ring, no aquí, pensó con amargura. La imagen de la jaula de MMA se sobrepuso brevemente al campo de batalla. Recordaba los gritos del público, el sudor y el dolor de cada golpe recibido. Pero todo eso se había desvanecido con el accidente automovilístico. El sonido de las ruedas chirriando, el impacto brutal y luego, la oscuridad. Despertó en el hospital con la noticia devastadora del médico: —Lo lamento, nunca volverás a caminar.

Genial, y ahora estoy en el cuerpo de un maldito niño, pensó mientras lanzaba un puñetazo hacia un enemigo. Su enemigo cayó, pero no había satisfacción en esa victoria. Las cicatrices de su vida pasada todavía dolían, especialmente porque siempre había odiado su infancia. No tenía paciencia para la inmadurez y las limitaciones de ser joven. Pero aquí estaba, atrapado en un cuerpo frágil en medio de una guerra que no entendía del todo.

A su alrededor, el caos reinaba. Vio cómo un ninja de la Niebla era atravesado por una espada, sus ojos se llenaron de dolor y desesperación antes de caer al suelo. Otro ninja de Kumogakure lanzó un jutsu de rayo que derribó a tres compañeros de Encai. La brutalidad de la batalla era ineludible, y cada segundo contaba. Otro kunai pasó rozando su mejilla, apenas esquivándolo. Maldijo su destino mientras repelía otro ataque.

A lo lejos, observó una confrontación feroz entre un jōnin de la Niebla y cuatro chūnin de la Nube. El jōnin luchaba con una habilidad y ferocidad impresionantes, pero estaba claramente superado en número. Esos son los verdaderos guerreros de esta guerra, pensó Encai, consciente de que estaba muy lejos de ese nivel.

Cada segundo contaba, cada decisión significaba vida o muerte. Con cada movimiento, cada técnica, Encai mezclaba su conocimiento de Muay Thai, Capoeira y Jiu-Jitsu de su vida pasada, adaptándolos con todas sus fuerzas al cuerpo de un niño. Pero la realidad era ineludible: tenía que sobrevivir en un mundo ajeno, en una guerra ajena, con un cuerpo ajeno.

La explosión detrás de Encai lo hizo girar, usando su nueva agilidad para esquivar los escombros voladores. A su alrededor, los gritos y choques de metal eran ensordecedores. Los ninjas de Kumogakure avanzaban con ferocidad, sus ataques eléctricos zumbaban en el aire.

Encai, aún aturdido por la explosión, vio a un chūnin joven de la Nube acercándose con una mirada decidida. Sabía que no tenía opción. Tenía que pelear.

El ninja enemigo lanzó una serie de shurikens que Encai esquivó con precisión. Cada segundo cuenta, cada decisión significa vida o muerte, resonaba en la mente de Encai una y otra vez.

—¡Raiton: Shokku! —gritó el ninja enemigo, liberando una descarga eléctrica.

Encai apenas tuvo tiempo de reaccionar y formó una barrera temporal de hielo para mitigar el impacto del rayo, aunque la descarga lo sacudió y lo dejó temblando. El enemigo no perdió tiempo y atacó de nuevo. Encai intentó una patada baja, pero el ninja de la Nube la esquivó con facilidad.

El enemigo se preparaba para darle un golpe fatal cuando, por un segundo, dudó al ver que Encai era solo un niño. Aprovechando ese momento, Encai agarró un puñado de tierra y se la lanzó a los ojos del chūnin, cegándolo momentáneamente. Sin perder tiempo, se lanzó hacia adelante con una tacleada, derribando al ninja de la Nube al suelo. Sin perder tiempo, se movió rápidamente para aplicar la llave de jiu-jitsu conocida como el mataleón, asegurando su brazo alrededor del cuello del oponente y apretando con todas sus fuerzas.

El ninja de la Nube, a pesar de ser más fuerte, no pudo liberarse del agarre. Encai sabía que en el jiu-jitsu, la técnica y la precisión podían vencer a la fuerza bruta. Utilizó su cuerpo para inmovilizar al oponente, aplicando presión en los puntos correctos. En cuestión de segundos, el enemigo perdió la conciencia y quedo desplomado en el suelo, noqueado.

La batalla seguía rugiendo a su alrededor, pero Encai estaba decidido a ganar. Sentía la adrenalina bombeando en sus venas, cada fibra de su ser concentrada en la supervivencia.

"La vida no se trata de esperar a que la tormenta pase, sino de aprender a luchar bajo la lluvia," reflexionó, consciente de que este nuevo comienzo era una prueba constante. "Reencarné no solo para sobrevivir, sino para encontrar un propósito más grande en este mundo lleno de caos."

Finalmente, a medida que la madrugada daba paso al amanecer, los gritos y el caos comenzaron a disminuir. Los ninjas de la Niebla habían logrado una difícil victoria sobre los de la Nube, aunque a un alto costo. Hubo muchas pérdidas y el campo de batalla estaba lleno de los caídos.

El jōnin de la Niebla, con una última demostración de habilidad, había logrado asesinar al escuadrón de chūnin que lo mantenía ocupado. A pesar de tener más números, los ninjas de la Nube se retiraron rápidamente al darse cuenta de que no contaban con un jōnin en ese momento, lo que los dejaba en desventaja.

El cielo comenzó a aclararse, y con los primeros rayos del sol, Encai sintió un nuevo comienzo. Para Ángel, ahora Yuki Encai, significaba mucho más que una simple victoria. Era una oportunidad para redefinir su vida, adaptarse y encontrar su lugar en este nuevo mundo.

Observó los cuerpos caídos a su alrededor, tanto enemigos como aliados. La guerra no discriminaba; todos pagaban el mismo precio. "Cada amanecer trae consigo la promesa de un nuevo comienzo," pensó Encai, "pero también el recuerdo de lo que se ha perdido."

A medida que el sol ascendía, bañando el campo de batalla con su luz dorada, Encai hizo una promesa silenciosa: "Viviría cada día con una determinación inquebrantable, recordando siempre que la fuerza no proviene solo de los músculos, sino de la voluntad de no rendirse jamás."